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Capitulo 5


Armelle

—¡Ya es hora de despertar!

—¡No le pongan mostaza a los hígados!

Salto de la cama por el susto.

—¡Arriba niña!

—¡Es muy temprano!

—Son las cinco de la mañana.

Me pongo la almohada sobre la cabeza y grito contra el colchón.

—¿Ya no quieres ser una hechicera?

Lo odio.

—Debería ser un crimen despertar a la gente antes de que salga el sol.

Me bajó de la cama, y hago una seña en forma en soldado.

—Bueno, este es tu uniforme—. Me extiende un uniforme como el suyo en color azul. —No sabia tu color favorito, así que investigue algún color neutro. Espero que te guste.

—Esto... —Me quedo analizando el regalo unos minutos antes de darle un abrazo, su incomodidad se hace presente cuando me aleja. —Nunca me habían dado un regalo, lo agradezco mucho señor.

—No es nada.

Me dedica una mueca antes de salir de mi habitación. Me deja sola en mi habitación para que pueda cambiarme. La tela del nuevo uniforme es delgada y justo los pantalones dan una movilidad tan buena que me hace pensar que puede que llegue a entrenar cuerpo a cuerpo.

-—Estoy lista-Informo cuando abro la puerta.

—Bien. —Comienza a caminar por el pasillo para subir las escaleras que nos llevaran a la segunda planta. —Antes de comenzar quiero que por favor olvides todo lo que creas conocer del universo, nada de lo que te han enseñado en la escuela puede prepararte para lo que viene.

-—¿Qué clase de cosas son tan complejas para poder entender?

—Digamos que puede que te de un infarto de la impresión o te quedes en shock.

Wong suelta una pequeña carcajada y después regresa a su típica cara de seriedad.

—Ya vez que si te ríes, Wong.

—Me contaron que en tu primer experiencia casi te haces del baño.

—Que gran mentira —exclama ofendido—. Además, no estaba listo para que lo que Ancestral me enseño.

—¿Puedes creer que cuando el llego a pedir ayuda parecía el hijo perdido de Santa Clus por su barba?

Me mira con una sonrisa, a la que correspondí al instante.

—No me lo imagino de esa forma señor, debió de ser muy gracioso.

—El se quedo por horas esperando en la puerta y llorando como un niño.

—Ya basta de las burlas, eso fue hace años.

Rueda los ojos y me hace una seña para que lo siga.

—Señor Strange. Una pregunta, ¿Es cierto que usted era doctor?

—Si, pero debido a un accidente de auto me lesione las manos y no puede volver a operar personas.

—¿Lo extraña? - Sigo caminado detrás de el.

—¿Mi anterior vida? —piensa un momento antes de responder—. No, ahora soy mas feliz.

—¿Le han dicho que es un gran mentiroso?

Se gira verme y me aprieta la nariz despacio.

—¿Te han dicho que eres una entrometida?

Me suelta para después caminar dándome la espalda. Lo miro ofendida y le saco la lengua.

—Me han dicho que soy insufrible y engreída, pero agregare ese concepto a mi lista de referencias.

—Tu fingido sarcasmo esta algo malo, por no decir, pésimo.

—No era sarcasmo.

—Bien —Se sienta en uno de los sillones y me señala un sofá—. ¿Quieres un café?

—Si me gustaria pero con tres cucharadas de azucar.

—¿Sabes que eso hace daño? —Me mira con una mueca—. Eso te puede causar graves problemas a largo plazo. Puede que no ahora pero si en un futuro, incluso la muerte.

—¿Quién de los dos se va a morir? —Ruedo los ojos y le doy un sorbo al cafe sin ponerle nada de azúcar. Haciendo una mueca.

—Tienes razón pero recuerda que eres mi hija adoptiva y no voy a permitir que tengas alguna enfermedad.

—Bien, café sin azúcar. Me queda claro señor —digo con tono aburrido.

—Muy bien, bueno comenzaremos con una pequeña lección. —Junta sus manos para ponerse de pie y quedar frente a mi—, ¿Tienes confianza en ti misma?

No la tengo.

—Claro que si la tengo.

Que mentirosa.

—No suenas muy convencida, así que primero vamos a trabajar en ello.

—¿Hacer que tenga mas confianza en mi misma? —Me sorprendo por sus palabras y solo hago un ademan con las manos para restarle importancia—. Mucha suerte en eso.

—¿Sabes realmente lo que hacemos aquí?

—Crear superhéroes...

—Pará eso existen los vengadores—. Hace un movimiento con las manos y me proyecta una imagen del universo. —Nosotros nos encargamos de proteger una realidad que esta mas allá del entendimiento humano. Podemos viajar entre otro el multiverso.

—¿Es lo que hacen cuando crean círculos con sus manos?

—Se llaman portales. —Se quita un anillo del dedo—. La importancia de controlarlos va más allá de poder hacer portales. Significa que abriendo uno de ellos puedes salvar tu vida.

—Excelente... —digo emocionada— ¿Cuando me darán el mio?

Me acerco al anillo color dorado pero este lo aparta de mi vista cuando estoy a punto de tocarlo.

—Cuando estés lista, considero que primero tienes que aprender a manejar tus manos y después puedes intentar abrir portales. —Señala a Wong. —Quedas en sus manos.

Dicho eso el se apartó de mi camino y me dejó con Wong. Este me guió hacia la biblioteca. Tomó algunos de los libros bastante grandes.

—Vas a iniciar con esto. No se aceptan quejas.

Ni de broma podría terminar de leer todos esos libros. Tenía cualidades muy buenas, pero la lectura jamás estuvo dentro de mis pasatiempos favoritos. Odiaba estar pegada a las páginas.

—No pienso leer todo eso. Eso es más de lo que he leído toda mi vida—protestó—¿Sabes cuantos han sido?

—Hasta que no termines eso no habrá entrenamiento en campo. Tienes que aprender que no somos magos de fiestas y muchas veces tu vida correrá peligro. Tu serás la única que podrá salvarte.

Tenía razón, no podía hacer berrinche por leer cinco libros. Muchas veces había deseado que llegara este momento. Decido borrar los pensamientos negativos.

Además, que tan difícil puede ser.

—No puedo mas... —Pegue mi frente en la mesa. —Debo de llevar horas pegada aqui y solo he avanzado veinte páginas y de cosas que no entiendo nada.

—Niña, llevas media ahora.

Wong pasa de página mientras me sigue vigilando. No sabía que el entrenamiento fuera tan estricto, pero admito que tengo curiosidad por las demás cosas que hay más allá.

Asi es como pasan las horas, los cuales se convierten en días. Mi rutina básica era despertar, desayunar, leer y entrenamiento físico. No podía usar el anillo hasta que no entiendera mínimo que es lo que hace un hechicero.

Mi nuevo padre se la pasaba entrenando con los demás hechiceros jóvenes, tenía días que no me hablaba, ni tampoco saludaba. Solo recibía quejas de mi, sobre cosas que olvidaba hacer:

"Strange ya quemo la cocina".

"Strange se robo un libro".

"Strange me cambio la espuma de afeitar por crema pastelera".

"Strange me tiro agua encima".

"Strange lavo su ropa con cloro".

Stephen solo se hacía de la vista gorda y jamás me regañaba. Diario encontraba mi desayuno en la mesa de noche junto con una nota. Fruta picada con semillas y un jugo verde que sabía a pasto y no de un sabor agradable. No había más contacto que ese.

Mis días se volvían cada días más monótonos, todos los días entrenaba. Claro, que era mientras mi nuevo padre hacía el cambio de escuela. Mis habilidades mejoraron rápidamente, porque aunque me doliera la cabeza seguía y seguía repasando.

Todas las noches iba a la puerta del señor Strange y dejaba una nota de agradecimiento. Comprendía que no estuviera conmigo, sabía que sólo me había adoptado para entrenarme, que aunque tuviera su apellido faltaba más que simples notas para que me reconociera como su hija.

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