Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Día 43

Elizabeth se encontraba en una habitación... No, en un lugar, completamente blanco. No había ventanas, ni siquiera una pequeña puerta. Era imposible escapar de aquel extraño sitio; si daba un paso, se arriesgaba a caer. Nada le aseguraba que una superficie se encontraba bajo sus pies, excepto donde estaba parada.

Y de pronto, un chico frente a ella, la miraba con una escalofriante cara de póker.

—Ya era hora —le dijo tendiéndole la mano.

No alcanzó a responder, puesto que la escena cambió de golpe. Y ya no estaba en una habitación sacada de la película The Matrix, sino en un bello campo. Lástima que no pude apreciar su belleza, y en cambio, se concentró en una discusión que ese chico junto con otros dos estaban teniendo. Se dio cuenta que ella era la razón e intentó entender qué se gritaban, pero en eso él le gritó:

—¿Querías la verdad? Ahí la tienes, Elizabeth. Vas a morirte en cualquier momento, porque estás en coma, o quizá tu cerebro ya se está muriendo ¡Tu vida pende de un hilo! ¡Debido a tu estúpida acción heroica!

No supo qué contestar y no fue necesario, porque todo se volvió a esfumar. Ahora, nuevamente con el chico rubio, discutían cerca de un bosque.

—¡¡PORQUE NO SOPORTO VERTE, ELIZABETH!! —Estaba fuera de sí—. ¡No soporto tener que verte cada día, sabiendo que tú no perteneces aquí! ¡Habrías seguido con tu vida normal y feliz de no ser porque tu estúpido novio no sabe diferenciar maldita la luz roja de la verde! No lo soporto. No puedo verte a la cara, hablar contigo, o sentarme a tu lado, porque sé que puedes morir en cualquier segundo. Y yo... —cerró los ojos un momento— no sabría qué hacer si pierdo a un amigo... si te pierdo a ti.

Las palabras se le atoraron en la garganta, como si ella no fuera dueña de su propio cuerpo, sino un simple espectador, atrapado en otra persona. Veía todo en primera persona, pero no se sentía como una protagonista.

Se dejó llevar por la nueva escena, que ya no era al aire libre; se hallaban al interior de una especie de cabaña, aunque parecían a punto de salir. Y se sintió extraña, como si existieran dos Elis. Por un lado, esa que vivía cada situación como si supiera lo que ocurría, y por el otro, estaba esa Eli que observaba e intentaba entender su alrededor.

—No me gusta Lauren —dijo de pronto el chico—. El que pase tiempo con una chica no significa que me atraiga de ese modo.

Y ahí estaba lo raro, una Eli se sintió aliviada, pero otra ni siquiera sabía de quién estaba hablando. Literalmente, se había dividido en dos.

Ese fue el último lugar concreto que su subconsciente le permitió visitar. De ahí en adelante, todas las imágenes pasaban de prisa y de manera distorsionada, como si su vida hubiese sido filmada con un lente empañado.

Vio un precipicio, un piano, y hasta un desierto. Se asustó con una tormenta, y gritó al verse corriendo de una criatura que desconocía. No importada qué es lo que pasara, él siempre estaba allí.

Y saltaron, y se escondieron, y lloraron y se abrazaron.

Sintió dolor frente a dos tumbas que no pudo identificar, y luego paz bajo un árbol de aspecto primaveral.

Casi de golpe, todo se detuvo. Y fue sólo un segundo, aunque eterno, en el que ese chico lloró frente a ella.

—Te regalo mi Estrella, Lizzy Collins.

Luego, todo fue luz.

Mi cama, como siempre que tenía un mal sueño, estaba más deshecha que mi trabajo de literatura. Intenté, aunque en vano, recordar qué es lo que había pasado por mi mente mientras dormía. Era normal para mí no ser capaz de saber qué había soñado. Sin importar lo mucho que intenté durante mi vida llevar un diario de sueño, éstos siempre quedaban en blanco por culpa de mi pésima memoria.

Me senté en la cama, dándome ánimos para levantarme. Zack y Kevin se irían a Nueva York, y por lo tanto, planeaba un pequeño viaje de despedida al aeropuerto. Porque, por mucho que quisiera acompañarlos, sabía que mis padres (y Sasha sobre todo) nunca me dejarían poner un pie fuera de la casa hasta que estuviera completamente al día con la escuela. Nunca había entendido esas series de adolescentes en las que los chicos hacen fiestas y recorren todo el país como si fueran huérfanos pero tuvieran un mayor depósito bancario que Harry Potter. Yo me quedo a dormir en casa de Zack sin avisar y me meten a un convento por un año.

Instintivamente, recordé el álbum de fotos que teníamos. No lo había visto desde que desperté. Con algo de nostalgia reservada, estiré el brazo para sacarlo del cajón de mi mesita de noche, pero definitivamente eso fue lo último que me interesó en cuanto vi un sobre.

—No de nuevo —dije en voz alta.

Estaba impecable, sin embargo, podía haber sido desde hace semanas, ya que nunca había revisado ese cajón. Pensé en la última carta que rompí sin siquiera leerla, y no sentí remordimiento alguno. En general, no soy curiosa a menos de que sea necesario. Aunque en el fondo, sabía yo que había roto esa hoja de papel más para la tranquilidad de Zack que para la mía.

Suspiré y la abrí. Que un tipo te estuviera espiando, era razón suficiente para sacar a flote a la Eli curiosa.


Lizzy Collins no debe sonar conocido. ¿Pero qué tal suena Eli Scott? ¿Mejor, no? Te sorprendería saber que son tan iguales como tu reflejo en el espejo.

Así es, Pandita, hay más de una persona como tú. Sólo que con una Y donde va tu doble X.

Si no me crees, pregúntaselo a él:

Dominic Sommer (no te hagas drama y ya búscalo en Facebook. Luego de ver tu fracasada noche sé que eres el peor Sherlock Holmes que conozco).


Sin lugar a dudas, se trataba de un mensaje antiguo. Seguramente se refería a la noche en la que me quedé investigando, sin mayores frutos, el pueblito que me había mencionado. ¿O sea que el tipo había estado en mi habitación mientras yo navegaba en internet? Sentí un escalofrío recorriéndome la espalda y bajando por mis brazos. Pensé que tal vez logró espiarla mediante una cámara, pero eso no me tranquilizó, y de todas formas, tuvo que entrar para dejar esa carta.

—¿Cuál es tu problema conmigo, acosador? —pregunté mirando al techo.

¿Y quién es Dominic Sommer?, me dije.

Tuve el impulso de reanudar la investigación, simplemente porque el sujeto me había dijo que era un mal Sherlock. No iba a permitir que me ofendiera de ese modo. Por desgracia, me di cuenta que ya eran pasadas las once de la mañana, por lo que Zack me llamaría en cualquier momento para que lo ayudase con la maleta.

Anoté el nombre en un post it, y lo pegué en el espejo del tocador.

—Ya te descubriré, Dominic —dije, señalando el papelito de color amarillo.

Y vaya que tenía razón.



*******



—¿Sasha? —preguntó perplejo.

—Ese es mi nombre —respondió ella con una sonrisa—. ¿Me vas a hacer pasar o tendré que ayudarte aquí desde la entrada?

—¿Qué...? ¿Ayudarme? ¿A mí? —Kevin se rascó la cabeza, intentando comprender a esa chica. Finalmente, se dio cuenta que nunca podría hacerlo, por lo que abrió la puerta lo suficiente como para que ella entrara.

—¿Por qué me hablas como si no nos conociéramos?

—Porque tú actuaste como si así fuera por semanas. Y ahora de pronto, ¿te apareces en mi casa a ofrecerme ayuda?

Sasha le sonrió. ¿Existía algo más embriagador que esa mirada?

—Supe que ganaste una audición, felicidades.

—Yo... eh, sí. Lamento no habértelo dicho.

—No, está bien. Tienes razón, me porté mal contigo. Con todos ustedes. Creí que podría ser realmente yo con otras personas, pero resultó que está es la verdadera yo.

—No puedes desechar una amistad de ocho años —agregó Kevin.

—Y no quiero hacerlo.

—¿Entonces vienes a ayudarme?

—Hice una lista con todos lo que podrías necesitar, además del papeleo —contestó ella señalando el bolso que llevaba—. ¿Hacemos esa maleta?

Después de lo horrible que se había portado él con ella... después de todas las cosas que le dijo, ella iba hasta a su casa a ayudarlo, a felicitarlo. ¿Cómo era posible, que tanta bondad y belleza, se reservara en ese pequeño y frágil cuerpecito? Sasha lo miraba con dulzura, esperando su respuesta, pero ahí, de pie bajo las escaleras todo lo que Kevin podía hacer era admirar el corazón de su amiga.

—Con una condición —le respondió.

—Te escucho.

Era su oportunidad.

—Acompáñame a Nueva York.

—Kev...

—Por favor. Podríamos pasarla bien. Visitar museos, ir a óperas. Lo que tú quieras —Dios, qué vergüenza.

Ella lo miró con profunda pena.

—Estás tarde, Kevin. Muchos años tarde.

—¿A qué te refieres?

—Te quiero muchísimo, pero eso no quita que te hayas portado horrible conmigo. No puedo darte una oportunidad, no sería justo.

Se sintió sin aire.

—Tú... ¿tú recuerdas que...?

—Ebria, pero con excelente memoria —respondió ella.

—Ah.

—¿Amigos? —propuso ella.

—¿Tengo una mejor opción?

—Lo lamento, pero no. Es todo lo que puedo ofrecerte.

Kevin suspiró, pero finalmente asintió con una sonrisa forzada.

—Entonces acompáñame como amiga.

—¿No te rindes, verdad?

—No cuando se trata de algo que quiero.

—Escucha bien, Kevin. No pierdas el tiempo intentándolo. Te daré un consejo —añadió a la vez que subían a su habitación—. La próxima vez que te guste una chica, no la trates como basura sino como el diamante más valioso que exista.

—Siempre y cuando tú no vuelvas a enamorarte del novio de tu mejor amiga.

Las mejillas blancas de Sasha, adquirieron el vergonzoso rojo culposo.

—Sobrio e inteligente, Thompson. Nunca lo olvides —dijo, guiñándole el ojo.



*******



—¿Segura que no vendrás? —me preguntó triste.

Negué con la cabeza.

—Mis padres me matarán. Además, necesito pasar a último año.

Me dio un largo beso en el cuello antes de responder.

—Lo sé, lo sé. Te voy a echar de menos.

—Zack, serán como dos días.

—Dos días muy difíciles —puntualizó él.

—Ven aquí, romanticón.

Me eché hacia atrás hasta quedar de espaldas; sin soltarme ni un segundo, Zack siguió jugando con mi boca y con mi cabello. Parecía no querer soltarme nunca más, aunque en su defensa, yo tampoco quería. Nuestras piernas entrecruzadas y nuestros labios enlazados, se negaban a separarse. No era algo anormal de todas formas. Acostumbrábamos a besarnos así, como si fuéramos una sola persona. Fusionados de por vida.

—Te amo —susurró, bajando la cabeza lentamente hasta mi clavícula.

—Yo también te amo —le contesté riendo por las cosquillas—. Hasta el final.

Me acarició el estómago y la espalda por debajo de mi playera. Decidida, tomé sus manos, indicándole que subiera la playera. Y entonces, Zack se echó hacia atrás, estupefacto.

—Eli...

—¿Ocurre algo? —pregunté.

Se le veía adorablemente confundido.

—Eli nosotros no... nosotros nunca, no hemos... jamás...

—Zack, sabes que recuperé mi memoria. No hay necesidad de que me explicas qué hemos hecho y qué no —le contesté dándole un beso.

—Estás segura que... —Asentí—. ¿Muy segura?

—¿Lo estás tú?

—Tú eres con quién quiero pasar el resto de mi vida. Y es exactamente la razón por la que creo que no es el momento indicado. Tenemos mucho tiempo, toda una vida.

—Toda una vida no siempre es mucho tiempo —respondí sonriendo—. Pero estoy de acuerdo contigo. También eres con quién quiero pasar toda mi vida.

—¿Estás pensando que soy un asexual sin remedio, verdad? —Suspiró, casi rendido.

—Pienso lo mucho que amo tu cursilería, Zack. Pero está bien. Eso es lo que amo de ti.

Estuvo a punto de volver a besarme, de no ser porque mi celular sonó. Habían llegado todos.

—¿Qué tal si lo dejamos pausado hasta que vuelva de Nueva York? —me preguntó.

—Aquí estaré, siempre esperándote.

Bajamos de mi habitación a recibir a Amy, Sasha, Bruno y Kevin. Habíamos decidido una última junta de pizza y películas para así darles ánimos y suerte a nuestros futuros actores. Como siempre, nos tardaríamos más eligiendo la película que viéndola y más escogiendo la pizza que comiéndola, pero ¡eh! Tradición es tradición. Y, mientras el repartidor llegaba, nos pusimos de acuerdo de no empezar la película y en cambio, hablar sobre el viaje.

—A ve, a ver, yo tengo una gran pregunta desde que supe sobre tu postulación, Kev —anuncié al grupo en general—. ¿Cómo reaccionaron tus padres al enterarse que ganaste una audición?

—¡Y yo tengo otra! —agregó Zack, interrumpiéndolo incluso antes de que hablara—. ¿Por qué diablos no me habías dicho que audicionarías para Juilliard? ¡Kevin, eres mi mejor amigo en todo el mundo! ¿Sabes lo genial que habría sido saber que estaría teniendo la posibilidad de ir a la universidad con mi mejor amigo?

—¡Última pregunta! ¿Por qué audicionaste? ¿No odias todo el rollo de ser famoso, y a tus padres? —quiso saber Amy.

—Cielos, denme un respiro. Primero, mis padres no saben. No les he dicho porque están de gira y porque realmente no me interesa que sepan sobre lo que hago con mi maldita vida. Segundo —esta vez, sonrió tímidamente—, no creí que entraría y no quería hacerme falsas expectativas. Nunca le dije a nadie lo que quería hacer. Siento que cuando cuentas tus sueños, estos pierden validez.

—Pero qué homosexual.

—Gracias, Amy. Tercero, siempre he querido ser actor. Odio a mis padres, pero amo lo que hacen. Y sé que puedo ser mejor que ellos. Ninguno de los dos quedó en Juilliard, por lo que siempre quise entrar ahí.

—Eres tan raro —opinó Bruno—. Y complicado.

—Sigo sin creer que viviré con mi mejor amigo en Nueva York —dijo Zack.

—Y con tu novia pelirroja —agregué yo.

—Perfecto, soy oficialmente Ted Mosby —comentó Kevin—. Patético.

—Ni se les ocurra olvidarse de nosotros —nos amenazó Amy—. Soy un mal enemigo, y lo saben.

—¡JAMÁS EN LA VIDA! —Exclamó Zack—. Nos seguiremos juntando, como corresponde. Además, tú quieres entrar a Harvard, ¿no Sasha? ¡Eso está cerca! Puedes venir con nosotros los fines de semana y...

—NO —gritaron Bruno y Kevin al unísono.

—¿Qué, por qué no? ¡Podríamos vivir los cuatros juntos! Sería increíble.

—Zack, cállate, por favor —insistió Bruno.

Sasha se removió en el sofá, claramente la situación la tenía incómoda.

—Aún queda un año y medio para eso. Ya lo resolveremos, todo a su tiempo —respondió Sasha con una sonrisa conciliadora—. Disfrutemos el ahora.

El melodioso timbre, indicó que alguien estaba en la puerta.

—¡PIZZA! —gritó Kevin—. Antes que nada, me rehúso a probar un bocado de la suya —nos dijo a mí y a Zack.

—Tú te lo pierdes, la piña en la pizza es lo mejor —dijo éste.

—Eso es, amor, díselo —le choqué los cinco.

—Tal vez por eso son tan felices juntos, porque nunca encontrarán a nadie en la tierra que quiera compartir una pizza con piña con alguno de ustedes. Es un sacrilegio a la cocina —opinó Bruno muy serio.

—Más para nosotros —le repliqué.

Me levanté y pesqué la tarjeta de crédito que dejaban mis papás en la cocina cuando no estaban.

—Kevin, sé útil y ayúdame con las cajas —le ordené.

—¿Y qué pasó con lo de ser una mujer fuerte e independiente? Eres la peor feminista que conozco.

—Muévete o te daré la con piña.

Miviti i ti diri li quin piñi —imitó levantándose de mal humor—. No sé para qué tienes novio, si me usas a mí de sirviente.

—Los novios sirven para otras cosas —argumentó Amy sonriendo.

—De acuerdo, está conversación acaba de volverse PG—13 —dijo Bruno jugueteando con sus dedos.

Fuimos hasta el recibidor a (válgase la redundancia) recibir nuestro festín calórico. Por lo que mi cara de decepción no fue fácil de ocultar cuando no vi a una persona con pizzas en sus manos, sino sólo una. Una insignificante pizza no bastaría.

—¿Dónde están las demás pizzas? Me parece que hubo un error —le pregunté, esperando que Kevin no enloqueciera de rabia. Pero todo lo que él hizo fue quedarse quieto, con la boca abierta, incrédulo de lo que sus ojos tenían frente a él.

—Guau —dijo apenas.

Pero ella ni lo notó.

—Cómo pasa el tiempo. ¿No te parece, Lisa? —me preguntó seria.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro