Jeonghan y Joshua estaban confundidos, quizá incluso poco más que eso.

¿Cómo era que el humano, en lugar de llorar y suplicar por su vida, no dejaba de contarles chistes e indagar curioso?

Había resultado tan inofensivo y con tan pocas ganas de escapar, que incluso habían terminado por soltarlo y dejarlo tirarse en el piso de madera mientras parloteaba animado.

¿Tan poco le temía a la muerte?

—Entonces no entendí, ¿cómo es posible que puedan estar bajo el sol sin quemarse, o resplandecer? —pregunta Seungkwan mientras cuenta todas las manchitas de humedad que se han formado en el techo.

—Has visto demasiado crepúsculo —se queja Jeonghan, terminando de servirle al menor una taza de té.

—Es mentira —reprocha entonces Seungkwan, medio incorporándose pero continuando con sus piernas estiradas —. Bueno, no lo es; pero en mi defensa mis hermanas me obligaban a ver las películas con ellas cuando yo era pequeño.

Joshua se ríe. En realidad el chico como que le comienza a agradar. —Piénsalo en algo así como la adaptación —dice —. Si los vampiros no nos hubiéramos acostumbrado a salir bajo el sol, a este punto estaríamos prácticamente extintos.

—Tiene sentido, supongo. —Seungkwan agradece cuando Jeonghan le pasa la taza de café hirviente que le ha servido antes. Parece pensárselo un poco, tamborileando sus dedos sobre la taza, antes de volver a abrir su boca. —Entonces, a todo esto, ¿Mingyu y ustedes son amigos?

Y ahí estaba una vez más. Jeonghan no contiene una risilla ante la pregunta. Seungkwan había desviado el tema siete veces contadas hacia Mingyu desde que comenzó a hablar.

—Podríamos decir que si. Aunque hace poco decidió irse de donde vivimos, el bosque, para regresar a ese pueblo donde vives tú.

El peli-azul recuerda por breves instantes la foto que encontró en la casa de Mingyu, aquella misma con la que se cortó el dedo intencionalmente. Si Mingyu era un vampiro, ¿por qué no había tratado de beber su sangre?

Imagina entonces también que aquellas dos personas más en la foto eran Joshua y Jeonghan. Y quizá el lugar, frente a aquella vieja biblioteca, realmente daba indicio a que se trataba del mismo pueblo.

—¿Puedo hacer una pregunta más?

Joshua alza una de sus cejas. Esa era la primera vez que el chico pedía permiso para preguntar algo. Él y Jeonghan comparten rápidas miradas cómplices, ¿qué más daba que supiera tanto si al final su destino no cambiaría?

—Claro.

—Si Mingyu vivía con ustedes, ¿por qué decidió ir a...?

Seungkwan no acaba ni de decir la pregunta cuando un golpe sordo se escucha en la puerta de madera y, segundos después, la misma termina abriéndose con brutalidad.

Jeonghan y Joshua se incorporan de inmediato, asomando sus colmillos hacia el intruso.

Mingyu mantiene su mandíbula tensa mientras los examina de pies a cabeza, parece furioso y por un segundo Jeonghan teme, porque aunque en edad le gana por un par de años y junto a Joshua son dos, está seguro de que Mingyu puede derribarlos a ambos con facilidad.

—Son unos idiotas —les gruñe, y por fin alcanza a ver a Seungkwan sentado en el piso.

El menor tiene los ojos abiertos y parece algo exaltado. Hay una taza de café a su lado, que parece habérsele caído por la sorpresa.

Antes de que el café derramado, que Mingyu supone está caliente, toque la piel del menor, el moreno llega a su lado y lo sostiene para incorporarlo.

—¿Mingyu?

El más alto se permite sonreír por medio segundo ante la acaramelada voz de Seungkwan a pesar de que no tiene tiempo para eso.

—¿Estás bien? —pregunta sin esperar una respuesta.

Mingyu examina a Seungkwan con detalle, sosteniendo sus mejillas y girándole la cara para repasar todas su facciones, maldiciendo cuando encuentra la pequeña herida en su cabeza. Lo esconde detrás de él mientras vuelve a encarar a Joshua y Jeonghan.

—Es de mala educación entrar en casas ajenas sin permiso —reprocha el mayor de todos cruzándose de brazos —. Seguramente, si no tuvieras que pedir permiso a los humanos para entrar a sus hogares, habrías allanado todo.

Mingyu rueda los ojos. —Secuestrar a un humano también es de mala educación, Yoon Jeonghan.

Jeonghan lo arremeda. Joshua suspira y frota sus cienes, arrepintiéndose de no haber acabado con Seungkwan cuando tenían tiempo, pero es que, ¿cómo hacerlo cuando aquel chico era tan carismático y bonito?

Mingyu siente un peso extra en su espalda, voltea rápidamente y se encuentra con que el peli-azul ha cerrado los ojos y seguramente se ha desmayado por la cantidad de estrés emocional. No lo piensa mucho y termina cargándolo en sus brazos, pasándole sus mechones azules detrás de sus orejas antes de que su mano vuelva a sostenerlo de manera protectora contra su pecho.

Cuando Joshua da un paso al frente, Mingyu le muestra sus colmillos, retándolo, un acto que hace a Joshua cuestionarse si Mingyu realmente es un vampiro o un perro gruñón.

—Hey, tranquilízate —vuelve a hablar Jeonghan hacia el moreno, dando también un paso más cerca de Seungkwan y Mingyu.

—Si lo tocan los mataré —advierte.

Joshua hace una mueca y Jeonghan rechina sus dientes. —¿Bromeas?

—¿Me ves cara de estar bromeando?

—Te veo cara de no estar pensando en tus acciones —regaña Jeonghan.

—Hannie tiene razón —apoya Joshua —. Estás siendo impulsivo. Si tanto quieres un humano puedes encontrar a cualquier otro, uno que no sospeche acerca de los vampiros.

—No quiero a nadie más. Quiero a Seungkwan —reprocha Mingyu con la voz medio cortada —. Si no hubiera descubierto que era un vampiro, se lo habría terminado contado yo mismo de cualquier manera —asegura.

—¿Cómo puedes seguir persiguiendo a alguien que viste una sola vez hace tantos años?

Mingyu decide no contestar nada. No necesita excusar ninguna de sus acciones.

—No dejaré que le pongan ni un dedo encima —advierte una vez más.

Jeonghan entrecierra sus ojos ante la seriedad del moreno. —Conoces las reglas.

—Y a pesar de eso estoy dispuesto a romper todas y cada una de ellas por él.

hola ¡! aquí otro capítulo igual de raro q el anterior jajsjs

gracias por leer ♡