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Capítulo 7

La Confusión Crece"

A mitad de año, algo cambió en la dinámica del instituto. Los chicos comenzaron a volverse insoportablemente insistentes con Netta. Era como si el rechazo contundente que ella daba, con esa firmeza y cordialidad tan suya, sólo los alentara más.

-Jamás hemos coincidido ni compartido más tiempo del que dices -les decía ella con un tono frío pero educado, que cortaba de raíz las ilusiones de cualquiera-. No tienes fundamentos claros. No pierdas el tiempo y da oportunidad a quienes sí han estado a tu lado.

Apreciaba esa determinación en Netta, pero sus rechazos parecían tener el efecto contrario: algunos de los chicos empezaron a hablar de retos absurdos, como intentar robarle un beso. Era repugnante, una muestra de lo inmaduros que podían ser. Pero ellos no contaron con que yo no iba a quedarme de brazos cruzados.

Cuando me enteré de esos rumores, algo en mi interior se encendió. Una mezcla de furia, celos y una necesidad irracional de protegerla. No sabía si quería protegerla porque me preocupaba su bienestar, o porque me dolía pensar en alguien siquiera tocándola. Quizás ambas. Daichi y Suga también lo notaron, y cuando les conté lo que estaba ocurriendo, no dudaron en unirse a mí.

-No podemos dejar que esos idiotas se salgan con la suya -dijo Daichi con ese tono serio que siempre tenía cuando tomaba el liderazgo.

-Definitivamente no. Ishi-san no merece pasar por esto -añadió Suga, quien siempre tenía un tono más ligero, pero esta vez hablaba con firmeza.

Ese día, Netta terminó conociéndolos más de cerca. Durante el receso, Daichi y Suga se acercaron para preguntarle directamente si necesitaba ayuda. Yo me quedé en silencio, observando cómo ella interactuaba con ellos.

-Ishi-san, ¿te han molestado mucho últimamente? -preguntó Daichi, siempre directo pero con respeto.

Netta, quien estaba terminando de guardar unos libros en su mochila, suspiró antes de responder.

-Un poco. Pero nada que no pueda manejar. Aunque agradezco su preocupación, Daichi-san.

-Es bueno saber que puedes manejarlo, pero no está de más tener respaldo -añadió Suga, con una sonrisa tranquilizadora.

Netta levantó la mirada, y por un momento, pareció estudiar a ambos con esa expresión serena que tanto admiraba en ella.

-Ustedes son amigos de Asahi, ¿verdad? -preguntó, y ambos asintieron.

-Sí, aunque a veces parece que lo cuidamos como si fuera nuestro hermano pequeño -bromeó Suga, arrancándome una sonrisa nerviosa.

Netta rió ligeramente, ese sonido suave que siempre me calmaba.

-Entonces, si son amigos de Asahi, me gustaría que también sean mis amigos. Llámenme Netta.

Daichi y Suga se miraron entre sí, algo sorprendidos por la invitación directa, pero no tardaron en sonreír.

-Netta, entonces. Es un gusto formalmente ser tu amigo -dijo Daichi con una leve inclinación de cabeza.

-Eso significa que ahora tienes un equipo completo para protegerte de esos idiotas -añadió Suga, con una chispa de humor que hizo reír a Netta de nuevo.

Mientras los veía interactuar, sentí una mezcla de emociones. Me alegraba que Netta tuviera más apoyo, pero al mismo tiempo, los celos empezaron a surgir. Cada vez que ella sonreía a Daichi o reía con Suga, no podía evitar preguntarme si yo era realmente especial para ella, o si simplemente era uno más.

El resto del día pasó tranquilo, pero las pequeñas interacciones seguían pesando en mi mente. Cuando Netta me daba una sonrisa, cuando ajustaba un mechón de su cabello detrás de la oreja mientras hablaba conmigo, todo me hacía sentir que estaba al borde de algo grande, algo que no sabía cómo manejar.

Esa noche, mientras estaba en mi habitación, no pude evitar repasar cada detalle de lo que había pasado. ¿Por qué me importaba tanto? ¿Por qué sentía celos de mis propios amigos? ¿Era simplemente mi instinto de protegerla, o eran estos sentimientos algo más?

Lo único que tenía claro era que, cada vez que estaba cerca de Netta, todas mis inseguridades y dudas se esfumaban. Pero cuando estaba lejos, esos sentimientos crecían, envolviéndome en un torbellino del que no podía escapar. Y aunque me aterraba la idea de que mis emociones pudieran arruinar nuestra amistad, también sabía que no podía seguir ignorando lo que estaba sintiendo.

[...]

Al día siguiente, todo comenzó como cualquier otro. Netta estaba en su rincón habitual del patio, leyendo un libro mientras sus compañeros hablaban a su alrededor. Ella siempre tenía esa calma tan suya, como si nada en el mundo pudiera perturbarla. Pero esa tranquilidad no duró mucho.

Desde mi lugar, podía ver cómo un chico se acercaba a ella. Reconocí su rostro al instante; era uno de los que había hablado sobre los retos absurdos en su grupo de amigos. Mi cuerpo se tensó, pero intenté mantenerme tranquilo. "Netta sabe manejar estas cosas", pensé. Pero algo en su postura me hizo dudar.

-¿Por qué siempre tienes que ser tan inalcanzable, Suzette? -le dijo el chico con un tono petulante, inclinándose hacia ella mientras apoyaba una mano en la pared junto a su cabeza.

Netta cerró su libro con calma y lo miró fijamente.

-No me llames así. No tienes la confianza para hacerlo -respondió con esa frialdad cortante que siempre usaba para rechazar a los demás.

-Oh, vamos, no te pongas así. Sabes que todos estamos locos por ti. Pero no entiendo por qué pierdes el tiempo con tipos como Azumane. ¿Qué tiene él que yo no?

Mi corazón dio un vuelco al escuchar mi nombre, pero fue el siguiente movimiento del chico lo que realmente me hizo perder la calma. Lo vi empujarla ligeramente contra la pared, bloqueando cualquier intento de escape con su brazo.

-Vamos, solo un beso. No tienes que hacerlo difícil -dijo con una sonrisa torcida mientras se inclinaba más cerca de ella.

Netta, siempre segura y firme, parecía desconcertada por la cercanía invasiva. Su mirada intentó mantenerse firme, pero pude ver el destello de incomodidad en sus ojos.

-Aléjate, ahora mismo -dijo con un tono bajo y controlado, aunque su cuerpo estaba tenso.

El chico simplemente se rió.

-¿Y si no quiero? Tal vez si dejo claro que no eres tan inalcanzable, los demás dejarán de intentarlo.

Fue suficiente. Mi piel ardió, mi cuerpo se movió antes de que mi mente pudiera procesarlo.

-¡Hey! -grité, mi voz resonando en el patio.

El chico apenas tuvo tiempo de girarse antes de que yo lo empujara con fuerza, sacándolo de encima de Netta. Cayó al suelo con un sonido sordo, y antes de que pudiera levantarse, ya estaba delante de Netta, protegiéndola con mi cuerpo.

-No vuelvas a acercarte a ella, ¿me oíste? -dije, mi voz temblando de rabia.

El chico me miró con incredulidad al principio, pero luego trató de ponerse de pie con una sonrisa burlona.

-¿Y qué vas a hacer, Azumane? ¿Golpearme? ¿Arriesgarte a que te suspendan del equipo de voleibol por una chica?

Sus palabras hicieron eco en mi mente, y por un momento, estuve a punto de perder el control. Mi puño se apretó con fuerza, listo para lanzarse, pero sentí la mano de Netta en mi brazo.

-Asahi, no. No vale la pena -dijo con un tono suave pero firme.

Miré hacia atrás y vi sus ojos, serios pero llenos de una calma que contrastaba con mi propia furia. Esa mirada me detuvo. Inspiré profundamente, tratando de contenerme.

Daichi y Suga llegaron justo en ese momento, probablemente alertados por el ruido o las miradas de los demás.

-¿Qué está pasando aquí? -preguntó Daichi, su tono autoritario inmediato.

-Nada que no podamos manejar -respondió Netta antes de que yo pudiera hablar.

Suga, sin embargo, evaluó la situación rápidamente y se acercó al chico, que aún estaba en el suelo.

-Será mejor que te largues antes de que esto empeore para ti -dijo con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

El chico murmuró algo ininteligible antes de levantarse y alejarse rápidamente. Sentí mi cuerpo relajarse ligeramente, pero todavía estaba lleno de adrenalina.

Netta, quien seguía detrás de mí, dio un paso hacia adelante y me miró directamente.

-Gracias, Asahi -dijo, su tono suave y sincero. Luego tomó mi mano, apretándola ligeramente-. Pero no quiero que te metas en problemas por mi culpa.

Quise decir algo, asegurarle que lo haría de nuevo sin pensarlo, pero las palabras se atascaron en mi garganta. Sólo asentí, mi corazón latiendo con fuerza mientras ella me daba una pequeña sonrisa antes de soltar mi mano.

Ese día me di cuenta de algo: no sólo quería protegerla, quería ser alguien en quien ella pudiera confiar siempre. Pero también supe que necesitaba aprender a controlar mis emociones si realmente quería estar a su lado. Porque lo que sentía por Netta era mucho más que simple preocupación o amistad. Era algo que me asustaba y me emocionaba al mismo tiempo.

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