Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 17

—Tenemos que hacer algo —exclamo, impulsada por mi miedo a perder a alguien importante para mí.

—Claro, pero nosotros dos no podemos solos. Mañana a primera hora iremos donde Evan para hablar las cosas.

—Bien, pero no vayas a ir sin mí —murmuro con el ceño fruncido, antes de levantarme y dirigirme a la puerta.

—Claro, pero, si no te molesta, quiero irme a casa.

—¿No seguiremos entrenando?

—Mañana seguiremos, pero necesito descansar realmente si quiero poder funcionar. Sueñas los sueños de tu madre, estarás bien en ellos —susurra y sonríe.

Veo como se levanta pesaroso, para luego ir hasta la ventana y bajar por ella. Estos tipos son otra cosa. Yo no conocía a nadie que se las diera de primate hasta que conocí a Adrien y Blake.

Agito la cabeza en negativa antes de bajar las escaleras para ver la película. Estoy llegando, cuando el timbre suena. La pizza ha llegado mucho antes de lo planeado.

☽☽☽☽☽

Estoy en la moto de Blake nuevamente, con el viento golpeándome el rostro, ya que, el nuevo casco que me ha dado, no lo cubre en su totalidad. Es en parte refrescante y en parte molesto.

Pasamos las casas a una velocidad escalofriante hasta que se detiene justo en la puerta en donde todos los de ojos violetas están residiendo. No voy a mentir diciendo que me agrada la idea de volver, pero no es algo que pueda evitar con lo que tenemos en mente. De todos modos, tendré que ver a Adrien tarde o temprano y a Evan también. Aunque no esperaba que fuera tan pronto.

No mete la moto al garaje, sino que la deja en la vereda frente a la puerta y descendemos. Trota hasta la entrada y yo le sigo para luego entrar rápidamente a la casa. Se ve que está apurado en hablar con Evan y yo no lo intento detener, aunque sienta el corazón latiéndome en la garganta.

No toca, abre la puerta, apresurado, y me encuentro con una escena inquietante. Evan está parado junto a Adrien, con una clara expresión de haber estado gritándole recientemente. Adrien a penas gira la cabeza para mirarnos. Incluso se le ve sorprendido de verme allí y yo esquivo sus ojos para que no hagan contacto con los míos.

—Blake —masculla Eva—, ¿puedo preguntarte que hizo que entraras de esa forma a mi oficina?

Él mira un par de segundos a Adrien, quien le devuelve la mirada con una ceja enarcada, a modo de pregunta, y luego vuelve a mirar a Evan.

—Tenemos que hablar contigo.

—¿Tenemos? —Se aparta de Adrien y camina hasta nosotros.

—Sienna y yo —afirma con un asentimiento.

Evan nos observa con una mirada tan penetrante que produce en mí el sentimiento de querer salir huyendo de aquí, pero me mantengo quieta y derecha en mi sitio, sin dirigirle ni una sola mirada al chico de cabello rubio que me observa con una mueca que no logro definir; no sé si es desagrado o curiosidad. Puede que esté desagradado porque estoy aquí y curioso de la razón por la que decidí aparecer aquí luego de todo lo que ocurrió. Bueno, yo no pienso esconderme de él ni de nadie.

Pero esa mirada me pesa como diez camiones sobre los hombros.

Quiero hacerle saber a Blake lo que ocurre, pero la guerra de miradas que tiene con Evan me hace pensar que no es buena opción hacer ni un solo movimiento. Tengo que ser una estatua ante la incómoda mirada de Adrien y la incómoda guerra silenciosa de los dos hombres frente a mí.

Comenzamos bien la mañana, Sienna.

—Entonces dime —dice finalmente y yo siento que una gran parte de mí se relaja en un segundo.

—Es todo lo que está ocurriendo en estos días.

—¿Puedes ser un poco más específico?

—Sabes perfectamente de lo que te estoy hablando —responde Blake, con el ceño fruncido y los puños apretados.

Al parecer no soy la única que se ve irritada con la molesta actitud de Evan ante los demás.

—Sabes la respuesta a eso incluso mejor que yo. No podemos meternos en algo que lleva siglos en lo suyo y nadie ha podido detenerlo. En cuanto al enmascarado que acosa a Sienna, son muchos más y mucho mejor preparados. Somos un pequeño grupo que intenta sobrevivir, no guerrilleros.

—¿Entonces planea dejar morir a gente inocente porque tiene miedo? —intervengo, con una nueva clase de ira bullendo en mi sangre.

Los ojos de Evan buscan mi cara y yo aparto la mirada. No por miedo, más bien porque no quiero que una persona como él se meta en mi cabeza. Si bien se lo permití a Adrien y ahora a Blake, no implica que soy un espacio público. Además, no quiero ni imaginar lo fuerte que debe ser el líder de este pequeño grupo.

—Sería un sacrificio en vano, una misión suicida. Yo les prometí a sus padres que los cuidaría, ante todo. No dejaré que una niñata como tú venga a dárselas de heroína y ponga en peligro la vida de todos estos chicos. —Su tono de voz es lo único que necesito para estremecerme, pero no voy a dar marcha atrás.

—Entonces la muerte de todos ellos fue en vano —murmuro, venenosamente, y abandono el lugar, dando un portazo con fuerza.

No me importa nada de lo que ha ocurrido ahí dentro, no me importa si ahora Evan quiere matarme. Abro la puerta de entrada y salgo, nuevamente pegando un portazo. Me siento en el desnivel y apoyo mi rostro en mis manos, intentando calmar mi respiración agitada y el latido de mi corazón frenético.

Evan está mal. Los únicos que sabemos de esta cosa somos nosotros y, por ende, somos los únicos que pueden hacer algo para detenerla o por lo menos intentarlo. Prefiero intentarlo y morir que ver a toda esa gente sufrir mientras yo me quedo sentada y cruzada de brazos, viviendo una vida llena de culpa y remordimiento.

También están los enmascarados —o uno solo usa máscara— y tampoco quiere hacer algo contra ellos. Ya saben quién soy. No hacer nada implicaría tener que vivir con el miedo de que me hagan algo en todo momento, incluso en mi propia casa.

Escucho la puerta abriéndose a mi espalda, pero no hago nada. No me importa quién es, no pienso moverme hasta que decida irme a casa, sin importar si Blake me lleva o no. No puedo dejar que mamá me vea, siempre sabe cuando algo me ocurre.

—Vamos, Sienna. —Genial, mejor día de la vida.

—Yo contigo no voy a ninguna parte —digo entre dientes, sin mirarlo.

—No seas infantil, tienes que volver a casa. Aquí no tienes nada que hacer.

Me levanto y lo enfrento. Sus ojos buscan los míos, pero no pienso mirarlo. No quiero ni tener una mínima posibilidad de tenerlo en mi mente otra noche. Por mí, se puede ir a comer vómito de vaca.

—Tengo todo el derecho a hacer lo que se me venga en gana. Me importa una mierda que opines que no tengo nada que ver con esto porque, adivina, te equivocas. Es mi familia y mis amigos los que corren peligro con esa cosa fuera —gruño, con los dientes y los puños apretados.

Se queda en silencio, escrutándome. Agarro valor y le devuelvo la mirada para encontrarme con sus ojos violetas levemente entrecerrados, generando una corriente repulsiva entre nosotros. Todo él me transmite que se siente superior, que está lidiando con una rabieta de niña pequeña. No me importa, no quiero que nada que venga de él me importe.

Doy media vuelta y vuelvo a tomar asiento en mi lugar, dándole la espalda. Ignoro por completo su existencia y me preocupo de volver a tranquilizar mi respiración y retomar el color original de mi cara, pero no es fácil con él tan cerca. No es algo que pueda quitarme de encima. No puedo cambiar tan fácil el hecho de que Adrien me gusta y yo a él, independiente de no quiera estar conmigo.

Me rodea para quedar frente a mí, aún con las manos en los bolsillos y esa expresión que no me deja ver que es lo que piensa realmente. Sus ojos en mí me aceleran el corazón y provoca que mis manos transpiren, pero no se lo dejo ver.

—Vete a casa. No importa que seas uno de nosotros, no actúas como una y no tienes ni una idea de que es vivir como nosotros.

—Sabía que eras idiota, pero a veces incluso a mí me sorprendes —dice Blake, apareciendo en escena detrás de mí.

Por fin veo una reacción de Adrien cuando frunce el ceño y tensa la mandíbula.

—Tienes esa magnífica habilidad de espantar todo lo que te importa —dice con sarcasmo, caminando hasta quedar a mi lado y me doy cuenta de que lleva una mochila negra en el hombro—. Me pregunto que sigo haciendo yo a tu lado, independiente de que seas mi mejor amigo.

—No tienes...

—Si tengo. —Me toma de la mano y me ayuda a levantarme—. Vamos Sienna, haremos esto con su ayuda o sin ella.

Asiento lentamente y me aferro a sus dedos, los que a su vez se aferran a los míos. Es como si fuéramos los únicos aquí que se preocupan por alguien más que no somos nosotros mismos.

Nos acercamos a la moto y me suelta, para entregarme nuevamente el casco. Le agradezco y me lo pongo, preocupándome de cubrir mis ojos llenos de lágrimas.

—Blake, no hagas esto —suplica Adrien. Se nota que se preocupa realmente por su amigo y eso me parte el corazón, pero no puedo pedirle a Blake que me deje hacer esto sola. Necesito su ayuda—. Si algo te pasara yo...

—Tú nada, como siempre ha sido. ¿Crees que no sé qué andabas investigando las muertes? ¿Para qué? A cada parte que vamos haces lo mismo, para luego no hacer nada. Esta vez no son extraños los que están en peligro, Adrien, es Sienna y sus seres queridos. Si no hago nada, no sería mejor que ellos.

No quiero que lo haga por mí, quiero que lo haga por él. Puede que mis razones sean algo egoístas, pero supongo que es lo mejor. Si lo hace por mí y algo le pasa, no me lo perdonaría nunca.

—Blake, escúchalo —susurro, aferrándome a la manga de su chaqueta, con la voz temblorosa.

—¿La estupidez es contagiosa en esta casa o algo? —dice, soltando una carcajada amarga—. Tuvimos que esperar a que una extraña apareciera para que pensáramos que esto nos incumbía y eso me molesta. Esta es nuestra pelea, no solo la tuya Sienna. Si algo me pasa, que no sea encerrado como una rata.

Perdí la pelea, no hay nada que lo haga cambiar de opinión. Pero tiene razón. Esta nunca ha sido solo mi pelea, es de ellos desde hace muchos años. Blake ya está cansado de no hacer nada, de hacer la vista gorda y vivir escondiéndose de todo y todos.

Sus ojos buscan los míos y los acepto encantada, terminando con la conexión de Adrien e iniciando una más cálida.

—Nos vamos. Piensa quién quieres ser, Adrien —murmura, poniéndose el casco en la cabeza y encendiendo el motor.

Miro hacia un lado, con la visera protegiendo mis ojos, y me encuentro con la mirada más triste que he visto jamás en los ojos de Adrien. No lo odio, no puedo. Saber que todo el daño que se hace a sí mismo es para evitar perder a alguien que quiere, es horrible. Pero, al mismo tiempo, hay más gente en el mundo que puede perder a sus seres queridos si no hacemos algo. Esta cosa lleva siglos matando, lo seguirá haciendo por muchos más. Entonces, ¿qué hacemos? ¿Esperar a qué viva alguien más valiente y decidido y lo haga? ¿Hijos, nietos, bisnietos? ¿Cuánto habrá que esperar? Yo no pienso hacerlo.

Nos alejamos a una buena velocidad, dejando esa casa y sus habitantes atrás, comenzando algo que no creo seamos capaces de terminarlo solos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro