Me desperté. Me desperté con los ojos llenos de lagañas. El viaje había sido cansado hasta para mí, que he ido durmiendo. Sonaba la música. Sonaban los gritos y el barullo de mis compañeros. A mi lado estaba mi mejor amiga, mi confidente, la salvación de mi vida: Ella era Freya.

— Oye Noah, que la vida no se pasa durmiendo.- Me dijo.

— Solo estaba descansando, nada más.- Respondí.

— Pues vaya descanso, tía, ¡te has pasado la mitad del viaje durmiendo!

— Yo soy así, ya sabes que siempre tengo sueño.

— Ya estarás descansada, ahora vamos a escuchar música en mi MP3, o algo, porque me estoy aburriendo mucho.

Le daba la razón de que estuviera aburrida. Yo que era la compañera de su viaje me había pasado durmiendo la mitad del trayecto. No había sido fácil pagar el viaje, es más, cada uno de nosotros aportó 500 euros. Ahora os estaréis preguntando, ¿que viaje, de quien hablas, que pasa? Pues os lo voy a explicar todo. Esto es el viaje de fin de curso. Sí, ni más ni menos, fin de curso. Íbamos en autobús. El conductor era un anciano, algunos de mis compañeros tenían miedo de perder la vida en el trayecto, ya que el conductor parecía hasta moribundo, pero conducía bien, gracias a Dios.

Quedaba casi nada para llegar, casi NADA. Habíamos pasado un larguísimo viaje en el que la mayoría lo hemos pasado durmiendo. Una voz me dijo por detrás:

— Eh, ¿que tal el viaje hasta ahora?.- dijo aquella voz extraña.

— Genial, estoy contentísima, ¡estamos a punto de llegar!.- respondí.

— Sí, por fin, que aburrido ha sido el viaje...

— Ya te digo, un poco más y me muero.

Aquel era el chico del que yo estaba enamorada. Sus ojos azules y su pelo rubio me conquistaban por dentro. Su voz era agridulce, era grave como la de un chico y a la vez dulce como el. Lo amaba. Mucho. Había soñado desde pequeña con él y, ¿quien sabe que pasaría con en él en el viaje?

Freya me volvió a hablar:

— ¿Que te pasa tía, te gusta el Austin, eh?

— Solo te pido que te calles la boca.- respondí.

— Vale, hija, vale, si solo te he dicho una cosa.

— Ya, pero esas cosas joden. ¿A caso he dicho yo algo de Rick?

— Vale, mejor nos callamos.

— Mucho mejor.- sonreí.

El sitio que habíamos escogido para pasar el viaje de fin de curso se veía a lo lejos y la luna lo reflejaba. Estábamos a punto de llegar.

***

Y llegamos. Cogimos taxis, yo iba con mi amiga. Nos dirigimos hacía el hotel, en el que también iba con Freya.

— Tía, esta cama es genial.- me dijo.

— Ya te digo, aquí puedo estar saltando hasta el amanecer.- le respondí.

— Estoy reventada, tronca. Me voy a dar un baño y me voy a meter en la cama toda fresquita.

— Yo voy a hacer lo mismo, solo que en distinto tiempo que tú.

— Te quiero.- me dijo.

— Yo también.- respondí.

Nos dimos un gran abrazo, y con esto, Freya cogió la toalla, el pijama, el champú y el jabón y se fue al baño.

Estuve 5 o 6 minutos sola sin pensar en nada, solo mirando las vistas del balcón. Abajo podía contemplar a algunos de mis compañeros viendo el espectáculo que el hotel había traído hasta allí. En fin, parecía que Freya y yo éramos las únicas que no estábamos de "fiesta", por así decirlo. Freya salió del baño y se tiró a la cama.

— La ducha tiene spa, solo digo eso.

— Pues lo voy a usar.

— Es que el baño es precioso.

— Ahora iré. Vete al balcón y verás a nuestros compañeros mirando el espectáculo.

— Anda, vete a bañarte, que estás muy sucia.

— Oye, a mi no me dices eso eh.

— Pues claro que sí. Yo digo lo que me da la gana. En realidad es broma, ya sabes lo mucho que te quiero.

— Ah, y no te vayas mientras esté en la ducha eh.

— Confía en mí como siempre lo has echo.

— Lo haré.

"Capítulo finalizado"