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Capítulo 29

El mundo puede ser un lugar horrible si las cosas malas empiezan a abundar en vez de las buenas. Y eso es lo que pasó a la semana siguiente y luego lo que fue pasando por semanas hasta formar un mes entero bajo las nuevas reglas del gobierno.
Tal vez pensamos prepararnos para lo que venía.
Creímos que al haber tantas reglas nuevas, al implantase los chips, los Orígenes que vivía en las ciudades y en sitios desprotegidos iban a sufrir su fin. ¿Pero quién diría que las cosas serían tan diferentes?¿Tan sangrientas?
Debo aclarar que sí, se implantaron los chips, en la mayoría de las personas pero a diferencia de lo que se creía, los Orígenes se levantaron y eso causó que no sólo el gobierno nos tuviera miedo, sino también todos los humanos. Y no sólo miedo, también odio.

Todo empezó el día que se anunció. Una semana después de que nosotros huyéramos al pueblo, los agentes de seguridad invadieron las casas e implantaron los chips, varios Orígenes murieron, sí, porque así es la guerra. Pero los agentes no llegaron a implantar todos los chips porque hubo levantamientos.
Las casas de los presidentes, políticos y varios centros del gobierno fueron bombardeados, Orígenes salieron de sus casas con armas en mano y bombas en las otras. El movimiento fue mundial. Los Orígenes y Medio Orígenes mostraron la verdadera cara ante el mundo, derramaron sangre tanto de los humanos como de ellos mismos y al final las malditas reglas dejaron de servir.
El mundo ya no es como se conoce, ya no puedes caminar por la calle o ir a hacer las compras los fines de semanas o ir a beber con tus amigos por la noche. No, ese era el mundo de antes, déjame hablarte sobre el mundo del ahora.
Los Orígenes saquearon varias casas y edificios, por todo el mundo se han adueñado de partes de territorios donde si un humano se acerca es asesinado, no importa si es alguien inocente, alguien que sólo busca refugio, es asesinado así como en el toque de queda a los humanos no les importaba si a quien mataban era uno de ellos o uno de los nuestros, ahora a ellos, los Orígenes que mandaban en las calles no se detenían tampoco. Se han vuelto salvajes, una pesadilla para los humanos. Varias personas buscaron huir a otro país o esconderse en algún pueblo, varias de esas personas murieron en el camino.
Ya no hay presidentes ni ministros, ahora todos son ellos o nosotros.
Un día las bombas que se escuchan desde Old Town son dirigidas a los humanos, otras son dirigidas a los de nuestra raza.
Las primeras veces todo fue transmitido por televisión, vimos a través de la pantalla, cómo un grupo de Orígenes y Medio Orígenes corrían por la calle apuntando con armas a los humanos para que se alejaran, para que les dejaran una parte del país libre, se establecieron barreras donde los Orígenes no pueden entrar y donde los humanos no pueden hacerlo, el mundo pareció dividirse en dos. Vimos a niños apuntar con armas a otro, vimos caer a familias enteras. Vimos cómo edificios con gente dentro se vinieron abajo, cómo cinco presidentes fueron ejecutados frente a todos. Y luego todo dejó de transmitirse.
La reacción de todos nosotros fue tan desesperada como los mismos ahí afuera, vimos cómo todo lo que conocíamos dejaba de existir, como las personas dejaban de respirar, como todo se destruyó, cómo los autos dejaron de andar libremente por las calles y ahora todos están donde sus dueños los dejaron para huir corriendo, como el polvo cubre las calles y los cuerpos son dejados para pudrirse al viento. Ya ni siquiera podíamos distinguir a los Orígenes y Medio Orígenes limpios y a los infectados, porque actúan igual de salvajes, sin alma.
El mundo ahí afuera es igual al Old Town que nosotros encontramos.
Sólo polvo y cenizas.
Calculamos mal, la comida nos da para un mes más, saqueamos las tiendas y los supermercados del pueblo y logramos extraer buenas ganancias.

¿Qué puedo decir de nosotros?
Una parte de nosotros también murió con la humanidad.
Era triste todo lo que pasaba y no poder hacer nada, ver lo conocido ahora ser cenizas, ver los suelos cubiertos de plomo y escuchar los gritos de la gente. Porque sí, a pesar de las barreras y los hechizos de protección se pudieron escuchar los gritos y los disparos de los pueblos más cercanos. No he podido dormir bien desde entonces y sé que no soy la única.
¿Qué puedo decir de mi?
Estoy asustada, extraño el mundo como era antes, lamento no haberlo apreciado antes.
Me ponía enferma pensar que jamás volvería a salir de este pueblo sin correr riesgos de morir.
Ya no sabía quién era el enemigo, si los humanos, si los Primeros o mi misma raza.

Pero tampoco podía culparlos por atacar cuando ellos nos atacaron primero. No puedo culparlos por haberse dejado llevar por el miedo y actuar con el enojo levantando armas contra sus enemigos porque eso fue algo que yo hice una vez.
No puedo lamentarme por todos los humanos que cayeron porque no todos eran inocentes pero tampoco podía lamentarme por los que cayeron de mi lado porque muchos de ellos mataron a niños y adolescentes que con la guerra no tenían nada que ver. Ya no había bien o mal, todos lo eran todo y eso me asustaba. Ya no hay orden, no hay reglas y al no haber anda de eso significaba el fin de todo.

Ni siquiera había estado en el campo de batalla que ahora el mundo era y las pesadillas me sobresaltaban todas las noches.
Pesadillas en donde un grupo de desconocidos cruzaban las barreras y nos disparaban para adueñarse del lugar, de la comida.
Y mientras pienso en cuan jodido está el mundo, solamente deseo que los Primeros también estén sufriendo las consecuencias.
Sé que lo de los chips no se ha detenido. Caín quien se comunica con algunos hechiceros que sobrevivieron y que se encuentran en grupos de supervivencia, le dicen que los humanos siguen con el plan de los chips, cada día atrapan a gente y los implantan, no importa si varios de ellos muere en el intento, al siguiente día un nuevo grupo los reemplaza y siguen con su trabajo. Lo que me hace preguntarme ¿Quién los guía ahora? si ya no hay presidentes a los que obedecer ¿Quién gobierna a esos humanos y les exige seguir con lo de los chips?

Hay un millón de preguntas ahora, preguntas que probablemente no se contestarán en un tiempo.
La burbuja en la que todos nos encontramos ahora puede ser nuestra salvación o nuestra perdición, eso depende de nosotros.
De pronto, en este mes, todos los problemas que creía importantes se desvanecieron por completo.

Dejé de preocuparme por los constantes roces con Aria, o las evasivas de Caín, o del secreto que Sam y yo guardamos. Todo eso quedó en segundo plano de un día a otro.
Pero como dije antes, no me paso los días lamentándome por los muertos ya que no sabía quiénes eran culpables y quienes no, lo que me tenía en silencio constante era la conmoción, el horror de que jamás volvería a ver el mundo como era, que las calles ya no lo eran, sino que eran vías de guerra. Y sobre todo, estaba preocupada por mi hermano, que seguía ahí afuera, yo no sé si él sigue vivo o si recibió un disparo en los primeros días o si a Karum le pasó algo, si los dos sobrevivieron. No sé nada.
Escucho a Natalia entrar a la habitación, yo todavía sigo acurrucada en mi cama, donde desperté esta mañana, siempre lo hacía pero nunca dormía aquí por las noches, siempre me escabullía a casa de Sam y me quedaba con él, por las mañanas, él nos teletransportaba a mi habitación en casa de Nat y él se iba.
Encontré un buen lugar en él, me sentía cómoda a su lado.
Nat se acuesta a mi lado y quedamos frente a frente.

-Ya es hora de que te levantes.- Murmura de manera desaprobatoria.- Y no estoy hablando sólo de la cama.
-Entonces no sé a qué te refieres.- Digo restregando mis ojos para despejar mi vista por completo. Ella ni siquiera parpadea.
-Claro que sí, has estado como zombie durante semanas, me preocupas.
-Estoy bien.- Intento tranquilizarla pero incluso mi voz suena estúpidamente débil.
Ella suelta aire.- Sé lo que pasa por tu mente, pero no puedes lamentarte por todos...
-No es eso. Incluso esa parte de mi ha cambiado ya. No siento lástima por ellos, todos hicieron algo malo, los humanos lo iniciaron pero nosotros, nuestras razas no fueron mejores que ellos al seguirles el juego, no digo que hubiera sido mejor si no se defendieran pero demonios, las cosas pudieron ser diferentes, murieron inocentes, todos son unos idiotas, no se dan cuenta de lo que han hecho del mundo.

-Pensé que estarías triste por ellos.
-Tal vez en el pasado sí, pero ahora las cosas son diferentes, me he dado cuenta de que no sirve de nada ser blanda en estos tiempos.
Tuerce el gesto.- Quizá tengas razón. Quizá no, pero de todas formas no sirve de nada tener esos pensamientos. ¿Por qué no vamos al lago?
Hace semanas fuimos a ver si estaba intacto, si la zona a la que solíamos ir todavía existía y por suerte así era, al menos los Primeros no acabaron con eso.

-No tengo ganas.- Murmuro hundiéndome en las sábanas.
-Ahhh por favor, has estado así demasiado tiempo Abby. Sabes que no tenemos un futuro asegurado ¿Verdad? Tienes que entender que aunque estemos aquí protegidos temporalmente, puede pasar algo que cambie eso, tal vez la muerte de alguno de los que nos protegen, la invasión de alguien poderoso o incluso, que los mismos Primeros se den cuenta de que estamos aquí y vengan por nosotros, hay un sin fin de posibilidades de que algo malo pase y yo lo sé, por eso trato de salir lo más que puedo, trato de recorrer las calles con Zack y recordar lo que este pueblo era, charlar con todos los que puedo ahora porque puede que mañana no pueda y no quiero morir pensando en que no pude apreciar mis momentos en el pueblo en que nací, tienes que vivir ahora, mañana puede que nada de esto exista más.

Mi pecho se contrae porque sé que tiene razón, no lo había pensado de esa forma, creo que he estado demasiado confiada en la protección que me olvidé que esto no es eterno.
Hago un esfuerzo para asentir.- Bien ¿A dónde quieres ir?

Su sonrisa podría iluminar la noche.-¿Qué tal si le echamos un vistazo a nuestro viejo instituto?

Mi pecho se contrae, no sé si pueda hacer eso sin sentirme melancólica.
Ella jala de mi brazo hasta que me siento gruñendo.- Vamos, vamos, vístete y te veo en media hora, sino, entraré a cómo te encuentres.
La veo salir como un flash y por unos segundos me quedo mirando al vacío, hasta que me doy cuenta de que habla enserio y me levanto para tomar una ducha rápida.
-No sé cómo te ves tan feliz con todo lo que está sucediendo.- Murmuro mientras la miro de reojo, ella no parece estar preocupada o siendo limitada por sus temores. No, ella camina casi trotando hacia la casa de Zack que queda a la vuelta de la esquina. Los mechones de su cabello oscuro le llegan casi a la cintura así como a mi pero en vez de trenzarlo como yo, ella prefiere llevarlo siempre suelto.

-Vive el hoy, no te preocupes por el mañana.- Murmura a lo mejor para sí misma y no para mi.
-Interesante mantra.- Digo con sarcasmo y siento su golpe segundos después.- Auch.- Murmuro frotando mi hombro.
-Tú y tu sarcasmo.- Rueda los ojos.- Como sea, ya es tiempo de que aceptemos lo que pasa en el mundo pero que no nos dejemos vencer por ello, por el momento estamos bien, dejémoslo así.

No digo nada de regreso ya que ella ya está tocando la puerta de Zack.
-Eh.- Contesta él abrazándola en cuanto la ve. Era extraño verlos tan juntitos, lo más extraño fue encontrármelos durmiendo juntos una de éstas noches, no digo que estuvieran haciendo... cosas, pero no me esperaba verlo ahí, envolviéndola con sus brazos. Fue tan tierno y traumático a la vez. Ahora yo parecía ser la violinista alrededor de ellos, no es que me dejaran atrás en sus charlas ni nada de eso, pero tan sólo verlos todo el tiempo sonriéndose entre sí, siempre tocándose aunque sea sólo un roce de manos, esas miradas que se daban... Ay Dios, me pregunto si así de empalagosos somos Sam y yo. Aunque no creo, él es todo un macho, un macho que intimida y que siempre está serio...
Oh bueno, ¿A quién engaño? Ese era el Sam modo macho en frente de todos, pero conmigo era el Sam que me pone apodos como pastelito, que me besa cada vez que puede, que me toca cada vez que puede, que tiene mi fotografía en la mesita de noche y un separador con un pastelito en por qué le recuerda a mí, y sip, ese separador lo robó de la librería en donde trabajaba. También es quien me susurra cosas pervertidas en la mente y que me mira de reojo en público. Me gustaban ambos Sam, tanto el macho como el tierno y cuando ambos se fusionaban... Uf, es épico y sexy.
Veo a Natalia y a Zack frotar sus narices y ruedo los ojos.
-¿Vamos a ir o no?
Zack se ríe caminando hacia mí y dándome un abrazo.- No te pongas celosa, a ti también te quiero.
-No estoy celosa.- Me quejo cuando me baja.- Sólo no sean tan cursis, me dan diabetes.
Nat y él se ríen.- Ya vamos, tenemos mucho por hacer.
Y así empezamos a recorrer las calles, ya sin preocuparnos el ir en medio de esta ya que ningún auto puede atropellarnos. Recorrimos las calles que más recuerdos tienen para nosotras y Nat le fue contando el por qué.
-En esta calle Abby casi fue atropellada.- Dice Nat señalando dicha calle.
-Aquí Natalia se tropezó con la acera y se cayó botando todos sus cuadernos en la corriente de agua de camino al colegio.- Me río recordando dicho momento.
-Oh, y en esta tienda fue donde tuvimos nuestra primera tarde de chicas.- Señala ella la tienda ahora abandonada.- Vamos, vamos.- Nos agarra a ambos la mano y prácticamente nos obliga a avanzar.

Las vitrinas muestran ropa con estampados, así como a ella le gusta, veo un gorro de lana oscura que me gusta al instante y le señalo a Zack un suéter color coral que hace que le brillen los ojos.
-¿Y si....?- Murmura Zack mientras hace que el pomo de la puerta gire sin siquiera tocarlo.

-¡Sí! - Exclama Natalia.- Es hora de ir de compras.
Es la primera en entrar, dejo que Zack la siga y me quedo parada en mi lugar por un segundo. Todo esto parece irreal, parece un sueño, y no sé si quiero despertar porque no todo lo que me ha pasado es malo.
Entro a la tienda y veo a los maniquíes con ropa que va con mi gusto.

Al otro lado de la tienda Natalia empieza a escoger prenda tras prenda y puedo divisar a Zack en la sección de suéteres.
¿Dónde estás?
La voz de Sam invade mi mente, ya no me giro para buscarlo con la mirada cada vez que sucede como solía hacer en los primeros días.
De compras al parecer.
¿Lencería? Quiero ver eso.
Puedo sentir su risa recorrer sus palabras, yo misma me ahogo con mi risa.
Eres un maldito pervertido.
Lo regaño.
¿Es un no? Qué mal.
Oh mira, acabo de encontrar ropa interior con pastelitos estampados.
Su gruñido me hace temblar, mis palabras lo han afectado, lo sé, puedo sentirlo.
Dios, Abby, no bromees con eso.
Me río fuerte y claro.
¿Quién dice que bromeo?
Alguien está de buen humor. Lo escucho ronronear.
Natalia me ha obligado a salir, iremos al instituto pero primero pasamos por una tienda de ropa. ¿Dónde estás tú?
Su respuesta no tarda en llegar, yo aprovecho para desdoblar unos pantalones que estampado militar.
Vigilando el perímetro ¿Por qué? ¿Ya me extrañas?

Para nada, creo que acabo de enamorarme de un maniquí, lo siento Sam, creo que él es mejor para mi.
Los dos reímos, escuchar su risa en mi cabeza es como escuchar un canto de ángeles.
No creo que el maniquí pueda satisfacerte en todo, digo, le hace falta una parte muy importante, algo que a mi me sobre.
Me sonrojo ante sus palabras.
Ya vas.
Lo regaño.
Tú empezaste.
Ronronea.
Como sea, vi una camisa que va a gustarte, te la llevaré, a ver si te queda, estás gordo.
Ya quisieras, todo eso es músculo pastelito, y te encantan, es más, cuando duermes, babeas sobre ellos.
Já, yo no babeo pero tú si roncas.
La próxima vez voy a grabarte y yo no ronco.
Claro que sí, pareces motor de avión, no me dejas dormir.
Si no te dejo dormir es por otra cosa.
Dejo caer la prenda en mis manos con un jadeo y me gano miradas extrañas de parte de Zack y Natalia y una risa de parte de Sam.

Al final me llevo las pantalones de estampado militar, el gorrito de lana y una camisa que a Sam le hará reír.

Luego de salir de la tienda nos dirigimos al instituto, Zack lleva a Nat de caballito pero la baja en cuanto llegamos al portón de este.

La respiración se me corta, no esperaba que me impactara tanto verlo.
Las verjas están sarrosas, el edificio parece muerto, con el césped alto por falta de corte, los espacios del estacionamiento vacíos y las puertas cerradas.

-La última vez que estuve aquí fue en el baile.- Susurra Nat.- Y ni siquiera lo disfruté, vine para ayudar con las decoraciones, por eso les digo que disfruten cada momento, porque no saben si mañana los lugares que más frecuentaban no existirán o si las personas que las han acompañado por años ya no van a estar.- Sus palabras son un susurro débil, no soy la única afectada al parecer, los ojos de ambos están vidriosos pero mis manos tiemblan con las bolsas de compra.
Cuando me giro hacia el instituto puedo ver ante mis ojos, años pasar. Mi primer día de clases, el último. Las veces en que me fui con Nat con una sonrisa por haber sacado diez o con el ceño fruncido porque un profesor que no me agradaba me dio clases ese día. Puedo imaginar esos días, a los alumnos caminando por todo el estacionamiento, las puertas abiertas y el ruido de estudiantes. Las paredes dejan de ser grises y toman color, las verjas dejan de estar cerradas y nos dan la bienvenida para otro día de clase.
Una lágrima cae por mi mejilla. Nat tiene razón. Uno nunca sabe cuánto aprecia algo hasta que lo pierde.
Yo no le daba importancia a mis días de instituto porque iba a diario y ahora lo extraño, extraño esa normalidad, el ver las mismas caras, comer en la cafetería, correr en educación física aunque yo fuera una floja en ese tiempo, extraño reunirme con Nat y Cody en los pasillos y luego separarnos para ir a clases. Extraño ir a esa biblioteca tan hermosa y grande. Extraño esa vida, esos momentos que jamás volverán.

Zack abre el portón y no dudo en avanzar.
El pasto que se asoma entre el pavimento rajado queda aplastado bajo mis botines, se escucha el murmullo del viento al soplar, miro justo el lugar en el que solíamos aparcar, veo donde solíamos hacer educación física, las bancas donde Nat y yo solíamos sentarnos cuando estábamos muy cansadas y luego cuando llegamos a las puertas que dan al pasillo, me congelo. Esto no es fácil, pensé que sería divertido pero es melancólico.
Cuando abrimos las puertas los tres al mismo tiempo, casi espero escuchar el ruido excesivo que siempre habitaba aquí, el olor a hormonas y perfumes caros. Pero todo está en silencio, todo está desierto.
-Nunca imaginé decir esto pero extraño escuchar a las plásticas hablar sobre lo increíble que se ve su cabello su cara.- Digo torciendo el gesto.
-Yo nunca imaginé que extrañaría la comida de la cafetería.- Dice Natalia.
-O al director Vergara.-Zack hace una mueca.- Ese señor tenía problemas existenciales, todo le molestaba, lo juro.
Nat y yo nos echamos a reír.- Y eso que no lo viste cuando tenía cabello.
Encendemos las luces de los pasillos para que no parezcan tan tenebrosos.

-¿Sacaron mis cosas del casillero?-Le pregunto a Nat cuando empezamos a llegar a donde se encuentra dicho casillero.
-No, dejaron todo ahí porque pensaron que regresarías y luego cuando no lo hiciste no tenían razón por la cual desocuparlo ya que no habían nuevos ingresos.

La emoción me invade mientras prácticamente corro hacia el. Recuerdo mi contraseña, no la he olvidado ya que es la misma que la de mi celular o mis cuentas. Lo hago para no olvidarlas.

La puerta se abre con un chillido y papeles salen volando.
-¿Qué demonios?
Me arrodillo para recogerlas.

-Oh sí, algunos compañeros te escribían cartas para cuando volvieras, por si no recuerdas, lo que se dijo fue que un pariente murió, por eso no seguiste.

Leo los muchos "Siento tu pérdida" y los "Espero que vuelvas pronto"
-Vaya.- Digo levantándome.- No sabía sobre esto.

Agrupo las cartas y las dejo a un lado del casillero mientras saco mis viejos cuadernos. Veo la fecha del primer día de clases, mi primer último día de secundaria, así lo había descrito.
Guardo los cuadernos y tomo las fotos de Cody y Natalia conmigo, también la nota de Cody hecha en un corazón que decía "Nos vemos en el lago a las 3:00 PM"
Una lágrima cae sobre mi mano al ver la caligrafía de mi amigo y no puedo aguantar el sollozo que se escapa de mi garganta. Luego miro la fotografía que queda colgada y mis manos tiemblan. Descuelgo la fotografía sólo para toparme con Jesse. No estoy con él, la tomé un día cuando él estaba distraído, aún no salíamos ni nada, pero estaba atraída por él. Jesse se encontraba de perfil en la clase de Historia, vistiendo sus camisas a cuadros que tanto lo distinguían. Le paso la fotografía a Zack.

-Ten, es para ti.- Zack la toma, quiero que se la quede porque yo ya no siento nada al verla, no tengo por qué conservarla. Zack deja que las lágrimas fluyan sin importarle que estemos aquí.

-G-gracias Abby.

Yo asiento mirando las fotos de mis amigos y yo, algunas no son siquiera recientes, en una de ellas Natalia todavía usa frenillos y yo tengo el cabello bastante en comparación a como lo tengo ahora.

Luego de pasar por mi casillero pasamos por el de Nat y el de Zack.
¿Qué pasa?
Me pregunta Sam
Recuerdos, no puedo evitar ponerme melancólica.
Si me necesitas sólo dilo.
Gracias.
De nada pastelito.
Suspiro de manera entrecortada al llegar a la cafetería, está desierta.
-Bueno, al menos ahora sí encontramos un lugar desocupado.- Trata de bromear Natalia pero su voz es igual de débil que la mía cuando contesto:
-En hora buena.
-Ya me cansé de tantas lágrimas.- Se queja Zack.
Le lanzo una mirada a Nat y ella comprende lo que quiero transmitir.
Miro a Zack después, con una sonrisa real en mi rostro.
-¿Qué tal si pasamos el resto de la tarde en el lago?
Los ojos de Zack se iluminan y esta vez no es por las lágrimas.
-Me parece perfecto.- Contesta él
-Ni que lo digas.- Dice Nat.- Ya era hora de volver.

Desde ahora mis queridos seguidores, subiré todos los capítulos hasta el final. Espero cumplir sus expectativas, lo espero de todo corazón.

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