Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4: Siempre y cuando sea imaginario, no está engañando

—Es el cumpleaños de tu mejor amigo, Daisy, te prohíbo no asistir.

Ella le sonrió con pesar.

—Tú eres mi mejor amigo, no Dominic —respondió entre suspiros. Sabía que no iba a ganar esa discusión. Él no se lo permitiría.

—¿Acabo de ser friendzoneado por mi propia novia? —Se golpeó el pecho con la palma de su mano de forma melodramática; cerró los ojos y lentamente se arrojó al suelo, fingiendo un desmayo—. Creo que acabas de dispararme en donde más me duele.

—¿En tu grandísimo ego? —Adivinó Daisy—. ¿O te refieres a otra cosa? —agregó con una sonrisa.

—¡En mi corazón, Daisy! —Exclamó echado sobre el piso alfombrado—. En mi frágil corazón —se llevó la mano a la frente, como si el mundo se le viniese abajo—, por Dios, Ovejita, en qué cosas piensas.

Daisy se hincó para estar más cerca de su novio. Despejó su linda carita, apartando sus rizos de color dorado. Encontró una sonrisa traviesa bajo todos esos pétalos de girasol; una sonrisa para ella. Acarició su mejilla y, durante unos minutos, se dejaron llevar por la complicidad de aquel inocente acto de amor. Tenían los ojos cerrados, pero sus almas más despiertas que nunca, luchando por salirse de sus respectivos cuerpos y fundirse en un único ser.

Recostó su cabeza cerca de su corazón, y jugueteó con su cabello como si fueran suaves resortes. ¿Por qué la vida no podía pausarse al igual que un buen libro? Daisy pidió, con toda la fuerza que tenía, dejar la historia hasta ahí, que ese fuese su último capítulo. ¿Por qué seguir narrando algo que podía acabar de manera perfecta?

—Patrick —susurró a la vez que escuchaba sus latidos—. Prométeme que serás fuerte —pidió con ojos llorosos—. Hasta el final.

—Daisy no empieces diciendo... no hables como si fueras a morirte. Por favor, yo... yo no podría soportarlo. No sabría cómo —beso su frente como si esa fuera la última vez.

Daisy tenía miedo, y no por su enfermedad como se podría pensar, sino de lo que el futuro podría tener preparado para ella. Porque, si Daisy moría, ella estaba segura que destrozaría por completo a Patrick. Y no quería eso para él. Tenía miedo de partirle el corazón y no estar ahí para ayudarle a reconstruirlo. Detrás de ese ceño fruncido y alto nivel de hostilidad, Daisy sabía que había un pequeño niño con miedo al abandono. Quería protegerlo del mundo entero, decirle que todo estaría bien... ¡Maldito su estúpido cuerpo débil!

Le dio un beso temeroso, pero él aprovechó la iniciativa y la retuvo con ambas manos por detrás del cuello; fue un beso más duradero, más fuerte, más valiente.

Sus piernas entrelazadas, sus corazones latiendo en sincronía.

—Eres lo mejor que me pudo haber pasado, Daisy. Así que no intentes huir de mí tan fácilmente —dijo Patrick separando los labios de los de ella.

—Te amo —fue la respuesta de Daisy.

—¿Lo suficiente como para acompañarme al cumpleaños de mi hermano?

—Eres muy manipulador, ¿lo sabías?

—Pero me amas igual —Patrick sonrió de medio lado—. Qué se le va a hacer, soy todo un magneto para el género femenino.

Daisy aprovechó la ventaja de estar arriba... y lo atacó con cosquillas. Patrick, a pesar de ser más alto y más fuerte, no pudo zafarse de la tortura y sólo le quedó reír y retorcerse como un pobre gusano. Ella conocía sus puntos débiles: bajo las rodillas, entre las costillas, detrás de la oreja... ella conocía todo de Patrick.

Y le quedaba tan poco tiempo...

Los doctores le decían que no, sus amigos le decían que no, su familia le decía que no, Patrick le decía que no, pero el futuro es incierto. Y para construir un edificio resistente, se necesita de ladrillos sólidos y no de nubes esponjosas. No podía decir que no, si desconocía la respuesta.

Y le quedaba tan poco tiempo...

—Eres malvada —declaró Patrick agotado—, conoces cómo hacerme sufrir.

—He aprendido cómo lidiar contigo a lo largo de los años. Es un trabajo de tiempo completo, pero la paga es malísima, realmente no lo recomiendo.

—No te des tanto crédito, ¿acaso crees que yo no te conozco? Es una tarea igual de difícil.

Daisy alzó ambas cejas.

—Está bien, no tan difícil. —Se hincó sobre el estómago de Patrick; sonreía como si Finnick nunca hubiese muerto—. ¿Te gustaría... que nos conociéramos —preguntó con timidez, quitándose la blusa floreada—... mejor?

Patrick se levantó de golpe y tomó en brazos a Daisy como si fuese uno de los héroes de la literatura medieval que salvaba a su damisela.

—¿Cama o sofá?

—Si vas a ser así de romántico, creo que mejor me vuelvo a poner la blusa.

—Lamento si reaccioné con apremio, proponiendo tal promiscua interrogante que la llevó a incoar el pensamiento de que mi persona refleja una carencia de afecto, amada damisela; mas es de suma relevancia que me proporcione su preferencia, para así consumar nuestro amor en el lugar que más anhele su corazón. En lo que a mí respecta, bien podría besarla sin nada más que vistiendo el ropaje de Eva al interior de una catatumba y aun así imaginarnos en el mismísimo Paraíso. Usted infla mi alma y me otorga la leticia que muchos individuos soñarían con alcanzar, espero tenga conciencia de ello, señorita. Así pues, ¿qué es lo que desea?

—No puedo creer que tengo a un Neruda pervertido como novio.

—Y yo no puedo creer las cosas que me haces decir para conseguir sexo.

Ella, todavía en los brazos de su novio, le susurró al oído con una sonrisa burlesca:

—No exageres, tampoco estaba tan bien dicho.

Y todos sabemos lo que pasó después.

Finalmente, Daisy aceptó asistir al cumpleaños de Dominic, aunque éste se rehusara a hablarle o fingir que alguna vez fueron inseparables. Daisy intentó muchas veces acercarse nuevamente al pelirrojo, pero finalmente entendió que quien no te quiere, no te busca...Está bien, sus amigas le dijeron que dejara de arrastrarse por un chico que, en realidad, no era la gran cosa. Nick había cambiado mucho.

La Daisy de doce años era tímida, una voraz lectora y una fanática de los gatos. Mientras que el Nick de esa misma edad era aventurero, risueño y lleno de energía; cuatro años después, en su cumpleaños número dieciséis, había un depresivo, apático y aislado chico en su lugar. Y Daisy... bueno, seguía siendo tímida, muy buena lectora y adoraba a los gatos, solo que ahora tenía un novio que amaba y una puta enfermedad que, en cualquier momento, la separaría de él.

Sacudió su cabeza y volvió a concentrarse en la pantalla frente a ella. Tardó varios días en dar con el paradero del regalo para Dominic, pero finalmente ahí estaba. El perfil de Facebook de Elizabeth Collins, su hermana gemela que habían descubierto hace poco. Desde que lo halló se dijo una y otra vez que Dominic no se lo merecía, ese chico la cortó de su círculo de amistades como un jardinero hace con una rama seca. Pero, por el otro lado, Daisy era incapaz de alejarse de él, aun si todos le decían (menos Patrick) que lo hiciera.

Quien no te quiere, no te busca. Quien no te busca, no te extraña. Quien no te extraña, no te aprecia. Quien no te aprecia, no te merece.

—Alguna vez aprenderé a seguir consejos —dijo en voz alta—. Estúpido Nick.

Suspiró; bajó la pantalla de su laptop y se quedó recostada en la silla, pensando en una forma de recuperar a Dominic. Luego, se repitió que quien no te quiere no te busca y esa vez, casi lo aceptó. Daisy podía ser muy testaruda algunas veces.

Pasó casi una hora decidiendo qué ponerse y arreglándose el rostro. Cuando estuvo lista, aún faltaba una hora para que iniciara el cumpleaños de Nick. No obstante, Daisy se decidió por llegar más temprano, tal vez podría ayudar a Victoria y David en la cocina y, sobre todo, mostrarle el descubrimiento a su amigo/conocido. Los tres habían quedado asombrados con la idea de que existía un Nick versión mujer en alguna parte del mundo, pero ni Patrick ni Nick lograron encontrarla. Punto para Daisy.

Tomó el único bus que llegaba hasta la parada más cercana a la casa de su novio. A veces odiaba que viviese en los confines del universo.

Toc, toc, toc.

—¡Daisy, pasa, pasa! —exclamó la madre de Patrick apenas abrió la puerta—. Cada día te ves más preciosa, aún no sé cómo hizo mi hijo para enamorarte. Sigo pensando que fue Amortentia, pero el efecto ya se debería haber pasado.

Daisy rió ante la referencia. Amaba a esa mujer.

—Gracias, Tori —respondió dándole un abrazo en el interior de la casa; su larga melena roja le tapó la cara—. En realidad, los dos somos muy suertudos.

—¿Felix Felicis, tú dices? —la mamá de Patrick fingió reflexionar algo, rascándose la barbilla con interés—. Podría ser, Daisy, podría ser.

—¡Mamá! —se quejó Patrick bajando al primer piso—. ¡Daisy me quiere de verdad! ¡Y deja de relacionar todo con Harry Potter!

—No uses ese tono conmigo, sigo siendo tu madre y, hasta que cumplas dieciocho —le recriminó Victoria con voz dura—, no recibirás tu calcetín, Dobby.

Patrick se llevó las manos a la nuca.

—Me rindo, mujer, no tienes arreglo.

—¡Eh! No hables así de mi esposa —le regañó su papá saliendo de la cocina, llevaba un delantal rosa y toda la cara cubierta de harina—. ¡Sólo yo puedo decir eso!

—Gracias por la defensa, David.

—Siempre a sus órdenes, señorita sociópata —respondió él acercándose hacia ella—. Qué tal, Daisy. Si me permites, procederé a darle un beso a mi amada esposa que no he besado por varias horas.

—Asqueroso —comentó Dominic bajando las escaleras.

Patrick sonrió y se encogió de hombros.

—Si no puedes contra ellos, úneteles —se encaminó a Daisy sonriente y la besó tomándola tomando su cabeza con delicadeza—. Hola.

—Verdaderamente asqueroso —repitió Dominic llevándose dos dedos al interior de la boca—. No planeaba ser la quinta pata de la mesa en mi propio cumpleaños.

Traducción: Daisy, no estás invitada.

Daisy se soltó al instante de su novio; se tragó las ganas de llorar, y corrió a lanzarse a su amigo, le dio un fuerte abrazo, pero él ni siquiera fue capaz de rodearla con los brazos, simplemente se quedó quieto como una estatua, esperando que ella se alejara.

—¡Feliz cumpleaños, Nick! —exclamó Daisy sonriendo. La pena estaba escondida en donde nadie pudiese encontrarla—. ¡Bienvenido al club de los que podemos sacar licencia de conducir!

—¡Y comprar cerveza en Alemania! —agregó David emocionado—. Heil Deutschland!

—En esta casa no se habla alemán cuando hay visitas, cariño —dijo Victoria—. Además, Dominic no está interesado en algo tan bajo como comprar alcohol. Él no es como su tía Caitlin.

Ay, señora Sommer, usted sí que no tiene idea.

Daisy soltó una carcajada que provocó desconcierto en ambos padres, una sonrisa en el rostro de su novio, y un resoplido en el cumpleañero.

—Mamá, yo...

Victoria lo hizo callar con la mano.

—Los retos y explicaciones se dejan para mañana.

Podía sentir la abrasadora mirada que Dominic le estaba plantando. Como la persona madura que Daisy era, volteó para evitar cualquier contacto visual con el chico en cuestión. Llevaba cinco minutos en esa casa y ya había metido la patada.

—Bueno, Daisy, nos pillaste un poco temprano —comenzó diciendo el padre de Patrick para amortiguar la tensión que se palpaba en el ambiente—. Estamos en medio de los preparativos. Los chicos andan, como siempre, comprando a último minuto... un poco de ayuda en la cocina no me vendría mal.

—Amor, Daisy es una invitada de honor, supongo que ella, Nick y Patrick querrán hacer algo divertido por ahora. No seas cobarde y enfrenta ese pastel, enséñale quién manda. —Le dio un beso y se encaminó a la puerta que daba al jardín—. ¡Estaré arreglando afuera por si necesitan algo!

—Creí que sería una celebración familiar —masculló Dominic mirando a Daisy—. Sólo familia.

—Daisy es de la familia —replicó Patrick con esos ojos de odio puro, tan característicos de él.

—Ehhhh, ¿huelen eso? ¡Creo que algo se quema! —David corrió hacia la cocina.

Se quedaron los tres cerca de la escalera, callados e incómodos. Era increíble pensar que esa casa podía estar tan silenciosa. Normalmente, Connor y el pequeño Emmet siempre andaban correteando por el jardín o jugando con los animales; Alexia practicaba chelo; Savannah se paseaba mangoneando a todos. Y ni hablar cuando la familia entera se reunía para jugar Monopoly... caos absoluto. Daisy estaba acostumbrada al silencio de su casa, pero adoraba el desorden y el bullicio de la familia Sommer. Siempre sonreían, siempre reían.

Patrick le dio un codazo a Nick.

—¿Puedes quitarte el manto de depresión por un día y sonreír? Eres peor que el Tumblr de una chica entrando en la pubertad.

—Mira quién vino a hablar, Señor Sonrisas.

—Ese mismo —respondió Patrick con una sonrisa.

Dominic frunció el ceño.

—Ahora que lo pienso, sí has estado muy sonriente. —Entrecerró los ojos—. Demasiado sonriente.

—Cortesía de Daisy.

—¡Patrick! —Exclamó ella tragándose la sonrisa—. ¡Qué vergüenza!

—¿Ustedes dos...? —Comenzó preguntando Nick. Patrick sonrió—. ¡Dios, no, no, no! —Se agarró la cabeza—. ¡Qué asco, acabo de imaginármelo! Tú no haces esas cosas, eres Patrick, eres mi hermano sin corazón. —Suspiró—. Por favor, díganme que no fue aquí.

—¿Tendría eso algo de malo? —quiso averiguar Patrick sin que se le bórrala la sonrisa.

—¡Compartimos habitación, cerdo depravado!

Daisy ya estaba muerta de la risa, apretándose el estómago por el dolor.

—Tranquilo, Nick, fue en mi casa —lo tranquilizó volviendo a la normalidad. Decidió que era tiempo; sacó un sobre que había guardado en el bolsillo de su chaqueta y se lo entregó—. Feliz cumpleaños, parabatai.

Nick sacudió la cabeza, volviendo al pasado unos segundos, cuando eran inseparables ratas de biblioteca y decidieron adentrarse en el mundo de Cazadores de Sombras; no paraban de hablar de lo grandiosa que era la saga. Nick y Daisy habían acordado en llamarse mutuamente parabatai, ya que decidieron que "mejor amigos" eran un término demasiado mundano para ellos... Con el tiempo, Nick se separó más y más de ella y de sus amigas, y se enfrascó en el mundo de las fiestas, un mundo en el que Daisy no se sentía parte, pero Nick tampoco se esforzó por hacer que así fuera.

—No tenías que hacerme un regalo, Daisy —dijo con una sonrisa—. Gracias.

¡Una sonrisa, señoras y señores!

—Anda, léela —pidió Daisy entusiasmada.

Nick abrió el sobre y sacó el papel. Lo desdobló con delicadeza y, al posar sus ojos en él, se quedó atónito. Patrick no se quedó fuera, apenas su hermano pegó un suspiro de sorpresa, le arrebató el papel para verlo. Daisy podría jugar que lo escuchó tragar saliva. Patrick, que rara vez se impresionaba por algo (o lo ocultaba muy bien), se quedó mirando el perfil de Elizabeth Scott como si se tratase de un ejemplar inédito de H. P. Lovecraft.

—¡La encontraste! —exclamó Patrick asombrado—. ¿Cómo diantres lo lograste, Ovejita?

—Sólo tuve que activar mis poderes ravenclawianos —respondió llevándose una mano al corazón.

—Pero Pottermore te dijo que eras Slytherin.

—¡JAMÁS!

—¿Por eso llegaste antes? —terció Nick—. ¿Para reanudar el plan de espionaje?

—¡Sí! —contestó saltando. Al instante, se dio cuenta lo ridículo del acto—. Digo, si tú quieres, pensé que podría...

—¡Eres genial, Daisy! ¡Tiempo de stalkear a mi hermana! —Dominic le quitó la hoja a Patrick y partió corriendo a su habitación, subiendo las escaleras de dos en dos—. ¡El mejor cumpleaños de la vida!

—Eres demasiado buena, Daisy —le dijo Patrick sacudiendo la cabeza.

—Gracias.

—No es un cumplido, la gente se aprovecha de ti. No importa el daño que te hagan, al final siempre terminas perdonando a todos. Eres más inteligente que eso.

—Pues discúlpame por no ser un frío desalmado, siempre fingiendo que los demás no me importan.

Los ojos de Patrick se llenaron de dolor, pero los ocultó frunciendo el ceño.

—Yo no soy el enemigo, Daisy. —Se mordió el labio, como siempre que estaba incómodo o nerviosos—. Intento protegerte.

Pero moriré igual, quiso decirle.

—Perdón —fue lo que le dijo.


*******


Patrick se quedó callado mientras que Nick y Daisy se emocionaban revisando todas las redes sociales de Elizabeth. Se sintió infinitivamente feliz al notar que ambos chicos actuaban como si fueran los amigos más cercanos del mundo. Claro que, no por eso estaba menos nervioso. Temía por el corazón de Daisy, tan fácil de romper, pero tan difícil de hallar. Ella era tan amable con las personas, que se volvía complicado saber si en realidad eras especial para ella o solo una persona más.

Él amaba a su hermano, a pesar de que en verdad ellos eran hermanastros, él lo sentía como parte de su misma sangre, pues se criaron desde bebés juntos... amaba a su hermano, pero estaba a punto de darle un golpe. Dominic actuaba como un completo cretino con Daisy, y para que Patrick pensara eso había que comportarse realmente como un imbécil.

—¡Le gusta Harry Potter, le gusta Harry Potter! Pon eso en la lista —oyó que le ordenaba a Daisy.

—Pero mira, también le gusta One Direction —comentó ella, señalando una imagen de Elizabeth y varias chicas junto a la banda británica.

—Bueno, nadie es perfecto. Anótalo en el otro lado.

—¿Mil quinientos me gusta? —Patrick abrió los ojos como platos—. ¿Es eso posible?

—Es como súper conocida o algo así —respondió Daisy asintiendo con la cabeza—. Sus padres son dueños de una línea de cruceros, una aerolínea y prácticamente la mitad de Estados Unidos.

—Sus padres —repitió Nick sarcástico.

—¡Quinientos mil seguidores en Instagram! —exclamó Patrick.

—Es porque es bellísima, qué esperabas —contestó Daisy con un resoplido.

Patrick prefirió callar. Quizá estar de acuerdo con que la gemela de tu hermano es preciosa frente a tu novia, no es la mejor de las estrategias para volver a tener sexo. Porque de verdad quería; si de él dependiera, ya habría echado a Dominic y habría tomado a Daisy en brazos y... ¿En qué estaba pensando? Ah, sí.

La versión de Dominic en mujer era perturbadoramente preciosa. Patrick intentó apartar el pensamiento que, de ser gay, encontraría guapo a su hermano, porque imaginárselo era francamente espeluznante. Estamos hablando del chico que le pide papel higiénico cuando se agota en el baño y viceversa... Sin embargo pensaba que era hermosa; una chica con el mismo cabello rojo y los mismos ojos azules que su madre y su hermano era preciosa. No esa clase de chicas que te quieres tirar y/o conquistar, sino de esas que sabes que son inalcanzables.

Cada foto que veía era más perfecta que la anterior. Todo en ella era tan perfecto que parecía falso. Hasta el chico que siempre salía abrazándola o besándola se veía perfecto. Ya, sí, era heterosexual, pero vamos, su novio era atractivo.

—Es bonita como un maniquí —respondió Patrick—. Demasiado.... plástica

—Sólo lo dices porque está Daisy —dijo Nick—. Qué caballero.

—No, soy sincero. Es preciosa, pero se ve, no lo sé, como irreal.

—¡Patrick! —exclamó Daisy molesta—. Yo no hablo así de los chicos.

—¡Esa es una grandísima mentira! ¿Cuántas veces te he escuchado decir lo perfecto que son Will Herdondale, Percy Jackson y Maxon?

—Eso no es justo, son personajes literarios.

—Ay, vamos, Daisy no te pongas celosa —se interpuso Nick de buen humor—. Apuesto que tú tienes más posibilidades de adentrarte a un libro y casarte con uno de ellos que Patrick tiene de conseguir a mi hermana.

—No sé si sentirme ofendido o agradecido —dijo Patrick—. Pero tiene razón, Daisy. Además, tú sabes que eres la chica más linda del mundo para mí. Bonita sonrisa y bonita alma.

Daisy le lanzó un beso al mismo tiempo que Nick se metía dos dedos a la boca.

—Es increíble cómo un poco de sexo puede cambiar a las personas —expuso su hermano—. ¡Oigan tengo una idea! ¿Qué tal si le hablo?

—¡Ni hablar! Mamá nos dijo que no podíamos acercamos a ella. ¿Quieres mandarla a prisión?

—No como yo, tarado, sino como Daisy.

—Es demasiado arriesgado, puede dejar evidencia.

—¿Y si creamos un perfil falso? —Propuso Daisy.

Patrick negó con la cabeza.

—Será demasiado obvio, no lo aceptará.

—Podría cambiarme el nombre —indicó ella apretando la opción de configuraciones—. Así no quedará evidencia alguna. Desde hoy, díganme: Alena Otto.

Resultó que Elizabeth y ella estaban en varios grupos de Facebook juntas. De libros juveniles, de películas basadas en libros, de clubes literarios y hasta en algunos de Wattpad (Patrick le preguntó qué era eso, pero Daisy prefirió esquivar la pregunta); además, la chica tenía unos tres mil amigos en esa red social, así que supusieron que no hacía un gran filtro a la hora de aceptar solicitudes. Tenían razón; no pasaron ni cinco minutos y Elizbaeth y Alena se hicieron amigas en Facebook.

En una de las tanas páginas que tenían en común, Daisy halló un comentario de Elizabeth sobre lo genial que había sido la adaptación de Los Juegos del Hambre y lo ansiosa que estaba por el estreno de En Llamas al año siguiente. Decidió responder a su comentario, y aprovechar la oportunidad de escribirle por el chat.

Alena: Holaaa! Perdón si te hablo de la nada jeje, es que vi que comentaste sobre los juegos del hambre y a mis amigos no les interesa.

—¡Oye! —se quejaron Nick y Patrick al mismo tiempo.

—Necesito acercarme a ella sin parecer tan acosadora —explicó Daisy—. Porque lo estoy siendo.

Elizabeth: Sii, acado de ver tu comentario, puedes hablar conmigo:D Mis amigos tampoco me comprenden:((

Elizabeth: *acabo, ups

—¡Es adorable! —dijo Nick.

—¿Segura que es tu hermana? —inquirió Patrick.

Dominic lo golpeó en el hombro.

Luego de que el cumpleaños acabara, Daisy ofreció dejar su cuenta abierta para que le hablaran a Elizabeth, sin embargo, Nick alegó estar exhausto y se fue a la cama de inmediato. Patrick, como siempre, decidió leer un libro para poder agarrar algo de sueño. Pero cada vez que pasaba de página, pensaba en Daisy, incluso tuvo que releer algunos párrafos, ya que su cerebro se encontraba en otra parte, mucho más allá del fascinante mundo de Tierra Media.

Cada día que pasaba con Daisy, era un regalo que podían robarle. No quería perderla, de verdad que no...

El sonido de un nuevo mensaje de chat lo devolvió a la inmunda realidad. Se levantó y se instaló en el escritorio. Subió la pantalla, dándose cuenta que se trataba de Elizabeth.

Elizabeth: Hola, nueva ciber-amiga-que-espero-no-sea-un-anciano-pedófilo, veo que estás conectada, algún motivo en particular? :D

Alena: Estaba durmiendo

Alena: Dejé mi sesión abierta

Elizabeth: Noooo, soy un monstruo, lo siento. Es que no podía dormir y creí que alguien en el munbo me entendía

Elizabeth: *mundo

Alena: Por qué no puedes dormir? Si es que se puede saber...

Elizabeth: Claro que se puede! Las ciber-amigas comparten ciber-secretos, no?

Esa chica sí que era buena a la hora de socializar.

Elizabeth: No es nada en realidad, es solo que hoy cumplí un año con mi novio + un año de vida y... es raro...

Alena: Que el tiempo vaya tan rápido?

Elizabeth: Tan rápido que a veces siento que yo me atraso.

Alena: Sientes que si te quedas sentada, tu vida se convertirá en una película

Elizabeth: En la que no serás el protagonista, sino un espectador

Alena: Pero es agotador seguirle en ritmo

Elizabeth: Es como: Hey, tú, Cronos! Ya, cálmate, y dame un respiro para comer

Alena: Leyendo el tiempo pasa distinto

Elizabeth: sientes que se detiene, y desaparece

Alena: pero es autoengañarse, y una vez que cierras el libro, te das cuenta que todo el mundo ha seguido con su vida

Elizabeth: mientras que la tuya nunca volverá a ser como antes de haber leído ese libro

Alena: Qué harías si la persona que amas podría morir?

Patrick quiso borrar el mensaje en cuanto lo envió. Nunca le había preguntado eso a nadie, puesto que él y la familia de Daisy eran los únicos que estaban informados sobre su enfermedad. Patrick nunca había podido hablar de eso, pero, en un inexplicable arrebato de confianza, lo dijo.

Elizabeth: Haría lo imposible por evitarlo, supongo. Si un edificio le está por caer encima, muevo el maldito edificio, me pongo encima de él, intento salvarlo... Existe algo más genial que tener a alguien por quien dar la vida?

Alena: que ambos vivan, felices y para siempre

Elizabeth: No siempre todo sale como queremos, Alena. Pero, si no existiese forma de salvarlo, si fuera algo que va más allá de lo que puedo hacer, estaría con esa persona cada día.

Alena: Visitarías cada día el hospital?

Elizabeth: acamparía en la puta sala de espera. Si mi novio fuera a morir, no pararía de repetirle lo mucho que lo amo, lo genial que es tenerlo a mi lado, la increíble persona que me ha vuelto... No lo sé, haría que cada día fuera mejor que el anterior. Lo importante no sería que él me hiciera feliz, sino al revés. Porque solo entonces, cuando logre una sonrisa cada día hasta el día de su muerte, podré soportar el dobor de perderlo. Cada día junto a él, almacenaré alegría que me ayudará a llevarlo en mi vida, a sentir su alma, y a imaginarme su risa. Nada de llantos, ni siquiera cuando su mano se debilite y su corazón deje de latir. Rellena tu vida de lindos recuerdos, Alena, son el mejor bastón para caminar cuando pienses que no tienes las fuerzas necesarias para seguir viviendo.

Elizabeth: *dolor, perdón

...

...

Alena: Debo irme.

Patrick tuvo una sensación extraña; percibió un repentino frío que le erizó el vello de los brazos, pero que le dio suficiente energía como para volar. Tardó en darse cuenta que estaba llorando, pero nunca acabó por entender si eran lágrimas de tristeza por la idea de perder a Daisy, o si eran lágrimas de alegría porque... Porque Elizabeth era hermosa.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro