19.
TaeYong recuerda pocos momentos felices con su padre, casi siempre estaba trabajando o arreglando asuntos que podrían llevarlo a la cárcel -o a la muerte- pero en su memoria tiene grabado un día en el que su padre le obligó a memorizar un número de teléfono, le dijo que no estaba orgulloso de muchas de sus acciones y que aquella persona había quitado de su camino posibles amenazas, le explicó que si algún día ya no estaba y él estuviera en peligro, lo llamara y dijera que era hijo del dueño de empresas Lee, que estaba en problemas y que era hora de hacer el favor. No tenía un teléfono, pero tenía un plan que podría funcionar,
Chanyeol tenía una semana de vacaciones, su jefe se había ido de vacaciones y no confiaba en los extranjeros para dejarlos a cargo de su negocio, pero parecía que su plan estaba aprueba de fallas.
Tomó su chaqueta y bajó trotando las escaleras con una sonrisa brillante,
SeHun y Chanyeol estaban en el sillón de la sala, estaban recargados el uno contra el otro mientras veían una serie, estaban tomados de las manos y parecían felices. No estaba seguro si SeHun fingía o algo estaba pasando entre ellos.
—Voy a la tienda— dijo.
—¿Para qué? En casa tienes de todo, no sabrás comunicarte— Chanyeol le miró con una expresión que no sabía interpretar, como si quisiera leer su mente y matarlo al mismo tiempo.
—Pero quiero intentarlo, papá— puso una cara inocente— Vamos a vivir aquí y yo quiero poder comunicarme por lo menos en señas para desarrollarme mejor.
Los ojos del mayor se achicaron, trataba de descubrir sus intenciones.
—Déjalo ir, tiene razón—SeHun intercedió por él, Chanyeol dejó de mirarlo, asintió y le tendió un billete.
—De acuerdo, si tardas mucho iré a buscarte.
—No voy a tardarme.
Salió casi corriendo, tal vez SeHun sabía lo que trataba de hacer y por ello intercedió por él. El camino era largo, porque la casa estaba en las montañas rocosas y el pueblo estaba en un pequeño hundimiento, por lo que se apresuró para ganar tiempo, la tienda a la que iba tenía carteles de teléfonos de cobro por fuera, había un anciano que estaba recargado del mostrador con aburrimiento. Se paró frente a él y señaló el teléfono que estaba sobre una mesita.
—Phone— dijo haciendo un ademan de hablar por teléfono.
El hombre señaló un cartel con la tarifa, pero TaeYong no entendía bien, le tendió el billete y el hombre le dio cambio y le señaló con el mentón el lugar donde tenía que sentarse. Marcó el número con ansiedad, los pitidos parecían eternos, cuando contestaron, habló con emoción y ansiedad, de alguna forma sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Soy Lee TaeYong, hijo del dueño de empresas Lee, es hora de hacer el favor.
—Situación y lugar— le dijo una voz gruesa del otro lado.
—Mi padre fue asesinado y su asesino me secuestró a mí y a un amigo, estamos en Hallstatt en el distrito montañoso de Salzkammergut en Austria.
—¿No crees que estás muy lejos? — era burlón.
—Por favor, mi secuestrador a penas me dejó salir a la tienda, tengo miedo de que nos mate.
—Está bien, niño— un suspiro cansado rezumbó en su oído— Escúchame bien, necesito que hagas un par de cosas.
(…)
Chanyeol se sentía ansioso, algo no andaba bien, TaeYong se veía demasiado sospechoso, pero sabía que no podía hacer nada.
—Estás distraído— SeHun recargó su cabeza en su pecho y le miró con ojitos brillantes— ¿Pasa algo?
—No, muñequito— tomó su mentón y le dio un beso profundo, disfrutando la tersa sensación de los labios de su amado con los suyos —Te amo.
—Lo sé— le guiñó un ojo.
Sonrieron suavemente, disfrutando ese cursi momento, pero el malestar de la incertidumbre le hizo formar una mueca.
—Me preocupa TaeYong, iré a buscarlo, pudo caerse en el camino.
—Claro— se acomodó en el sillón y le tiró un beso cuando lo vio irse.
Chanyeol caminó fuera del sendero, entre los árboles, funcionaba mejor así. Vio a TaeYong caminar con cuidado por el sendero de rocas con un refresco tradicional en la mano y una papas, caminó hasta llegar tras de él.
—Tardaste mucho— dijo haciéndolo saltar.
—Es que no sabía que elegir y el anciano no me entendía muy bien.
—Claro— le miró de forma penetrante, tratando de darle a entender que no jugara con él—Vamos, papá también está preocupado.
—Vamos.
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CHAN CHAN CHAAAAAAN!
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