『 Narcisos Reales 』   

   La pérdida del Rey Camilo fue una desdicha para el reino de Erini, sobretodo para la familia real. La noticia había tomado por sorpresa a la ahora viuda de Berwern y al primogénito de éste, junto a toda la servidumbre que le había tomado aprecio al tan admirado Rey Camilo. Después de todo, habían ganado la guerra contra Arcia, pero habían perdido a su Rey.

   Muchos admiraban mucho más al Rey Camilo tras su muerte, había dado su vida por defender los derechos de otros, pero igual por ello la reina Susan se llenó de resentimiento con todos aquellos culpables de la muerte de su querido Camilo. Para la reina, su esposo había entregado su vida por personas débiles que no podían librar sus propias guerras, se había sacrificado, la había dejado sola.

   Cayendo cada vez más profundo en un mar de pena y dolor, la reina tomó una actitud totalmente reacía al cariño o cualquier afecto hacia otra persona, y esa cruel decisión incluía al pequeño Felipe, que a penas entendía que no volvería a ver a su padre.

    Con a penas 5 años, Felipe no entendía porqué su madre había dejado de jugar con él, porqué ya no le contaba cuentos en las noches, porqué ya no le dejaba salir de su habitación sino era a estudiar. La estricta mujer había tomado como una marioneta a su hijo, llenando su cabeza de conocimiento y su cuerpo de habilidades, evitando el contacto amoroso de éste y para éste, volviendo la infancia del pequeño azabache algo casi inexistente.

   Pero por más que la Reina se mostrara tan fría ante cualquier otro ser humano, dentro de su alcoba la mujer lloraba cada noche por la partida de su querido Camilo. La elegante dama no veía otra escapatoría más que enseñarle a su hijo que el cariño no es necesario para algo más que salir herido, porque ella desde entonces solo pensaba en Camilo para llorarle, recordarle con el corazón roto.