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Capítulo 20

Capítulo dedicado a RomiCalderon
Nunca había hecho esto, no de esta forma. No al frente.
Caín siempre era quien nos lideraba. En las misiones, en las batallas. Era él.
Ahora no es así. Quien trazó los caminos que debían recorrerse, quien formó los grupos y declaró los planes, fui yo.
Fui yo quien se encargó de cada detalle de lo que pasaría esta mañana.
Y no sabía cómo sentirme al respecto.
Bueno, asustada ya estaba. Pero no sabía si lo que estaba haciendo estaba bien o estaba mal.
Creo que así es la vida. Tienes que tomar decisiones, y éstas no siempre serán las correctas, o lo serán pero el resto no lo verá así.
Mata a la persona indicada y serás bueno.
Mata a la incorrecta y serás malo.
¿Pero los infectados en qué lado estaban?
No importa las veces que lo escuche, de las personas que lo haga. Mi corazón sigue diciéndome en lo mala persona que me he convertido.
¿Quitarle la vida a alguien? Será lo que me perseguirá hasta el día en que muera y más allá.
Pero eso es lo que soy. Una persona con deseos de ser buena, pero que no puede serlo porque lo que pasa a su alrededor no se lo permite.
Y tendría que vivir con ello.
Sin embargo, cuando pensamientos como estos venían a mi cabeza, por suerte alguien siempre estaba a mi lado para animarme, o en todo caso, para patearme el trasero.
Sam estuvo bastante cerca desde que los planes salieron al aire, lo cual, fue la reacción contraria a la que pensé que tendría luego de que él y yo durmiéramos juntos. Porque así era él. Se alejaba cuando menos lo esperaba y se acercaba cuando pensaba que sería imposible.
El día de ayer, luego de que la Ricina fuese traída por Sam junto con Cam y Devon, quienes no me dejaron ir con ellos, o mejor dicho, Sam no me dejó ir por lo ocurrido antes. Luego de todo ese arduo trabajo Sam vino y me arrastró al gimnasio.
Estuvimos horas y horas.

Caí

Me levanté

Caí

Me levanté

Golpeé

Fallé

Volví a golpear y di en el blanco.

Debía admitirlo, Sam era un buen profesor.

Me había enseñado a pelear bastante bien. Me había enseñó incluso a caer.
Mi pensamiento sobre los cazadores no había cambiado, y seguro que sus pensamientos sobre los Orígenes tampoco lo había hecho, mucho menos el rencor hacia Caín, eso lo notaba por las miradas que le lanzaba cuando este no miraba.

Pero aun así él me enseñó a moverme como un cazador y yo lo dejé hacerlo.
Me di cuenta de que me serviría como ventaja.
Cuando no estaba entrenando con Sam, en la soledad del baño, sacaba mi fuego y lo miraba extenderse por mis dedos, girando y retorciéndose hasta formar remolinos.
Era fuerte, era rápida, tenía valor.
En mi estaba la decisión de usar eso para el bien o para el mal. Y supe por mi corazón, que aunque olvidara mi nombre, jamás olvidaría mi humanidad.

Estamos aquí, todos reunidos en la bodega, las armas fuera y colocadas en la mesa. Elías y Zack en las computadoras metiéndose en los datos del hospital, haciendo de las cámaras suyas gracias a un virus creado por Elías, un virus que hemos filtrado en una de las tantas veces que hemos estado en el hospital, vigilando todo desde adentro.

Ahora sus cámaras eran nuestras, las controlábamos, al igual que cada cosa eléctrica ahí. Cada luz, cada monitor, cada aire acondicionado. Nuestro.

El plano del sistema de ventilación está en una de las pantallas, Zack sostenía una de las bombas de Ricina.
No era como las bombas, esta sólo liberaría la Ricina, sin hacer ruido, sin hacer explosiones mortales y se activaría a través del control que estaba en mi mano. Sólo tenía un botón. Cuando este sea presionado, tendremos diez segundos para que las bombas se activen.

Dejo a cargo a Julian y le hago señas a Natalia para que vayamos a cambiarnos junto con varios que ya lo hacen en la segunda planta.
Max iba a quedarse solo con Drew esta mañana ya que necesitamos a los suficientes refuerzos por si algo sale mal.

Sabía lo que estábamos a punto de hacer, sabía lo que significaría para el gobierno, un golpe de rebelión. Y sabía que ellos podrían contraatacar.
Natalia y yo nos metemos en el cuarto donde tenemos los trajes. Aria ya está aquí, pero lista. Los trajes no se modificaron, son del mismo modelo que llevamos en la lucha contra los cazadores. Aria sale en cuanto yo entro y medio golpea mi hombro al pasar.
Sigo sin culpar su enojo, me limito a ignorarla.
-¿Es normal que me sienta tan nerviosa?- Pregunta Nat empezando a quitarse la camisa.
Yo me quito los botines y el resto.
-Para nada, te digo que a pesar de que ya he estado en posiciones parecidas, el miedo y el nerviosismo nunca se van.
Me calzo los pantalones, me abrocho el cinturón y luego voy con la camisa térmica de manga larga.
-Cuando entrené con mi padre y el me preparó mentalmente para esto, jamás pensé en que se sentiría tan pesado. Uno se siente fuerte, hábil pero cuando llega el momento de actuar, ves que no eres tan invencible como creías. Que puedes morir o salir lastimado con sólo actuar un segundo de retraso.- Su voz es amortiguada por la tela de su camisa. Yo me hago rápidamente una trenza de lado cuando termino de vestirme.
-Y te das cuenta.- Continúo por ella.- Que no sólo tú puedes terminar muerta, sino también tus compañeros.
-Eso es algo que me preocupa más que morir.
-Te entiendo.- Digo tocando su hombro y ayudándole con su cabello.- Tal vez suene egoísta pero... Me alegra que estés aquí conmigo, no sabes cuantas veces deseé no sentirme tan sola. Y ahora estoy aquí, haciéndote una trenza para que peleles conmigo.
-No es egoísta.- Contesta ella, no puedo ver su rostro ya que está de espaldas a mi pero sé que lo dice con sinceridad.- Muchas veces yo también quise que estuvieras conmigo, en especial el día en que Old Town fue atacado.
Cuando termino se gira y me mira.- Es increíble como las cosas pueden cambiar en un minuto.
Asiento.
-Lo único que puedes hacer al respecto, es adaptarte a los cambios.
Ambas bajamos listas y me sorprendo cuando veo a Sam en la mesa con Zack, ya que él no había llegado, como tampoco Cam y Devon que viven en el mismo edificio.

Lo que más me sorprende es lo que viste. No son nuestros trajes.
Sus ojos verdes se encuentran con los míos pero hay algo que me preocupa en su mirada, parece lejana.
Se incorpora y puedo al fin, inspeccionar bien lo que lleva.

El traje se ajusta perfectamente a su cuerpo, moldeando sus músculos a la perfección. Es totalmente negro y de un matetial resistente, en el lugar de las rodillas, los codos y pecho, el material empleado parece ser de un metal duro pintado en negro, algo así como una armadura. Los pantalones no parecían llevar bolsillos pero no me sorprendería si hubiera algunos escondidos. Porta un cinturón de armas, y en sus manos guantes que dejan los nudillos al descubierto. El traje era letal, tan letal como la persona que lo usaba.

Me quedé sin aliento mientras lo veía acercarse con su traje silencioso.
-Umm hola.- Logro decir.- Pensé que todos vestiríamos igual.- Señalo con la cabeza lo que lleva puesto. Sonríe de lado pero no de manera creída como pensé que haría.
- Es el traje que los cazadores usan.- Lo miro con el ceño fruncido.
-Pensé que era el traje rojo, el que usaban... Ese día.
-No, ese era sólo para los días en que nos reuníamos, este es más...- Hace una pausa pensando en la palabra correcta.- liviano.
Trato de que la decepción en mi mirada no se note. Si usa el traje de cazador, es porque aún piensa que lo es. Lo que al final significaría que continúa pensando que nuestras razas son enemigas.
-Bien.- Aparto la mirada hacia Natalia.-Uh, iré por armas.- Me aparto de él a paso normal.
Veo que la mayoría ya están con los trajes puestos y miran discretamente a los tres chicos con trajes diferentes.
Trajes que estaban diseñados para no hacer ruido, para que les diera un mejor acceso a una mejor movilidad sin hacer ruido en el proceso. Todo para matarnos.
Siento una mano detenerme del brazo y cuando miro me topo con sus ojos verdes.
Está mirándome dudoso.
-¿Ocurre algo?- Me pregunta.
Sacudo la cabeza.- Nada importante.
Trato de soltarme de su agarre pero Sam no me lo permite, me giro hacia él con el rostro lo más relajado que puedo.
-Dije que nada.
-Estás a la defensiva.- Dice serio.- Habla conmigo.
No quería molestarlo y sabía que si decía algo de lo que pasaba por mi cabeza, iba a alejarlo.
Vuelvo a negar.
-Ahora no.- Su boca se entre abre pero luego la cierra y la vuelve una fina línea. Asintiendo se aleja y yo me quedo con un feo vacío mientras me equipo con armas.
Envuelvo el cinturón con armas a mi alrededor. Lo lleno de dagas de diferentes tamaños. Grandes, pequeñas, de hoja recta, de hoja ondulada. Oculto una pistola en la funda de mi espalda. En mis botines oculto otro par de dagas.
Había tenido esperanza de que su pensamiento cambiara. De que no nos viera como una raza diferente, de que dejara sus instintos de cazador atrás y aceptara que nosotros no somos tan diferentes. Pero no fue así.
Es uno de los que no quiere dejar su instinto atrás, que a pesar de que lo pase, seguirá siendo como lo criaron. Siendo un cazador.
-¿Pasa algo?- Me pregunta Natalia.- Noté como que estaban discutiendo.
Ni ego con la cabeza. Sabía que Sam estaba cerca de la entrada del laboratorio, en otras palabras, casi detrás de mí, no estaba solo, podía escucharlo murmurar con sus dos compañeros.
-Estoy bien.- Le aseguro.
Me coloco el brazalete en la muñeca.
-Sabes que a mi no puedes engañarme ¿Verdad? Somos como hermanas, conozco tus gestos, tus sentimientos.
La miro de reojo y trato de no sonreír ante sus palabras. Pero no puedo decirlo aquí, ahora.
-Tal vez más tarde.
Ella asiente.
-Bien, porque si no tendré que amarrarte a un silla hasta que lo sueltes.
Logra sacarme una pequeña risa.
Disimuladamente giro mi cuello para verlo y él parece tan formal charlando con sus compañeros, realmente parece un líder. Cuando sus ojos se encuentran con los míos, no soy capaz de apartar mi mirada a tiempo.

Zack y Elías estaban en la bodega, el resto de nosotros estaba ahora frente el hospital.
El gran edificio se eleva ante nosotros, podemos verlo, podemos ver a la gente que sale del estacionamiento, pero ellos no pueden vernos a nosotros.
Devon, Sam, Jordy y yo estábamos en un auto estacionado. La computadora frente a mi me mostraba los diferentes ángulos del hospital pero no por las cámaras puestas en el edificio, sino, por las cámaras ocultas en los trajes de cada uno de los chicos.
El auricular en mi odio me permite escuchar a Zack.
-James y Sarah están en el piso inferior hablando con el director.
Voy directamente a la cámara de mamá y veo a un hombre frente a ella, reconozco la oficina, he estado en ella antes cuando acompañaba a mamá a sus días de pago.
El plan hasta ahora iba a la perfección. Mamá tendría que estar cerca de la alarma.
-¿Cómo van Natalia y Julian?- Le pregunto mientras me voy a la cámara de ella.
Pero todo está oscuro.
-Está dentro del sistema de ventilación.
-¿Cuánto le falta para llegar al punto exacto?- El punto exacto era en el tercer piso, justo en la habitación donde tienen a los infectados.
-Al menos dos metros.- La voz de Zack se escucha turbia.- Julian dice que no hay trampas en el sistema de ventilación.
Me voy a la cámara de Caín pero lo que veo son un montón de pacientes.
-Comunícame con Caín.- Le pido a Zack.
El corazón me retumba en los oídos y sé que tengo que estar calmada pero es difícil cuando gente que te importa está en peligro.
-En posición.- Dice Caín.
-¿Cuántos guardias?
Él se mueve, lo noto por la cámara y me deja ver varios cuando gira.
- Al menos cinco en el primer piso.
Todos son como los que vigilan el tercer piso. Si no conociera bien las tácticas, diría que nos estaban esperando.
-Bien, prepárate para la señal.
Aprieto el botón en el auricular y vuelvo en comunicación con Zack.
-¿Cuántos falta, Zack?
-Natalia está colocando la última bomba.
Suelto aire aliviada.
-Que salga rápido.- Ordeno con voz suave.- Con Aria por favor.
- En posición.- Dice ella.
-Falta una, prepárate para el fuego.
-Entendido.
En la cámara de mamá veo como firma papeles. Eso es lo malo de estas cámaras, puedo ver pero no escuchar, si quiero hacerlo dejó comunicarme por los auriculares, pero ni ella ni James a su lado usan uno en estos momentos, mucho menos el uniforme. Así que no había forma de que pudiera hablarle y eso me preocupaba.
Miro a los chicos.- Prepárense, estamos por entrar.
Sam asiente y se prepara con la mano en la manija del auto.
Miro a Jordy y a Cam en la parte de atrás.
También asienten.
Miro la pantalla.
-Tú das las órdenes.- Dice Sam en voz baja.
Sé a lo que se refiere.
Tenemos dos opciones. Matar a los guardias del gobierno que mantienen a los de nuestra especie cautivos.
O tan sólo dormirlos.
Mi mente está en blanco ante eso. Mi corazón blando me dice que no, que son humanos y que cometen errores como nosotros.
Pero mi cerebro que ha almacenado todo lo que han hecho, que recuerda a esa gente en esas camillas atadas para que no puedan escapar, que sabe lo que pasará cuando los humanos decidan atacarnos directamente. Esta parte me dice que los mate como una señal de que no se metan con nosotros. Que no se metan con mi gente.
Miro hacia la pantalla y mi boca tiembla mientras le digo:
-Esa decisión te la dejo a ti.- Ni siquiera lo miro cuando lo digo. Porque sé lo que hará, al fin de cuentas es un cazador, matará sin piedad. A él no le importará hacerlo.
Escucho su voz antes que la de Zack en el auricular.
-Ataquen a quienes los ataquen, al resto déjenlos inconscientes.- No esperaba esa respuesta, estoy por voltear hacia él cuando escucho la voz de Zack en mi oído.
-Ahora.
Él le da el mensaje a todos por igual. Dejo la computadora a un lado mientras bajo del auto. Los cuatro nos movemos directo a la entrada.
Presiono el botón del auricular.
-Aria.
-En posición.
Sonrío de lado antes de decir:- Quémalo todo.
Y así sucede.
Ella, ubicada en los archivos del hospital, esos que tienen la información de cada uno de los infectados, incendiará todo, no dejará ni cenizas y el fuego se propagará lo suficiente como para alertar a los pacientes y a mamá.
El fuego era controlado, no lastimaría a nadie.
La alarma era nuestra señal de entrada.
Quisiera ver a mamá en estos momentos pero la computadora está en el auto y tengo que estar aquí para cuando tenga que entrar.
Mi cuerpo tiembla y trato de recordarme por qué estoy aquí.
Cuando la alarma suena me doy cuenta de que tengo que dejar mis temores atrás.
Agarro el arma con los dardos y empiezo a avanzar con los chicos.
El guardia de la entrada parece debatir entre quedarse en su puesto o entrar para ver lo que pasa. Así que levanto mi arma hacia su pecho y le facilito la decisión. Cae dormido al suelo casi al instante.
La gente ya empezó a gritar y a correr por todas las salidas. La puerta se abre y nos hacemos a un lado para dejar salir a la gente.
Algunos doctores sacan a los pacientes en camillas o en sillas de ruedas.
No habían operaciones a esta hora, Elías lo comprobó en la base de datos.
Entro al pasillo cuando las últimas personas salen. Todos tenemos las armas levantadas mientras avanzamos. Veo a cinco guardias caídos en el suelo y a Caín dispararle al último antes de que se gire hacia nosotros.
-Quedare a vigilar le digo antes de que Subamos por las escaleras.
-Aria.- Digo por el auricular.
-En posición.- Contesta ella.
-¿Ya saliste?
-Confirmado, estoy bajando ¿Necesitan ayuda?
-Encuentra a mi madre y a James, sácala de aquí y dile a James que empiece la limpieza de los niveles superiores junto con Natalia y Julian.
-Afirmativo.
No me encuentro con mamá en el camino y no sé si alegrarme o preocuparme por eso.
Esquivamos a los pacientes que salen y busco con la mirada a más guardias.
No íbamos a dejarlos tirados en el piso cuando la toxina sea liberada en el piso tres porque podría matarlos. Así que James, Natalia y Julian iban a arrastrarlos al último piso donde la toxina no llegaría.
Sam le dispara a uno de los guardias y le quita la radio.
-Código verde.- Dice un hombre alarmado.- Repito Código verde.
Miro a Sam. ¿Nos pusieron un código?
Cuando llegamos a la entrada del tercer piso no hay guardias. Y sé de inmediato que es una trampa.
-Deben estar esperándonos arriba.- Dice Sam con voz lo suficiente alta como para que todos lo escuchemos.
-¿Atacamos entonces?- Pregunta Devon.
Cuando lo miro me doy cuenta de que no se lo preguntaba a Sam. Me lo preguntaba a mí.
Es una trampa para matarnos.
Mi corazón pelea contra mi mente y me doy cuenta ahora, de que tengo el poder de elegir quien gana.
Encierro a mi corazón dentro de una caja de piedra mientras tomo la decisión.
Meto la pistola de dardos en ma funda y saco el par de dagas de mis botines.
No me detengo a pensar en lo mala persona que soy ahora, en la sangre que derramarán mis manos. Y digo:
-Mátenlos a todos.
Soy la primera en avanzar hacia la entrada. Sam me alcanza y se posiciona a mi lado con una máscara en su rostro. Me pregunto si yo también llevo puesta una.
Jordy lanza un dardo hacia la entrada. Nada sucede, o al menos eso pensaba.
En un parpadeo la luz se ha esfumado.
Nos quedamos a oscuras.
Escucho a Sam maldecir.
Escucho puertas abrirse y luego pasos.
Siento la presencia de alguien a mi lado y me tenso hasta que siento sus dedos tantear los míos. Sam.
-¡No se muevan!- Grita alguien.
-¿Dónde están?- Sonrío. Idiotas.
-Jordy.- Digo en voz baja.
-¡Lo escuché!- Grita alguien.- Están aquí.
Llevan infrarrojos pero ni siquiera con ellos pueden vernos.
-Jordy.- Vuelvo a llamarlo y esta vez siento su presencia a mi lado.- Quememos todo.
No lo veo pero puedo jurar que sonríe.
-Sam, Devon.- Los llamo por lo bajo para que nadie más pueda escucharme.- Retrocedan.
Siento a Sam alejarse de mi lado.
Miro en la oscuridad personas que sus mueven pero apenas y son siluetas.
-¿Lista?- Pregunta Jordy en voz baja.
Sonrío.
-¡Apunten armas!- Grita uno de los hombres.- Están frente a nosotros.
-¡Son invisibles!
-Lista.- Mi puño se enciende justo cuando alguien dispara en mi dirección.
El fuego sale de mis manos directo hacia ellos, tan rápido que ni siquiera tienen tiempo de gritar o de disparar.
Me muevo hacia adelante y cuando el fuego ilumina el amplio pasillo, las balas llueven, pero no sólo del lado de ellos. Sam y Devon se mueven rápido y disparan tan rápido que el ojo humano sólo captaría un borrón.
Yo quemo a un par de guardias que se acercan con las armas desenfundadas y no queda ni ceniza de ellos. Lanzo una ráfaga de fuego que se lleva a cuatro y Jordy golpea con puños de fuego a los otros dos. Sam y Devon le disparan a los cuatro últimos y para cuando terminamos todos estamos jadeando.
El fuego de Jordy se apaga al igual que el mío.
-¿Nadie herido?- pregunta Sam con la voz entrecortada.
-No.- Decimos todos.
Pulso el botón del auricular en la oscuridad.
-Zack, enciende las luces.
-En eso estamos.- Dice él apresurado.- Pero parece que se dieron cuenta de que tenemos el control y quieren sacarnos del programa.
Maldigo en voz alta.
-Lo más rápido que puedan, estamos por subir al tercer piso.
-No escucho nada.- Dice Jordy.- Ni guardias, ni pasos.
Jordy tiene razón.
-¿Creen que eso fue todo?- Pregunto en voz baja.
-No lo sé.- Contesta Devon.- Pero es mejor que los hagamos bajar antes de encontrárnoslos arriba.
-Yo me encargo.- Dice Jordy.
Su puño vuelve a encenderse y lanza una bola de fuego por las escaleras, luego otra. Pero no hay nada, ningún movimiento.
-Subamos.- Dice Sam.- Probablemente pensaron que podían detenernos y pusieron a todos esos hombres aquí y en los niveles inferiores.
Y subimos.
Cada paso en silencio hasta que llegamos a la puerta de cristal.
Iluminé mi propio puño en llamas pata poder ver hacia la gran habitación.

Nada, absolutamente nada me hubiese preparado para esto.
El aire parece salirse de mis pulmones por sí solo¿Todo por nada?
Escucho a los chicos hablarme, los escucho maldecir, están alterados y en movimiento, pero yo no puedo. La rabia se acumula dentro de mi y se hace casi doloroso.
La habitación está vacía. Las camillas desocupadas y las maquinas en silencio.

Los infectados no estaban aquí y hubiese pensado que el traslado había sido intencional sino fuese por el mensaje escrito en la pared, escrito con sangre oscura.
Llegan tarde.
Un mensaje bastante claro.

Alguien tira de mi brazo, es Sam.- Tenemos que irnos, ellos ya vienen.- Vuelve a tirar de mi pero me contengo.
No puedo ni imaginar lo que les pasó a todos los infectados.
Ciertamente no estaba aquí para salvarlos, estaba aquí para matarlos, pero quise que ellos no sufrieran y me imagino que los que los tenían aquí no se preocuparon en si la manera en que murieron fue rápido.

Ellos.
Todos aquellos que los mantuvieron encerrados en esta habitación hasta sus últimos suspiros merecen morir.

No somos ratas de laboratorio. Somos personas como ellos.

Activo el brazalete así como ellos y me preparo para bajar.

-Tenemos quince segundos para llegar a la primera planta.- Digo con voz neutral, Sam me mira confundido pero lo ignoro mientras me comunico con Zack.

-Que todos salgan, activaré las bombas.

Los pasos están cerca, son decenas de ellos.- Vayámonos.- Les digo y presiono el botón. Bajamos corriendo los escalones y llegamos a tiempo para ver ala docena de uniformados venir hacia nosotros.
-¡Están arriba!- Dice uno de ellos, el líder supongo.

Los pasamos sin que nos noten, todo se dirigen hacia la muerte y no lo saben. Porque su sed de sangre les nubla la visión del gas que está empezando a salir del tercer piso. Ocho segundos y nosotros ya estamos bajando los últimos escalones que llevan al primer piso. El hospital está desierto, la gente se acumula afuera.
-Todos fuera.- Dice Zack.- El gas no pasará del segundo piso y durará un minuto hasta que se neutralice.- Llegamos a la salida.- Las cámaras captan movimientos dentro, son sólo guardias...- El tiempo se acaba y nosotros estamos fuera. El gas es liberado y yo sólo tengo un pensamiento en la cabeza.

Ellos no merecían una muerte tan pacífica.
La gente mira aterrada al fuego que ahora no existe. Siento lástima por todos ellos, son inocentes. Pero mi gente también lo era, y aun así están todos muertos.

Veo al grupo esperar detrás de la multitud, nadie los mira.
Las sirenas se escuchan cerca, me imagino que los bomberos y la policía están por doblar la esquina. Mamá y James están abrazados y siento alivio al verlos. Me sonríen sin saber lo que su hija hizo, sin saber a cuantos mató.

Abrazo a mamá con fuerza. Es lo que necesito.
-Estaba tan preocupada.- Dice.

-Yo también mamá.- Digo con los ojos cerrados.
Caín se nos acerca con Aria, Natalia y Julian detrás.
-¿Y bien?- Pregunta él.
Me muerdo la parte interior de la mejilla. ¿Cómo se los digo?
Eh chicos, todo fue en balde, no había nadie ahí, excepto docenas de uniformados esperando por nosotros, ah y por cierto, no se preocupen por ellos ahora, los maté a todos.

Por suerte Sam nota que no puedo contestarle a eso y se acerca para hablar.

-Se los llevaron, no había ningún Caníbal en esa habitación. Nos tendieron una trampa, fue como si sabían que estaríamos aquí.

-¿Qué dices?- Aria parece enojada.-¿Una trampa?

Sam asiente.- Creo que tenemos un infiltrado.
Ella lo mira con odio.-¿Piensas que alguno de nosotros nos delató? todos somos como familia.- Dice ella.
-Bueno.- Sam se encoge de hombros.- A veces hasta la familia se traiciona entre sí.
Su comentario me hace verlo a los ojos y el pánico me recorre cuando noto que en sus ojos no hay nada. Está vacío.
Como si no lo sintiera, como si no le doliera lo que pasó hoy aquí.

-Me vas a disculpar.- Dice Caín.- Pero aquí todo confiamos en nosotros, nos conocemos entre todos.

-Todos excepto a t y a tus dos perros.- Suelta Aria.

Caín le dice que se calle con la mirada.

-Si están tratando de decir que Sam, Cam o Devon nos tendieron una trampa, déjenme decirles que están equivocados.- Mi voz sale en tono cortante.

-¿Cómo lo sabes?- Pregunta Aria.
-Porque confío en él.
Ella se ríe y me señala.-¿Al igual que confiaste en tu amado Jesse?- Sus palabras me hacen retroceder. Mi corazón se acelera a causa del fuego que habita en mi pecho. Mis manos se vuelven puños.-No puedes confiar en nadie.- Dice ella.- Ni siquiera en los que quieres.- Mi puño sale disparado a su rostro y no logra esquivarlo. Ella da un paso hacia atrás, todos parecen congelarse en sus lugares mientras aceptan lo que acaba de pasar.
-No vuelvas a mencionarlo.- Le advierto. Pero ella ya está viniendo hacia mí. Una mano toma mi hombro y entonces ya no estoy ahí.

Miro a mí alrededor, a las paredes de la bodega.

Miro a Sam que me mira como si quisiera leerme, me alejo de su toque.

-No te necesitaba.- Le digo enojada.- Podía defenderme sola.

Sam bufa.- Pude haberte dicho lo mismo.

Cierro mi boca cuando el portal es abierto en media habitación. No había notado a Zack y a Elías sentados en la mesa frente a las computadoras pero a juzgar por sus posiciones puedo adivinar que los asustamos al aparecer de repente.
Natalia es la primera en salir del portal y me da una mirada comprensiva. Cuando Aria sale estoy lista para otro golpe pero ella se limita a mirarme con una sonrisa y va hacia Elías. Caín, como siempre, es el último en pasar por el portal.

Nos mira a Sam y a mi.- Vengan.- Nos dice.

Nos reunimos en un círculo, Elías y Zack se nos unen.

-Todo fue un fracaso.- Dice Caín, como si no lo supiera ya.- Los infectados que contenían en el último piso no estaban cuando ellos.- Nos señala.- Llegaron. Nos dejaron un mensaje con sangre, donde nos decían que habíamos llegado tarde, claramente ya sabían que iríamos.

-¿Alguien nos delató?- Pregunta Zack.- Es imposible.
-Si, si es posible.- Dice Aria en tono mordaz.
-Aria.- La regaña Caín.- Basta. Esto es serio.

-¿Si ellos no estaban ahí por qué las bombas fueron activadas?- Pregunta Natalia.

Todos los ojos se dirigen a mí y yo no estoy lista para que me vean como un monstruo. Mi madre está presente y mi figura paterna también ¿Qué dirán de mí?
Bueno, a la mierda.

Abro mi boca para contestar.

-Yo lo hice.- Dice Sam levantando el mentón. Me giro hacia él.- Ellos no merecían vivir luego de lo que hicieron.
-Eso no te correspondía a ti decidirlo.- Dice Caín enojado.
-Pero lo hice.
Sam sabe que no es así, que él no activó las bombas. ¿Por qué se echa la culpa él?
-No sé si lo entiendas.- Dice Caín acercándose.- Pero tus días de caza terminaron.- Sam tensa la mandíbula.- Tú no eres quien decide quien muere y quién no. Y lamento esto.- Dice ahora mirándome a mi.- Pero si no puedes controlarte es mejor que te vayas.

La expresión de Sam no cambia, parece no importarle lo que Caín dice, pero a mi si me importa.
-Sam no activó las bombas.- Digo de inmediato y ahora él me mira.- Fui yo.

-No tienes por qué cubrirlo.- Me dice Caín.
-No lo cubro, él me cubría a mí. Zack puede decírtelo, yo le dije que les informara a todos que las bombas estaban a punto de ser activadas y que salieran de inmediato. También está Jordy en quien me imagino, confías hasta tu vida. Puedes preguntarles y te enterarás de la verdad.

No me atrevo a ver los ojos de mamá o los de James, no toleraría que me miraran como un monstruo, no lo toleraría.
-¿Entonces tú, la chica que siempre está evitando las muertes, quien me convenció a mí de elegir otro camino, quien se preocupa por proteger a quienes quiere antes que ella, fue la que causó la muerte de más de una docena de personas, humanos?
Mi corazón se rompe, mi garganta se seca y la pena cae sobre mis hombros pero aun así contesto.

-Sí.
-Esa no eres tú.- Dice él.
Entonces quizá no me conozcas bien. Quiero contestar.- Estoy seguro que fue Sam quien te metió ideas en la cabeza...

Lo miro incrédula.- Ya deja de culparlo, él no tuvo nada que ver con mis decisiones.

-Si tienes algo contra mí, Caín, entonces dímelo de frente.- Sam se dirige a él con tono áspero y su porte muestra lo que en verdad es. Un cazador.
Caín sonríe de lado.- Si tengo o no un problema contigo, no importa. De todas formas ya te ibas ¿No?

-No vas a echar a Sam.- Digo de inmediato.

-Yo no lo estoy echando.-Me contesta con el ceño fruncido.- Por tu expresión me doy cuenta de que él no te lo ha dicho.

Me giro hacia Sam.-¿Decirme qué?

Su mirada dura se rompe por unos segundos.

-Me voy.- Suelta.

Sus palabras me hacen parpadear. ¿Cómo que se va? Niego con la cabeza. No, esto tiene que ser una broma.

-Já.-Suelta Aria con humor.- Y todavía quiere hacernos creer que no fue él quien nos vendió.

Ni siquiera la miro, no puedo apartar mis ojos de los de él.-¿Cuándo lo decidiste?- Quisiera estar a solas con él, quisiera no estar rodeada de gente que me importa, juzgándome con la mirada.

-La mañana en que le traje a Caín la muestra de Ricina.- No vacila en contestar y quizá eso me rompe un poco más.
La mañana siguiente a lo que pasó en L.A cuando desperté y él no estaba.

Lo decidió esa mañana. Evito que esto me duela pero fallo en el intento. Sam planeaba irse y no me lo había dicho.

Aparto la mirada, nada de lo que quiero decirle debe escucharlo el resto. Ya ni siquiera sé qué decirle a Caín.

Cuando miro hacia Cam y Devon, lucen igual de sorprendidos que yo.
Sam se va. Se va.

Miro a mi madre, no parece odiarme, tampoco James, con eso me basta. Carraspeo antes de dirigirme a Caín.

-Pueden seguirla reunión sin mí, necesito ir a mi casa.
-Yo te llevo.- Dice Sam de inmediato.

-No.- Suelto de golpe.- No te quiero ahí.

Miro a Caín, él asiente y crea un portal para mí. Cuando lo cruzo no miro a nadie y luego estoy en mi habitación. Con la respiración acelerada y el pecho ardiendo.

¿Cuál era la razón de su partida?¿Y si Aria tenía razón y fue Sam quien nos delató? no, no podía ser él. Porque si fue así ¿Por qué no matarnos, por qué no advertir sobre las bombas? Es ilógico. Pero entonces ¿Por qué se iba?¿Por qué me dejaba?
Niego con la cabeza ante lo último.
Siento su presencia antes de girarme y verlo. Lucho por no lucir afectada así como él suele hacerlo.
-Te vas.
Asiente. -¿Por qué?
El idiota me mira a los ojos, creo que sabe cómo me siento cuando lo hace. No se acerca, no se aleja, sólo se mantiene ahí.
-Necesito irme.

-Dime que no es lo que pienso.- Le pido.

Ladea la cabeza mirándome juguetón.- No sé lo que piensas.

Me acerco un paso a él.- Dime que la razón de tu partida no es la misma que lo que ellos creen.

-Lo que ellos crees o lo que tú crees.-Contraataca.

-Confío en ti.- Digo sintiéndome como una idiota por parecer tan sentimental.
-Entonces no deberías ni preguntarlo.- Se acerca un paso. Estamos más cerca ahora. Casi puedo sentir su aroma.
-Dime.
-No puedo.
Niego con la cabeza.- Esa no es una respuesta. Ya me traicionaron una vez.- Trato que el recuerdo no me golpee.- Alguien en quien confié con mi vida, así que no importa si las palabras duelen, sólo dilas.
Se acerca otro paso.
-Los dos sabíamos que el que yo estuviera ayudándoles no sería para siempre.
Sí, lo sabía al inicio, cosas sucedieron, cosas que me hicieron borrar las palabras de James sobre él. Las recuerdo muy bien, sobre que si Sam nos ayudaba, era por su propio beneficio, que nunca hacía algo por nada. Y lo que Sam quería en ese entonces era información, información sobre lo que pasaba.
Ahora ya lo sabía. Sabía sobre el virus, sobre los Primeros, sobre el gobierno. No tenía por qué quedarse. En verdad va a irse.
-No es porque tengas que irte, es porque quieres hacerlo.
-¿Vas a juzgarme?- Pregunta serio. Me acerco a él hasta quedar cerca de su roce.
-Si ¿Sabes por qué? porque si te vas serían un cobarde.

Se ríe con enojo.- Un cobarde.- Repite.- Vaya, me equivoqué en pensar que lo entenderías.

-Por supuesto no lo hago ¡Vas a dejarme! soy tu compañera.

No me importa si luzco patética. Necesito decirle de una forma u otra que me importa y que no quiero que se vaya.

Cierra los ojos un momento, y eso me da esperanza. Quizá se quede, quizá logre convencerlo.-No tienes por qué irte ahora.- Sostengo su mano y la aprieto ligeramente. Su tacto me hace estremecer. Me pregunto si produzco el mismo efecto en él. Sam me mira, sus ojos verdes dilatados.

-Tengo lo que quería.- Su voz sale fría y me hace fruncir el ceño. Aparta su mano de la mía y es como si me empujara lejos de él.- Creo que te confundiste, eras mi compañera en combate, pero nada más.- Cuando me mira, descubro la máscara puesta, sus palabras hieren y el tono que usa conmigo es como limón.- No eres una razón para quedarme.
-Estás mintiendo.
Tuerce la boca.- Si lo hiciera no lo sabrías.

-Oh, créeme lo sé. Estás usando una máscara en estos momentos y déjame decirte, es una muy fea.- Tomo ambos lados de su rostro y lo sostengo con cuidad, sus ojos se mueven por todo mi cuerpo hasta parar en los míos.- La usas con todos ellos, excepto cuando estás conmigo.- Mi corazón se acelera, ha salido de la caja de piedra, la ha roto y se siente fuerte para luchar.-Tú no eres así.- Niega con la cabeza pero no se aleja.

-No me conoces en absoluto y si lo hicieras te asustarías.

-Estoy segura que no.

Se ríe.-Incluso yo, a veces, me asusto de quien soy.- Aleja sus manos de mi rostro.- Fue bueno conocerte, fue bueno pelear a tu lado y te doy las gracias por salvar mi miserable vida, pero hasta ahí. No sé lo que buscabas, pero yo no soy humilde ni amable, no soy lo que esperabas.
Me río.- Es gracioso porque, la verdad es que al principio no esperaba nada de ti, creo que en secreto te odiaba pero... Sam, tú eres mi ancla.- Dejo salir.
Y no lo sabía hasta hace poco. Hasta que casi muere aquella noche y lo comprendí. Comprendí por qué me sentía segura a su lado, por qué a pesar de nuestras diferencias parecía estar cómoda a su lado. Y pensé que no volvería a pasarme porque la última vez que me pasó fue como el infierno, me doy cuenta que Sam me sacó de ese infierno y me trajo al paraíso. Quizá no lo hizo a propósito, quizá quería provocarme lo contrario pero las cosas ya estaban hechas. Sam me salvó y no sólo salvarme de morir por una caída o por un balazo o por un Caníbal. No, él me salvó emocionalmente. Era mi ancla, justo lo que necesitaba.

No sé si lo dije en voz alta, no sé en qué momento había dejado de hablar pero Sam parecía tan afectado como yo en estos momentos. Sus ojos están amplios y brillosos y sus labios entre abiertos.

Ahora lo sabía. Estaba enamorada de Sam.
Por favor no te vayas. Te necesito.
-Un ancla.- Dice en voz alta, perece como si tratara de recordar algo importante, incluso su mirada se desenfoca por segundos.
-No te vayas.-Le pido.- Tú no.

No otra vez.
Traga saliva ruidosamente y se acerca a mi, tomando mi rostro entre sus manos y en silencio ruego que me bese. Lo quise esa noche mientras bailábamos, lo deseé cuando en su cama me abrazó. Lo deseo ahora.

Entre abro mis ojos, esperando por él. Sé por su mirada que también lo hace pero se aparta, se aparta de mi con los ojos cerrados.

-Creo que has olvidado mis palabras.- Cuando sus ojos se abren no veo nada dentro de ellos y sé al instante que he perdido.-Las personas que quieren pueden ser usadas en tu contra, así que ten cuidado a quien le entregas tu corazón.
Y entones Sam ya no está aquí.
Y yo me siento una tonta por creer que se quedaría.

Me dejo caer en mi cama como un peso muerto. Muerto, sí, así se siente mi pecho.
Pensé que lograría llegar a él, pensé por un momento que yo le provocaba lo mismo que él me provocaba a mi. Pero me equivoqué.
Olvidé por completo quién era él y cómo fue formado.
Que Sam era prácticamente un soldado programado para eliminar a los de mi especie y que él no podía sentir. Porque para él sentir significaba debilidad y con las palabras que me dijo antes de irse, prácticamente me gritó lo débil que era aunque sólo habló en susurros.

Me enamoré de alguien que no es capaz de entregar su corazón a nadie. Me enamoré de un problema.
Maldito corazón ¿Cuándo aprenderás la lección? Cierro los ojos sintiéndolo latir.

Pero está entero, hay pequeñas grietas pero puedo sanarlas.
Me di cuenta a tiempo que lo que deseaba no se podía llevar a cabo.
Que soñar con Sam sintiendo lo mismo por mí, era totalmente imposible. Lo hice a tiempo, puedo salirme de esto. Al menos él me dio esa opción.
Esta vez cuando encierro a mi corazón en una caja, no la hago de piedra, la hago de hierro.

Feliz cumpleaños a una de mis primeras lectoras RomiCalderon ella ha estado desde los primeros capítulos de Infierno Helado y me alegra que siga con nosotros en este viaje. ¡Feliz cumpleaños chica! Que Dios te bendiga y te de un Caín o un Sam en tu vida y te libre de los Jesses 😂💓

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