Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 29: De almas gemelas, mejores amigos y amores frustrados

¿Te ha pasado que despiertas, pero una fuerza sobrehumana te impide abrir los ojos? Para Dominic, ese inesperado antifaz de plomo se podía traducir muchas veces como: el aplastante deseo de quedarse en cama hasta que los gusanos lo habitaran, modorra infinita, o en este caso, una resaca que no le desearía ni a su peor enemigo (él mismo).

Con un agudo dolor punzante a lo largo y ancho de su cabeza, obligó a sus pupilas a recibir los rayos de sol que anunciaban un nuevo amanecer. Al no tratarse de un día de verano, suspiro con alivio; la luz blanquecina de invierno tenía mucha más piedad con los fiesteros que la perversa iluminación anaranjada, tan caliente que por un segundo creías haberte despertado en el infierno. Nick sabía que en unos sesenta años más ese sería su escenario al despertar diario, pero mientras estaba vivo, se contentaba con la posibilidad de tener mañanas frías.

—Ya era hora, por poco creí que habías caído en coma etílico —comentó... ¡La puta madre!

Dominic alzó la cabeza aterrado, dándose cuenta que se había quedado dormido en el hombro de Zack. La rapidez con que se alejó de su almohada improvisada lo llevó a sentir un tirón en el cuello que opacó por varios segundos las miles de cuchillas invisibles que se clavaban en su cráneo como dardos en una diana.

—Eh, tranquilo, Dom. ¿Te sientes mejor? —preguntó acomodándose en el sofá—. Te quedaste dormido y me dio pena despertarte. Bueno, también me daba pereza cargarte escaleras arriba o me asustaba que fueras a vomitar si te movía un solo centímetro —admitió Zack con una infantil inocencia—. Pero quedémonos con la versión en la que soy un buen amigo.

—¿A qué hora llegué? —inquirió Nick pasándose las manos por la cara. Quizás con una ducha fría cambiaría de zombi a su estado depresivo normal.

—¿No te acuerdas?

—Si me acordara no te lo habría preguntado, idiota.

Dios santo, la cabeza le iba a explotar. Y el genio que tenía su hermana por novio tampoco ayudaba mucho a calmar su irritabilidad que acrecentaba a un ritmo exponencial.

—Pretenderé que dijiste eso porque estás con resaca —comunicó Zack poniéndose de pie—. Ahora, intenta ocultar que un camión te pasó por encima anoche. ¡Tenemos todo un sábado libre!

—¿Tenemos? —Entrecerró los ojos.

—Por supuesto, podemos ir al cine. O a comer. O al teatro. O... —Le sonrió amistosamente. Demasiado—. ¿Qué tal si escoges tú?

—¿Por qué iba yo a querer salir contigo?

—Porque soy un amor —respondió como si fuera la razón más obvia del mundo—. Además, prometí que iría contigo y Eli a la fiesta, pero como se me pasó...

—Era una simple fiesta, no armes un drama.

—¿Tienes cara para decirme eso? ¿En serio? —Dominic se lo quedó mirando inexpresivo—. ¿No recuerdas ni la más mínima cosa que me dijiste?

Nick se mordió el labio. Sintió el corazón latiendo más deprisa, las manos mojadas, la habitación girando...

—¿Qué mierda te dije? —quiso averiguar. Temeroso, pero seguro.

Maldición. Él sabía que era el tipo de borracho que se ponía sensible... ¿Por qué no podía ser de esos que se largaban a hablar de política o religión? Incluso habría preferido ser la clase de alcohólico que se sube a la mesa a bailar, pero no, Dios lo maldijo con la incapacidad de contener sus emociones. Ugh. Deseó, desde el fondo de lo que alguna vez fue su corazón, no haber soltado la bomba de que su novia en realidad estaba estúpidamente enamorada de Patrick. Todavía seguía deambulado por su cabeza el discurso que Eli le soltó la semana anterior, cuando lo vio por primera vez. Y eso, ni después de un coma etílico, se olvidaba.

—Nada —contestó Zack después de lo que pareció un debate interno—. Balbuceos de alguien que bebió demasiado. Entonces, ¿qué quieres hacer hoy?

—En serio, ya termina esto. Sé que estás intentado quedar bien conmigo porque tu novia es mi hermana.

Zack resopló.

—¿Tan difícil es para ti creer que alguien quiere ser tu amigo?

—No está en mis planes ser una amistad por caridad, por tentadora que suene tu oferta, tendré que rechazarla —contestó de mal genio.

Antes de que Dominic pudiera retirarse, Zack saltó del sofá y le bloqueo el paso. El pelirrojo se aguantó las ganas de golpearle justo en el ojo, no dejaba de pensar que sus pupilas eran la réplica exacta del moho en agua estancada, y en lo magnífico que debía ser arrebatarle su constante sonrisa de un manotazo. Pero se abstuvo, pues comprendía que lo superaba en peso, estatura y masa muscular. Dom podía ser un cretino, pero algo tenía de cerebro.

—Hazte a un lado —espetó Nick—. Necesito ducharme y estudiar. Tengo examen de física el miércoles.

—¿Estudiar? ¿Tú?

—¿Crees que un promedio final de nueve punto cinco se obtiene rezándole a Dios?

—Es que según la imagen que tú mismo me has mostrado, te ves cómo alguien fiestero.

—Una cosa no quita la otra —contestó Nick con obviedad—. No son mutuamente excluyentes. Existe una ínfima intersección entre los eventos "estudioso" y "fiestero" y yo soy parte de ella. Permiso.

Nick pensó que insistiría, pero Zack se hizo a un lado.

Subió con un insoportable nudo en el pecho; la clase de congoja que se ahoga con una botella o se silencia con un par de audífonos.

*******

Zack se quedó sin más ideas que lograran cautivar el interés de Dom. Tras la revelación etílica del chico, pensó que se había vuelto en la peor persona de todo el mundo, y aun así, no era él mismo lo que le preocupaba. Se dio cuenta que Dom se sentía tan solo como cuando Zack tuvo que sobrellevar una vida con Eli en coma. ¿Y quién no? Su mejor amiga se había vuelto la novia de su hermano. ¿Qué haces cuando las dos personas que más amas deciden unir fuerzas y hacerte a un lado? Bueno, volverte alcohólico y depresivo no es la mejor opción, pero no dejaba de ser una alternativa.

Ponía las manos al fuego por que Daisy no tenía ni la más remota idea de lo sentimientos de Nick hacia ella, de haberlo sabido habría sido incapaz de cometer semejante fechoría; la conocía muy poco, pero lo suficiente para saber que no era una chica que tuviera de pasatiempo aplastar corazones y quebrantar espíritus. En cuanto a Patrick, Zack no tenía idea si lo sabía o no. Qué conveniente que no pudiera hablar; casi parecía que una fuerza mágica se empeñaba lo más que podía en enredar la situación actual al máximo.

Daisy le contó cómo cayó Patrick en coma, así que al menos su expediente estaba libre de maldad y poseía un currículo repleto de acciones valerosas. Zack no era bueno para las matemáticas, pero la suma de ambos a su parecer daba como resultado a una buena persona, y por ende, a un buen hermano. Por lo tanto, Nick no tenía derecho a enojarse con la pobre pareja de enamorados si ni siquiera sabían qué habían hecho mal.

¿Por qué le gente era tan reservada con sus emociones? ¿Qué ganaban guardando lo que sentían? Para Zack, los sentimientos eran algo dulce y natural, como una manzana. Y por lo tanto, mantenerlos encerrados en una especie de mazmorra no hacía más que pudrirlos hasta el punto de que se volviera tóxicos e incomibles.

Siguió a Dom hasta la cocina. Decidió que, para darle un poco de alegría al ambiente, tocaría la guitarra. Dom lo gritoneó los primeros treinta minutos exigiéndole silencio, y para rematar, alegando que tenía un gusto musical para nada agradable. Directo a su corazón melómano.

Hasta Patrick demostró cierta empatía por él; le dio una palmada en el hombro, aunque sin dejar de leer el libro para la escuela. Savannah regañó a su hermano por ser maleducado, Alexia lo hizo pero más amablemente y Connor... El preadolescente al parecer no tenía deberes académicos y por lo tanto había sido seleccionado como limpiador oficial de los establos. Un minuto de silencio por Connor. En sentido figurado, claro está. No vayan a creer que se murió.

—Dime qué quieres que toque —ofreció Zack sin rendirse—. ¿Qué tipo de música te gusta?

Dom alzó la vista ligeramente de sus ejercicios de termodinámica; le sostuvo la mirada mientras se colocaba sus audífonos y luego volvió la atención a un montón de números y fórmulas que Zack no entendía, aun teniendo en consideración que iba en un curso superior.

Con el infantilismo que muchas veces los caracterizaba, le arrebató el teléfono.

—¡Devuélvemelo! —gritó intentando alcanzarlo.

—Dominic, si repruebo porque no puedes cerrar la boca y dejarme estudiar te mataré —le advirtió Savannah sin una gota de amor.

—Veamos... —Zack pinchó el ícono de música, encontrándose con la más deprimente colección—. Lana del Rey, Marina and de Diamonds, Florence + the machine, The Weekend, Lorde, Adele, Birdy... Maldición, Dom. Si lo que quieres es matarte, mi mejor amigo tiene una pistola que siempre lleva consigo.

—Patrick siempre dice que su música es corta-venas —se mofó Alexia intentando animar el ambiente.

Creo que no necesario explicar por qué Zack no se rió.

—¿Puedo tener mi música suicida de vuelta? Muchas gracias.

Zack se guardó el aparato en el bolsillo y le sacó la lengua. No estaba acostumbrado a ese estilo de música, pero un cliente es un cliente. Tarareó el ritmo en su mente, experimentó con unos cuantos acordes hasta hallar los precisos, y finalmente, inició su improvisado cover.

Feet don't fail me now. Take me to the finish line. All my heart, it breaks every step that I take, but I'm hoping that the gates, they'll tell me that you're mine. Walking through the city streets. Is it by mistake or design? I feel so happy on a Friday night. —Dominic sonrió ligeramente cuando pronunció la ultima estrofa—. Can you make it feel like home, if I tell...

—Suficiente, iré a mi cuarto. —Savannah lo amenazó con un par de ojos furiosos que Zack podría jurar, dejaron de ser verdes para transformarse en láseres capaces de perforarlo.

—Esa música es muy deprimente —se quejó Alexia apartando las manos del libro que leía.

—Perdona, hermanita. Tú sabes que yo nunca querría hacerte sentir así. Odio que andes triste. —La disculpa de Dominic fue genuina. Tan malditamente genuina que Zack por poco llora. Era un chico sensible, ¿de acuerdo?

Unas pisadas con fuerza bajaron la escalera, entraron a la cocina y se abalanzaron sobre el guitarrista en menos de diez segundos.

—¡Novio! —gritó Eli dándole un beso inesperado. De acuerdo, ¿y él era el bipolar?—. ¡Cómo están mis dos chicos favoritos en todo el mundo! Llevándose estupendamente bien, supongo.

—No lo digas tan fuerte o Kevin oirá tu traición —dijo Zack con diversión.

—Hermana, dile a tu novio que deje de molestarme por cinco segundos.

—Novia, dile a tu hermano que deje de odiar todo lo que lo rodea por cinco segundos —lo imitó Zack.

Patrick tragó saliva y alejó su silla a duras penas.

—¿Que yo traicioné a Kevin? Ustedes dos estaban ahí bien tiernos durmiendo en el sofá cuando bajé a desayunar. Eso sí es traición. Te dejo que me engañes con un único chico, Zack. No abuses de mi confianza.

—Espero que Grace esté enterada que tendrá que compartir novio conmigo.

*******


Dime que no es cierto.

Buenos días para ti también, Patrick, le respondió Eli mentalmente.

¿Grace está saliendo con Kevin?

Parece que sí, aunque yo no he tenido la fortuna de verlos juntos.

¡Fortuna!

Es un buen chico, Grace está en buenas manos.

Bueno, yo no confío en él.

Es prácticamente mi hermano. Si no confías en él, confía en mí que confío en él.

¿Qué te hace creer que confío en ti?  Golpeaste a mi novia y no cuidaste a Nick anoche.    

Patrick la miró inexpresivo. Volvió su concentración al libro del trabajo que estaban haciendo juntos. Porque sí, al parecer, Patrick se había reintegrado a la escuela pocas semanas antes de la aparición de Eli, así que como los dos eran relativamente nuevos, habían quedado como pareja en todos los trabajos que se hacían de a dos. Afortunadamente, sólo compartían química, literatura y educación física (a la que por obvias razones Patrick no asistía).

El ensayo era sobre el maltrato y/o abandono infantil en la literatura. Debían leerse Rebeldes, Mi planta naranja-lima y Cruzada en jeans. En realidad esto no significa nada, ni tiene trasfondo alguno en esta historia, pero nunca es un mal momento para recomendar un buen libro.

Eli no estaba familiarizada con el hecho de estudiar. Para ella, un resumen de Kevin quince minutos antes de la prueba bastaba. Prestaba algo de atención en clases y una que otra vez revisaba sus escasos apuntes por la noche. Nunca necesitó más, siempre había aprobado con lo mínimo en todo, y para sus papás eso bastaba. Pero en esta casa, la escuela era un asunto serio, y si no te partías la espalda antes de cada examen eras una deshonra que no merecía cena o amor.

Había despertado llena de energía, sin ningún indicio de haber bebido, fumado o consumido en exceso. No diremos qué, para no dejar mal a nuestra pelirroja protagonista que había vuelto a caer en las drogas. Porque si no tenía su tan anhelada morfina, no le que quedaba otra más que conformarse con lo que sea que llevaran a las fiestas.

En resumidas cuentas, no, no estaba lidiando para nada de bien con el hecho de que sus padres le mintieron durante toda su vida, o que el chico que de verdad amaba podía ser el que tenía en frente o el que tenía al lado. Y si bien creía ya haber decidido, enterró su respuesta en una caja fuerte. No poseía la fuerza emocional suficiente para jugar a ser Lena Haloway o Effy Stonem.

Jugueteó con el cabello de Zack mientras que este tocaba canciones tan deprimentes que parecían venir de un funeral. Luego de una media hora en silencio, el chico dejó la guitarra a un lado y pegó un brincó que llamó la atención de Patrick, Nick y Ella (la pequeña Alexia se había ido a ayudar a David al jardín).

—Hagamos un trato. Si sales conmigo, te consigo el último libro de Cazadores de sombras. Sé que sale a finales de mayo, pero mi familia conoce a la escritora.

—Bueno, no toda tu familia...

—Amor, no arruines la magia.

—¿Y quién te dijo que yo quiero leer ese libro?

—Daisy. Mencionó que era de tus favoritos. No saldrá hasta fines de mayo, pero gracias a mis increíbles poderes mágicos de súper buen amigo, puedes tenerlo en un santiamén.

Eli le dio un codazo.

—Vamos, Nick. Es una oferta irresistible. Digo, como si salir con esta lindura no lo fuera. —Tanto su hermano como Patrick fingieron una arcada—. Aguafiestas.

Dominic dejó el lápiz a un lado.

—¿En tapa dura? —preguntó sopesando los pro y contras.

—Firmado y todo.

—No puedo negarme a eso —admitió Nick.

—¡Awww, mi hermanito rudo es un nerd encubierto! —se burló Eli haciéndole cosquillas. Dominic soltó una risa y se abalanzó sobre ella, botando la silla. Logró inmovilizarla, y torturarla hasta que sus risas se transformaron en súplicas—. ¡Mis carcajadas son un engaño! —gritó Eli intentado zafarse—. ¡Estoy sufriendo!

Zack, como el novio respetuoso y caballero que era, se tiró encima de los dos para unirse a la batalla. Ella y su gemelo unieron fuerzas para acabarlo, atacándolo sin la menor compasión, pero siempre riendo.

*******

Patrick observó la escena alegremente. Ni con sus piernas funcionales habría participado de algo tan inmaduro como eso (o tal vez sí), pero se contentó al ver a su hermano, después de tanto tiempo, juguetear como cuando era pequeño. Reír como cuando era pequeño. Disfrutar de la vida como cuando era pequeño.

Con el pasar de los días, Zack se hizo más y más presente en el hogar. Intentaba ir todos los fines de semana, siempre con algún panorama para divertirse. Iba a la fisioterapia de Patrick, conversaba con sus hermanos como alguien más de familia y siempre, pero siempre, traía risas que llenaban la habitación de alegría. 

Por supuesto que Elizabeth lo amaba, ¿y cómo no? ¡Es que eran la festividad personificada! ¡El humor y la diversión en carne propia! Patrick sólo sabía soltar chistes ácidos o ironías... No tenía nada en común con ella.

Ya no sentía nada por ella, ¿está bien? Nada

¿No le creen? Bueno, ese es su problema.

Dominic había vuelto a sonreír. Había vuelto a valorar la vida y eso, era invaluable.

*******

La segunda vez que Zack fue de visita lo hizo acompañado de Daisy, que se había quedado a dormir en su casa el viernes anterior. La pobrecita casi se desmaya al descubrir que su autora favorita, la mujer que creó y mató a sus personajes favoritos, era la misma que compartía mitocondrias con Zack. Ese día se la pasaron toda la tarde hablando sobre sus canciones favoritas, que —y vaya sorpresa— eran las mismas. Daisy también se volvió loca con la colección de figuritas que tenía; intentó jugar videojuegos pero a la media hora se aburrió, argumentando que todos eran igual: matar y morir. Tanto John como Zack se llevaron una mano al corazón del dolor, pero Dylan le chocó los cinco.

Ah, sí, es importante señalar que John había invitado a su novio ese día, así que decidieron hacer una piyamada en la habitación de Zack, casi fingiendo que tenían doce. Amy rechazó la invitación con alguna excusa homofóbica que ignoraron, Kevin estaba en Nueva York con su novia, y Bruno no le contestó. Sasha, tan cortés como siempre, aceptó encantada la invitación.

Hasta entonces, ninguno de los tres hombres se había dado cuenta, pero luego de quince minutos llegaron a la abrumante conclusión que Daisy y Sasha se parecían un montón.

—Eso no es cierto —respondieron al unísono.

Se miraron y soltaron una risa femenina por lo bajo.

—Sí, son clones —insistió Dylan divertido.

—Tenemos gustos distintos —argumentó Daisy—. Mi libro favorito es Frankestein y el de Sasha es El jardín olvidado.

—Además, yo voy a estudiar administración empresarial para dirigir la empresa de papá —continuó Sasha firmemente—. Y Daisy... ¿qué vas a ser tú, Daisy?

—Psiquiatra, por supuesto.

Zack escupió el sorbo de limonada que acababa de llevarse a la boca.

—No, no, no, no. Lo prohíbo, hobbit. Esa es una horrible profesión.

—¡Es grandiosa! Siempre he querido ser psiquiatra.

—¿Y por qué? —preguntó con amargura. Los tres invitados evitaron todo contacto visual.

—Quiero ayudar a las personas que tengan enfermedades mentales.

—Entonces sé psicóloga —opinó Dylan sonriente—. No, mejor no. Esa será mi profesión, tener a dos del grupo con el mismo trabajo será aburrido.

—Pero los psicólogos no pueden recetar pastillas.

—¿Entonces dices que sólo así se cura la gente? ¿Con drogas? —inquirió Zack.

—Bueno, abrazando árboles claramente no te mejoras de una depresión. Es como si yo hiciera ejercicios cardiovasculares solamente. No ayuda.

—¿Tienes un problema al corazón? —preguntó Sasha preocupada.

—Antes me caías mejor —confesó Zack apartando la mirada.

—¿Quién quiere más pizza? —ofreció John intentando alegrar el ambiente. Dylan se echó hacia adelante y le plantó un beso como respuesta—. De acuerdo, eso también puede ser.

Zack no pudo alegrarse durante varias horas. Su madre, preocupada al verlo bajar a la cocina con cara larga, preguntó que qué pasaba; al oír el nombre de Daisy su mueca de desagrado fue imposible de opacar.

—No me gusta esa chica —reveló rellenando la jarra de limonada—. ¿Eli sabe que vino?

—Por supuesto que sí, mamá. ¿Qué insinúas? Es una amiga.

—Zack, cuando tienes una novia, invitar a chicas a quedarse a dormir no es de buena educación.

—Estás siendo paranoica, ella tiene novio.

—Por cómo te mira, no se le nota.

—Mamá...

—Una madre nunca se equivoca, Zack. No juegues con fuego, tesoro. No vale la pena quemarse.

Pero Crystal se equivocaba. Hasta una madre cometía errores. Confundió el fulgor de los ojos de Daisy con amor, siendo que la chica no tenía corazón para nadie más que su novio. Sí, era cierto que Zack y ella tenían muchísimas cosas en común; ambos eran prácticamente almas gemelas. Tal vez por eso enamorarse se veía tan imposible. Para enamorarte de alguien tan parecido a tu forma de ser tienes que tener un ego bastante alto, y ninguno de los dos se contentaba consigo mismo. Las almas gemelas no son más que su propio reflejo en el espejo. Qué aburrido enamorarte de ti mismo.

También podría recurrir a la excusa de que una pareja como aquella no era para nada realista (porque al parecer, una persona atractiva sólo sale con otras personas atractivas en la vida real), pero no fue por eso; estos chicos cruzaron la línea de lo que es real y lo que es ficción el día que descubrieron un mundo al que van a parar los pacientes en coma.

Por último, es importante recalcar lo tontamente enamorados que cada uno estaba de su respectiva pareja. Y de un día para otro no iban a renunciar.

No me malinterpreten, me habría encantado que estos dos se enamoraran. Ella habría sido un enorme apoyo emocional, y él, una magnifica herramienta para huirle a la introversión y a la timidez.Pero el amor no funciona así, no piensa en lo útil, en lo lógico, o en lo necesario. No piensa y punto. Actúa.

Insisto que, de haberse enamorado, todos los problemas se habrían solucionado. Incluso, un millar de corazones rotos se habrían evitado. ¿Qué le vamos a hacer? Cupido no piensa en las repercusiones.

Cupido es un maldito egoísta.

*******

—Mamá. ¿Podrías prestarme dinero? —le preguntó su hijo a mitades de fines de febrero.

—¿Para qué? —inquirió Crystal interesada. No era propio de Zack una petición como esa—. ¿Y de cuánto estamos hablando?

—Unos cuenta mil dólares —reveló Zack tímidamente.

—¡Imposible! ¿Para qué querrías todo ese dinero, Zachariah?

—Una fisioterapia... Una que sí sirva.

*******

En un abrir y cerrar de ojos, marzo estaba por acabar. Eli era parte de la familia, aunque Zack pasaba tanto tiempo en esa casa, que los dos parecían haber sido adoptados. Aquí pensarás: Vaya, ese chico no se separaba de Eli ni para ir al baño. Pues, de hecho, Zack iba más a Pensilvania para juntarse con Dominic y Patrick que con su propia novia.

Patrick le había comentado que Nick jamás había tenido un amigo, que acostumbraba a rodearse de mujeres que babeaban por él, pero que estaba feliz de que, luego de tanto tiempo, Nick al fin tuviera un amigo de verdad.

Por otra parte, tener a Eizabeth tanto tiempo merodeando por la casa no era sencillo. No lo era, porque por más que lo intentaba no lograba sacarse el sentimiento del corazón. Ojalá pudiera arrancarse esa parte que aún sentía algo por ella, pero entonces caía en la cuenta que en realidad todo su corazón se moría por ella.

La veía sonreír, saltar, alegar por los derechos de los animales, cocinar postres veganos, tocar el piano...

Algo se encendía en su interior, y apagarlo se volvía imposible, impensable. Pero no iba a dejarlo todo por ella, no de nuevo. No cuando tenía a Daisy a su lado.

Entonces, un día cualquiera, Elizabeth se encontraba tocando el piano mientras que él leía La casa de Hades. No se hablaban por telepatía, pero de tanto en tanto, se sonreían. Casi como un hábito. Quizás fue eso lo que descompuso tanto a Dominic. Quizás el vio una mirada de enamorados en vez de una de dos ex que intentaban ser amigos.

Patrick vio cómo su hermano arrojó su mochila al suelo; se acercó a su oído y le susurró con la mayor agresividad que nunca le oyó antes:

—Si tú lastimas al único amigo de verdad que me queda, no te lo perdonaré nunca. Y sí, quitarle la novia es una forma de dañarlo. 

Patrick no tenía idea que Nick sabía lo que Elizabeth sentía por él. Es más, Patrick juraba que Elizabeth había dejado de amarlo hacía meses.

Y como es usual, siempre que te prohíben hacer algo, te entra el interés de inmediato.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro