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08

Mingyu toca la puerta de Seungkwan un par de veces y se desespera cuando no obtiene respuesta de manera inmediata.

Está a punto de asomarse por la ventana cuando las ve.

Pequeñas y rojizas gotitas de sangre sobre la entrada.

Suspira y traga con tanta fuerza que su garganta le arde. Termina soltando el par de velas que le ha costado conseguir. Patea la puerta y logra abrirla de inmediato y sin ninguna clase de esfuerzo, encontrándose todo como si Seungkwan jamás se hubiera ido.

Hay una taza humeante en la encimera de la cocina. El aroma de Seungkwan inunda toda la propiedad, pero lo que hace a Mingyu tambalearse es el aquel otro aroma que se entremezcla.

No se trata de Jeonghan, porque Mingyu está seguro de que a Jeonghan ya se lo ha encontrado antes el peli-azul. Lo sabe porque cuando encontró a Seungkwan a mitad de la calle esa misma tarde, el ambiente olía a aquel vampiro rubio; y que Seungkwan se encontrara tan desorientado solamente podía ser obra suya.

Inhala fuertemente, incluso aunque sus pulmones no necesiten el oxígeno, y encuentra por fin el causante del aroma.

Joshua.

¿Pero cómo había podido entrar a la casa de Seungkwan sin una invitación?

Por un segundo maldice al menor y a su afición por indagar en cosas que no le deberían importar.

Sale más rápido de lo que ha entrado y saca de su garaje su motocicleta.

Poco lo importante empaparse por la tormenta eléctrica.

Woah, de verdad tiene un sueño pesado —se queja una vocecita que a Seungkwan le resulta inquietantemente familiar.

El peli-azul logra abrir los ojos a duras penas cuando siente una presencia frente a él. Sus manos están atadas detrás del respaldo de la silla de madera en la que está sentado, y sus tobillos también están adheridos a las patas de la misma. Siente en su frente algo húmedo y asume que será un poco de sangre.

Cuando trata de abrir la boca para reprocharle a Joshua la mala broma que le está jugando se da cuenta de que su boca tiene una cinta.

Junta sus cejas y de pronto siente temor.

—Hola, ¿qué tal la siesta? —pregunta risueño el castaño.

Ugh, estás siendo demasiado amable con nuestra presa —reprocha una vocecita detrás de Joshua. El cabello rubio de Jeonghan de pronto aparece en la vista de Seungkwan y el chico se maldice internamente cuando por fin recuerda que ya ha tenido el placer de conocerlo. Jeonghan hace un puchero cuando Joshua le da una mala mirada y termina suspirando —. Bueno, está bien. Admito que es bonito, ¡pero míralo! ¡Esa linda carita revelará todos nuestros secretos ancestrales!

—Tú estás siendo demasiado drástico —se queja Joshua cruzando sus brazos —. Al menos dejémoslo explicarse.

El rubio acepta de mala gana y pronto ambos dirigen su atención al menor, quien los mira tan pálido como una hoja de papel.

—Creo que deberíamos quitarle la cinta de la boca primero —murmura Jeonghan.

—Ah, claro. Tiene sentido. —Joshua se acerca y le despega la cinta a Seungkwan tan fuerte que una lágrima se le termina escapando al menor. —Uy, lo siento.

—¡Lo sabía! ¡Lo sabía y Seokmin me creía paranoico! —exclama Seungkwan revolviéndose en la silla como un gusano, de pronto olvidando el temor. —¡Lo vampiros en realidad existen! —Los mayores lo miran en silencio y Seungkwan se aclara la garganta, repentinamente apenado por su escándalo. —Sí son vampiros, ¿cierto? ¡Yo escuché a Joshua preguntar si podía beber de mi sangre en el trayecto! ¿O quizá lo soñé? —preguntó para sí mismo. —¿En realidad beben sangre?

—Si, bueno. No estás equivocado —le asegura Jeonghan con media sonrisa que muestra sus blancos colmillos —. Somos vampiros y bebemos sangre. ¿Quieres ver? —Seungkwan lo mira entre asombrado y orgulloso por siempre haber tenido razón en cuanto a que los vampiros existen. Sus pensamientos pasan tan rápido que no es capaz de ni de procesar uno. —Joshua, pásame la rata —exige y Joshua da un paso.

—¡No! —se apresura Seungkwan a detener al vampiro rubio en cuanto une sus ideas. —No es necesaria la demostración, definitivamente les creo.

—Joshua, no me pases la rata.

El castaño rueda los ojos y se deja caer sobre el piso. Es ahí cuando Seungkwan comienza a escanear el entorno. Parece una pequeña cabaña, los pisos y los muros son de madera y la lluvia continúa en las afueras.

—¿Me secuestraron?

Jeonghan se ríe con ganas. —Muy inteligente de tu parte deducirlo, pero creo que ya te estabas tardando.

—Ah, esto está mal. No puedo quedarme aquí, yo debía... —Seungkwan deja la oración sin completar flotando en el aire. — ¡Mingyu! —recuerda de pronto. —Tengo que regresar, le prometí no abrirle la puerta a extraños.

—¿Te preocupa más un vampiro que rompe las reglas que tu propia vida? ¿Estás estás enamorado o algo así? —se burla de nuevo el rubio y Joshua le da un golpecito en la pierna para que se calle.

—¿Un vampiro? —El menor siente como todo el aire que tiene se le escapa de manera repentina. —¿Mingyu es un vampiro? —Ambos vampiros asienten y Seungkwan sonríe, lo que es extraño y hace a los mayores preguntarse si todos los humanos son así de escalofriantes. —¡También lo sabía!

—Bueno, si, lo que sea —dice Jeonghan. Joshua se levanta una vez más y rodea los hombros de Seungkwan desde atrás antes de que el rubio vuelva a hablar. —Ahora, por protocolo, tendremos que matarte.

siento q este capítulo estuvo medio raro, pero bueno. así las cosas jajs

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