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Cap. 4 "Escapar"


Cap. 4 "Escapar"

-"Naruto... Su nombre es... Naruto" –y si quería estar con él, tenía que dejar todo atrás.

Un nuevo sollozo escapo de sus labios, que su padre y hermana, parados a su lado enfrente de la tumba de su madre, interpretaron equivocadamente.

-Si quieres quedarte más tiempo, bien –espeto su padre sin ningún tacto- pero deja de montar escenas.

-Sí, padre –contesto Hinata irguiéndose y reprimiendo un nuevo sollozo.

-Vamos Hanabi –dijo entonces su padre frunciendo el ceño- Esperaremos a tu hermana en el auto.

Hanabi no respondió, solo asintió con la cabeza, y después de mirar de reojo a su hermana, lo siguió con la misma expresión de disgusto.

Entretanto, Hinata apretaba los puños con fuerza, suplicando al cielo una respuesta que no llegaba.

-"Abandona todo" –le había dicho ese hombre que acompañaba al otro, llamado Madara- "Abandona todo y a todos. ESE es el precio. Que tu único deseo y voluntad, sean estar con él."

Pero... por más que odiase su vida... por más que no se sintiera parte del mundo que la rodeaba... no podía simplemente irse, sin decir nada o dar una explicación. No podía hacerles eso a su familia y amigos ¿Qué clase de persona seria? ¿Qué clase de hija seria si lo hiciera? Anteponiendo su deseo egoísta.

-"¿Familia?... ¿Amigos?... ¿Dónde están ellos?" –se había burlado Madara- "Poco o nada les importas, ¿acaso alguno de ellos se dio cuenta de tu sufrimiento? ¡NO! Eres solo una piedra en su camino. Carente de valor... Carente de significado... Carente de propósito... Nadie te extrañara... Nadie se preocupara por ti... Entonces, ¿Por qué no ser egoísta?

¡Eso era mentira! Tenía que serlo. Porque, su padre y su hermana, sin importar su frialdad y desapego... la querían ¿Verdad que era así?

-"Si no me crees" –continuo diciendo Madara- "Regresa y compruébalo por ti misma. Pero recuerda, solo tienes hasta el fin del ocaso para estar ahí, después, será demasiado tarde, tu alma quedara atrapada en este mundo... para siempre."

Angustiada, Hinata miro el collar que ese hombre le diera antes de desaparecer.

-"Toma" –le dijo- "Esto nos ayudara a encontrarte" –y se fue.

-Mama –murmuro Hinata sollozando- ¿Qué debo hacer? –acariciando con un dedo el retrato que descansaba encima de la lápida, entonces, noto algo en la imagen de la foto que capto su atención- ¡¿Pero qué...?! –alzando el collar a la altura del retrato. No había error. El collar que en esa foto lucia su madre en el cuello, era el mismo que en esos momentos ella sostenía en su mano- ¿Qué significa esto?

3 h antes del ocaso...

-¡Papa, NO! ¡Te lo suplico! ¡Por favor, no lo hagas! –rogaba Hinata de rodillas en el suelo del patio, aferrándose a su padre que daba la orden... para quemarlo todo.

¿Cómo es que había ocurrido esto? ¿Cómo es que se había desencadenado esa situación?

La respuesta era sencilla: ... Hanabi.

Hanabi, su pequeña hermana la había delatado, diciéndole a su padre del retraso que tuvo para recogerla y especulando los motivos del mismo. Solo eso basto para que la ira de su progenitor se volcara contra ella. O tal vez fuera, que solo busco una excusa para lo que ya llevaba planeando desde días atrás. Como fuese, ya no importaba. El personal de la casa fue interrogado con respecto a sus actividades, y no tardó mucho en que el vigilante que sobornara hablara sobre sus salidas nocturnas, y entonces... ya no hubo salida. Su padre mando registrar su habitación, y ¡oh sorpresa! se encontró con los cuadros, aquellos que representaban su único tesoro, que le permitió por tantos años soportarlo todo... Ahora, se veían reducidos a cenizas ante sus ojos, que impotentes miraban el fin de sus sueños y esperanzas.

-¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! –musito Hinata sollozando, pero, si esperaba una respuesta... no la obtuvo.

Su padre, inmune a su sufrimiento, se alejó con paso firme del lugar sin voltear siquiera una sola vez a verla, creyendo haber puesto fin a sus problemas, sin saber, que estos apenas si habían comenzado.

Entretanto, en la improvisada hoguera, el último cuadro estaba siendo consumido por las llamas, y este, no era otro que aquel que mostraba esa profunda tristeza en el hermoso rostro del joven rubio de ojos azules que por tantas semanas la había atormentado. Al verlo desaparecer, algo en el interior de Hinata se rompió, haciéndole experimentar por primera vez... el odio. Odio que le impulso a tomar una decisión, que marcaría el rumbo de su destino.

Porque fue tan fuerte ese sentimiento, que en un instante dejo de llorar, acallando abruptamente sus sollozos y limpiando con rabia sus lágrimas que prometió jamás volver a derramar por esas personas que alguna vez considero su familia. Luego, lentamente se puso en pie, irguiéndose como una diosa altiva, dispuesta a poner en práctica su ahora determinación... irse.

La oportunidad se dio, ¿o fue acaso solo un evento premeditado del destino? Como fuese, no lo desaprovecharía. El enorme portón de entrada se estaba abriendo, para dar acceso a un vehículo de servicio. Hinata calculo la distancia, y el tiempo justo antes de que se cerrara el portón, entonces, antes de que alguien pudiese adivinar sus intenciones o pudiese detenerla, hecho a correr a todo lo que le permitían sus piernas, mientras los guardias absortos miraban incrédulos como escapaba.

-"Solo un poco más"

Un fuerte tirón en sus ropas de un guardia que la había alcanzado le hiso perder el equilibrio, pero alcanzo a impulsarse hacia el frente por lo que la fina tela se rasgó, precipitándose con violencia contra el suelo de la acera, en tanto a sus espaldas el portón se cerraba con un sonido sordo.

-¡Abran el portón, ya! –escucho vagamente gritar colérico a su padre.

Eso basto para que Hinata reaccionara y se pusiera en pie, enfilándose por la acera sin estar segura de sí lo conseguiría, pues ya podía escuchar los pasos que la perseguían, y la voz de su padre ordenándole que se detuviera.

-"No lo lograre" –pensó desesperada, no obstante, tal temor desapareció cuando un vehículo de vidrios polarizados se detuvo a su lado y abrió la puerta para darle acceso. Claro que dudo en hacerlo, pero los gritos y pisadas apresuradas a sus espaldas fueron un incentivo para dejar a un lado sus reservas, después de todo, cualquier cosa le parecía preferible que regresar. Una vez hubo entrado, el rugido atronador del motor se escuchó, y el auto arranco a toda velocidad, dejando en pocos instantes atrás aquel que fuese su hogar... y al que esperaba, jamás regresar.

1 hora antes del ocaso...

Algo estaba mal, su intuición se lo decía, ESE hombre llamado Madara estaba mintiendo: desde que salieran de la ciudad abordando un helicóptero que los esperaba a solo unos minutos de distancia de la casa de su padre, le quedo claro que TODO había sido perfectamente planeado, aunque el porqué, no lo tuviera claro ¿Qué quería de ella?

Como fuese, si eso no bastara para alarmarla, estaba la extraña advertencia de ese hombre llamado Itachi que le hiciera mientras la acompañaba al helicóptero.

-"Se mas lista que él. No creas sus palabras o jamás volverás a ver a quien amas."

Pero... a esas alturas del partido... ¿Qué podía hacer? Nadie sabía dónde estaba, por lo que nadie iría a rescatarla, entonces... ¿Qué hacer?

-"Tú sabrás que hacer" –le había dicho sin siquiera preguntar- "Pero espera hasta el último momento... será tu mejor oportunidad... Y si lo logras..." –mirándola con intensidad- "Dile que lo siento."

¿A quién se supone que debía decirle eso?

No se lo dijo, o mejor dicho no le alcanzo a decirlo, porque inmediatamente Obito, el otro hombre al servicio de Madara que la contactara primero se colocó al lado de ella, como si presintiera la traición del otro. Ya no hubo oportunidad de hablar con nadie, fue recluida en una habitación de un segundo piso inmediatamente después de bajar del helicóptero (para su supuesta seguridad), donde permanecía ahora, devanándose los sesos en busca de una respuesta que no conseguía encontrar. Definitivamente, agradecía el consejo de Itachi, no obstante lo hubiera agradecido más si supiera a que se refería ¿Qué se suponía debía hacer? Y, si no lo descubría a tiempo... ¿Qué pasaría? A nadie podía acudir... estaba sola.

-Estoy... sola –musito Hinata en voz apagada abrazándose así misma con angustia.

-"No" –se escuchó un débil susurro en la habitación.

-¿Eh? –levantando el rostro.

-"Yo...sigo... aquí..."

-Esa voz –poniéndose en pie y caminando hasta el ventanal abierto por el que entraba una suave y cálida corriente de viento.

-"...esperándote"

Hinata miro por el ventanal; un inmenso valle se divisaba desde la casa. Era extraño, aun en su simpleza... le resultaba familiar... Si, ya había estado ahí, ese lugar era...

-Ya se... lo que tengo... que hacer.

30 min antes del ocaso...

-¿Estas lista? –le pregunto Madara entrando en la habitación, en un tono que hiso estremecer a Hinata de miedo.

-S-Si –consiguió decir Hinata, tratando de aparentar que todo estaba bien.

-Perfecto –dijo Madara sonriendo- En ese caso, no pospongamos esto más tiempo. Ven conmigo, todo está listo para que tu deseo se haga realidad.

Hinata volvió a asentir, y lo siguió con todos sus sentidos alerta, lusta oara... "Escapar".




MarthaElenaGutierrez espero lo estes leyendo y te guste este nuevo cap, agradezco infinitamente tus comentarios gracias me animas a continuar escribiendo este fic ciao

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