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Flores Bellamont - Drabble 4

Flores Bellamont


   Las primeras semanas de gestación, Maximiliano se vio golpeado por un resfriado que casi no le dejaba salir de cama. Sin embargo, el doncel se negaba a dormir todo el día o evitar sus deberes, por ello se forzaba a hacer los desayunos o alimentar a Bobby, a pesar de que Esteban le regañaba por ello.

   Tal estado de Maximiliano, preocupaba a los Bellamont, que pensaban seriamente en dejar Escious para establecerse cerca de las fronteras con Arcia. Temían por Maximiliano y su estado, pensando quizá que Felipe se volvería distante hasta dejarle solo, y querían evitarle tal dolor o ponerle en riesgo.

   Maximiliano no sabía de los planes de su hermana y su primo, pero los veía extraños, hablaban entre ellos más seguido y a veces parecía que planeaban algo. Sin embargo, Maximiliano seguía recibiendo visitas de Felipe y eso para él era más que suficiente.

   Era un día oscuro, el cielo pronosticaba una gran lluvia. Felipe había ido con la intención de sacar a Maximiliano para darle un paseo, pero la lluvia se adelantó a sus planes. Sin embargo, el muchacho dormía tranquilamente contra su pecho, y él se dedicaba a acariciar su cabello rubio y sentir su frente caliente.

   Felipe no sabía mucho de hiervas, de medicinas caseras, y pocos negocios permanecían abiertos durante la lluvia. Con cuidado salió de la cama, arropó con varias cobijas al doncel y caminó con sutileza hacia la cocina, quizá podría pedirle ayuda a Emely para hacerle algo a Maximiliano.

   Entonces se detuvo al oír la conversación que esta y Esteban llevaban. Por un momento Felipe se sintió un maleducado, pero no se pudo devolver, ni moverse, ni reaccionar.


—Esteban, Felipe no es un mal chico de todos modos, no creo que vaya a dejar Maximiliano después de tanto— Emely hablaba en susurros, pero Felipe podía oír su nombre—. No es justo...

—Sí, sí, Emely, lo que tú quieras— Esteban ya estaba cansado de aquella situación—. Antes podían estar juntos, no habían riesgos, hasta que Maximiliano quedó en cinta. ¿No crees que su madre querrá lastimarlo? Quizá Felipe cumpla con todas las expectativas pero la vida real no es más que una fachada para cometer fechorías y salir impune.

—Esteban...

—No quiero que mi familia salga lastimada por ningún motivo— agregó—, y lo mejor será irnos de Escious lo antes posible. Tengo un amigo que nos puede dar posada por unos días, conseguiré trabajo, viviremos en otro ambiente y otro clima. Ese bebé...


   Felipe bajó ligeramente la mirada, retomó su postura y entró como si no hubiese oído nada. Se vio apenado, aparentando que recién había salido del cuarto de Maximiliano.


—Disculpen la interrupción— Pareció inocente de todo su entorno, como si no hubiese estado oyendo el gran plan de los Bellamont. Emely lo miró con cierta impresión y Esteban desvió la mirada—. Quisiera hacer algo por Max, su temperatura se ha elevado.

—Claro— Emely le atrajo a la cocina—. Ven, te enseñaré a hacer un buen té— actuaba normal la joven, aunque se sentía incómoda por haber estado hablando de alguien que estaba en casa todavía—. Max no ha querido quedarse en cama, cuando vienes, hay que aprovechar para que descanse.— Felipe se limitó a asentir.


   Tras un rato, el agua hirviendo y el momento incómodo, Emely sirvió el agua junto a algunas hiervas, agregando un par de cucharadas de miel al agua para endulzarla. Felipe prestaba atención, el aroma de la bebida era bueno.


—Gracias— el príncipe no se sentía cómodo en aquel lugar—. Lamento las molestias, sé que ha de ser un problema recibirme tan seguido así que no deben preocuparse por mí. Estoy agradecido con ustedes.


   Y sin esperar miradas o respuestas, el príncipe volvió a la habitación donde Maximiliano planeaba levantarse. No podría decirle nada al menor, probablemente empezaría una discusión y Felipe, lo que menos quería, era empezar una pelea entre los Bellamont.


—Nos escuchó— Esteban no caía en las mentiras del príncipe—. Es obvio que nos escuchó— aunque no debía afectarle, Esteban se sintió incómodo e incluso apenado, y Emely parecía compartir sus sentimientos.

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