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Capítulo 20

Ahora sí, April escupe todo lo que tiene en la boca y se pone a toser mientras Sam lo mira como si le hubiera dicho que venimos de Marte y nos gusta comer niños. Quizás a él sí, me huele a que de Blake se puede esperar cualquier cosa.

Me derrito en mi silla hasta que mi nuca toca con el respaldo. Lanzo un suspiro fuerte por la nariz y luego miro feo a Blake.

—Ahora es cuando me dices en qué estabas pensando antes de que te entierre mi tenedor en tu globo ocular y me ría mientras lo hago —indico, con los dientes apretados.

—Es la mejor opción que tenemos —se defiende.

—¿Tienes idea de cómo me llevo yo con él? Ni siquiera me dejará mirar su casa o respirar el mismo aire. —Me incorporo y tomo el tenedor en mis dedos.

—Vale, vale. —Se levanta rápidamente y retrocede, con las manos estiradas en mi dirección en señal de rendición—. Hablaré con él. En todo caso, no es como que tengas que entrar a la fiesta.

—Dios. Blake, eres un idiota.

—¿Puedes bajar esa arma antes de que hablemos? —pregunta él, con verdadero miedo en el rostro.

Bajo el tenedor y él se calma bajando las manos y lanzando un suspiro, pero no retoma su asiento frente a mí.

—No creo que Jordan se dé cuenta de tu presencia si llegamos luego de las doce de la noche. Habrá bebido lo suficiente, si no, Blake tiene una nueva misión —dice April, cruzándose de brazos. También está molesta por de quien es la fiesta.

Sam guarda silencio, mirando su plato de comida con mirada calculadora. O está haciendo un plan o está pensando en el mejor ángulo para darle en la cara a Blake. Creo que encuentro muy atractiva la segunda opción, pero espero que sea la primera. Tiene más utilidad, aunque suena más aburrida.

—No creo que Sienna deba ir a esa fiesta —dice, finalmente—. La última vez, no terminó del todo bien. Si no hubiera sido por Adrien... —Entonces guarda silencio y me mira, midiendo mi reacción.

—Estaré bien. Sé defenderme, Blake me ha estado enseñando.

—Sí, pero esta vez estará tanto Jordan como el enmascarado.

—Jordan ladra, pero no muerde fuerte —contradice April, restándole importancia con un gesto de su mano—. Si vuelve a hacer algo como lo de la otra vez, le corto el pito y lo solucionamos.

—Me gusta como piensas —dice Blake, con una sonrisa de complacencia.

Yo me acomodo en la silla. Justo cuando voy a decir algo, el rey de Roma aparece a lo lejos. Se dirige a nuestra mesa y yo me enderezo en mi puesto, demostrándole que no me intimida.

—Blake —le saluda y hacen un choque de manos que me pone los pelos de punta. Maldito Blake, ¿cómo congenia de ese modo con el enemigo?

—Jordan —devuelve el saludo.

Entonces el perro monstruoso se da media vuelta para sonreírle a April.

—Sé a qué vienes —dice, arisca como solo ella puede ponerse—, pero que tengas claro que sin mis amigos no voy.

Veo como se le tensan los músculos y lucha por no mirar en mi dirección. No quiere que vaya, se le nota a kilómetros. Pero, lejos de apenarme o incomodarme, me alegra. Por fin tenemos algo en común.

—No te preocupes, no me interesa ir a pegarme tus piojos a tu casa, en una de esas se me pega lo idiota y eso sería lamentable —gruño y me levanto de mi puesto, dispuesta a darme vuelta e irme.

—Por más que ninguno de los dos lo quiera, esto es un favor que le he dado a un amigo —dice, cortando mi escape.

Seguiría caminando para no mirar atrás, pero tengo mucha curiosidad de qué está hablando. Lo miro a los ojos, curiosa, y enarco una ceja. En parte porque no le creo y en parte porque suena muy tentador saber quién es.

—¿Amigo?

—No puedo decirte, pero me ha pedido que te invite a ti específicamente. A mí me da igual que vayas o no, mientras te mantengas alejada de mí.

—El sentimiento es mutuo, no te preocupes por ello.

Nos miramos mal por unos segundos, hasta que él le da un asentimiento de cabeza a Sam antes de irse.

—Bueno, eso nos quita un problema de encima —dice Blake.

Es un mentiroso, si realmente me quisiera lejos, no habría hecho eso en esa fiesta. A menos de que me quiera lejos específicamente por esa razón. Su novia debió de enterarse y no está feliz o tiene miedo de que lo haga. Pero, al mismo tiempo, tiene toda la razón: no tenemos que encontrarnos necesariamente o acercarnos el uno al otro.

—Pero nos añade otro —añado.

No soy tonta, sé que su amigo puede tratarse de su vecino y, por ende, del enmascarado, pero yo también quiero verlo. No es algo que me agrade, pero a veces tenemos que dejar nuestra comodidad de lado y lanzarnos al agua, sin importar que pueda estar fría.

—¿Estás segura de eso? —Puedo ver que Blake ha estado pensando en lo mismo que yo.

—No es el único que espera esa fiesta, yo también quiero verle —indico, con la mirada fija en un punto inexistente.

—No creo que sea una buena idea. —Toma asiento frente a mí y me mira completamente serio, sin rastro del chico que estaba hace un par de minutos conmigo peleando contra un tenedor.

—Estarán tú y Adrien ahí, ¿no? No tengo nada de que preocuparme. No soy estúpida, no estaré sola con él ni nada. Y, si las cosas se ponen peliagudas, entonces salgo de ahí como si el Diablo me persiguiera.

April y Sam se miran, pero no intervienen en la conversación. Sé que todos están preocupados por mí, pero no deberían. He aprendido a cuidarme sola estas últimas semanas, ya no soy la Sienna dependiente de antes.

—Son asesinos, guerreros entrenados toda su vida. No son sobrevivientes como nosotros, son del material del que están escritas las novelas de pesadilla —señala, con el ceño fruncido y estirando una mano por encima de la mesa para tomar la mía—. Si algo te pasa, ninguno de los dos podría vivir con ello.

—Los cuatro —dice Sam, tomando mi mano disponible—. Sé que sientes que no debes depender de nosotros, pero un equilibrio no estaría mal. Podemos ayudarte como tú nos quieres ayudar a nosotros.

Asiento lentamente y los suelto. Tienen razón, no estoy sola en esto y recibir algo de ayuda nunca está de más. Esta no es mi lucha, es la de todos.

☽☽☽☽☽

El timbre suena indicando el final de las clases y yo salgo dando saltos por la escalera con felicidad. Saco las llaves de mi auto del bolsillo y me dirijo a guardar mi mochila en el maletero cuando una mano lo cierra por mí, en mi cara. Voy a decirle unas cuantas verdades cuando me doy cuenta de que es Adrien quien lo ha hecho.

—¿¡Quieres matarme!? —le grito en la cara, llevando una mano a mi pecho dramáticamente.

—No, solo quiero hablar. —Se queda ahí, mirándome. Ni siquiera se encoge de hombros o algo así y me doy cuenta de que está completamente serio.

Me muerdo la lengua para no decirle que no quiero ni verlo en pintura. Estoy en una nueva faceta mía, intentando ser más madura. Es difícil, especialmente con tanto espécimen humando dando vueltas por el mundo.

Miro hacia todos lados y me doy cuenta de que aún hay muchos estudiantes dando vuelta por los alrededores, por lo que supongo que no trata de algo ultra secreto. Tiemblo internamente, pero por fuera muestro mi mejor cara de "¿qué quieres?" y me recargo contra el auto.

—Quiero pedirte perdón por todo lo que pasó entre nosotros y todo lo que estás pasando. Es mi culpa, no quería que salieran las cosas así. Buscaba proteger a uno de los míos y terminé enterrándolo en más mierda. —Mira al suelo, con el rostro realmente arrepentido.

—No es tu culpa —digo, sin saber que más decir—. Eres el único que se está culpando. —Me encojo de hombros y me separo del auto, para ir hasta el conductor, pero él me lo impide.

—Me gustaría que las cosas fueran como antes.

Siento un peso enorme, como una ballena, en mi pecho y se me corta la respiración. Quiere olvidar lo que pasó, quiere hacer como si nada. Vale, entonces que lo haga, yo no puedo evitar pensar que el chico del cual me enamoré me besó y siente lo mismo por mí. Es como pedirle a alguien que aprenda a respirar bajo el agua, ¿es tan difícil de aceptar?

Quiere que volvamos a jugar al juego de odiarnos, con una preocupación oculta tras intenciones falsas. Quiere que me guarde todos mis sentimientos y los guarde en una caja al fondo del baúl de mis recuerdos. Quiere que me olvide de ese beso, de sus palabras y sus acciones, de cómo su sonrisa me detiene la respiración y su cercanía acelera mi corazón y me pone completamente nerviosa, como nadie lo ha logrado hacer jamás. Quiere que continúe, sabiendo que nos guardamos lo que sentimos mordiéndonos la lengua y enterrando las uñas en nuestras palmas, evitando así dejar salir la presión que tenemos dentro para no tocarnos, no besarnos, no decirnos nada verdadero...

Quiere que nos mintamos.

No puedo.

—Lo siento mucho, Adrien, pero yo no puedo hacer eso. —Sacudo su mano de mi muñeca y abro la puerta—. Nos vemos —me despido e intento entrar, pero nuevamente me obliga a quedarme en mi sitio tomándome del brazo.

—Sienna...

—Eres muy egoísta —señalo, con los dientes apretados y luchando por un nudo que no debería formarse en mi garganta. Supongo que, después de todo, sigo siendo débil bajo todas esas capas de capacidad fingida—. Todo lo que ha ocurrido ha sido siempre decisión tuya, pero no te culpo. Se necesitan dos personas para cometer errores como los que hemos cometido. Sin embargo, yo no lo lamento, ¿por qué tú sí?

—Yo...

—Ya lo verás —le interrumpo—. Luego de la fiesta, te darás cuenta de que soy mucho más capaz de lo que crees, que puedo sobrevivir a este mundo mejor que cualquiera de ustedes. Entonces, te arrepentirás de tomar esta decisión por mí todos estos días, desde el minuto en que me besaste y me abandonaste en esa morgue —exclamo, sin importar que alguien pueda escucharnos.

Adrien se queda ahí, congelado en su sitio, con una mirada que nunca había visto en él. Parece como si fuera mayor, como si el peso de los años le hubiera caído encima.

Me suelto de su agarre y vuelvo a lo mío, pero, antes de entrar, cuando aún no he cerrado la puerta, suelto unas últimas palabras.

—Quizás para entonces sea demasiado tarde.

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