Capítulo 16: "...es tuyo"
Patrick abrió los ojos. Durante unos pocos segundos, ignoró que sus manos estaban empuñadas. Fue incapaz de percibir el dolor de las uñas lastimándole la piel, porque su atención se hallaba concentrada en el extraño escenario que tenía enfrente.
-¡Alex! -Gritó con desesperación, perdiendo su característica formalidad-. ¡Alexia! -Volvió a llamarla, cada vez más asustado.
Sus gritos se perdieron en el ambiente cual cenizas de un cremado que arrojan desde lo alto. Mordió su labio, e intentó en vano, recuperar la compostura. Sabía que no lograría la estabilidad emocional necesaria para buscar a su pequeña hermana sin sonar como un lunático. Cuando se trataba de Alexia, todo ese muro de sólido concreto se derrumbaba.
Se imaginó dentro de una película de ciencia ficción en la que encerraban al protagonista para testearlo; todo ese blanco, encegueciéndolo y a la vez llevándolo a un estado de paranoia, no tenía aspecto de tratarse de ficción. Patrick realmente estaba encerrado en la nada misma, sin saber qué fue de su hermana. Y alejado de Daisy, pero corrió ese oscuro pensamiento que nada más le apretaba el pecho.
Corrió hacia ninguna parte, evitando las millones de preocupaciones que tomaría en un día normal. ¿Qué si se caía? ¿Qué si lo atravesaba una espada? ¡Qué importaba lo que sea que fuese a pasarle!
-¡Alexia, respóndeme. Soy tu hermano, Patrick! -Exclamó lleno de angustia. Porque sólo eso importaba, solo ella en ese momento.
Intentó calmarse, pues muerto no le haría ningún bien a la pequeña. Y a medida que corría hacia adelante, hacia atrás o a los lados (el blanco le imposibilitaba ubicarse), sus pulmones le suplicaban cada vez menos por clemencia; se pensaría todo lo contrario, pero aquel lugar era irracional como la biología básica, y eso que él no era muy bueno en esa asignatura.
El pinchazo por la falta de aire y sobre agitación terminó por desvanecerse.
Patrick disminuyó la velocidad. Parpadeó varias veces.
Se detuvo de golpe y miró a su alrededor. ¿Por qué había estado corriendo?
Alexia, se dijo. Y volvió a emprender la búsqueda.
Frenó y se mantuvo quieto. ¿Qué es lo que debía buscar?
Alexia, se repitió.
Siguió corriendo, pero.... ¿Hacia dónde iba?
Por Alexia, intentó recordar.
Y corrió, y corrió hasta percatarse del panorama. ¿Qué hacía un lugar completamente blanco? ¿Dónde estabas sus padres?
Aquella latente interrogante le sonsacó una abrumadora realidad: ¿Tenía él, padres? Y mientras se repetía una y otra vez los nombres de Victoria y David, desparecieron sin dejar rastro. Parecía que siempre que intentaba acceder a algún recuerdo, este se esfumada, casi esperando su llamado para volar lejos de él.
Cerró los ojos con fuerza; fue un patético e inútil esfuerzo por mantener a Dominic vivo en su memoria. Lo intentó; luchó por aferrarse al mejor amigo que tenía. Se repitió su nombre, pensó en su sonrisa; se vio junto a él viendo televisión, tocando el piano, hablando de libros, montando a caballo. Patrick y Nick tuvieron más alegrías que tristezas, y lo que es aún mejor, más abrazos que discusiones.
Supo que ya no podría aguantarlo por más tiempo, que había sido maldecido para olvidar.
Perdóname, Nick, dijo para sus adentros. Luego, un pánico irracional lo envolvió en una auténtica pesadilla. ¿En quién había estado pensando?
¡Su vida estaba siendo robada de sí mismo! El pánico se volvió rabia; una ira parecida con la que abandonó el hospital empezaba a correr por sus venas, contaminándole el corazón.
-Daisy -dijo en voz alta. Perderá sería demasiado doloroso, porque había olvidado quién era, mas no lo mucho que la quería-. Regresa.
Vio el recuerdo de la chica intentar huir, pero su enojo le dio energía suficiente para atraparla como el único recuerdo que le quedaba. Su vida huía y la rabia por no ser capaz de solucionarlo se quedaba; se adhería a él como parte de su personalidad. Pues ese vacío, debía llenarse con algo: con rencor, con angustia y con una infinita soledad.
El olvido lo estaba cambiando.
-Debí volver -concluyó molesto consigo mismo-. Nunca debí dejarte.
Si lo decía en voz alta, la volvía algo tangible y no una mera ilusión.
-Te descuidé.
Soy un imbécil que no sabe cómo tratar con las personas.
-Te amo.
Jamás fui capaz de decirlo en voz alta.
-Y nunca me lo perdonaré.
*******
El dueño del café nunca había presenciado tanta clientela junta. Incluso se le escapó una lágrima al ver que las últimas sillas estaban siendo ocupadas por David y Victoria Sommer. En cuanto a todos los otros adolescentes que rodeaban la mesa, jamás los había visto en su vida. Yellow State era un pueblo pequeño; todos conocían a todos, así que esos chicos debían provenir de algún otro lado.
Despejó su cabeza de teorías extrañas y llevó el pedido a la mesa.
-Café helado para la señorita -anunció colocando el largo vaso frente a la niña con una cola de caballo.
-No puedo hacerlo -interrumpió una joven pelirroja muy parecida a la señora Sommer-. Pensé que estaba lista, pero...
Se levantó de golpe, pero fue rápidamente detenida por Victoria, que le tomó la mano con una mirada preocupada.
-Lizzy...
-Lo siento.
Se zafó de la mujer, y partió corriendo fuera del local. Tres chicos se levantaron de inmediato a buscarla.
-¡Lisa, espera!
-¡Eli!
El dueño del café quedó sosteniendo la bandeja, con el corazón roto tras haber perdido cuatro clientes. Dirigió su atención al único chico que se quedó sentado.
-Nada en contra la chica -explicó él-, pero la conozco hace como un día. -Se recostó en el sofá de cuero negro y estiró los brazos detrás de la cabeza-. Y mis padres me acaban de echar de casa, así que un café no me vendría mal.
-Alguien deberá pagar por la orden -anunció el dueño con la mandíbula apretada.
Los señores Sommer compartieron una mirada preocupada.
-Ustedes vayan por Lisa -le dijo el chico al matrimonio; sacó una tarjeta de crédito de su bolsillo y se la tendió al hombre-. Yo me encargo del resto.
Victoria fue la primera en levantarse e irse.
-Esto está a nombre de Elizabeth Scott Greenland -leyó el dueño con escepticismo.
-A veces solo necesitas un día para ganarte la confianza de una persona -respondió con una sonrisa.
*******
Grace estaba decidida a no acompañarla, pero Amy lo intentó una última vez.
-¿Estás segura que no quieres venir? -Preguntó haciendo una mueca de disgusto-. Eli me dijo que irán donde un amigo y...
Luego de resoplar, siguió una irónica risa seca que la interrumpió.
-No finjas que te importa lo que yo haga, ¿sí?
-Nos vemos, Inglaterra -se despidió ofreciéndole el puño.
-Barbie -dijo Grace chocándolo.
Amy ignoró que fue de ella luego de eso. Tomó un taxi local, ya que no había un uber disponible en aquel pueblucho abandonado y esperó, de todo corazón, que Eli estuviera bien. Durante los quince minutos que duró el viaje hasta la casa de los padres biológicos de Eli, practicó mantener su mirada desinteresada. No debía notársele demasiado la preocupación; había sacrificado mucho, y se había esforzado por mantener una imagen durante años, por lo que no permitiría que eso cambiase.
-Aquí es -anunció el chofer cuando apagó el motor frente a...
-¿Una granja? -Preguntó Amy con cierto asco.
-Son setentaicinco dólares, señorita -Al parecer, el conductor no se había tomado demasiado bien la primera impresión de Amy al ver el lugar.
Esta le tendió un billete de cien dólares y bajó del vehículo con nada más que su cartera de diseñador, pues se había instalado en un hotel en la ciudad más cercana. Solo en caso de que la misión tomara más tiempo del planeado.
Sus botines pedían clemencia con cada pisada que daba en el lodo. Los animales sueltos la miraban, y de seguro se estaba riendo en su propio idioma.
-Sigan así y serán hamburguesas -los amenazó Amy, llegando al camino de tierra seca.
Quién diría que el cerdito se iba a callar.
Ojalá alguien le abriera la puerta rápido. Si Bruno era el desafortunado, Amy no tendría más opción que golpearlo. Y sí, era personal; aquel chico nunca fue de su agrado, y menos ahora que había ilusionado a su hermana, dejándola ahora de lado por una chica feísima y con pésimo gusto a la hora de vestirse.
Sin embargo, cuando estuvo cerca de la entrada, vio la puerta abrirse de golpe. Un chico salió disparado en su dirección...
Oh, Dios mío. Era ella, pero...
Él también se quedó helado y quieto frente a ella en cuanto cruzaron miradas. Sus distancias eran suficientes para admirarse, pero no lo bastante para quedar conformes. Él le sonrió de medio lado, esperando quizás una respuesta positiva, pero Amy rodó los ojos con expresión sería.
-No recuerdo haber ordenado a una preciosura como esta por Amazon -dijo él analizándola de pies a cabeza.
-Me sorprende que Amazon llegue a esta pocilga que tienes por casa -contestó con una sonrisa afilada.
-¿Qué pasó, princesa? ¿Tomaste el camino equivocado para el castillo?
-Llegué directo al pantano.
-Suerte que el ogro está adentro -dijo él señalando la casa-. Soy Dominic -se presentó con aires de superioridad.
-Felicitaciones, cariño, debes estar orgulloso.
-Y tú intimidada. -Se encogió de hombros-. Tranquila, no te culpo. Todas reaccionan igual que tú al verme, talento natural se le dice.
Amy le sonrió y dio un paso hacia adelante.
-Nadie me intimida, menos aun cuando se trata de un chico que considero atractivo. Pero yo sí lamento que mi innegable encanto te halla distraído de lo que sea que fueras a hacer con tanta prisa. -Otro paso más cerca-. Todos reaccionan igual.
Dominic le acarició la mejilla; la distancia entre ellos se había terminado. Estaban frente a frente.
-De verdad que eres una belleza.
Amy le apartó la mano con fuerza.
-Déjalo, cielo, el papel de Don Juan no te queda. Yo que tú seguiría buscando a mi hermana perdida.
La mirada confusa y asombrada, su postura rígida y su mandíbula tensa fueron las tres mejores cosas que pudo haber visto ese día. Nada como poner a un chico en su lugar.
-¿Y tú quién...?
Se acercó lentamente y lo interrumpió con un largo beso.
-Ya seguiremos con esto, gemelito. Tengo un trato para ti.
-Estoy ansioso por escucharlo -confesó Dominic. Se lamió los labios de la forma más indiscreta posible.
-Y aceptarlo, espero. No te conviene defraudar a Amelia Thompson. Tu hermana conoce a los pobres desafortunados que lo han hecho.
*******
Eli rechazó la llamada de sus padres por enésima vez. Todo ese discurso sobre dejar a Patrick de lado y conocer a su madre sonaba precioso en su imaginación. Demostraba carácter, fortaleza y valentía, pero cuando vio a esa mujer sentarse frente a ella, no pudo. Fue incapaz de verla a los ojos, porque eran sus ojos. Y ese hombre... con ese cabello... esa expresión seria, pero cargada de preocupación... todo en él era Patrick. Debido a Eli, su hijo estaba mudo; su hijo apenas podía caminar. Ella nunca pidió ser salvada, y aunque era injusto, la culpa recaía sobre sus hombros como una capa hecha de plomo.
¿Cómo pudo siquiera creer que podría hablarle a esa mujer con completa naturalidad? La mente era malvada, te otorgaba la capacidad de crear escenarios a la perfección, pero cuando se trataba de vivirlos en carne y hueso, estos resultaban por completo distintos a como la imaginación lo retrató por tanto tiempo.
Pensó que se abrazaría emotivamente con Dominic, pero terminó diciéndole que estaba enamorado de su hermanastro. Creyó que se pondría al día con su madre, y sin embargo acabó por huir sin atreverse a mirarla a los ojos. Se vio una y otra vez tomando las manos de Patrick, mas la muerte le jugó la peor broma posible.
-No es ni bonita -opinó, jugueteando con un mechón de cabello.
Tal vez estaba molesta, pero lo decía de manera objetiva.
Es importante describir que nuestra pelirroja se encontraba sentada en una parada de buses, con la cabeza gacha. Así pues, no se percató de la llegada de su amigo hasta que este le acarició el cabello, logrando que la chica pegara un brinco del susto.
-La vida es un laberinto lleno de trampas, ¿no te parece? -comentó con tanto positivismo que Eli tuvo que reprimir las ganas de golpearlo.
-John, quiero estar sola.
-Nadie quiere estar solo, Lisa. Menos tú que adoras la compañía. Tienes miedo, tienes pena, y estás sumamente confundida, pero no quieres estar sola. Eso te lo aseguro.
Ella recostó su cabeza en el hombro del chico.
-Te eché mucho de menos, John. Después de todo fuiste el primer amigo que tuve en Coma.
Él soltó una risa que remeció su cuerpo completo, y por tanto, la cabeza de Eli también, pero aun así no se apartó.
-Todo se ve tan lejano, parecen años en mis recuerdos. La vez que te expliqué sobre los Mundos, cuando vimos las nubes...
-Definitivamente era un guepardo -recordó Eli esbozando una pequeña sonrisa.
-Y lo más divertido de todo fue que creía que me gustabas -confesó John-. Quiero decir, eres muy linda, Lisa. Eres divertida, alegre y simpática, así que no entendía qué motivo podría tener para que no me gustaras.
-Ni me lo digas, John. Yo estuve a punto de arrancarme el cabello por darme un beso con un chico que al final resultó ser gay. Todos saben que eso no cuenta.
Eli sintió a John tragar saliva.
-Todos menos Dylan, te pido no comentar sobre ese incidente a menos que quieras presenciar una escena de celos digna de telenovela mexicana.
-Sí... Ahora que lo pienso puede que a Zack tampoco le agrade la noticia.
John se apartó, obligándola a alzar la cabeza.
-¿Qué pasará ahora? -Quiso saber con ojos de padre preocupado-. ¿Sabes Zack lo de tú y Patrick?
-"Hola, ¿amor? Sí, soy Eli. Solo llamaba para decirte que Patrick y yo estuvimos súper enamorados mientras estuvimos en coma. Y no, no es infidelidad, porque tú terminaste conmigo. ¡Sí, cariño! En coma, lo que oíste. Vamos a un Mundo lleno de..."
-Ya entendí, señorita sarcasmo.
-Lo peor es que ni siquiera es broma, se lo dije y no me creyó.
-No es que me agrade el chico, porque no lo hace, pero en su defensa, yo hasta habría revisado tu medicamento. Suenas como una completa loca.
-Veo gente muerta.
John la picó en la cadera a modo de venganza. Eli saltó por las cosquillas.
-No respondiste mi pregunta.
-Patrick tiene novia, John.
-Tú tenías novio y eso no lo detuvo.
-Es distinto.
-¿Lo amas o no? Es así de simple.
-No lo es. Por poco se desmaya cuando me vio.
-El chico pasó casi un semestre entero en coma, ¿qué esperabas? ¿Que corriera a tu encuentro y saltara de alegría? Tenemos suerte de que pueda moverse.
-Me caías mejor cuando sonreías todo el día y solo decías cosas positivas.
La mirada de John se ensombreció.
-También yo me caía mejor. -Apartó los ojos de su amiga-. Dicen que la ignorancia es felicidad y no puedo estar más de acuerdo. Ojalá pudiera sacarme todo esto de encima, pero sé que si lo hiciera, desearía recuperarlo.
-¿Tus recuerdos?
-Mi vida, en realidad. Cuando estuve a punto de morir... pensé, por un segundo, que había sido un error. Pero ahora creo que cada día que vivo, es un error.
Las palabras de John erizaron el vello de los brazos de Eli, sin embargo, entendió por qué había llorado durante tanto tiempo la vez que se quedaron mirando fotografías en su Casita. Este era el verdadero John.
-Lo haces por Dylan -entendió Eli-. Estás viviendo porque no quieres lastimarlo.
-Quiero ser feliz, y hasta que lo consiga, haré todo lo posible por hacerlo a él la persona más dichosa del planeta.
Eli sonrió.
-Y pensar que yo creí que me estabas empezando a gustar allá en Coma.
-Ni lo menciones, era divertidísimo ver cómo Patrick se arrancaba el cabello de la frustración.
Eli se quedó en silencio un momento, tomada de la mano de John, pero con los pensamientos en un lugar completamente distinto. Cuando su amigo hablaba así de Dylan, Eli recordó la vez que organizó una fiesta sorpresa para Zack la vez que su equipo perdió un partido. También cuando chantajeó al maestro de matemáticas con acusarlo de hostigador sexual si no aprobaba a Zack (no es de las cosas que más la llenan de orgullo). Y cómo olvidar la impotencia que experimentó al darse cuenta lo culpable él que se sentía por haber sido salvado.
De niños, Zack recibió más de un golpe por defenderla. La visitó cada día por un mes cuando tuvo su primer y único ataque psicótico.
Ambos siempre habían buscado la felicidad del otro. No tenía por qué renunciar a eso, pues únicamente lograría romperle el corazón. Y de los dos, Eli sabía que el de Zack era el más frágil.
-Nadie más vendrá, ¿cierto? -Le preguntó a John luego de llegar a una conclusión.
Este negó con la cabeza.
-Los envié a otra dirección. Soy tan ególatra que pensé que sólo estarías dispuesta a hablar conmigo.
Ella le dio un empujón, mas su sonrisa explicaba que le otorgaba la razón.
Tomó su celular e hizo una video-llamada. No pasaron ni dos segundos.
-¡Eli! ¡Tus padres estás desesperados! ¿Dónde estás? ¿Te ocurrió algo? ¿Necesitas ayuda? ¡Mamá acaba de llamar y todos estás como locos!
-Estoy bien, Zack de verdad.
Tras la pantalla, John fingió una arcada.
-Lamento cómo nos despedimos, Eli. Fui estúpido, y un celópata de mierda. Y yo... ¿Eli?
Las lágrimas de la chica preocuparon a Zack. Incluso a Eli, quien no entendía muy bien por qué estaba llorando. Si era de estrés, o simplemente de alegría. Porque sí había alguien que la amaba tanto como John a Dylan.
-¿Puedes venir? -le pidió sintiendo sus labios salados-. Necesito... te necesito.
-Dime adónde y llegaré lo antes posible. Y escúchame una cosa, Eli. Estuve pensando... nunca antes se me pasó antes por la cabeza, pero luego de esta pelea... -sacudió la cabeza-, me di cuenta que no importa lo que pase entre nosotros, ¿de acuerdo? Las relaciones acaban, y solo Dios sabe lo mucho que deseo que ese no sea el caso de la nuestra, pero lo hacen. Y si... y si eso llegase a pasar, quiero que sepas que antes de cualquier cosa, nosotros somos mejores amigos. Eres mi mejor amiga en todo el mundo, y eso no cambiará nunca. ¿Está claro? Y si mi mejor amiga me pide que vaya a la mismísima luna, lo haré. Seré tu mejor amigo, así quieras o no. Y regresaré si me lo pides, y mataré a quien te lastime, siempre y cuando me ayudes con el cadáver, por supuesto. -Le sonrió, como la primera vez que lo vio en el prescolar-. Oh, y de paso, me encanta cómo se te ve el cabello.
Eli tuvo que reír ante el brutal cambio de tema.
-¿No ibas a creer que por una simple discusión terminaríamos, no? -le preguntó Eli con los ojos llorosos, pero una sonrisa imborrable.
-Eli, soy el dramatismo en persona. ¿Qué crees tú?
-Creo que tengo al mejor amigo de la vida... Y que soy sumamente afortunada de tenerlo como mi novio. Planeo que eso no cambie.
-Te amo, voy para allá.
-También te amo.
Pero Zack ya había cortado.
-Ojalá tú lucharas por Patrick como Zack lo hace por ti -le dijo John con un tono de decepción.
-Quizás no lo amo tanto como creí que lo hacía.
-Repítelo varias veces al día. O hasta que te lo creas.
Eli se mordió el labio.
-Él prefiere a Daisy, no sé cuál es tu punto con decirme todo esto.
-¿Se lo preguntaste acaso?
-De nada serviría, no podría respondérmelo.
-Creí que tenías más coraje.
-Todos cambiamos luego del coma.
John negó con la cabeza.
-No, todos cambiamos por amor. Y sobre todo por uno que te rompe el corazón.
*******
Daisy se había quedado dormida sobre su regazo, aunque afortunadamente cerró la puerta antes de eso, o de lo contrario, él habría muerto de hipotermia.
Se quedó mirando la puerta hasta que supo lo sinsentido que eso sería.
Elizabeth volvería, y mientras se lo repetía una y otra vez, acariciaba con el pulgar el listón rojo.
Negó con la cabeza y lo dejó caer.
Después de todo, aquel lazo representaba todos los malos recuerdos de Elizabeth.
Y, peor aún, le recordaba lo que sentía por ella. Pero ya no más.
Era tiempo de olvidar.
FIN DE LA PRIMERA PARTE
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