Capítulo 19
Escondo rápidamente mi cabeza bajo el marco de la ventana, con la respiración agitada y el corazón latiendo a todo el ritmo que puede sin matarme de una taquicardia. Espero un par de minutos antes de volver a levantar la cabeza, pero el chico sigue ahí, con la mirada fija en un punto que está en la ventana donde yo estoy. ¿Acaso no me vio? Quizás los rayos de luz de la lámpara, en la mesa junto al viejo, generaron que el cristal funcionara como un espejo. ¿Cómo? No lo sé, no soy experta en esos temas de la física. Con suerte si tengo suficientes notas para pasar esa materia en el colegio.
Me permito respirar más tranquila, pero solo a medias. El hecho de que él sea el enmascarado — y que yo lo sienta en la piel—, es suficiente como para dejarme sin dormir por muchas noches seguidas.
Siento una mano deslizarse en la mía y tirar de mí. Miro hacia un lado y me encuentro con los ojos de Adrien, los que miran fijamente los míos. Tiene el ceño fruncido y los labios tan apretados, que parece como si no los tuviera.
Intento hablar, pero me hace un gesto de que guarde silencio para luego arrastrarme devuelta a la ventana de la cocina. Yo boté el aire con fuerza por la nariz, en un gesto de fastidio, pero no lucho contra él. Sin embargo, una vez que llegamos junto a Blake, suelto rápidamente su mano, notablemente incómoda. No quiero que crea que luego de todo puede tocarme con total libertad.
—¿Qué sucedió? —pregunta Blake, con el ceño fruncido, en un susurro.
—Es él, es el enmascarado —indico en un susurro más fuerte, intentando mostrar mi pánico, pero, al mismo tiempo, evitar que me oigan—. Pero no logré ver bien su cara.
—Tenemos que irnos —dice Adrien, luego de un momento de silencio tenso—. Podemos volver otro día —continúa, dirigiéndose únicamente a Blake.
—A mí no me dejas afuera —señalo, levantándome de mi sitio para caminar hacia la cerca de madera, con la intensión de salir de este lugar lo más rápido posible. Este sitio me da realmente escalofríos.
—Es peligroso...
—Peligroso mis huevos, Adrien —exclamo, molesta—. Tienes que entender que ya no tienes ningún control sobre mí, ya no estás un escalón encima en la escala jerárquica porque, en este pequeño grupito de misión imposible, no hay nadie por sobre nadie —murmuró con los dientes apretados, mientras paso por encima rasguñándome un poco en el camino.
Blake cae a mi lado, con una pequeña sonrisa de orgullo en su rostro que oculta en cuanto Adrien cae junto a nosotros.
—Lo siento. —Suspira y se peina el cabello con los dedos—. Tienes toda la razón, no debí pasarte a llevar de esa manera.
—¿Qué bicho te picó?
—¿No creen que hablar de esto aquí es mala idea? —pregunta Blake, mirando por entre las tablas para ver si alguien nos ha detectado.
—Pues...
—Te pidió disculpas, acéptalo y ya —me corta, enterrando su codo en mis costillas.
Resoplo y asiento, sin meterme más en el tema. Blake tiene razón, no es momento para ponerme a actuar como una niña con una pataleta. A un par de metros de nosotros, hay una persona que sueña con destriparnos lentamente. Y yo como una tonta caminando como si fuera Dios en su jardín trasero.
Volvemos en silencio, solo guiándonos por la luz de la calle. No queremos que una linterna pueda llamar su atención.
Una vez que la rabia se ha ido, siento miedo, mucho miedo. Estuve a un segundo de ser descubierta por el enmascarado. Aún no entiendo como lo sé, pero es una sensación muy pesada en las entrañas. Se asemeja a cuando sientes que hay alguien detrás de ti o que alguien te mira.
Suspiro y estoy a punto de tropezar, vergonzosamente, pero Adrien me sostiene por el codo y me ayuda a incorporarme. No puedo verlo por la oscuridad, pero sus ojos brillan y eso me acelera el corazón más de lo que ya está. Estoy segura de que pueden escucharlo hasta china y que yo moriré de un paro cardíaco algún día.
—Gracias y lo siento por mi actitud —susurro, bajando la mirada al suelo.
Blake sigue caminando, lo sé porque es el único ruido de pasos que se sigue oyendo en el lugar.
—Yo lo lamento mucho, te metí en algo que es muy peligroso. —Siento pesar en su voz.
Sigue sin soltarme. En silencio, nos quedamos observando por un instante. Incluso nos miramos directamente a los ojos y yo, en el fondo, espero que haga algo, que se acerque y me bese como ese día en la morgue, pero sé que es estúpido. Nunca se permitiría volver a hacer un acercamiento como ese hacia mi persona y yo temo ser rechazada si lo intento.
—No lo hagas —indica, como si pudiera leer mis pensamientos—. Si lo haces, no podré controlarme —admite y me suelta, para alcanzar a Blake.
Yo, con el rostro completamente carmesí, me quedo congelada en mi sitio. ¿Tan obvia fui? Diablos, tengo que aprender a ocultar lo que realmente pienso o algún día me meteré en problemas por ello, además de los montones que ya tengo.
Me doy una pequeña palmada en la mejilla para reaccionar y corro con el fin de poder llegar hasta la moto rápido. Este lugar me pone los pelos realmente de punta, como si alguien me observara en todo momento. Y, quizás, eso es lo que ocurre.
☽☽☽☽☽
Doy toquecitos con el lápiz en el folio de la prueba, sin poder concentrarme en las preguntas. No puedo quitarme las palabras de Adrien de la cabeza, el cómo admitió que seguía sintiendo algo por mí. Si tan solome hubiera olvidado, todo sería más fácil. El saber que sigue queriéndome de la misma forma que yo a él, no ayuda para forzarme a olvidarlo u odiarlo.
—¿Señorita Clark? ¿Se encuentra bien? Le veo un tanto pálida —pregunta la profesora, con verdadera preocupación en el rostro.
Espabilo y me restriego el rostro con las manos.
—Sí, lo siento. No dormí muy bien en la noche —digo, con un intento de sonrisa y vuelvo mis ojos a la prueba que está a medio completar.
Ella asiente y se aleja, de vuelta a su puesto de control para evitar que alguien vaya a hacer trampa.
Por la siguiente hora, intento apartar todos los pensamientos de mi mente y terminar con esto. Lo logro, por lo menos más o menos decente. No tardo mucho más en salir por la puerta y me encuentro a Sam, hablando con Adrien. Este último me observa un segundo antes de irse, como si yo tuviera la peste o la rabia.
—Odio que haga eso. ¿No puede acaso ser un ser civilizado y aguantar mi presencia por un par de segundos? —exclamo, exteriorizando mi molestia.
—Yo le entiendo. —Se encoge de hombros y caminamos por el pasillo, dirigiéndonos al comedor.
—¿Ahora lo defiendes?
—No, solo digo que lo entiendo —señala, con una sonrisa de diversión en el rostro. Claro, una Sienna molesta es superdivertido.
—¿Qué falta? ¿Qué apoyes a Jordan? —pregunto, con los dientes apretados.
—No exageres, no es lo mismo. Por lo que nos dijiste, Adrien gusta mucho de ti, pero teme que eso implique ponerte en peligro.
—Pensamiento retrasado del año, si me lo preguntas a mí.
—¿Cómo eso? —Se detiene y enarca una ceja.
—Ya estoy en peligro, con él o sin él. No fue Adrien quien eligió mi color de ojos —indico, encogiéndome de hombros.
—Hablando de color de ojos, no me acostumbro que los lleves cafés.
—Yo tampoco, pero es para evitar futuros psicópatas.
Entonces, llega April y se une a la conversación, con lo que dejamos de lado el tema de Adrien y mi forma de vida nueva.
Ha cambiado mucho estas últimas semanas. Incluso Jordan me ha dejado en paz, cosa que es muy extraña. Con suerte le he visto la cola estos días, siempre ocupado. Me ha soltado un par de comentarios, pero son fáciles de ignorar. Creo que lo que ocurrió en la fiesta realmente lo dejo mal, con la culpa carcomiéndolo. Mejor para mí, se lo merece.
Nos sentamos a comer tranquilamente el almuerzo de la cafetería, cuando aparece Blake con una enorme sonrisa triunfante. No tengo idea de que ha hecho, pero me suena a que yo no voy a salir bien de ello.
—¿Qué sucede?
—¿No me vas a dar los buenos días Sienna?
—Ve directo al grano.
—Eres un amor en el día, te prefiero en la noche. —Me guiña un ojo y April escupe el jugo que estaba tomando.
Sam lanza una carcajada sonora y yo me sonrojo como toda una imitación de tomate maduro. Este maldito, siempre sabe dar comentarios que se pueden malinterpretar. Como lo odio.
—No quiero saber —indica mi amiga y se concentra en el plato de pasta que tiene frente a ella.
—No hay nada que saber —gruño—. ¿Qué quieres, Blake?
—Tengo poderes mágicos y conseguí ir a un lugar junto a la casa de este tipo —dice, inflando el pecho con completo orgullo.
—¿Qué tipo? —pregunta Sam, con las cejas enarcadas.
—Descubrimos dónde vive el enmascarado y quién es —responde Blake.
—¿En serio? ¿Cuándo pensaban decirnos? —pregunta, alterada, April.
—Cuando a este le cosan la boca con aguja e hilo y me permita dar las noticias a mí antes de ponerlas con carteles de neón por todas partes —señalo, tomando un poco de comida y dirigiéndola a mi boca.
—Eres cruel. —Hace un puchero.
Pongo los ojos en blanco y trago para preguntarle cuál es el gran plan que tiene en mente, el cual seguramente me hará sufrir de una manera impresionante. Últimamente, todo lo que tiene que ver con alguien de ojos color violetas me hace sufrir. Y eso que yo lloraba por no conocer a nadie como yo.
—¿Cuál es tu gran plan? —pregunto al fin.
—Pues este tipo hará una fiesta en su casa este viernes y es la oportunidad perfecta para colarnos. —Sonríe lo suficientemente amplio como para que incluso le vea parte de las encías. Este chico tiene un "pero", lo presiento en el fondo de mi estómago.
—¿De qué nos servirá eso? —pregunta April, mientras yo miro con los ojos entrecerrados a Blake.
—Pues invitó a su vecino, nuestro enmascarado, a asistir y dijo que iría. También le pregunté un poco sobre él, sin levantar ninguna sospecha —dice con seguridad y yo no le creo mucho—, y me dijo que vive con su supuesto padre que estará de viaje esos días. Me lo mencionó cuando me avisaba que la fiesta podía cambiarse a su casa.
—¿Pero? —Me atrevo a preguntar, sin poder aguantar más esa extraña sensación en mi cuerpo.
—No te va a gustar la idea.
—¿Además de tener que ir a una fiesta donde el enmascarado estará vestido de chico normal o a su mismísima casa como invitada? ¿Qué podría ser peor? —exclamo, dejándome caer en el respaldo de mi silla con la voz cargada de sarcasmo.
Blake me observa durante unos segundos, en los cuales, se refleja perfectamente en su rostro la duda de si decirme o no que es lo que piensa. Finalmente, toma aire dramáticamente y la lanza por la nariz.
—La fiesta es en casa de Jordan.
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