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Capítulo 2

Íbamos a mitad de la semana y la rutina seguía y seguía.
Hoy en cuanto entré a la librería, saludé a Katy.
Katy era la dueña del local y era tan sólo dos años mayor que yo. Su cabello era rojo fuego y sus ojos azules... Sí, azules. Era muy hermosa, su rostro delicado y fino. Su pasión por la lectura era más fuerte que la mía.
La librería aunque pequeña de largo, era de dos pisos. El primer piso estaba adornado con sillones cómodos y mesas de café, cuatro de ellas. Estaba el recibidor y la caja en el fondo, de frente a la puerta de cristal.
Las paredes eran de la ladrillo y los cuadros bizarros en la pared eran cortesía de Tessa, mi compañera de trabajo. Hay una escalera de metal en forma de caracol que lleva al segundo y último piso o como le llamo yo. El paraíso.
Hay al menos diez estanterías que van hacia lo alto del techo, Todas repletas de libros ordenados por género.
Yo estaba encargada de atender la caja y Tessa de ayudar al cliente a encontrar el libro que desea, Katy rara vez se mantiene con nosotras pero cuando está, sólo supervisa y nos lleva café de la cafetería de al lado.
-Tres días seguidos.- Digo agarrando el café que Katy me tiende.- Eso si es un milagro. Ella ríe y me deja pasar. Avanzo y ocupo el lugar detrás del recibidor. Busco en un estante de abajo el spray para limpiar madera y con ayuda de un paño, limpio el mueble.
-Tengo que cubrir a Tessa, está enferma.- Frunzo el ceño.
-¿En serio? No sabía. ¿Qué tiene?
-Pensé que sabías.- Murmura mientras se sienta en uno de los sillones.- No lo sé, según entendí, un perro la mordió el domingo en la noche cuando salía de algún club y la mordida se infectó y le dio fiebre.
-Auch.- Digo sorprendida.- Dime que ya ha ido al doctor.
Niega con la cabeza.- Sabes que su novio es doctor, él mismo la atendió.
-Oh vamos, él aún está en su último año, no es un doctor oficial.- Replico yo.
-Eso mismo le dije.- Contesta.- Pero no hace caso, no es que piense claramente ahora...
-Iré a verla luego del trabajo.
-Eso sería genial, me avisas qué tal.- Y ese es el fin de nuestra conversación.
Atiendo a los pocos clientes de la mañana, la mayoría estudiantes de economía buscando rentar libros, sin embargo logro persuadirlos para que los compren.

Nunca me imaginé esto en mi futuro. Estar detrás de un recibidor, viendo ir y venir clientes con libros, no, esto no era lo que quería para mí. Estaba empezando a arrepentirme de no buscar una universidad a tiempo, pensaba que al no tener ese peso en mi espalda me ayudaría a encontrar un poco de paz, pero es todo lo contrario, tengo tiempo de pensar, no quiero recordar en ciertas cosas, es como quitar la costra de la herida antes de tiempo. He quitado la misma costra por meses, una y otra vez. Temo que eso deje cicatriz.
La hora del almuerzo llega, Jared tiene la hora libre y me invita a una pizzería. Tomo un taxi hasta el local, hemos visitado este lugar varias veces.
El olor a pan y orégano me invade, y por ende, mi estomago ruge. Jared está en la mesa del fondo de espalda a la puerta.
Me acerco a él sigilosa, tiene los audífonos puestos y el celular apoyado en la mesa.
-Lo prometo, no faltaré.- Su voz es baja a pesar de llevar audífonos, yo me los pongo y grito para los vecinos de la otra cuadra. Me fijo en la pantalla de su celular, está en una videollamada con Karum. Toco el hombro de Jared y este brinca.
-Te llamo luego, comeré con Abby.- Se apresura a decir, Karum dice algo más y se desconecta.
-Hey.- Lo saludo mientras me siento.-¿Qué dice Karum sobre tu regreso al pueblo?
-De hecho, él fue quien me pidió que regresara.-Contesta él guardando el celular.-Ya pedí. Mitad carne, mitad hawaiana.- Asiento.
-Así que de verdad irás. Quiero que tengas cuidado, es verdad que hasta ahora no se han reportado casos en las noticias pero siempre hay que ser precavidos.
-Lo sé Abby, y me gustaría que fueses conmigo.-Susurra.
Niego con la cabeza.- Eso no está en discusión.
-Sé cómo te sientes, a pesar de que trates de ocultarlo, sé que no estás bien.-Me quedo callada, nunca discutimos de esto, nuestros sentimientos. Es algo que no pasaba en meses.- Y no eres la única, ¿Piensas que fue fácil para mi dejar todo atrás? No, no lo fue y enserio agradezco lo que hiciste por nosotros, antes no lo entendía pero ahora sí, pudiste haber muerto y también sé que las muertes no son las únicas que no te dejan dormir por la noche. No has hablado sobre él pero sé que ese cabrón te hirió.
-Jared...
-No, escucha. Sé que lo amabas, que lo amas y sé que él en parte tiene la culpa de que te fueras del pueblo, porque los recuerdos eran demasiado fuertes, demonios, su casa estaba justo en frente de la nuestra, pero él se ha ido Abby y tienes que aprender a vivir con ello.
-Eso trato.- Admito en voz baja.- Y me siento estúpida fracasando. En serio quiero sacarlo de mi cabeza, de mi corazón pero... Siempre está ahí, en cada recuerdo, ya sea bueno o malo. Y no sólo es él la razón por la que no quieto volver. Sino que... Tengo miedo de lo que encuentre ahí, hay personas a las que dejé, que me ayudaron cuando las necesité pero que yo no estuve para ellos. No sólo son los recuerdos de él, son todos, la vida que tenía, los amigos con los que compartía, la Abby que era. Nada de eso existe ya y me da miedo enfrentarlo de una vez.
-¿No crees que es mejor si lo enfrentas?
-No estoy lista.- Contesto de inmediato.
-Eso has estado diciendo desde hace meses hermana, si sigues guardándote todo eso que sientes, vas a explotar.
Pienso en sus palabras y siento su efecto en mi. Explotar, sí, así me sentía cada vez que pensaba en todo lo que habia sucedido, a punto de explotar.
-¿Por qué quieres que te acompañe a Old Town?
-¿Por qué no? Al llegar no es que vayamos a en cerrarnos en casa, podemos salir, beber con Karum, él también era tu amigo, podemos divertirnos un poco.- Suelto aire.- Déjate llevar.- Dice sacudiendo mi hombro.
-Voy a pensarlo ¿De acuerdo?- Sonríe con malicia y asiente. Justo entonces llega la pizza.

La cuestión estaba en cuán difícil era pensar en eso. Sabía que ya había pasado mucho tiempo, probablemente en las primeras semanas del primer mes, incluso llegué a odiar a Old Town, lo que ahora me parece estúpido ya que no llegué a odiar a Jesse del todo pero al pueblo sí. 

Siento que la Abby que vivía ahí, ya no existe. He tomado decisiones que ella simplemente no tomaría pero me justifico pensando en que ella no sabía casi nada sobre el mundo que la rodeaba, por ende, estaba absorta de los problemas, ésta Abby se enfrentó a ellos, hizo cosas malas, como asesinar, huir y ser egoísta pero al fin de cuentas logró sobrevivir y salvar a su familia. No me daba crédito por participar en la guerra que rompió las diferencias entre nuestras razas, no me siento como una heroína a pesar de que estuve ahí y ayudé.  No digo que no se sintió bien, pero lo hice por una decisión egoísta, no fue por ellos, fue por mi familia y por mi. Lo que lamento es que llegáramos al punto de apuntarnos con armas, antes no pensaba eso ya que para todos ellos eran nuestros enemigos ya que nos cazaban, pero sólo estaban siendo manipulados al igual que nosotros, y éramos los mismos, ahora con la verdad al descubierto, quisiera que todo hubiese sido diferente. Sin sangre, sin armas. Pero no se puede retroceder en el tiempo, lo hecho, hecho está. 

Así que la pregunta era...¿Estaba esta Abby lista para volver a Old Town?

Cuando llego al trabajo, justo a las una, descubro que está atestado de estudiantes y Katy está rebosante de alegría. 

Las horas pasaron de manera lenta, los pies me dolían de tanto ir y venir y una hora antes de mi salida, se armó una pelea entre dos chicos, botando así, una estantería completa. Katy los echó, no antes sin cobrarles los libros dañados.

Con una respiración profunda empecé a acomodar los libros de nuevo, la estantería quedó sujeta a la pared por suerte y fue así, más fácil de enderezar. Katy se fue antes que yo, el cielo estaba oscuro cuando cerré el local. El fuerte viento me sopló la cara mientras me dirigía a una comidería cercana por una sopa de pollo para Tessa.

Ella vivía en un edificio de apartamentos, en un barrio no muy seguro. El edificio era viejo y me recordó al lugar en donde conocí a James, quería sonreír ante el recuerdo, pensé que había cazado al cazador pero en realidad él se había dejado atrapar ya que sabía quien era desde el principio, la confirmación vino del propio James.

Hay una señora en el primer piso, es la dueña, me figuro.

-Tessa Hans, vengo a traerle la cena.- Digo de manera amable pero rápida. Ella me escudriña, incluso baja un poco sus lentes de lectura. Asiente.

-Séptimo piso, puerta 124.

-Muchas gracias.- Digo y me dirijo hacia el elevador con las cosas en mano. Las luces del elevador parpadean mientras sube y yo trato de no pensar en lo que pasaría si esto fuese una película de terror. El pasillo huele a moho y el tapiz es viejo y amarillento, a lo largo del largo pasillo hay varias puertas enumeradas pobremente. Avanzo a paso normal, mirando cada seis pasos hacia atrás.  Cuando llego a la puerta número 124, golpeo la puerta y espero. Como veo que nadie responde, golpe otra vez y la llamo por su nombre y luego por el de su novio Jean. Pero parece no haber nadie. Vuelvo al elevador y voy hacia la señora.

-Disculpe, sé que no lleva el registro de todos los que alquilan pero quería saber si Tessa Hans está en su apartamento, escuché que ella estaba enferma y en cama así que le traje algo de sopa pero nadie abre la puerta.- Ella tuerce el gesto y deja sus cosas a un lado.

-Ella no ha salido en días, según vi la última vez, su esposo o novio, lo que sea, la traía cargando y con un vendaje en la pierna, ninguno dijo nada pero ella no ha vuelto a salir desde entonces.

- Pero me imagino que su pareja sí.

-La última vez que lo vi fue ayer y salió hasta tarde.- Por alguna razón, la situación no me da buena espina.

-¿Tendrá usted una llave de repuesto?

-Lo lamento niña, pero no puedo entregarte la llave, está prohibido.- Dejo las cosas sobre el mostrador ya que pesan.

-Por favor, yo trabajo con ella y quiero ver como está, podría estar con fiebre alta, necesito comprobar si necesita ayuda médica. Incluso puede entrar conmigo si desea y me hago responsable si ella llega a reclamar por invadir su espacio, se lo explicaré a ella personalmente.- Le digo con voz neutral, ella suelta aire y no dice nada por un largo tiempo, sé que dirá que no, cualquiera puede venir y decir lo mismo y dejar un... desorden sangriento, así está la delincuencia en estos días.  
Me sorprende cuando abre uno de los cajones y revisa un enorme manojo de llaves, cada una, por lo que puedo ver, están enumeradas con marcador negro. La llave ciento veinticuatro queda a la vista y la saca del manojo para entregármela con cara de pocos amigos.
-Iré contigo, te advierto que si pierdo a un cliente, te las verás con mi abogado.- Quise resoplar ante la exageración de la señora pero en su lugar Sonreí amable (pero fingida) y asentí hacia el ascensor.
-Vamos entonces.- Murmuré.

La mujer olía a regaliz, pude notarlo en cuanto entramos al elevador y las puertas se cerraron. La llave era fría contra mi palma. Las puertas se abrieron y recorrimos el ya conocido pasillo hasta la puerta ciento veinticuatro.
Giré la llave en la perilla y luego la puerta se abrió con un crujido de la madera. El apartamento estaba a oscuras y la poca luz que entraba por la ventana era a causa de las farolas de la calle. Algo me golpeó cuando entré y fue el olor a algo viejo y en descomposición. Las cosas en mis brazos se tambalearon por el temblor de mi cuerpo. Yo... Reconocía ese olor.
-Encienda la luz, por favor.- Le pedí a la mujer.- Cosa que hizo al sentir el mismo olor que yo pero ella sólo murmuró algo como "Ella sabe que la basura pasa los lunes, no sé porque les gusta vivir en un chiquero"
Dejé las cosas en una mesa cuando la luz me iluminó el camino. El lugar era pequeño. La sala y la cocina estaban en el mismo espacio y se mezclaban los sillones con el comedor, había un pequeño pasillo al fondo que terminaba a cuatro pasos con dos puertas a cada lado, uno, supongo es el baño y la otra la habitación.
-Iré a ver cómo está.- Le murmuro. Mi pulso late mientras camino, mi mano quiere dirigirse a las largas botas y sacar de ellas el par de dagas que siempre llevo conmigo pro cualquier cosa. Sí, lo admito, quizá no dejé ciertas costumbres. Pero no puedo sacarlas con la señora tras de mi así que me limito a abrir una de las puertas, esa en donde el olor es mayor y más repugnante.
Está oscuro. Llevo una mano a mi boca y nariz, cubriéndolas. Mis ojos llorar por el hedor mientras busco como prender la luz. Y cuando miro lo que hay frente a mi, los recuerdos brotan como un río a punto de desbordarse. No contengo el jadeo, puedo escuchar como la señora se acerca. Pero no la veo, a la única que veo es a Tessa acostada en su cama con los ojos y la boca abierta, pálida como el hueso, sin vida en su mirada. La mujer grita y me empuja cuando pasa dentro de la habitación.
No puedo dejar de verla tirada ahí y sin moverse. Ya no hay sonrisa que la caracterice como antes.
Me obligo a reaccionar y lo primero que hago es mandar a la señora por un celular. Ella corre y se aleja por el pasillo. Yo me acerco al cuerpo de la chica. No era mi amiga, solamente mi compañera de trabajo, una chica joven y con un gran futuro, así era.
Cierro sus ojos y su boca diciéndome que nadie debería morir así, solo.
Su rostro está tapado únicamente con sus ropas finas que constan de una camiseta de manga fina y unos shorts de nubes. Estoy agarrando la sábana para cubrir el cuerpo cuando noto el vendaje mal hecho en su pierna. La piel cercana se le mira morada, huele peor de cerca. Por alguna razón tomo las agallas que me quedan y quito el vendaje. Lo que veo, me deja aún peor.
Es una mordida, y no una leve. El perro que la atacó le arrancó el pedazo de carne, carne mala, una herida infectada. Así murió.
La infección la mató, murió sola y pensando en que tendría un día más pero no lo tuvo.
Suelto aire y la cubro. Otro cadáver, otra muerte y esta vez no fue nada sobrenatural, esto fue humano, algo que pasa.
La ambulancia llega pronto y veo junto a la dueña del edificio, cómo se llevan su cuerpo, las luces de la ambulancia brillan desde la ventana.
Deposito la sopa en el basurero cuando salgo y le pido a James que pase a recogerme lo antes posible, no quería estar sola.
La vida es efímera. Me pregunto qué pasaría si muriera mañana, sería una decepción completa, ya que no he hecho nada que pueda caracterizarme por mis acciones, no sería nadie, no dejaría ningún legado, sería una muerte más. Es cuando me doy cuenta de que no quiero eso para mí, quiero algo más pero no sé qué es.
O tal vez si. Quiero ser alguien.

Ahora mis lectores, empezamos este año con una nueva parte de Infierno Helado. Gracias a todos los que llegaron hasta acá. Publicaré los capítulos una vez a la semana. ¡Que lo disfruten!
-Lectorac24

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