Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 28: El impredecible género masculino (parte 2)

Poco antes de cumplir los once años, se vio obligado a comenzar una nueva vida que no quería. Perdió a sus padres, a su hermano Nick, a sus abuelos, tíos y primos en una explosión de gas que redujo su bello hogar a un montón de cenizas y escombros sin valor alguno.

Cualquiera diría que él había sido un chico afortunado, que tenía un ángel guardián, pero Ben no se sintió así hasta años después. ¿Cuál era el sentido de quedar vivo cuando toda tu familia ya no estaba? ¿Por qué esforzarse por salir adelante si todo lo que amas desapareció para siempre? ¿Dónde quedaba la motivación para despertarse cada mañana?

Bernard lo pasó mal por mucho tiempo; creció en un orfanato aislado de todo mundo. De no ser por su compañero de cuarto —y mejor amigo hasta el día de hoy— el pobre huérfano se habría hundido en una eterna depresión. Salió adelante, aun sin una familia. Cumplió sus sueños, aun cuando el universo se empeñaba que ocurriera lo contrario. Y conquistó a su primer amor, aun sabiendo que era indigno de ella.

Ben era de las pocas personas que conocían lo dura que podía ser la vida, y lo importante que era rodearse de personas positivas; si te falta apoyo en tu día a día, es porque no estás escogiendo a los amigos indicados. Es simple: sin luz, no hay claridad.

La relación de Crys y él siempre fue por turnos, a veces uno era la vela, y otras, el cerillo. Estaban conscientes que sin el otro no habrían conseguido serán lo que eran hoy; más importante todavía, tenían claro el peligro del abandono, de la orfandad y de la perpetua desolación. Se dijeron que nunca permitirían que nada como eso le volviese a ocurrir a ningún chico si podían evitarlo. Desgraciadamente, su promesa, como la mayoría en esta novela, se terminó por derretir en primavera. El trabajo los mantenía tan ocupados que la sola idea de otro hijo les sacudía la rutina. Y es que dirigir la editorial más prestigiosa del país te quita mucho tiempo, así como también el ser tu propio jefe en una de las compañías de videojuegos más reconocidas a nivel internacional. Decidieron que esperarían a que Zack fuera más grande, pero entonces, la realidad los golpeó con una brutalidad casi nostálgica.

"Era de esperarse", había dicho la doctora tras revisar los antecedentes familiares (un abuelo con tendencias suicidas y dos padres que frecuentaron al psicólogo de la escuela por demasiado tiempo como para pasarlo por alto).

¿Cómo podía ser tan inexpresiva ante una noticia como esa? ¿Bipolar, su hijo? ¿Su único hijo? ¡La desgracia los seguía hasta la adultez!

Unos buenos padres habrían abandonado todo por su hijo, pero Crystal y Bernard nunca supieron lo que un padre debe y no hacer, no tuvieron el ejemplo. Se esforzaron por cuidar a su hijo, pero mediocremente. Se compraban sus risas, y se tragaban sus sonrisas. Quizás ese es el problema. Nadie se da el tiempo de buscar la verdadera cara tras la máscara, por miedo a lo que puedan encontrar. En su caso, fue más bien la ignorancia lo que los volvió tan despreocupados; rara vez se daban cuenta cuando su hijo estaba sufriendo. Pero lo amaban. Lo amaban de verdad, más a cualquier otra cosa en la tierra. Sabían que era un buen chico, de eso podían sentirse orgullosos. Su corazón era grande, y sus pensamientos muy nobles.

Todos estos antecedentes bastan para explicar por qué el matrimonio Anderson recibió al pequeño chico sin siquiera sentarse a sopesar lo que alojar a un desconocido implicaba.

Lo primero que hizo Bernard al día siguiente fue conseguirse el número de sus padres, pero todo lo que obtuvo de Eli Scott (que había hablado con una amiga de John) fue el contacto con Lily Evans, su hermana dos años mayor que él.

Zack les había dicho que estaba teniendo problemas en su casa, lo cual es entendible, por supuesto, pero no por eso iban simplemente a quedarse de brazos cruzados. Debían avisar que se estaba quedando con ellos.

Lily le explicó el panorama empleando tantos eufemismos que Ben entendió la clase de chico que se estaba quedando en su casa: uno que necesitaba amparo. Y no dudó en asegurar su bienestar el tiempo que se quedase, que podía ser lo que estimara conveniente. Sabía que Lily no podía prohibirlo, pues John era mayor de edad; contrario a lo que esperaría, la chica agradeció la ayuda. Prometió que en cuanto encontrase un arriendo de dos habitaciones, le avisaría a su hermano para que volviera. Prometió que no sería más de un mes. Prometió que él no causaría problemas, porque a pesar de haber crecido en un ambiente espantoso, él era un buen chico.

Ninguna de las tres promesas se cumplió.



*******





Luego de quince minutos probando suerte, Zack decidió llamar a Daisy.

—¿Llegaste bien? —preguntó ella—. ¿O te secuestraron? Si es así, pásame a uno de tus captores para reservar tu corazón una vez que lo pongan a la venta en la deep web.

—Tú eres tan simpática como odiosa —contestó él con una sonrisa—. ¿Para qué querrías otro corazón en todo caso? Déjame adivinar: llenaste el tuyo de personajes ficticios y necesitas espacio extra para ser amorosa con la gente de verdad.

—Es una teoría interesante, te daré créditos por eso.

Hubo una pausa en la que ambos se quedaron escuchando la respiración del otro.

—¿Entonces...?

—No lo sé, tú me llamaste.

—Me refería a tu comentario relacionado con el mercado negro —explicó Zack apoyándose contra la pared para poder echare un vistazo al cielo negro plagado de estrellas. La noche se veía preciosa sin las luces artificiales de la ciudad. Se veía de verdad—. ¿Cuál es el motivo de tu morbo?

—Fue un mal chiste —contestó luego de unos segundos en silencio—. Olvídalo.

—Misteriosa otra vez, hobbit. Cómo quieras. En fin, llamaba para preguntarte si tenías el número de Dom.

—¿Dom?

—Nick —especificó Zack—. Es que Eli no responde su teléfono celular, y si bien me encanta congelarme bajo el frío manto invernal, no me molestaría entrar. Claro que, para eso, necesito que alguien me abra la puerta....

—Pero tocar el timbre a las diez y media de la noche es maleducado —terminó Daisy por él—. Vaya encrucijada en la que te has metido. ¿No tienes tú el número de Nick?

—¿Sabes? Ahora que lo dices, ¡sí, si lo tengo! Por eso te llamé a ti en vez de a él pidiendo por su número.

—El sarcasmo no te queda bien.

—Ni a ti los pantalones oscuros que traías puestos, pero me reservé mi comentario. Se llaman buenos modales.

—¿Si te cuelgo ahora para que te congeles estaré siendo maleducada?

—Totalmente. El homicidio en tercer grado está muy mal visto por la sociedad.

—Está bien. Tengo un número antiguo de él, te lo mando, pero no sé si seguirá teniendo el mismo.

Zack aprovechó la oportunidad. Lo había pasado tan bien con Daisy que se le había olvidado completamente preguntar.

—¿Ustedes ya no hablan?

—¿Hablábamos antes?

—Dom me dijo...

—No le creas —lo cortó Daisy—. Lo que sea que te haya dicho para dejarme mal, no es cierto.

—Él no dijo nada malo de ti.

—¿No? —Su voz se oía realmente asombrada—. ¿Por qué más iban a hablar sobre mí entonces? Decir cosas malas a mis espaldas y frente mío son las únicas veces en las entro como tema de conversación.

—Estás siendo muy dura con él.

—No conoces la historia.

—Cuéntamela.

—Ni siquiera te conozco tan bien a ti. La confianza no se gana de un día para otro.

—Nunca entenderé a los introvertidos.

—Ni nosotros a ustedes —contestó Daisy—. Ahora dime, ¿por qué lo sacas a colación?

—Me comentó que fueron amigos cuando niños... Y yo me pregunté, ¿cómo diablos es posible que una amistad se acabe? Mis mejores amigos siempre han sido los mismos. Jamás nos hemos peleado, y...

—Si estás intentando que él y yo nos reconciliemos me temo que llegas meses tarde, Zack. Si Nick no arregla las cosas consigo mismo, menos podrá hacerlo con los demás. Si jugó a la víctima contigo, no le creas.

—¿Por qué tanto odio contra el chico, eh?

—Yo no lo odio. No puedes odiar a alguien que quisiste. Estoy enfadada con él perpetuamente. Simplemente te estoy advirtiendo, ten cuidado. Yo no me acercaría ahí.

—Mira, ratón bibliotecario, creo que estoy bastante grande como para decidir de quiénes hacerme amigo. Cómo si el pobre chico fuera radioactivo o algo por el estilo. No me lastimará, descuida.

—No lo digo por ti, me refiero a él.

—¿Qué?

—Nada, tranquilízate —respondió rápidamente. Soltó una risa para que su anterior comentario pasara como un tipo de broma, pero Zack no se lo compró—. Yo... Nos vemos, Zack. No he olvidado lo del viernes, te veré entonces si ninguno muere antes, ¡adiós!

Zack no alcanzó a responder palabra. Le marcó a Dom sin buenos resultados. Estuvo por resignarse a morir de hipotermia cuando la puerta se abrió. El cabello desordenado le cubría buena parte de la frente, traía puesto un pijama de Star Wars y una bata de polar oscura.

—¿Está Eli? —preguntó Zack. Él negó con la cabeza—. ¿Salió de fiesta con Dominic? —Asintió, no muy convencido de querer seguir charlando con él—. ¿Puedo entrar o quieres matarme?

Patrick sonrió y le cerró la puerta en la cara.

—¡Era en sentido figurado! —gritó molesto.

El chico volvió a abrir la puerta. Se le veía divertido; abrió la boca y soltó un sonido parecido al de una risa. Increíble, se estaba burlando de él.

—¿Te crees muy chistoso?

Patrick asintió.

—Yo... Supongo que Daisy te escribió para que me abrieras. Quizás debió especificar que eso también incluía dejarme dormir aquí. Planeaba ir a una fiesta, pero ninguno de los que me invitó me contesta. —Se rascó el cuello—. Así que... Esto, ¿quieres ver una película? Tengo Netflix.

Patrick se le quedó viendo, casi evaluándolo.

—Podemos ver Star Wars —ofreció apuntando al logo—. Es de mis favoritas.

Patrick se hizo a un lado para dejarlo pasar. Zack le echó un vistazo al sofá alumbrado por una lámpara de piso; había un chal rojo desordenado y, sobre él, un libro. Zack se preguntó si cuando discutían, él y Daisy se soltaban spoilers de libros.

—Lamento haber interrumpido tu lectura —se disculpó el chico al ver que Patrick dejaba el libro cerca de una mesa de madera. Se sentó junto a él y se fijó en la portada—. Orgullo y prejuicio. Increíble, quién diría que los metaleros tenían interés por las novelas de amor. ¿Sabes? Es el libro favorito de mi novia, intenté leerlo en octavo año para impresionarla, pero no pasé de las primeras páginas. Las tramas con tanta comedia no son lo mío.

De alguna forma u otra, lograron comunicarse, y hasta "charlar" durante toda la noche. La televisión de Patrick no tenía internet, así que Zack fue a buscar el laptop al segundo piso. Su habitación era la única que tenía la puerta abierta; entró cauteloso, no quería despertar a nadie. Al encender la luz, se encontró con dos camas, dos mesitas de noche, dos armarios, pero un solo estante rebosante de libros. Era igual de grande que el de Daisy, y de haber sido bibliófilo, seguramente se habría quedado viéndolo con la boca abierta, pero sus ojos viajaron al respaldo de la cama más prolija de las dos. Un pequeño lazo rojo estaba atado a ella. Le resultaba curioso, porque ese lado era muy bien ordenado y monocromático, y un listón se veía casi fuera de contexto ahí.

Negó con la cabeza, agarró el dispositivo y bajó a disfrutar de una maratón con su callado amigo nuevo.

Ambos se la pasaron tan bien, que por un minuto Zack olvidó que ese chico y Eli se habían dado un beso. Además, ¿qué importaba? Él sabía que Eli era preciosa, divertida y sumamente carismática, por supuesto que era común que los chicos se enamoraran de ella. Patrick tenía novia, así que todo estaba en el pasado.

—Mira, sé lo que pasó entre tú y Eli —le comentó pasadas las dos de la madrugada. Patrick lo miró consternado—. Tranquilo, no le diré nada a Daisy, esa chica te adora, cuídala o me veré obligado a golpearte, sin importar lo discapacitado que estés. ¿Es cierto que ustedes dos estuvieron en coma, no? Ahí conocieron a John, Grace y Lauren.

Patrick asintió lentamente, cauteloso como una presa.

—Bueno, les creo. Y pasado pisado. Simplemente quería decírtelo para que no existiera una vibra mala entre nosotros o algo por el estilo. Sin resentimientos. Aparte, ¿qué es un beso sin amor?

El rubio frunció el entrecejo, no muy seguro de haber escuchado bien. Finalmente, asintió y volvió la vista a la película. No volvieron a tocar el tema.






—¡Qué vivan los gemelos!

Zack pegó un respingo. No supo si lo despertó el portazo o la exclamación, pero definitivamente su paz se había visto perturbada. Se fijó en la hora, seis de la madrugada. Patrick se había ido (cómo carajos subió las escaleras sigue siendo un misterio), y lo había tapado con varias mantas.

—¡Miren quién se dignó en aparecer!

Menos somnoliento, Zack dirigió su atención al par de pelirrojos que se tambaleaban como si el suelo fuera gelatina, y esta se encontrara en medio de un terremoto.

—¡Eli! —exclamó poniéndose de pie y corriendo hacia ella.

La chica en cuestión se corrió justo cuando él intentó darle un beso.

—¡Vienes cuando quieres! Dices que vienes y no vienes —Soltó un hipo—. ¡Aburrido! Aburrido y mal amigo.

—¿Amigo? —preguntó sacudiendo la cabeza.

Ella asintió.

—Pésimo mejor amigo, ¡a dormir! Ja, ja. ¡Já! —Comenzó a subir las escaleras. Zack le tomó la mano, pero ella lo soltó bruscamente—. ¡Soy una mujer fuerte e independiente! Y no necesito una fuerza machista opresora para... —Otro hipo— llegar a mi habitación.

—Eli...

Pero su novia ya había desaparecido. Volteó la vista a Dom, y lo descubrió observándolo. El chico le sostuvo la mirada, aunque con un semblante serio, casi rozando lo molesto.

—Dudo que te lo haya dicho ella, pero Eli no puede beber —dijo Zack preocupado—. Toma medicamentos que no deben mezclarse con el alcohol.

—Todo puede mezclarse con el alcohol. ¡Es mágico! Hasta puedes ahogar cosas, como los putos sentimientos que nada más te causan dolor de estómago. Si hay que vomitar, que sea por un buen vodka y no por un mal amor.

—También estás ebrio —puntualizó él.

—Te equivocas, ¡yo estoy súper ebrio! —Soltó una estridente carcajada que lo hizo tambalearse. Se afirmó del pasamano de la escalera para no caer—. Y algo drogado. —Sin soltarse, alzó la mirada al segundo piso. Se mordió el labio y negó varias veces con la cabeza.

—¿Necesitas ayuda para subir?

—Lo tengo todo controlado —dijo Dom sacudiendo la mano—. En el mejor de los casos me caigo y muero, y en el peor llego a mi cama. ¡De cualquier forma saldré ganando! —agregó riendo, esa maniática risa sin humor, tan típica de los borrachos.

—No me obligues a cargarte como una pareja de recién casados —le advirtió con las manos sobre las caderas—. Si te mueres, mi novia me matará. Tu hermana, por si lo olvidaste.

—Eso no se olvida, ¡ni con veinte shots de tequila! —aseguró exaltado—. ¡Ups, la hora de compartir ha terminado! —añadió deprisa—. Por favor, regrese la próxima vez para el siguiente capítulo de "Mi asquerosa vida". Ahondaremos más sobre mejores amigas que te traicionan, hermanos que te abandonan y cuñados tan retrasados que creen que el amor realmente existe. —Lo señaló con el dedo índice; todo el brazo le tiritaba—. Tú.

—Dom, si algo te molesta...

—¡Todo me molesta! ¡Por eso nada debe parecer que me perturba! Anda, Zack. Aprovecha, pregúntame lo que quieras. Un borracho siempre dice la verdad. ¡Pero yo no te diré nada nadita lo que opina mi hermana de ti! —exclamó sonriente—. ¿Sabes por qué? Porque eres un pésimo amigo. Dices que vienes, y luego, ¿dónde estabas? ¡Con Daisy! Todo el puto mundo prefiere a Daisy. Patrick era MI mejor amigo, y me dejó por ella. ¡Después de todo lo que yo hice por él! ¡Todos los amigos que rechacé por él!

Zack lo pescó de los hombros y lo sentó en el sofá; era liviano, demasiado para cargar con tanta rabia.

—Tal vez deberías...

—¡Luego apareces tú! —lo cortó Dominic—. Con tus mentiras de "seamos amigos", pero también te vas. Las amistades son una estupidez.

—Lamento haberme perdido la fiesta, Dom. De verdad quería llegar. Y de verdad te considero un amigo.

—¡Claro que no! —repuso él acercándose. Zack se alejó debido al hedor de su boca—. Tú quieres quedar bien con Eli, yo no te importo un carajo. ¡A nadie le importo un carajo!

Antes de que Zack agregara algo, Dominic se echó a llorar.

No lo hagas, Zack. No lo consueles.

No le prometas ser su amigo, Zack. Hazle caso a Daisy.

No le presentes a Sasha, Zack. Déjalo.

A veces, las personas muy rotas no pueden ser arregladas, porque sus pedazos pasaron a ser astillas.

No puedes salvar a todo el mundo. Menos a quien ya se ahogó.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro