12
Aquella noche, ni Shura ni Aioros sintieron el vuelco en el tiempo que regreso a Cid y a Sisifo a su época, simplemente se quedaron ahí, durmiendo en su habitación, sintiéndose afortunados por tenerse el uno al otro, no supieron que había sucedido hasta la mañana siguiente, despertaron como de costumbre con el pensamiento de que sus invitados aún seguían ahí, Shura se dirigió hacia su cocina a preparar café y pancakes mientras Aioros tocaba lentamente aquella puerta la cual se abrió dejando a la vista una habitación vacía.
— ¡SHURA! — lo llamo el castaño
— ¿Que sucede, cielo? — respondió desde la cocina.
— ¡Volvieron, Shura, Cid y Sisifo volvieron a donde pertenecían! —dijo eufórico entrando a la cocina y abrazando por la cintura a su pareja.
—Eso es genial — dijo mientras sacaba de la sartén el último de los pancakes, sintió entonces unos pequeños besos en su cuello — es muy temprano, Aioros.
—Lo sé — sirvió los pancakes en dos porciones iguales junto a dos tazas de café con leche y se sentó.
Shura hizo lo mismo, aquellos cinco minutos pasaron en silencio, uno que a ninguno de los dos le molestaba, se veían de vez en cuando regalándose sonrisas tímidas y besos en el aire, pensando una vez más en su pequeña odisea y en como las cosas también se habían arreglado con los gemelos, todo les decía que les esperaba un buen futuro, sin nada que pudiese perturbar su paz.
—Cariño — llamó Aioros.
—Dime — respondió y le quedó mirando.
— ¿Recuerdas el día que nos conocimos?
—Como si fuera ayer — le sonrió con malicia, ya sabía hacia donde iba aquella conversación, ambos gustaban de contarse mutuamente su versión de la historia de su encuentro y al parecer, era su turno.
—Dime
Como todos los fines de semana, Shura salía de casa a pasar un buen rato en el cine o en cualquier café con sus mejores amigos, pero ese día solo iba él, paseaba por las calles de Cartagena buscando un café y un par de galletas de chocolate, para su mala suerte, comenzó a llover, soltó un par de maldiciones y emprendió la carrera a casa olvidándose por completo de aquel líquido y de aquel delicioso manjar crujiente.
Entre aquellos pasos veloces por aquellas calles, su atención fue robada por un chico castaño que pasaba en dirección contraria, tan embobado que había quedado que tampoco se dio cuenta del poste que estaba enfrente y cuando quiso poner atención en el camino aquel obstáculo se abrazó de él, el estrepitoso ruido de su cuerpo chocando contra el poste y despues contra el suelo hizo que aquel muchacho se girara alarmado y al instante corriera en su auxilio, dejó el paraguas de lado y le levanto un poco.
— ¿Te encuentras bien? — pregunto, Shura no sabía si era su imaginación o si verdaderamente estaba viendo a aquel chico que había robado su mirada.
—Sí, gracias — dijo incorporándose totalmente.
—Valla forma de llamar mi atención — sonrió divertido y Shura enrojeció de la vergüenza, sin duda se había percatado de su mirada.
Una pequeña presentación y unas cuantas salidas con los amigos, un par de años conociéndose y finalmente convirtiéndose en la pareja que despues de 3 años juntos, seguían siendo la perfección y la mejor combinación de actitudes y características, haciendo que aquel día de lluvia fuese algo más que un día lluvioso en Cartagena.
— ¿Debo entonces agradecerle a la lluvia o al poste? — preguntó con una risita el castaño
—Quizá a los dos — respondió con la misma expresión.
Aioros se levantó de la mesa, recogió los platos y tazas y se acercó de nuevo a su pareja, tomó entre sus manos el rostro de Shura y le planto un beso apasionado, el que recibió y correspondió con gusto, toda su vida estaría agradecido por aquella casualidad de un día de lluvia, toda su vida estaba ahora enfocada en la felicidad futura que les esperaba y quizá fueron destinados a encontrarse.
Pero por mucho que les gustase aquel día, ambos sabían que era hora, hora de dar el siguiente paso, la felicidad en aquella casa era todo lo que siempre habían deseado tener, un amor con el que pudiesen reír y llorar sin pena, y ahora que sabían que, incluso sus antepasados habían tenido tiempos difíciles, aquella idea se instaló ahí; una semana había pasado desde aquella vez, y los recuerdos de sus visitantes quedaron solo como el recuerdo distante de un sueño o quizá solo una idea que había rondado por su cabeza.
Se encontraban de nuevo en aquella cocina, Shura aun permanecía sentado en la mesa y Aioros estaba al lado suyo, son esa tierna sonrisa que a menudo tenia adornando su rostro, el brillo en sus ojos tenía la clara intención de hacer algo, y lo hizo, se arrodillo ante su pareja y tomo entre sus manos una de las manos de Shura.
—No sé a quién tenga que agradecerle, si al poste, a la lluvia o al destino por haberte conocido — ambos rieron — pero si se lo que quiero — sacó del bolsillo de su pantalón una caja dorada de terciopelo — ¿quieres casarte conmigo? — abrió entonces aquella caja y relució una sortija verde.
No dijo nada, se lanzó a sus brazos y le beso, ese era el más perfecto "si" que obtuvo, despues de todo, Aioros había recibido el valor de preguntarle aquello de la vista que había tenido de aquellos dos viajeros del tiempo, en el cómo se miraban, en el cómo se veían aquel par de sortijas en sus dedos y por momentos se imaginaba a Shura y a él de la misma manera, entonces comprendió que lo que debía hacer era lo correcto, quizá, el cruce de aquellos paralelos que se supone, no debían juntarse, no solo había contribuido a un futuro no escrito sino que también había hecho un par de cosas más, lo bueno de esto es que ninguno de los tiempos sufrió cambios graves y eso, eso quizá fue el objetivo de todo este embrollo.
Fin
🐐🐴🐴🐐
Bien, criaturas bellas hechas por los dioses, este es el fin de "PARALELO 04", espero que hayan disfrutado cada uno de los capítulos de esta historia
Muchísimas gracias por leer, votar y comentar en esta historia, no se preocupen nos leemos, la votación del capítulo anterior quedó en empate así que tendrán Epílogo, capítulo extra y Datos curiosos.
Dan R
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