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Capítulo 19

"Yo te entrenaré cada noche para que pelees a mi lado y cubras mi espalda como yo cubriré la tuya. Si tienes algún secreto que creas que si guardas por más tiempo te consumirá, entonces estaré ahí para escucharlo, siempre y cuando estés ahí para mí. Pero si en algún momento tengo que decidir entre mi vida y la tuya... Sabrás qué decisión tomaré."

Pienso en las palabras de Sam y en cuán contradictorias fueron las últimas.
Sam no me debía nada, sin embargo, se dejó tomar por Jhon, ese maldito Caníbal.
Sabía que Sam, a pesar de estar herido, tenía un plan y por eso me pidió retroceder. Pero todo se fue por el caño cuando Jhon lo dejó inconsciente.
"Un compañero en quien apoyarte" Esa había sido mi propuesta hacia él.
Ni amigos, ni enemigos. Compañeros. Y Sam no dudó en aceptar, ahora me estaba arrepintiendo de incluir a alguien más en mis problemas. Lo involucré en esto, arriesgué su vida y ni siquiera nos toleramos la mayor parte del tiempo.

Trato de no pensar en su rostro, en su sonrisa o en su manera de ser cuando no finge, cuando es él mismo, pero fracaso y el volante se me va de lado. Lo tomo con fuerza tratando de que la rabia no se mezcle con los otros sentimientos.

Tengo el auto en la mira, no lo pierdo. Y el arma está en el asiento de al lado, lista cuando tenga que utilizarla.

Lo que nos pasó es sólo un pequeño vistazo de lo que nos espera a todos en el futuro. No podremos salir de nuestras casas a salvo porque siempre habrán infectados con hambre, listos para buscar a nuevas presas.

Y pensar que Sam puede convertirse en uno de ellos, me aterra demasiado.
Aún no tengo un plan pero sé que tengo que actuar rápido.
El tráfico es bastante pesado por lo que se me hace más complicado manejar.
La droga sigue en mi sistema pero ahora es tolerable, sé que mi cuerpo la disolverá más rápido de lo normal gracias a mis defensas altas.

Espero a que dejemos a la mayoría de los autos atrás para acercarme más, para quedar justo detrás de su auto. No maneja lento y los movimientos bruscos del auto al girar o desacelerar deben tener a Sam en el suelo.

Llegamos a una parte en que la calle se eleva y hay una gran vista hacia la playa, a la orilla de la carretera hay barandillas metálicas para evitar que los autos se salgan de rumbo y caigan directo al agua, no quiero ni imaginarme lo feo que sería caer por ahí.

Justo cuando dejamos al último auto atrás, es cuando empiezo a actuar. Bajo la ventanilla del lado del copiloto y tomo el arma con una mano. Trato de no pensar en las consecuencias que esto podría traer mientras cambio mi posición de detrás y hago como si quisiera pasar el auto.

Me coloco justo al lado del auto, arriesgándome en las curvas. Su ventanilla está baja, gracias a Dios. Controlo bien el volante y nos posiciono a la par. Los ojos de Jhon se abren como platos y puedo ver perfectamente la palabra que sale de su boca gracias al retrovisor. Apunto el arma hacia él.

-¡Aparca el auto!- El cabello se me pega a la cara pero eso no evita que apunte directo a él.

Lo miro agarrar el volante con más fuerza y entonces está guiando su auto a chocar contra el que conduzco. Me aparto a tiempo para evitar que choquemos. La calle no está en condiciones para eso. Tengo que frenar por la curva cerrada que se avecina y quedo nuevamente detrás. Maldigo en voz alta cuando acelera a nivel profesional. Meto cambio y lo sigo con el arma aún en mano. Veo mis posibilidades, si le disparo a las llantas, entonces hay una gran posibilidad de que se estrellen, pero si disparo a un lugar seguro, puedo asustarlo pero no matarlos.

Tenso mis piernas cuando busco como estar otra vez al lado del auto. Apunto hacia el espejo retrovisor y disparo. Más maldiciones antes de que el auto se mueva bruscamente hacia el lado contrario al que voy.
-¡Maldita perra!
-¡Detén el auto!
-¡No!
Veo rojo de la rabia y disparo esta vez hacia el parabrisas rajándolo lo suficiente para hacerlo bajar la velocidad. No es estúpido, si no mira por donde va sabe que puede estrellarse y seguro no ha comido lo suficiente como para reponerse a lo que le pasaría a su cuerpo si chocara.

-¡Detén el auto o la próxima bala irá a tu cabeza!
-¡Entonces puedes decirle adiós a tu novio bonito!- Se burla con una carcajada pero esta se corta de repente y el auto empieza a descarrilarse, freno cuando el auto se posiciona en el carril que llevo. No entiendo qué pasa pero no puedo evitar sentirme nerviosa. El auto regresa a su carril pero se está saliendo de la raya y se dirige al barandal.
-¡Cuidado maldito idiota!- Le digo cuando vuelvo a su lado.
Pero mis palabras quedan atascadas en mi garganta cuando lo veo. Sam está atacando al hombre desde el asiento trasero y tratando de tomar el control del volante con una mano. Por unos pocos segundos nuestros ojos se encuentran y estoy segura de que el terror que se reflejan en los suyos no es menor al que se refleja en los míos.
-¡¿Me lo estás diciendo a mí?!- Sam se burla mientras golpea a Jhon en el rostro y logra tomar el volante con una mano, el auto viene hacia mi lado y vuelvo a desacelerar. No puedo contener mi alivio al verlo despierto.
-¡Ahora sí te lo digo a ti! ¡Cuidado!- Le advierto cuando veo que Jhon ha sacado sus dientes afilados.-¡Sam!- Grito.

Sam quita su brazo a tiempo de evitar una mordida. Una mordida que pudo haberlo contagiado, que pudo haberlo matado. Y el alivio se va mientras el terror regresa.

Escucho los gruñidos del hombre, veo el filo de sus dientes tratando de tomar algo de Sam y veo a Sam esquivándolo y aventando golpes a como puede. Lo agarra del cabello y este le enseña sus dientes.

Unas luces que vienen de frente me hacen apartar la mirada de ellos a tiempo de ver cómo un auto viene directo hacia. Escucho el grito de Sam justo cuando piso el freno. Las llantas patinan, las del auto de enfrente también y el impacto parece inevitable. No sé cómo lo hago pero logro esquivar al auto blanco, casi sonrío, casi. Porque puede que yo si pudiera mantenerme en la carretera, pero el auto en el que Sam iba no.

Lo veo en cámara lenta. A Sam tratando de tomar el volante al mismo tiempo que Jhon y entonces lo giran al lado equivocado y el auto se sale del límite rompiendo la barandilla y cayendo por el risco directo al agua. Me escucho gritar mientras veo al auto rotar, me siento salir del auto y correr hacia la orilla, sólo para mirar cómo el monstruo de metal era tragado por el agua con Sam dentro. Mis manos están en mi boca e intento contener un sollozo.
No.
-Sam.- Murmuro sin poder creerlo.
Todo ocurrió tan rápido. Un segundo estaba ahí y al siguiente estaba cayendo al agua.

Mi cabeza empieza a dar vueltas ¿Y si no puede salir y se ahoga? ¿Y si Jhon lo muerde?

No puedo dejarlo ahí, simplemente no puedo. Es mi culpa, todo esto es mi culpa y si decidiera dejarlo ahí, sería un completo monstruo. Miro a la carretera, no hay nadie, no hay nada salvo el auto que robé. No puedo creer lo que estoy a punto de hacer. Miro hacia abajo, donde las olas salvajes rompen en las piedras más cercanas. Luego miro al cielo y ruego porque lo que estoy planeando hacer salga bien.

Cierro los ojos y siento el pulso de poder en mi interior, necesito sacar la droga de mi interior, necesito activar todos mis sentidos. Cuando abro los ojos, soy capaz de escuchar el oleaje y sentir la brisa. Doy uno, dos, cinco y seis pasos hacia atrás, atrás antes de correr hacia el lugar en donde Sam cayó.

Mis pies desnudos son lastimados por el pavimento. Un segundo estoy corriendo y al siguiente estoy en el aire. Todo deja de tener sentido para mi cuando empiezo a sentir que caigo. Mi boca se abre y grito, no el nombre de nadie, sólo el sonido de una desesperación.

Estoy cayendo.

Estoy cayendo.

Estoy cayendo... por Sam.

Un parpadeo. Un jadeo y luego choco contra el agua fría.

El peso del agua me consume y me lleva al fondo. Doy giros y mis manos intentan agarrarse de algo, pero no hay nada, salvo la oscuridad del fondo. Mis ojos empiezan a arder por la sal pero es lo menos. La desesperación por aire me hace querer arañar mi propio rostro.

Burbujas salen de mi boca y flotan hacia arriba, las sigo porque estas se dirigen a la superficie. Nado, nado hacia arriba, mi mano es la primera que sale y luego mi cabeza.

Inhalo profundo jadeante y miro a mi alrededor. Olas, olas enormes que vienen hacia mí. Agarro aire y me hundo para evitar que me golpeen. Estoy abajo otra vez. Miro a mi izquierda y a mi derecha y ahí, a lo lejos, veo algo grande. Empiezo a nadar como si mi vida dependiera de ello.

Vuelvo a salir a la superficie el tiempo suficiente para agarrar aire y luego vuelvo a hundirme. Mi cabello me cubre el rostro, se mueve, flota y luego se aleja de mis ojos. Subo, agarro aire, vuelvo a hundirme. Repito el proceso hasta que llego al auto.

Primero veo a Jhon. No intenta salir, sus ojos están cerrados y hay cortes en su rostro, manchas rojas se mezclan con el agua. Me acerco un poco y miro por la ventanilla de atrás. Oscuridad. Oscuridad y agua. Evito maldecir por mi falta de visión y me impulso para darle la vuelta al auto. Me agarro del capó y voy hacia el otro lado. Donde para mi sorpresa, la puerta de atrás está abierta. Mi boca se abre y suelto el aire que contenía. La quemazón en mi pecho llega y es mi señal para subir a la superficie. La desesperación me carcome al igual que el alivio. Sam logró salir a tiempo, ahora la pregunta era... ¿Dónde está?

El pensamiento de quedarme varada aquí, en medio del agua helada me pone los pelos de punta o bueno, se pondrían de punta si no estuviesen tan mojados.

Empiezo a llamarlo, a gritar su nombre. Sumergiéndome cuando veo que las olas son demasiadas para mi pequeño tamaño.

-¡Sam!- Mi voz se rompe.

Pasan segundos, segundos que parecen horas, en este charco infinito. Por la desesperación vuelvo a hundirme, por si Sam se quedó en el fondo (Y rezo porque no sea así)

Y justo cuando salgo, escucho mi nombre ser gritado.
-¡Abby!
Empiezo a girar mi cabeza para buscar por donde viene el sonido, me dejo llevar por mis sentidos, amplificándolos.
-¡Sigue llamándome!- Le grito.- ¡Iré por ti!
Sam vuelve a llamarme y entonces capto su sonido cerca de las rocas a las orillas de lo bajo del risco. Empiezo a nadar, guiándome por su voz, su voz está extraña, se rompe con cada vez que me llama y luego dejo de escucharlo, me preocupo, nado más rápido. Mi pierna choca contra una roca y lanzo un gemido de dolor, pero sigo nadando hasta que piso más rocas, hasta que puedo caminar sobre ellas y hasta que distingo una camisa blanca en medio de estas. Pero no es sólo una camisa, es Sam, tirado como si estuviese muerto.

Ignoro las punzadas de dolor en mis pies mientras camino sobre piedras filosas, el vestido se siente toneladas más pesadas que antes.

Casi lloro de alivio al reconocerlo, está vivo, lo veo removerse.
Me arrodillo a su lado soltando aire.
-Estoy aquí.- Digo mordiendo el interior de mi mejilla para evitar llorar.

Sam jadea y entrecierra sus ojos pesados en mi dirección. El cabello se le pega en el rostro y su camisa blanca ahora parece transparente.- Estás herido.- Aparto su cabello y revelo cortaduras en su labio, en su frente y una cerca del ojo. Los nudillos están sangrantes, pero no es eso lo que me preocupa, es el color de su piel.- Santo Dios.- Murmuro tocando su rostro y cuello.- Estás helado.

Lo olvidé por completo. Olvidé que yo era una Origen de fuego y que aunque el agua estuviese llena de hielo, jamás entraría en hipotermia. Pero Sam no es de hielo ni de fuego, ninguno de esos elementos es su don. Está entrando en estado de hipotermia. No, no otra vez.
Lo palmeo suavemente en la cara para que no se duerma, sus ojos viajan buscándome hasta que me mira a través de pequeñas rendijas.
-No te duermas.- Le pido.- Estás entrando en estado de hipotermia, necesito calentarte. ¿Puedes llevarnos de regreso a Canadá?- Ruego porque así sea.

Sam intenta hablar, sus labios azules se mueven pero no emite sonido alguno. Lo tomo de detrás de la cabeza y lo hago mirarme.- Escucha, escucha, no te duermas, juro que te mato si te mueres.

Una de las esquinas de sus labios azules se sube.- Ahí está.- Digo aliviada, tan sólo un poco.- Ahí está el Sam que busco. Necesito que nos lleves de regreso ¿Me entiendes? necesito ponerte en calor sino... sino no quiero pensar en eso. Pon todo tu empeño en ello, no importa si crees que no puedes lograrlo sólo... sólo busca un ancla Sam.- Recuerdo mi deseo de cumpleaños, pedí un ancla que me sacara de mi desesperación y soledad. Ahora quería una para él, no importa si me hundía en el proceso.- Busca tu ancla y sácanos de aquí.

Estoy sosteniendo su cabeza, mirando sus reacciones. Sus ojos se abren un poco más que rendijas y siento una de sus frías manos sostener la mía.
Y entonces no estamos ahí.

Ambos caemos en un suelo seco, en una alfombra suave que cubre toda la estancia. Estamos en su apartamento. Ignoro el hecho de que caí de rodillas y me abalanzo hacia él que yace inmóvil en el piso.- Eso es, sabía que podías hacerlo.- Lo levanto con dificultad.- Apóyate en mí, te llevaré a la ducha.

Lo siento quejarse.- Es agua tibia.- Lo tranquilizo.- No seas un bebé.

Tambaleándonos llegamos a la puerta del baño, bajo la tapa del inodoro y lo siento ahí, luego le digo que se recueste al lavamanos al lado. Y lo hace, porque no tiene suficientes fuerzas para moverse, a excepción de los fuertes temblores de su cuerpo. Abro la llave y dejo que fluya el agua helada. Regreso hacia él y me arrodillo frente a él. Tomo su rostro con cuidado y siento cómo se acerca a mi toque caliente. Sé que eso lo alivia un poco, al menos en la parte de su rostro.- Necesito que te quites la ropa.- Su cuerpo se tensa.- Voy a meterte a la ducha.- Empieza a negar con la cabeza y frunzo los labios.- Por Dios Sam, ni que fuera una pervertida, sólo quiero ayudar.

Sus labios azules tiemblan mientras intenta llevar sus manos a su camisa.- No siento mis dedos.- Lo escucho castañear.- Ayúdame por favor.

Sus palabras me rompen y a esta altura, esconder lo mal que me puso pensar en su muerte es algo patético. Desabotono su camisa blanca, está totalmente fría. Mis mejillas se tiñen de rosa al ver su pecho desnudo. Su piel no es ni pálida ni bronceada, es... perfecta y esculpida. Algo llama mi atención y no, no son sus músculos firmes, sino el triángulo tatuado en su pecho, justo sobre su corazón. Trato de que la tentación de querer tocarlo no me impida pronunciar las siguientes palabras.

-El pantalón.- Pero mi voz no sale firme, sale temblorosa y eso me hace ruborizar aún más. Me golpeo mentalmente. Sam podría morir de hipotermia y yo estoy viendo su muy perfecto cuerpo.

Lo ayudo a ponerse en pie y aparto la mirada cuando empieza a desabrochar a cómo puede sus pantalones. Se apoya en mí, tomando todo el calor que puede de mi cuerpo. Siento su aliento frío en mi hombro justo cuando escucho el sonido de la tela caer. Lo agarro por los hombros y ayudo a que llegue a la ducha. Pruebo el agua, está tibia pero no lo suficiente. Necesito hacer algo al respecto.

-¿Puedes sostenerte de las paredes?- Le pregunto antes de que se moje.

Sam asiente y se sostiene de estas. El agua le recorre el cuerpo, lo veo estremecerse, respirar entrecortadamente. Empieza a sacudirse con demasiado violencia, doy un paso hacia él, está de espaldas a mí agarrando la pared con fuerza, sus brazos se marcan ante el esfuerzo, el agua le gotea por el pelo, le recorre la espalda.

Abro mis manos, relajo los hombros y pienso en algo cálido mientras dejo que el vapor salga de mi cuerpo, caliento el cuarto de baño. Sam suspira aliviado pero los temblores siguen.

-Iré por algo con que envolverte.- Salgo rápidamente, tratando de no tardarme tanto. Abro sus cajones, saco una gran manta azul marino y corro de nuevo al cuarto de baño.
-No. No.- Dejo caer la manta sobre el lavamanos mientras corro para recoger a Sam del suelo.

Me mojo aún más de lo que estaba pero esta vez el agua no parece hielo puro. Lo ayudo a levantarse, se sostiene contra mí, siento su aliento en mi cuello mientras cierro la llave y lo guío fuera. Lo envuelvo en la manta, le seco el cabello con ella y lo llevo a la cama. Sus pasos son torpes y débiles, todo lo contrario al Sam que conozco.

Se deja caer con un soplo de aire. Empiezo a quitar almohadas y a desplegar el edredón, lo cubro entero, coloco almohadas sobre él y me arrodillo a la orilla de su cama, viendo cómo se sacude dentro de las muchas envolturas a su alrededor. Sus ojos ya no son rendijas, puedo ver el verde de sus ojos observarme mientras se sacude. Aparto el cabello de su frente sintiendo su temperatura, aún sigue frío pero no tanto como antes. Acuna su mejilla contra mi mano y cierra los ojos. Me acerco más a él posando mi mano sobre su cabello, mientras lo peino con cuidado.

Quisiera decirle lo que sentí hoy, las muchas veces que mi corazón casi se para. El temor que sentí al pensar que estaba muerto, el terror al descubrir que estaba sufriendo de hipotermia. El dolor en mi pecho jamás lo había sentido. Aún sigo asustada, aún temo que algo más pase, que algo le pase. Trazo la línea de su mandíbula con delicadeza y sus ojos se abren. Mi mano no se detiene. Siento cómo me observa pero no hago ni digo nada, me basta con eso, con saber que sus ojos están abiertos y su corazón latiendo, muy seguro en su pecho.

-¿Sigues teniendo frío?- Sam asiente sin apartar sus ojos de los míos. Tuerzo mi boca.

-H-hay ropa sec-ca en mis cajones.- Dice acercándose más a mi mano.

Mientras lo miro me doy cuenta de que jamás volveré a verlo de esta forma, tan débil, tan necesitado de alguien y también sé que no mostraría este lado con cualquiera. Tengo miedo, pero este temor ya no es por los acontecimientos de hoy, es... diferente.

-Estoy bien.- Murmuro mientras subo las colchas sobre sus hombros expuestos.

-Abby.- Su voz sale quebradiza y temblorosa.- Necesito... necesito algo de ti.

Ignoro el estremecimiento de mi corazón y asiento.- Necesito tu calor.

Calor corporal.

Trago saliva sin moverme.

Entiendo lo que quiere decir, entiendo lo que tengo que hacer y a pesar de que sus intenciones no son malas, me da miedo pero a la vez, mi cuerpo quiere moverse por sí solo y acostarme a su lado. Esto está tan mal, tan mal en muchos sentidos.

Se lo debo.

Me recuerdo y asiento hacia él.- Espera un momento. Me dirijo a uno de sus cajones y tomo un bóxer y una camiseta que me quedará como vestido. Quito de manera rápida la ropa mojada, dejando Únicamente mi sostén sin tiras. Me coloco el bóxer que se apega a mi piel y luego la camisa. Guardo las ropas dobladas a la orilla de la cama, dejo la luz encendida del baño pero apago la del resto del apartamento. Escucho la respiración de Sam en la media oscuridad.

Camino en silencio a la cama y me acuesto a su lado, cubriéndome con mantas y el edredón antes de quitarme su camisa de encima. Mi piel hormiguea mientras me acerco a él. Sam se da vuelta ya que me daba la espalda, produce sonidos de dolor mientras se acomoda de modo que puede mirarme.

Se acerca a mi y yo a él antes de enredar mis brazo sobre sus hombros. Suelto aire mientras siento su piel desnuda contra la mía. Sé que me está mirando, sé que ha descubierto que estoy sin camisa. Sin embargo no se aparta, lo contrario, me acerca más a él. Siento su brazo cubrirme y en un instante estamos tan pegados al otro, que parecemos sólo una persona.

Lo siento temblar contra mi contacto mientras yo lo embriago de tibieza.

El corazón me late con fuerza. No puedo creer que esto está pasando.

Que yo esté abrazada a Sam, en su cama, solamente en ropa interior. De momento a otro, yo también estoy temblando pero no por frío, es por él.

Las imágenes de nosotros bailando esta noche vienen a mi mente, lo cual, empeora la situación. Ya que el recuerdo de él lamiendo mi cuello me hace estremecer y esta vez Sam lo nota.

-¿Te sientes incómoda?- Pegunta suavemente. Me las arreglo para negar con la cabeza.

-Estoy bien ¿Tú estás bien?

Lo escucho tomar aire y luego lo siento soltarlo.

-Si tú lo estás.

Me apego más a él sintiendo sus bordes, su piel y sus respiraciones.

Aunque quiera negarlo, sé que piel llama a mi piel. Lo hizo desde el principio, con sus cabellos alborotados y esos labios medio rojos por el frío, con esos ojos profundamente verdes, su forma de hablar tan pícara.

Sam lo dijo una vez y lo tomé como un comentario orgulloso, pero tenía razón. Sam era como la miel y las mujeres éramos abejas.

Era inevitable no desearlo, no tener hambre cerca de él. Cierro mis ojos dándome por vencida con mis pensamientos. Sam jamás deberá saber lo que pienso de él, lo que siento en estos momentos en sus brazos fuertes, el fuego que sentí dentro de mi cuando bailé con él y lo bien que la letra de la canción encajó con mi vida.

Cuando desperté, de inmediato me di cuenta de tres cosas.

Primero: Era de día, me di cuenta por la luz que se escapaba de los bordes de la cortina cerrada.
Segundo: Tenía una camisa puesta, la misma que me quité anoche para darle calor a Sam.
Tercero: Estaba sola en la cama.

Me incorporo de inmediato sintiendo mi cabeza pesada y el estómago revuelto.
Todo viene a mi como destellos.
Sam y yo en Los Ángeles, bailando, bebiendo, luego estaba ese hombre cuyo nombre se me vuelve borroso. Puedo recordar el temor en mis venas mientras él me arrastraba fuera, luego estaba Sam otra vez, él me liberó del agarre de ese hombre y en su lugar, se dejó atrapar a él mismo.
Aquel recuerdo me hace estremecer porque los sentimientos que vinieron con él, son bastante complicados.
La preocupación que sentí por la vida de Sam, no es como la que sientes por un desconocido. Lo que sentí cuando el hombre (Que ahora recuerdo, su nombre es Jhon) se lo llevó inconsciente, fue parecido al sentimiento que tuve cuando pensé que Cody estaba muerto. Y Cody significaba mucho para mí. Lo que me hace cuestionarme ¿Por qué me importó tanto Sam? ¿Por qué estuve dispuesta a saltar de ese risco por él? ¿Fue solo por mi consciencia diciéndome que todo eso había sido mi culpa? Sabía que no. Pero quería saber la respuesta a una pregunta en especial. ¿Por qué Sam se dejó atrapar por mí? ¿Por qué le importé?
Sabía que él tenía un plan para escapar, con lo que Sam no contaba es que Jhon rompería su muñeca y lo dejaría inconsciente después.
Aun así, como si la vida me hubiese dado una segunda oportunidad, o mejor dicho, a Sam. Hizo que sus altas defensas lo curaran a tiempo, seguro el ruido de los disparos y los movimientos bruscos lo sacaron de su inconsciencia. Y por eso le doy gracias a Dios.
Luego estaba el otro asunto apartando ya los sustos que me causó anoche.
La otra cuestión es sobre cómo mi cuerpo reacciona al de Sam.
¿Qué demonios me pasó anoche?
Sam estaba con hipotermia, podía haber muerto y sí, estaba preocupada. Pero aunque me dé pena admitirlo, aunque mi estómago en estos momentos esté revuelto al pensar en esto, la verdad es que también estaba excitada.
Mi rostro arde mientras me levantó hacia el ventanal de vidrio.
La camisa de Sam me cae hasta arriba de las rodillas, más o menos del largo del vestido que me compró. Y sus bóxers me cubren lo necesario.
No puedo evitar morder mis uñas mientras pienso en la verdad.
Anoche miré su cuerpo, esculpido perfectamente, miré su pecho suave y a la vez duro. El tatuaje del triángulo en él. Sentí su tibia piel contra la mía, su respiración en mi cuello...
El cuello que Sam lamió mientras bailábamos.
¡Oh dioses! ¿Qué pasa conmigo?
Él casi muere y yo prácticamente me estaba aprovechando de él con el pensamiento.
Pero ciertamente no pude evitarlo. ¿Con ese rostro? ¿Con ese cuerpo? Era imposible.
Pero ahora tengo que pensar en las consecuencias. En las consecuencias de lo de anoche. Esperaba que Sam no notara como reaccioné ante él. Aunque es un experto, ha dormido y pasado con tantas mujeres que las reacciones para él deben ser claras.
¿Por qué mi corazón late así? ¿Por qué mi cuerpo reacciona así?
No debería, esto está tan mal...
Estoy de pie cuando la puerta se abre y de repente, me arrepiento de no haber tomado una ducha y haberme puesto la ropa en la maleta.
Me giro lentamente para encontrar a Sam caminar hacia una mesita y colocar un par de bolsas de comida.
He pasado alrededor de tantas personas que usan máscaras con el mundo, que estoy segura que puedo fingir tener una también.
Pongo mi cara seria mientras lo enfrento. Parece estar bien, luce su vestimenta oscura y correcta de siempre. Su cabello como siempre está un tanto desaliñado.
-Veo que estás bien.- Digo acercándome. Sam está sentado a la orilla de la cama mirándome. No sonríe, no luce sarcástico... Algo ocurre.-¿Qué sucede?- Frunzo el ceño.
-No debiste haberte levantado tan rápido.- Dice ignorando mi pregunta.
-¿A qué te refieres?- Después de todo, el que casi muere de hipotermia era él.
Me mira con el ceño fruncido, luce confundido.-¿No lo recuerdas?- Pregunta.
Lo observo, parece hablar en serio. Empiezo a pensar en algún detalle que antes se me escapara pero no hay nada...
Oh no.
Por favor que no me diga que nosotros...
Mis labios se presionan fuertemente
¿Es eso? ¿Estuve tan fuera de mí anoche que tuve relaciones con él?
¿En quién mierdas me convertí?
-Y-yo...- Lo miro aterrada.-¿Qué pasó?
Por un momento se limita a escanearme, como si creyera que bromeo, luego su semblante se relaja y respira profundo mientras se levanta y camina hacia mí.
Por favor no lo digas.
Por favor no lo digas...
-En la madrugada, cuando estábamos durmiendo, te levantaste y corriste al baño...- Por un momento me relajo. Sólo dormimos, sólo eso.- Y vomitaste a causa de la intoxicación por la droga que Jhon te dio.- Mi estómago cae. La leve relajación que había tenido ahora se ha esfumado por completo.
¡Vomité en su baño! ¡Qué vergüenza!
-Oh Dios...- Gimo cubriendo mi rostro. Mi voz se amortigua por mis manos.- Lo lamento tanto. En serio...
Siento que Sam toma mis muñecas suavemente. Ahora está frente a mí, ni siquiera lo escuché moverse. Suelto aire mientras aparta mis manos y me hace mirarlo.
No luce divertido, ni serio. Sino neutral, relajado. Muy pocas veces lo he visto así, ni ninguna de esas veces ha sido cuando estamos rodeados de gente.
-¿Que lo sientes?- Luce confundido. Asiento.- Te drogaron, yo te dejé sola pensando que era mejor si no te relacionabas con Bruno y en su lugar, aparece un viejo cazador convertido en Caníbal, te droga e intenta alejarte de mi lado.- Mi corazón se detiene.-¿Y tú dices que lo sientes?- Sonríe de lado y sus ojos me miran de manera profunda.- Después de que me salvaras la vida.
-Sam.- Lo llamo en tono bajo.- Todo esto fue mi culpa.
Niega con la cabeza.- No, no lo fue.
-Fui quien te metió en esto.- Doy un paso atrás.- Fui quien te obligó a estar a mi lado anoche, no tenías por qué...
Niega con la cabeza.- Ni siquiera sigas por ese lado, somos compañeros ¿Lo olvidas? Es justo esto lo que hacen los compañeros. Ayudarse mutuamente, cuidarse las espaldas. Yo lo hice por ti, y de igual forma tú lo hiciste por mí. Si anoche estuve a tu lado, fue por decisión propia, no pusiste un arma en mi cabeza y me obligaste a nada.- Da el paso que retrocedí y me alcanza.-¿Entendido?
¿Por qué? ¿Por qué tiene que ser tan intenso?
Suelto aire y asiento.
-Ahora, volviendo al otro tema...- Digo no muy segura de que me haga sentir mejor.-¿Qué fue lo que me pasó?
- Te levantaste y corriste al baño, yo ya estaba recuperado para entonces y logré seguirte, habías cerrado la puerta pero no con pestillo. Cuando escuché tus arcadas no te pude dejar sola.
Hago una mueca.-¿Me viste vomitar?- Asiente.- Por favor dime que no hice desastres en tu baño.- La sonrisa que me lanza hace que quiera gruñir de desesperación.
Mira mi cara y se ríe.
-No, al parecer tienes buena puntería en eso también.- Lo golpeo en el hombro para que deje de reír pero sólo logro aumentar su risa.
Buenos, al menos no hice tanto desastre...
No lo recuerdo en absoluto, es como si eso no hubiese pasado. Pero ahora entiendo por qué mi estómago se sentía tan revuelto.
No eran mariposas en el estómago, era intoxicación. No sé si aliviarme por eso o angustiarme aún más de lo que estaba.
-En fin.- Dice.- Te traje comida y unas pastillas, pero primero tienes que comer así que...- Señala su cama y lo sigo.
Me siento en ella y Sam acerca la mesa con la comida y la coloca entre él y yo. Acomoda todo, sacando los envases y luego va por una silla, y se sienta frente a mi.
Empezamos a comer.
El caldo de pollo es delicioso.
Justo cuando llevo no tercera cuchara lo recuerdo. El porqué de todo.
-Oh Dios, Sam. Lo olvidé por completo.
Sam sonríe.- Déjame adivinar, apenas y recordaste la Ricina.
-Bueno, al parecer fui la única.
-Eso ya está arreglado.
-¿Ah sí?
Asiente tomando un largo trago de si sopa.
-La llevé con Caín.- Y el hambre parece haberse esfumado. Sam observa mi reacción y niega con la cabeza.- Ah no, vas a comer. No tienes nada en el estómago y necesitas la medicina, y para obtenerla necesitas comer así que...- Señala mi tazón.- Oh no hay nada de información.
Ruedo los ojos.
-Jesucristo Sam, a veces pareces mi padre.
Me mira divertido.
-Creo que ya hablamos de eso, Pastelito. Nada de vincularme como parte de tu familia. Ni como tu hermano, menos comí tu padre.
Sé a qué se refiere y mis mejillas se calientan.
-Como sea, sigue.
Se torna serio.- Bien, la toxina se salvó ya que Bruno me entregó la posición en una bolsita especial parecida a las ziploc, la guardé en mi bolsillo y ahí permaneció durante toda la noche. A las cinco de la mañana, aún seguías dormida y a causa de lo que te pasó quise dejarte descansar, recordé la Ricina y supe que tenía que actuar rápido. Fui a ti casa, me reuní con todos. Que por cierto no sabían dónde te encontrabas. Les dije que estabas entrenado conmigo para evitar el caos y les enseñé la Risina. Les hablé sobre lo que piensas que es mejor para todos los infectados del hospital, les dije que aunque tú no estuvieras ahí para explicarlo, eras la dueña de esa idea ¿Y sabes qué les dije después de que Caín dudara por unos segundos?
Niego con la cabeza.- Les dije que serían unos idiotas si no lo consideraran. Y entonces.- Sonríe.- Todos empezaron a apoyarte. Eso es lo que haremos Pastelito, sólo falta que vayas y los guíes.
Mi boca se abre por la sorpresa. Dejo caer la cuchara y de repente me mira mal por haberlo hecho. Quiero rodar los ojos pero más que eso quiero...
A la mierda.
Me levanto con cuidado y antes de que si quiera él tenga pensado retroceder, lo abrazo. Lo siento tensarse pero no me aparto, y cuando hablo, lo hago en un susurro cerca de su oído.
-Gracias, esto significa mucho para mí.
Lo escucho soltar aire y me aparto. Cuando me mira, lo hace con ojos brillantes pero ya no sonríe, solo me mira, como si no comprendiera mi forma de pensar, pero sé que algunas veces, lo hace, y sus pensamientos se coordinan con los míos.
No habla por un esto y utilizo esos segundos para pensar en lo siguiente que pasará.
Si ellos aceptaron mi idea, habrá que conseguir más Ricina e idear el plan para adentrarnos en el hospital
Sam gruñe y lo miro.-¿Pues por favor comer?
Ruedo los ojos.
-Sí, papá.- Me río ignorando las dagas que me lanza con la mirada.

La diversión se ha ido para cuando llegamos a la bodega.
Caín deja de hablar y todos se giran a vernos. Suelto a Sam y me dirijo a ellos.
-Buenos días.- Sonrío.
Es Natalia quien me lanza una mirada cómplice, solo ella.
Caín se acerca a paso lento y asiente.- Buenos días, Sam nos habló sobre tus planes. ¿Puedes por favor explicarnos bien cómo piensas hacer eso?
Mi garganta se seca y mis manos tiemblan, todos tienen su atención en mí.
Rostros amigos y conocidos. Pero sé que faltan algunos así que miro a Caín.
-Primero, necesito que todos estén presentes.

Sam y yo habíamos hecho el plan juntos mientras terminábamos de comer, anotamos todo en una libreta, fuimos entrelazando los puntos y tachando ideas que no concordaban, y al final, cuando cada cosa estuvo planeada, nos alistamos para volver a la bodega y ahora estamos aquí, el en el fondo con Cam y Devon, escuchando como todos y yo mirándolo de reojo por segundos mientras expongo el plan. Que para todos es solo mi plan ya que Sam no quiso que todos supieran que habían ideas suyas en él. Quiso darme todo el crédito a mí.
Cuando termino de hablar, todos nos quedamos en silencio.
-Tendríamos la parte de la Toxina lista por Sam, la cosa sería que se consiguiera a tiempo.
- Y lo estará.- Le contesta Sam a Caín.- Les doy mi palabra.
Caín se la piensa mirando los planos nuevos que están en la mesa, con los sistemas de ventilación tachados en rojo. Todo está completamente planeado. Un día más, sólo uno y luego estaríamos en movimiento.
Caín se incorpora asintiendo pareciendo complacido.- Así será entonces. Les recomiendo que descansen por hoy, mañana nos encargaremos de arreglar cada detalle, tienen la tarde libre.
Suelto aire aliviada. Luego Caín se acerca.
-¿Puedo hablar contigo?- Pregunta con voz suave.
Asiento.
-Sé que todos hemos estado tensos, sé que aunque seamos un grupo, estamos divididos.- Mira a Sam que habla con Devon y Cam a parte del resto.- Y quiero arreglar eso, pero no sé cómo. No puedo hacer todo solo, y lamento si decliné tu idea antes, fue un error.
Sonrío.
-Está bien, yo sólo quiero que los infectados no sufran más, quiero ahorrarles dolor.
Asiente.
-Eres una buena persona, Abby. A veces quisiera ser más como tú.
-También eres una buena persona.
Suelta aire.
-No siempre fue así.- Sonríe de manera triste.- He hecho cosas... Bueno, tú ya sabes.
-Pero eso quedó en el pasado, te ayudaré en lo que pidas, si crees que este puesto es demasiado, y que todas las responsabilidades están sobre ti entonces llámame.
Asiente agradecido.
-Gracias, por siempre ser buena conmigo.
-No tienes qué agradecer, tú me ayudaste primero.
Todos se toman el tiempo libre muy a pecho y deciden ir por separado a visitar la ciudad.
Caín, Elías y Jordy ya se fueron a quién sabe dónde. Nat y Aria están hablando con Zack y Julian en una esquina, parecen animados.
Mamá y papá me esperan para irnos a casa.
Sam, Drew, Cam y Devon hablan cerca de la entrada al laboratorio.
-¡Abby!- Me llama Nat.-¡Ven!
Me acerco a paso rápido ignorando la mala mirada que Aria me da.
-¿Qué pasa?
-Iremos a patinar ¿Vienes?
-Ummm la verdad es que no soy buena en eso y mis padres ya están listos para ir a casa.
-Oh vamos.- Dice Julian alegre.- Tómate un tiempo libre y diviértete.
La verdad no conocía mucho al chico, pero parecía amigable, siempre disponible para ayudar y con una sonrisa ancha en su rostro.
- Lo lamento.- Sonrío.- Quiero estar un poco a solas, ya sabes, para prepararme para mañana.
Nat me es un codazo amistoso.- No te estreses ¿sí?
Asiento y me despido de ellos.
La verdad es que no sabía cómo lo hacían. ¿Cómo podrían estar siquiera de pie? Yo con costo y lo hacía, estaba asustada hasta los huesos.
Caminaba hacia James y mamá cuando la voz de Sam retumbó por la bodega cuando me llamó.
-¡Abby!- James fue el primero en voltear. Para cuando yo lo hice, él ya estaba a mi lado.
-¿Sí?- Sonrío de lado.
Él está serio, como suele estarlo siempre en público, pero sus ojos lo delatan a medias por el brillo en ellos.
-Que no se te olvide lo de esta noche.- Dice en voz baja.
Frunzo el ceño y luego lo capto.
-Ah sí, prepárate para que te patee el trasero otra vez.
Se ríe y niega con la cabeza. Su reacción, por cómo fue, hubiera alarmado a cualquiera ya que su risa no era amistosa sino retadora, pero yo ya la conocía y no me asustaba.
-Eso lo veremos más tarde.

¿Les gustó? Por favor díganme si así fue, porque cuando lo escribí estaba totalmente emocionada. Comenten qué opinan sobre esta interesante situación. Nos leemos el domingo.

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