Capitulo 18
Narrador Omnisciente
Aun con las piernas entumecidas Armelle se mantiene en el suelo, en la esquina de la habitación. Un ruido de una puerta abrirse es lo que hace que salga un poco mas de su trance, aun con la vista en el piso alguien se acerca.
— ¿Estas bien? —el hijo de Diego es el que hace acto de presencia.
Ella se limita a solo mirarlo y asentir con la cabeza.
—¿Quieres que te ayude? —cierra la puerta detrás de el—Me estoy escondiendo de mi padre, rompí algo allá afuera con el palo de la escoba.
—Si puedo —La chica se agarra de una de las paredes y con las piernas temblorosas se levanta.
—¿Sueles sangrar de los ojos muy seguido? —Armelle confundida pasa los dedos por sus ojos y en efecto, están llenos de sangre.
—No, es la segunda vez.
—Déjame conseguir papel para que te limpies las mejillas —el chico de forma torpe comienza a buscar en los cajones que hay en la habitación hasta dar con el papel—Lo siento.
Le extiende el papel y espera con paciencia hasta que esta lo agarre. Ella con las manos temblorosas lo toma, hace un asentimiento de cabeza antes de pasar el papel por sus ojos.
—Ahora pareces un mapache rojo —Stanley intenta hacer reír a la niña, pero solo provoca una leve sonrisa.
—Jamás nos presentamos —le extiende su mano el chico, ella toma su mano aun llena de sangre— Soy Stanley hijo de Diego.
—Armelle, un placer.
La puerta de la habitación se abre de repente dejando ver a un Diego molesto. No pasa mucho hasta que ve los ojos de la niña con sangre, su semblante enojado cambia a uno preocupado y decide acercarse con precaución.
—Armelle —Diego se acerca hasta quedar frente a ella— ¿Qué sucedió?
Armelle no dice nada y solo niega con la cabeza.
—Antes que empieces, yo no tuve nada que ver —Stan se defiende.
—Déjame ayudarte —Toma a la niña entre brazos y la lleva hacia uno de los baños que hay. Bueno o lo mas cercano que hay es un spa que cuenta el hotel de mala muerte. Armelle no dice nada en todo el trayecto a pesar de que Stan le insiste en que podrán ir a jugar o hacer travesuras por el lugar.
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Narra Armelle
Debo admitir que hasta ahora tenia un top de los favoritos, donde tenia en primer lugar a Klaus seguido de Diego, que esta era la segunda vez que me ayudaba en el poco tiempo que llevo aquí. Stan podría ser un gran amigo con el que me divertiría, no quería seguir jugando al salvavidas del mundo.
Diego fue bastante amable al cargarme hasta el spa del hotel. En cuanto llegamos me dejo en el suelo y cuando estaba a punto de entrar Cinco y una chica de pelo blanco salieron por la puerta, sin mencionar que ella se encontraba simplemente en una toalla. Baje la mirada incapaz de mirar a la cara a Cinco simplemente por dos razones: el casi beso y porque mi rostro estaba lleno de sangre.
— ¿Qué hacían ahí? —Diego exclamo molesto.
—Tomando un baño —la chica de pelo blanco sonrió con descaro, pero paso su mirada por mi.
—¿Los dos juntos? —Diego le da una mirada indignada a Cinco.
Mientras ellos se sumergen en su pequeña discusión de pareja, dejo de prestar atención porque el movimiento brusco de alguien empujándome me distrae, suelto un quejido cuando Cinco solo me da una mirada pero el ya sobre el elevador cargando dos maletines. Mantiene la mirada seria, no dejo de verlo esperando una reacción pero este solo me mira de arriba a abajo pero no hace nada por preguntar.
—Tenemos cosas mas importantes que hacer —Cinco habla por fin.
—¿Mas que la familia? —Diego los interrumpe.
—Diego lo nuestro termino hace mucho, para ti fueron horas pero para mi años —Diego la jala de la mano— Supere lo nuestro hace mucho, el único vinculo que queda entre nosotros es nuestro hijo. Además, que he dormido con mucha pero mucha gente.
Lila pasa a mi lado empujándome justo como lo hizo Cinco conmigo. Bajo la mirada a mis zapatos y espero a que se cierre el elevador para levantar la vista. Se que no calcule bien porque por un segundo mi vista se topa con una expresión de confusión en el rostro.
—¿Cuántos son muchos hombres?
—Mas que tu papi —Stan sale corriendo con su padre detrás y me dejan sola en medio del pasillo.
Decido bajar al lobby del hotel porque necesitaba buscar ropa nueva. Con temor espero a lado de un hombre mayor, me balanceo mientras espero porque la ansiedad que la gente me vea llena de sangre es muy grande.
—Me gustaría saber donde puedo conseguir ropa para mi —El encargado del hotel me da una mirada, se agacha detrás del mostrador y saca una maleta color café. Es bastante pequeña por lo que veo.
—No, no es mía. —Niego rápidamente pero el hombre me hace una seña para que me la lleve.
El hombre con el que estaba me da una mirada de reojo, pero justo cuando me doy la vuelta para girarme su piel palidece como si de un fantasma se tratara. Se coloca los audífonos y no espera un momento para poder caminar hasta el ascensor perdiéndose de mi vista. Ignoró al señor tan extraño y me dirijo al spa para poder tomar un baño.
Llego al lugar y abro la llave del agua para poder tomar un baño. Mientras espero a que se llene la tina de agua abro la maleta que me dieron y me doy cuenta que hay ropa de colores café, crema y blanco. Un par de suéteres de cuello de tortuga y algunos pantalones de cuadro.
—Algo de esto puede servir supongo.
Me decido por una blusa color café y uno de los pantalones de cuadros haciéndole juego. No es algo que usaría pero por ahora no quedaba mas que eso. Me siento en la orilla de la tina de agua, me desabrocho las botas. Ahora que lo pensaba no me había cambiado el traje de sayayin desde que llegue.
—Debo de oler a chivo viejo...
Bueno por las ultimas setenta y dos horas solo me había preocupado en sobrevivir pero no se me había pasado por la mente el cambiarme de ropa. Me quito el cinturón, dejándolo sobre la maleta. Quito el chaleco en forma de capa quedando solo con la sudadera de manga larga y los pantalones. Bajo mis pantalones, me doy cuenta de las heridas que tengo en las rodillas y una cortada que rodea casi mi muslo interno.
—Yo que pensé que la madera no se tenia que mojar.
Doy un brinco cuando escucho la voz de la persona, provoca que caiga dentro de la bañera llena de agua y quedando con solo las piernas fuera.
—¡No te enseñaron a tocar numerito!
— No —me da su típica sonrisa sínica.
—Debes de respetar la privacidad de las personas —le lanzo agua y mientras se acerca caigo en cuenta que ahora no trae la ropa con la que fuimos con Klaus a ver a su madre.
Un traje negro hecho completamente a su medida hace que sienta algo en el estomago. Trago saliva cuando lo veo caminar hacia mi, relamo mis labios porque siento que están mas secos que de costumbre. Su forma de caminar es tan elegante y formal, es tan seguro de si mismo que lo hace aun mas atractivo de lo que es.
Como odiaba a este hombre y su estúpida personalidad.
— ¿No tienes cosas mas importantes que hacer? —repito lo que el dijo.
—Si, pero tenia un asunto que resolver con una pinocho —pasa las yemas de sus dedos por orilla de la tina, sin disimular meto mis piernas dentro y espero a que llegue hasta mi— ¿Qué sucedió?
—Me niego a decirte algo numerito de cuarta.
Me dedica una sonrisa pequeña antes de mirar al techo.
—Mira pinocho —mete su mano dentro de su bolsillo y camina alrededor de la tina—Tuvimos el mismo incidente con el sueño, y después con el anillo. Estoy harto de jugar a la estúpida niñera de una niña con traumas de abandono, así que lo pondré fácil. Si me sigues ocultando cosas prometo cumplir mi promesa y asesinarte.
—¿Crees que tengo miedo a morir? —suelto una carcajada —Yo estoy muerta desde el día que mi madre me dejo.
—Claro que tienes miedo a morir —se agacha para quedar a mi altura—Tienes miedo a morir sin saber las razones por las cuales tu madre te abandono.
—¿Crees que no me doy cuenta? —no dejo de mirar sus ojos— Tienes los mismo traumas que yo tengo, pero por lo menos mi madre no me vendió por mil dólares.
Se que di en el clavo cuando su cara intenta disimular la molestia pero no se inmuta cuando me toma de la sudadera y me acerca mas quedando solo a centímetros.
—A lo mejor tendrás razón, pero por lo menos no me abandono como a un estúpido perro.
Pienso en que responder pero sabia que tenia razón en lo que decía, sin embargo no deje que su mirada me intimidara. El seguía con el agarre en mi suéter, mis manos parecía que tenían vida propia porque de nueva cuenta tenia el saco del traje apretado contra mis manos.
—¿Sabes que es lo peor? —este se afloja el agarre de mi suéter pero no hace nada por alejarse o quitar mis manos de su traje.
Bajo la mirada unos segundos para darme cuanta que coloco cada mano a un costado de la bañera de esta manera evitar dejar caer todo su cuerpo sobre mi. Mis manos me tiemblan cuando se acerca mas antes de hablar.
—¿Qué es Armelle? —susurra por lo bajo.
—Que... —bajo la mirada a sus labios y el hace lo mismo relamiendo sus labios.
—¡A la mierda Armelle!
Toma mi rostro con sus manos y estampa sus labios contra los míos en un beso impulsivo e intenso. Sus labios se mueven con prisa y pasión, se siente como algo que estuvo conteniendo en mucho tiempo. Las sensaciones que provoca en mi son tan intensas que me logro perder, llevando mis manos hacia su corbata jalándolo hacia mi.
—Enano...
Se escucha la puerta abrirse y en un impulso empujo a Cinco hacia atrás alejándolo de mi. Lila cierra la puerta y se escucha una carcajada de su parte. Me toco los labios mientras veo a un Cinco confundido huyendo por la puerta.
—Trágame tierra y me escupes en marte
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Bueno espero que les guste el capitulo.
¿Cuánto creen que sigan negando lo que sienten?
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