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Narcisos Reales - Drabble 2

Narcisos Reales


   Por más que la Reina merodeara de vez en cuando los pasillos para ver si Felipe seguía sus órdenes, el menor lograba escaparse de su alcoba. Su cuidador de todos modos se mantenía al tanto de él, pendiente de que el muchacho de azabaches cabellos no se lastimara, y era gracias a él que Felipe no era por completo un chico solitario.

   Gracias al abuelo Alcalle, el abuelo de Zacarías, Felipe tenía contacto humano con alguien que no fuese un profesor. Aunque la Reina no estuviese de acuerdo, Felipe y Zacarías se habían hecho amigos gracias a las diarias prácticas de Zacarías en el castillo para convertirse en el consejero y mayordomo perfecto para el futuro Rey.

   Felipe era un niño tímido, muy reservado pero con mucha imaginación, mientras Zacarías tenía demasiada actitud profesional para ser un niño, era expresivo y juguetón, a veces incluso rebelde. Quizá por ello la amistad entre ellos se dio a flote, o eso pensaba el abuelo Alcalle cada vez que su nieto y el príncipe jugaban en el jardín en los recesos.


—Mis padres me dejaron con mi abuelito cuando era más pequeño— comentaba Zacarías en lo que tomaba un vaso de jugo para ofrecerlo al príncipe—. Desde entonces, él ha cuidado de mí. Me ha contado muchas historias sobre tu padre y sobre toda Erini, es divertido vivir con él.


   El azabache era poco hablador, le gustaba oír los cuentos de Zacarías y su abuelo. Ciertamente podía envidiarle eso a su mejor amigo, tener un abuelo tan atento y cariñoso debía ser bonito, pero no tenía esa suerte y se limitaba a ser agradecido con lo que tenía.


—Él me está enseñando para un día cuidar de ti— rio atrevido el castaño, a lo que Felipe bufó—. Eso quiere decir que me necesitarás para todo lo que vayas a hacer— sonó victorioso.

—Eres malo con la espada— soltó tranquilo el príncipe mientras tomaba de su jugo—. Eres un mal pirata— rio ligero el azabache y Zacarías, a su lado, cruzó sus brazos molesto y frunció su entrecejo—. Pero supongo que aprenderemos juntos.


   Y con ello, Zacarías notó la alegría en la voz tranquila del príncipe. En aquel entonces, teniendo quizá 8 o 9 años, Zacarías asimilaba que protegería al príncipe, pensaba en él como un niño más pequeño puesto que Felipe era de baja estatura, pero no debía subestimarle, no cuando el príncipe practicaba el arte de la espada cada día.

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