Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 25

El sol no parece ser el mismo aquí.

Es de lo que me doy cuenta en cuanto paso por el portal y llego a la azotea de un edificio, un edificio a medio caer.

Cam y Devon miran a su alrededor para ubicarse, estamos en lo alto así que se puede ver el pueblo a la perfección. Yo no necesito ver más de dos veces para saber dónde estoy. 

Nuestro plan ya estaba en marcha en estos momentos y estaba dividido en dos fases. Distracción, explosión y extracción.
En la primera fase, todos nos hacíamos en grupos para así abarcar más terreno, tenemos que llevar a todos los Caníbales a la plaza del pueblo, donde la segunda fase se llevará a cabo, ahí participaremos Caín, Jordy, Aria y yo. Luego viene la fase final, extraer a los que queden por ahí y sacarlos del pueblo hasta que este quede libre y poder ser habitado por nosotros.
La plaza del pueblo había sido hermosa antes de que la bombardearan, ahora sólo eran edificios derrumbados y tierra agrietada. Pero era muy grande y había espacio suficiente como para que los Caníbales que habitan Old Town se reúnan ahí y mueran.
Mi cabeza estaba despejada a medias, puesto que cierta persona no puede salir de ahí y es un problema ahora que debía estar saltando de azotea en azotea para guiar a los Caníbales a la plaza donde los explosivos esperan.
El viento mueve mi cabello con fuerza y prácticamente me recuerda dónde estoy o mejor dicho, a qué altura.
-Estamos listos.- Dice Devon.
-Yo igual.- Contesto.- Sólo falta que Zack nos indique que podemos salir.
Me lleno el bolsillo delantero con granadas y me aseguro de que los cabellos sueltos se me enreden en la trenza de nuevo.
Antes en nuestros planes lo esencial era llegar desapercibidos para que nuestros ataques no fueran detectados con anticipación. Ahora era todo lo contrario, debemos hacer ruido, mucho ruido para que hasta el último Caníbal salga de su escondite.
Estaba a punto de pensar otra vez en Sam cuando escucho la voz de Zack en mi intercomunicador.
-Estamos listos.
-Listos entonces.- Les digo a Devon y a Cam.
-Nos vemos en la plaza.- Dice Cam antes de ajustar su arnés y saltar del edificio.
Devon me da una última mirada antes de hacer lo mismo pero de espaldas.
Yo me trago el miedo y avanzo hasta la barandilla y salto.
El viento me golpea el rostro y los dedos y me muerdo los labios para no gritar.
Justo cuando veo el suelo frente a mi y el terror de que moriré como una vez casi lo hago, me hacen retorcerme en el aire pero entonces el arnés me para de golpe, mi cuerpo se sacude y se detiene rígido, suelto aire mientras desabrocho la correa que me sostiene y caigo al suelo de rodillas. Cuando me enderezo, lo hago con una daga en cada mano. Los edificios están tan altos que me siento como una hormiga y la apariencia que dan, me recuerdan a una de mis series favoritas, lo cual es triste, porque este era mi hogar y ahora nada de lo que lo caracterizaba como tal, existe. Todo está derrumbándose, hecho polvo o está podrido.
Dejo que la ira se quede en mi sistema, dejo que se apodere de mis venas y las vuelva fuego vivo y así, cuando tenga que matar, no me afecte.
Sigo el plan y mientras avanzo voy gritando, lanzando piedras hacia las ventanas y destruyéndolas en pedazos mientras el sonido de las cosas rompiéndose se mezclan con los de las balas de mis compañeros. Escucho a otros gritar, escucho armas siendo disparadas o cosas chocando entre sí. Ellos empiezan a salir.
Sigo caminando aunque veo el número de Caníbales que se agrupa a unos pasos de mi, ellos cuando me ven, corren hacia mi. Giro las dagas en mis manos y me preparo para la pelea.

Me muestran sus dientes alargados antes de querer ensartarlos en mi. Mi brazo sale disparado hacia el primero y esquivo al segundo con una maniobra que Sam me enseñó. Giro mi cuerpo en posición baja y el tercero pasa volando por encima de mi justo cuando mi bota se estampa contra su mandíbula. Uno de ellos me toma por el brazo y lo retuerce hacia atrás, yo doy una patada hacia atrás y golpeo justo en la entrepierna, escucho al hombre rugir de dolor e incorporarse, pero es tarde, la daga en mi mano ahora está clavada en su frente.
la primera cosa que he notado. Son lentos, lo que significa que no se han alimentado lo suficiente como para ser más fuertes que nosotros. Lo segundo es que huelen peor de lo que recordaba, esto se debe también a su falta de alimentación ya que su cuerpo se pudre más rápido al no hacerlo y tercero pero no menos importante, es que deben estar felices de tenernos invadiendo el lugar, para ellos somos como oro puro en carne. Lo que los hace depredadores peligrosos.
Mientras corro haciendo todo el ruido que puedo para que me sigan puedo notar que mi cuerpo ya se está cansando y me regaño mentalmente por no levantar mi trasero y hacer ejercicio y en cambio lamentarme por la partida de Sam. Mi estúpido compañero.

Estoy consciente del número de Caníbales a mis espaldas y lo rápido que corren, tengo que tragarme mi estómago y seguir corriendo. Esquivo a los que vienen de frente, clavando mi daga en sus frentes y eludiendo sus mordiscos. Procuro no retrasarme con cada uno, así la multitud de atrás no me alcanza. Los espanto con una ráfaga de fuego, varios de las primeras filas caen pero los otros los saltan e incluso pisan y siguen corriendo hacia. Pienso en las granadas en mi pecho y saco un par para lanzarlas lo más lejos de mi posible. Estallan llevándose a una gran cantidad de Caníbales con ellas. No sé si están lo suficientemente débiles como para morir por el fuego pero eso es lo que se espera. La masa aumenta, tanto por detrás como de frente. Casi caigo cuando una chica que corre de frente hacia mi me toma de la trenza, tengo que parar un micro segundo para girar lejos de su agarre y apuñalarla. Eso me cuesta caro ya que puedo contar los pies de la primera fila de Caníbales, con un grito contenido aumento mi velocidad y agarro otra granada.

Sólo espero que los chicos no estén corriendo en círculos y vayan directo a la plaza, ya que yo conociendo bien este pueblo me he perdido varias calles gracias a lo destrozado que está todo y también por la presión de traer a todos ellos detrás.
Cuando doblo en una cuadra me doy cuenta de lo inevitable. Hay cuatro calles, yo estoy en medio y todas están llenas con Caníbales que vienen hacia mi, mis lados, de frente y por detrás. Estoy rodeada. No lo pienso dos veces cuando agarro la pistola de gancho en mi cintura y disparo hacia una escalera de incendio, me elevo justo cuando unas manos me agarraban los tobillos. Con horror lanzo patadas al aire mientras golpe contra el hierro de las escaleras.
-¡Estás muerta, niña! Eres nuestro rico almuerzo.-Con respiración entrecortada escucho a uno de ellos, uno entre varios gritos y comentarios que me lanzan desde el suelo, soy consciente de que están empezando a subir el edificio así que me apuro y empiezo a escalar las escaleras, no lo hago peldaño por peldaño porque sé que es más lento de esa forma, así que las escalo por fuera así como Sam me enseñó a escalar los edificios, era más fácil cuando tenía de qué agarrarme, como ahora me agarro del metal hasta que subo a la azotea y empiezo a correr hacia el otro borde. Me pregunto si Sam estaría orgulloso de mi si me viera.

Por supuesto que no, él no regresó por ti. Me regaña mi odiosa voz mental. La puerta de la azotea se abre y la masa emerge de nuevo, empiezo a correr mientras busco otra granada. La sostengo mientras me concentro en el salto que debo dar hacia el otro edificio, agarro impulso mientras le quito seguro y cuando salto, también lanzo la granada, ruedo unos centímetros en el suelo del otro edificio y escucho el estallido, también siento el calor de este. Sigo corriendo, saltando, corriendo y saltando e ignorando a toda la masa que corre hacia mí.

Me doy cuenta de que varios de ellos, que estaban en los edificios continuos, tratan de tirarse al que abarco yo. Muchos caen en el intento, otros se quedan colgando del borde de la azotea, pero para cuando logran subir del todo, yo ya estoy saltando a otro.
Las calles parecen estar llenas de olas oscuras que se mueven y saltan. No es agua oscura ni son olas, son cientos de cuerpos corriendo hacia una misma dirección. Hay más de lo que se esperaba, espero que no sea un problema en nuestro plan. Lanzo una ráfaga de fuego hacia los que llevo detrás cuando veo que están por alcanzarme. El cansancio y el dolor corporal no son buenos juntos.
-Tienen diez minutos.- Anuncia Zack, sacándome lo poco de buen humor que guardaba.- Las bombas ya están activas y consumen tiempo.
-Mierda.- Siseo mientras salto y me golpeo la rodilla. Me muerdo la lengua mientras me levanto y sigo corriendo.

A lo lejos veo a mis compañeros saltando de edificio en edifico también, no veo sus rostros ya que parecen borrones negros. Pero me preocupa que los Caníbales sepan que los llevamos a un mismo lugar , eso arruinaría todo, el hambre los ciega en estos momentos pero ¿Por cuánto tiempo?

Escucho tiroteos a lo lejos y el inconfundible sonido de edificios cayendo, lo veo, uno de ellos, levanta polvo mientras se va de lado y choca con otro a su paso, veo con horror que esos edificios están en el camino de uno de nosotros.

¿Cómo demonios ocurrió eso?
No soy capaz de pensar en una respuesta ya que veo cómo algo es disparado hacia el edifico al que me dirijo. Cuento los segundos que tarda en dar en el blanco, veo todo en cámara lenta mientras el misil en forma de lápiz se estrella contra los pisos bajos del edificio y este empieza a derrumbarse. Soy consciente de los gritos de mis compañeros y de los Caníbales que vienen a por mí, no sé qué pasó con mis otros compañeros, si pasan por lo mismo, pero soy consciente de que estoy a punto de morir.

Escucho risas detrás de mi.-¡Estás muerta!- Escucho gritarme.

Y mientras veo cómo el edificio empieza a soltar polvo y cómo los pisos van deteriorándose poco a poco. Sé que no puedo dejar que eso suceda. Lanzo las últimas granadas hacia ellos mientras llego al borde del edificio.

Tengo dos opciones.

La primera: Dejar de correr y enfrentarme a una fea muerte a causa de los Caníbales y posiblemente convertirme en una de ellos si es que no dejaban sólo mis huesos) O...
La segunda: Saltar hacia el edificio a medio caer y rezar porque pueda llegar al otro extremo para poder saltar al siguiente.

Seh, no me dejaría morir tan fácil.
No puedo explicar lo que pasa a continuación. Es como algo que se activa en mi, algo que hace que mis sentidos se activen al cien. Mis piernas adormecidas dejan de estarlo, mi visión se aclara y mis oídos captan los murmullos asustados de Natalia, James y de los más cercanos a mi que no pueden dejar de correr. Soy consciente de que estoy a punto de dirigirme a mi posible muerte, pero eso hace que incluso, corra más rápido. Mis pies se mueven por sí solos cuando llego al borde del edificio, y recuerdo, recuerdo a Sam y cada lección que me dio sobre cómo saltar de un edificio a otro. Me digo a mi misma que no será la última vez que piense en él porque tendré otros días para hacerlo, aunque luego me regañe por ello. Así que impulso a mis piernas mientras salto al edificio. No caigo de pie, mi tobillo se dobla al chocar con un pedazo de hierro. Grito mientras doy vueltas y vueltas por el cemento partido. Todo se mueve debajo de mi, lo que me produce mareos, mi tobillo ruge de dolor y yo respiro con dificultad, mirando sobre mi hombro, esperando a que uno de los Caníbales salte tras de mi, pero ninguno lo hace, se quedan todos en el borde del edificio que acabo de saltar, mirando algunos con asombro, otros con gracia.
-Derechito a tu muerte.- Dice una chica con los dientes alargados y salidos en una sonrisa.- Descansa en paz, niña.

El edificio se sacude de nuevo, y esta vez, la esquina en donde me encuentro empieza a desprenderse. Empiezo a ponerme de pie pero mi tobillo se niega a moverse. Es cuando me doy cuenta de que hay una barra de metal enterrada en mi tobillo. Hay trozos corto punzantes por doquier, varillas de metal saliendo a causa de las grietas y pedazos faltantes en el suelo, también hay vidrios esparcidos y tengo uno ensartado en mi costado derecho, caí sobre uno de los pedazos y ahora está enterrado en mi. Ahogo un sollozo al percatarme del dolor de ambas heridas. Caí mal, muy mal. Hago una mueca mientras saco el trozo de vidrio de mi costado, siento a este rozar mi piel y abrirla más aún cuando lo empiezo a sacar, lo siento enterrarse en la carne, siento la sangre fluir, mi cuerpo se contrae, mi respiración se agita y el trozo al fin sale, manchado de rojo carmesí cae al suelo, mi mano tiembla cuando acuno la herida.
No distingo las voces que provienen de mis familiares o amigos pero sé que aunque ellos no pueden ver lo que me ha pasado, ven el edificio a punto de caer y el peligro en el que me encuentro por ello. Soy consciente de que todos vieron cuando salté pero que ninguno sabe lo que realmente pasa. El edificio se tambalea y trozos de cemento caen de los costados del edificio, haciéndolo más inestables. Sé que debo actuar rápido pero el dolor y la pérdida de sangre no me dejan hacerlo. Mientras empiezo a remover el trozo de metal pienso que moriré justo ahí, jamás había sentido un dolor de ese grado. Estoy sudando helado, mi cuerpo entero está temblando, sé que moriré, el dolor me lo dice. Pero a pesar de las circunstancias, me niego a hacerlo sin luchar al menos. Agarro coraje y tomo el borde de la varilla, respiro profundo unas cuantas veces y elevo mi vista al cielo, el sol no llega a cegarme ya que el cielo es gris. No moriré mirando al cielo. No moriré aquí. Con ese pensamiento saco la varilla de una vez, no puedo evitar gritar y dejar que algunas lágrimas escapen. Tomo respiraciones profundas mientras la vista se me nubla ya sea por el dolor o las lágrimas. Quiero parar justo aquí, quiero recostarme y dormir para alejar este dolor, no puedo mover el pie sin gritar de dolor. Las heridas están abiertas y cada una expulsa grandes cantidades de sangre. El cristal no era muy largo pero si ancho por lo que la herida es un poco estrecha. Me tomo unos segundos respirando e ignorando el tambaleo del edificio pero entonces algo ocurre, algo que me hace olvidar el dolor por un micro segundo. La grieta.
Me arrastro lejos de la grieta que empieza a hacerse debajo de mi, a causa del esfuerzo, mi vista empieza a nublarse y volverse poco brillante, todo se vuelve opaco y ahora soy consciente de las lágrimas en mis ojos que se vuelven lodo a causa de la tierra en mi rostro. Escucho la ruptura del cemento y el polvo se levanta frente a mi mientras el enorme pedazo cae, me arrastro hasta que estoy al borde del lado del edificio, mi boca está entreabierta por un grito silencioso mientras el polvo se mete en mi boca. Me salvé, por este momento, me salvé, quedé justo sobre el pedazo que quedó. Estoy por soltar aire de alivio pero entonces todo empieza otra vez. Los temblores del edificio, el polvo levantándose junto con el que ya flota a mi alrededor, y ahora, cuando el edificio empieza a caer de nuevo, sé que si no me muevo, no tendré oportunidad de salir viva, no queda mucho del último piso y lo poco que queda empieza a agrietarse justo por debajo de mi.

-¡Salta!- Escucho que alguien grita, y sé que no proviene de uno de los Caníbales, proviene de uno de los míos pero no soy capaz de registrar la voz. Empiezo a hacerlo en contra de mis dolores, siento cómo la herida de mi costado se abre y la sangre sale en más cantidad y cómo el agujero en mi tobillo se retuerce. Cojeo hasta que estoy de pie, dando un paso, luego otro antes de casi caer y luego casi hacerlo otra vez por el movimiento del edificio, ahora más violento que antes. La tierra formada bajo mis ojos por las lágrimas y el polvo, opacan mi visión pero no lo suficiente como para evitar ver cómo el edificio empezaba a partirse por la mitad, yo estaba justo sobre la línea.
Oh. Dios. Mío.
La línea empieza a abrirse y volverse grieta, yo empiezo a moverme. Correr. La cojera me hace más lenta, el dolor corroe mis venas y me hace querer envolver mi tobillo con algo frío pero no importa. No me concentro en el dolor mientras corro hacia el borde y poder saltar al siguiente edificio. No me concentro en los grandes pedazos de concreto cayendo tras de mí, succionando todo a su paso, no me concentro en que si dudo por un segundo, caeré junto al edificio. No, no pienso en eso, pienso en lo que haré cuando logre saltar. En la promesa que debo cumplir.
Pienso en mi familia esperando por mi, pienso en Sam y lo feliz que me hizo cuando borró el vacío en mi pecho. Y mientras pienso en todo eso, me preparo para saltar de nuevo.
El tobillo, incluso creo que se dobla en un ángulo extraño pero salto. Y cuando salto sé que lo he hecho mal, porque el edificio siguiente me parece demasiado lejano.
No.
No.
No.
El aire me besa y luego me muerde, mis lágrimas se detienen y lanzo un último suspiro mientras el tiempo parece congelarse en mi salto. Mis brazos están extendidos y dolidos, mis dedos abiertos y deseosos de tocar algo en qué sujetarse, e incluso, soy consciente de los latidos de mi corazón. Un latido rápido, uno lento, luego otro rápido y luego todo se descongela.
No logro llegar al edificio y estoy a punto de cerrar mis ojos cundo veo que el borde está cerca de mis manos, aprieto mis labios porque sé que esto dolerá. Me agarro del borde del edifico con ambas manos y todo mi peso depende ahora de ellas, jadeo cuando sucede e incluso me suelto de unos dedos que no resistieron el peso. Mis piernas quedan colgando y mi tobillo lastimado ahora es imposible de mover. Siento cómo la piel de mi costado se rasga y estoy prácticamente llorando de dolor, son gemidos entrecortados, no aguantaré mucho tiempo aquí. El edifico anterior cae detrás de mi, partiéndose a la mitad, algunos escombros chocan contra las plantas bajas del edifico en que estoy, y yo trago polvo, mis ojos se cierran ante el escozor. Aprieto mis dientes ante el dolor de mis manos y brazos. Sé que no puedo moverme, no soy lo suficientemente fuerte. El dolor es demasiado, no puedo con él, es agonizante.
Mis dedos sangran, es lo primero que veo cuando vuelvo a abrir los ojos. Mis meñiques y dedos pulgares ahora no se sostienen a nada, están en el aire, al igual que mi cuerpo, los tres de en medio son los únicos que aún se aferran al concreto, mis uñas están rotas y sangrantes, los tres dedos que me sostienen en cada mano empiezan a ceder, tiemblan, cuento los segundos y cuando me doy cuenta de que todo esto es inevitable, lanzo un suspiro tembloroso y cierro los ojos. La idea de caer y que la muerte borre todo esto, parece la decisión más fácil, pero incluso cuando no quiero dejarme ir, mi cuerpo parece actuar por sí solo.
Empiezo a soltarme, inevitablemente pensando en Sam y la vez en que por primera vez en mucho tiempo, no me sentí sola.

Mis dedos se desprenden dolorosos y me preparo para la caída. Una caída que nunca llega.

Unas manos se aferran a mis muñecas seguidas de un grito que me hace abrir los ojos.
-¡Nooo!- Reconozco esa voz, esa voz que ahora suena desgarrada y llena de pánico. Mis ojos arden cundo los abro, sólo para buscarlo mientras soy tirada hacia arriba por esas fuertes manos. Entonces lo veo, lo veo con sus hermosos ojos verdes agrandados ahora mirándome asustado, y sus labios, sus hermosos labios que se mueven para decirme algo pero yo no escucho nada, creo que estoy desmayándome o algo así, no sé. Tal vez ya morí y esto es tan solo una visión, un hermoso sueño como recordatorio de aquella noche en que me salvó. Mis ojos se vuelven rendijas pero sólo lo miran a él. Siento cuando soy levantada del todo y cuando caigo sobre él, cuando mi tobillo choca contra el suelo y me escucho lloriquear. No pasa ni un segundo cuando Sam me acomoda sobre su regazo y coloca su rostro cerca del mío. Me deleito con mi sueño, Sam parece tan real, incluso huele igual, debí haber memorizado su aroma a la perfección. Soy consciente del dolor de todo mi cuerpo, desde las puntas de mis pies hasta cada hebra de mi cabello ahora plateado por el polvo, pero trato de concentrarme en lo que él me está diciendo.
-P-or favor, por favor no te vayas.- Dice de manera rápida, su voz se corta y su garganta sube y baja sin control, tal vez es por la luz del sol, o por mis propias lágrimas que veo que sus ojos están acristalados, o quizá así quería verlo en mi sueño, por fin mostrando algo por mi.
-No me dejes.- Escucho que me dice mientras traga saliva. Incluso ahora, parece demandante, eso me hace querer sonreír.- No te atrevas a hacerlo.- Sostiene mi rostro suavemente.- ¿Me escuchas?- Pregunta asustado.

Logro asentir o tal vez no, no lo sé, mis ojos revolotean. Lo escucho hablar otra vez, pero esta vez parece no dirigirse a mi.

-Necesito ayuda, está quedando inconsciente, ¡Por favor hagan algo!- Su voz se rompe. Y me doy cuenta de que no quiero escucharlo así, no quiero. Ni siquiera en un sueño.
Quiero hablar y decírselo. Pero no puedo, no tengo control sobre mi cuerpo,
-No te vayas, pastelito por favor, todavía te necesito, te necesito conmigo.- Escucho su sollozo y eso me confirma que esto no es real. Empiezo a negar con la cabeza, esto no es un buen sueño, es una pesadilla. Cualquier sueño en donde Sam esté sufriendo lo es.

-No....- Digo.- E-est-to no es... r-real.

Siento cómo me mueve suavemente, abro mis ojos un poco más, lo suficiente para verlo, ahí estaba, mirando hacia mí con sus ojos brillantes y sus labios entre abiertos, algo húmedo cae sobre mi mejilla, una lágrima.

-Pastelito...- Murmura desconcertado.-¿ A qué te refieres?

Logro decir unas palabras más pero es casi imposible escucharlo, ni yo puedo.
-Si esto fuera real...- Mi garganta se seca y mis ojos amenazan con cerrarse otra vez.- Tú no estarías aquí.
Mis ojos se cierran y mi cuerpo deja de sentirse pesado. Me estoy dejando ir. La oscuridad me está succionando, ya no puedo sentirlo sosteniéndome, ya no puedo ver sus hermosos ojos o escuchar su hermosa y gruesa voz.
El Sam que conozco no estaría aquí, tampoco estaría llorando porque hicimos una promesa, las palabras de esta vienen a mi mente. Recuerda no llorar.

Estoy cayendo y cayendo.

Estoy soltando todo, todo.

El fin de sueño, eso es, ahora estoy marchándome. Pero no sé a dónde. ¿Al infierno? ¿Al paraíso?

Puedo sentir cómo mi corazón empieza a latir más lento.

Entonces algo cambia en la oscuridad, al principio es apenas un pitido, luego empieza a tener sonido y luego reconozco aquello como un tarareo.

Empiezo a escuchar las palabras y luego no sólo las escucho, las siento y me aferro a ellas.

Amando y peleando

Acusando y negando

No puedo imaginarme un mundo sin ti

La alegría y el caos

Los demonios de los que estamos hechos

Estaría tan perdido si me dejas solo...
Reconozco esa voz en medio de la oscuridad, esa voz hace que mis latidos se aceleren. Me aferro a la voz de Sam. No quiero seguir cayendo, quiero que él me sostenga.


Estabas tirada cuando logré llegar

Te acerqué a mí y sentí tu latido

¿Puedes escucharme gritando "Por favor no me dejes"?

Tiro de la cuerda que su voz es, tiro y tiro y ya no estoy cayendo, estoy subiendo. No me importa si el Sam que me canta que regrese no es quien me esperará si despierto, porque es el Sam que me detuvo de caer... una vez más. Sus palabras me golpean en el pecho, haciendo que mi corazón se acelere sin parar. Con cada verso siento que estoy llegando a la cima.

Vuelve, todavía te necesito.

Déjame tomar tu mano, lo haré bien.

Sus palabras susurradas hacia mi en ese cántico son para mi una promesa. Una promesa más a la que debo aferrarme.

Abre los ojos. Me digo.
Quiero hacerlo, quiero abrir mis ojos, verlo y decirle que yo también lo necesito.
La soga invisible a la que me aferro se sacude en mis manos y por un segundo temo que se rompa pero no es lo que pasa. Hay una luz blanca sobre mi cabeza, me ciega y parpadeo mientras esta se acerca, la voz de Sam empieza a hacerse lejana, lejana, lejana...
No quiero morir.
No quiero morir.
Mi corazón se detiene y la luz blanca me consume, llevándose con ellas mis dolores, mis pensamientos y a la voz de Sam.


Lamento si están a punto de sufrir un paro cardíaco (Por favor no lo hagan) Este es un hermoso capítulo, me costó escribirlo ya que se necesitaba de tácticas de pelea e ideas fuertes pero al fin lo conseguí.
Para los que quieren saber, el nombre de la canción que Sam le tararea es Hold On de Chord Overstreet. Deberían escucharla y ver lo que dice, es totalmente hermosa y si me lo preguntan, va con la situación de Sam y Abby.
Espero les haya gustado el capítulo tanto como a mi.

Por cierto, me ocurrió una desgracia, la batería de mi celular ha muerto, por eso mismo no he contestado a sus comentarios del capítulo anterior pero los leo, no lo duden. Y en la computadora no puedo responder porque me sale que confirme mi correo y es raro porque lo he hecho como mil veces. En fin, cuando consiga componer el celular contestaré a sus comentarios. Saludos. 


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro