Capitulo 2
Armelle
Llego a la esquina de un edificio desde el cual puedo ver el Santuario sin ser descubierta. El edificio con estilo descuidado y con los colores deslavados me hace darme cuenta que a simple vista parece un basurero. Ahora que lo pienso es una buena idea para guardar las apariencias.
Me escabullo por una de las esquinas hasta el primer callejón que da directo con un acceso de ventilación por donde llevo meses espiando ese lugar. Quito la rejilla con cuidado evitando que alguien me vea entro deprisa dentro de este. Estar aquí era de las cosas mas incomodas, odiaba estar de rodillas mucho tiempo y los raspones en mi pantalón eran mas que evidentes.
La primera vez que había entrado a este lugar fue cuando la policía me estaba persiguiendo. No creo que sea de relevancia decir las razones, así que continuemos con la historia. Recuerdo tomar este pequeño callejón y en mi desesperación, tome una de las rocas tirando la rejilla blanca del acceso de ventilación.
Sigo gateando por el túnel hasta dar con una de las rejillas que dan al recibidor del lugar. Con mis dedos me enfoque en darme mas visibilidad, cuando vi pasar al Sr. Strange con su típica taza de café. Creo que tenia una insana adicción a esa bebida color café, no entendía el motivo pero odiaba ese sabor tan amargo.
— Desde que te volviste el hechicero supremo eres aun mas mandón Wong.
Le da un sorbo a su café y se quita la arena de la capa.
— Este lugar necesita mantenimiento, deberías de ayudar a limpiarlo.
— Eres el hechicero supremo, hazlo tu.
— Deberías de admitir que estas molesto que me dieran tu puesto.
— No estoy enojado.
Intenta darle un sorbo a su café, cuando una ráfaga de viento hace que se le caiga su taza de las manos y quede su cara llena de esa arena extraña. Nunca había visto esa especie de arena, hasta parece del desierto. Espera, ellos abren portales...puede que algo pasara.
—Wong...— dice con pesadez—. ¿No cerraste el portal o si?
Escupe la tierra que entro en su boca. Verlo de esta forma es algo que jamás espere ver.
— No tengo tiempo para eso, encárgate tu.
Sigo mirando cuando una pequeña rafa de viento me llega por el pelo, pero asumo que es lo mismo que le había sucedido al señor Strange. Sigo mirando la discusión entre los dos hechiceros, cuando siento un pequeño cosquilleo en mi oreja. Paso mi mano por ella para quitar la sensación pero un segundo cosquilleó me da en la otra oreja.
— Basta que no puedo escuchar...
Siento que algo intenta agarrarme de la oreja y por mis reflejos me giro a ver. La sorpresa que me llevo cuando veo la capa del señor Strange a mi lado y suelto un grito. Levanto mi cabeza con rapidez y no puedo evitar golpearme. Intento escapar gateando por el túnel pero la capa me toma del tobillo y me arrastra por todo el conducto.
— ¡Suéltame! ¡Prometo no entrar de nuevo!
Me sigue arrastrando por unos segundos y no puedo evitar gritar.
Prometo que si salgo de esta no cambiare el acondicionador de la generala por crema de afeitar.
Me sigue arrastrando hasta dejarme caer en el suelo de golpe, o mas bien sobre una de las alfombras del lugar. Mi mejilla derecha es la que recibe el beso del suelo y un quejido sale de mis labios.
— Me duelen partes que no pensé que dolieran...
Me quedo unos segundos sobre el suelo, cuando veo unos pies de alguien y el inicio de una capa color roja. Mi corazón late con fuerza mientras voy levantando mi mirada hasta encontrarme con un Dr. Strange molesto y los brazos cruzados.
— ¿Cuánto tiempo llevas haciendo esto?
— ¿Hacer que?
— Espiarnos obviamente niñita.
— Yo no los espió.
Bueno no tan seguido me gustaría decir.
— Deberías de tener mas control sobre los accesos al santuario, Wong.
Me siento sobre el suelo mientras espero a que me dejen ir, y muevo mis pies con impaciencia.
— ¿Por donde entraste? — Wong me mira serio y con los brazos cruzados.
Solo le señalo los ductos de ventilación.
— ¿Es ella? —Wong le pregunta confundido.
— Si, lo es.
— ¿De que habla?— le digo confundida—. Yo que...
— Estamos hablando los adultos, guarda silencio niña.
Me reprende el señor Strange. Lo miro ofendida y no hago mas que sacarle la lengua.
— Es la niña que siempre se para en frente de la calle y observa el lugar. No creo que sea alguien peligrosa.
Strange hace un ademan con la mano señalándome.
— Logro entrar y derribar todas tus defensas, yo creo que deberíamos de cuidarnos.
Solo entre por el conducto de ventilación no creo que sea tan grave. Yo soy igual de peligrosa que una cochinilla, bueno a menos que tenga hambre, ahí es diferente la cosa. Me quedo pensativa un momento cuando Wong me toca el hombro.
— ¿Sueles hacer esto muy seguido?
— ¿Cual? —lo miro y después paso mi vista a la pared—. ¿Disociarme de la realidad o entrar al santuario?
— ¿Puedes hacer eso? —dice Strange confundido.
— Si...solo miras al frente y te pierdes en tus pensamientos.
— Eso es poner la mente en blanco niña.
Le dedico una sonrisa falsa y miro a Wong esperando su respuesta.
— Entrar al santuario— reafirmar Wong—, ¿sabes que es un delito?
— También el secuestrar a una niña, lo es —asiento con la cabeza y me acomodo mi chaqueta—. Creo que me iré a casa, porque mi madre debería de estar preocupada por mi.
Me intento poner de pie y salir corriendo pero mis pies se comienzan a hundir en el suelo. El pánico se hace presente de nuevo al intentar salir pero mientras mas me muevo mis pies se adhieren mas al suelo. Bufo enojada cuando los miro a ambos sonriendo, y no hago mas que torcer mi boca.
Fueron ellos.
— Bien, desde que tengo uso de razón vengo a espirarlos desde la esquina...
—Espiar a las personas es aterrador, ahora entiendo porque me sentía tan vigilado —Me interrumpe Wong.
— No lo hacia tan seguido —mas bien lo hacia diario, pero es algo que no estoy dispuesta a admitir—. ¿Por que me miras como si estuviera diciendo una mentira?
Strange mantiene su mirada seria ante mi y con su dedo índice me señala.
— Eres una mala mentirosa —Me observa con curiosidad—. Tienes esa mirada de cuando los niños dicen mentiras, te va a salir la nariz de pinocho.
Caray que si tenia buen ojo.
— Bueno, ya los espiaba diario porque me gusta lo que hacen y tenia curiosidad de saber como entrenan. Además, que desde pequeña quería ser como ustedes—digo rápido, —Ya saben, mover las manos como si tuviera calambres pero hacer escuditos y así.
— Son mudras, no la calambres— Me aclara Strange con una sonrisa forzada.
—Calambres.
Lo reto con la mirada y alzo las cejas mientras le dedico una sonrisa sínica.
— Ya dejen de pelear —Wong interviene—. No olvides que hay que llamarle a su madre para que venga por ella.
— ¿Mi madre? ¡No!— pongo mis manos al frente y las muevo en señal de negativa—. Mi madre tiene viajes de negocios, y odia mucho que la interrumpan. Yo puedo irme a casa sola, si me dejan ir prometo no denunciarlos.
— Aquí tendríamos que llevarte a la policía nosotros por entrar a propiedad privada.
— No lo hice tanto tiempo, solo llevo dos semanas entrando y no es como que pudiera ver mucho —Esta vez me muestro sincera—. Señor, por favor.
Pongo mis manos en forma de suplica, no puedo permitir que me lleven con la generala y menos que lo haga la policía. Sabia el castigo que me llevaría si eso pasa, lo que ahora no necesitaba eran problemas. Bueno, aun mas de los que ya tengo.
Ambos se miran y hacen algunos gestos con su cara señalándome. Intento moverme pero el piso movedizo que pusieron debajo de mi aun me tiene atrapada.
—Bien te dejaremos ir con dos condiciones. —Me señala de nuevo con el dedo índice—. No quiero que vuelvas a entrar y jamás vengas a espiar el santuario.
Separo mis manos y llevo una de ellas detrás de mi para cruzar mis dedos porque claramente es algo que jamás iba a prometer, no me iba a rendir tan fácilmente.
— Sin trucos niña.
Me señala la mano de atrás.
— El maguito aquí es usted señor Strange.
Me mira con molestia y después quita el hechizo dejándome ir.
— Esta bien, lo prometo —digo al fin y me quedo de pie esperando a que me dejen ir—. ¿Me puedo ir?
— Largo de aquí.
Sin esperar a que camine, con un viento demasiado extraño me saca volando por la puerta. Dejándome caer sobre el frio asfalto.
— A veces odio la magia.
Me sobo mi espalda baja y cuando me pongo de pie me truena.
— Auch, auch, auch. — Me quedo unos segundos en el asfalto, para evitar sentir ese dolor de nuevo—. Si me truena la espalda así a los 16, no se que me espera en unos años.
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