Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 14

Natalia y yo cruzamos hacia el bosque de Bretder. Un bosque que jamás vi antes.

Mis pies tocan nieve, los botines se hunden varios centímetros y son recubiertos por esta.

Los pinos altos y verdes son bañados de un manto blanco. Por donde quiera que mire... El lugar me hace tener un extraño Dejá vú pero queda atrás cuando el viento sopla directamente hacia nosotras. Nos movemos a un lado para dejar pasar al resto.

El bosque me da nostalgia, en cierta forma me recuerda al bosque de Old Town cuando estaba lleno de vida, no es sólo nostalgia, sino también envidia.

Todos cruzan, embelesados por la belleza del lugar. Mamá se queda sin aire, mencionando que ni Canadá tiene estas vistas y tiene razón, todo por aquí es naturaleza. 

-Síganme.- Dice Caín, tenemos que salir del bosque y luego tú.- Me dice a mi.- Nos guiarás hacia la casa de Zack.

Recorrimos en grupo todo el bosque, nuestras pisadas sonaban crujientes en la nieve. De momento a otro me alejé de Nat y me quedé al final, dejando a todos caminar delante de mi.

Dejé que la nieve me cayera en la cara y sonreí cuando un copo de nieve me cayó en el labio. Pasé la lengua por ahí y el copo se derritió. Escuché una risa cercana y cuando busqué al dueño de la risa, me encontré con que Sam me miraba divertido.

-Voy a fingir que no vi eso.- Me esperó hasta que llegué a su lado y caminamos juntos.

-Por tu bien, que así sea.- Sonrío.-¿Dormiste bien anoche?- Se encoge de hombros.

-Supongo que sí, pero cierta personita me despertó demasiado temprano.- Lo miro de reojo.

-No es verdad, ni siquiera hice ruido...- Oh, y acababa de venderme. Escucho a Sam reír.

-Eres pésima guardando secretos.- Se burla.- Las escuché salir.

-Bueno, todos saben que fuimos al lago, no es noticia nueva.

-Sí, todo el mundo cree eso.- Asiente y me mira. Mi mandíbula se tensa.-Luego de lo que pasamos ahí afuera ¿Te expones de esa forma?¿Por qué?

-Es algo personal.- Me limito a decir con la mirada al frente. Sam se queda en silencio por varias pisadas más.-No sabía cuán poco sabía de ti hasta que te vi aquí, en este pueblo, con esta gente.
-Tienes razón, no sabes mucho de mi, y de la vieja Abby no sabes nada. Pero puedo adivinar que haz juntado varias partes de lo que has oído.- Sam asiente.
-Por supuesto.
-¿Y qué tienes hasta ahora?- Pregunto con cautela.
-No mucho.-Admite.- Eres confusa.
Me atrevo a mirarlo por un breve momento.- Era muy diferente entonces, Natalia, la chica capaz de controlar el metal, ha sido mi mejor amiga por años, ella no sabía el origen de mi familia y yo tampoco el de ella, así que éramos normales delante de la otra, hasta que muchas cosas sucedieron y ella empezó a sospechar que yo no era del todo normal, entonces nos distanciamos y en meses no nos habíamos visto, hasta ahora. Ella es como tú, una Medio origen. Su padre era un cazador retirado.- Asiente comprendiendo.- Um... ella habló sobre cómo su padre le dio a decidir qué camino quería seguir. Si ser una cazadora o vivir una vida normal, no sabía que podía decidirse eso.- Comento en voz baja.

Sam guarda silencio por tanto tiempo, que incluso llego a pensar que me ignorará, pero luego de un rato contesta:

-Nuestros padres nos dan una elección, si tomas la de ser un cazador, entonces, de inmediato tienes que entrenarte, aunque te separes de tu familia para lograr ser el mejor, muchos de nosotros no han podido ver a sus padres en más de veinte años, las razones pueden variar y es que nosotros viajamos por todo el mundo.- Sabía lo que quería decir, viajaban para cazar, matar Orígenes.- Entonces es más difícil el volver a reunirse.

-Excepto en las reuniones de cada mes.- Le recuerdo.

-Sí, pero al ser tantos, también es difícil encontrarse aunque estén en el mismo lugar. Otra razón es la muerte, muchos han muerto en batalla.- Quería decirle que no es una batalla si los del otro bando no pelean. Porque los Orígenes no regresaban el golpe, no eran capaces, eran cazados de un sólo golpe, no era una batalla justa.

-¿Qué me dices de ti?- Pregunto.-¿Por qué decidiste ser cazador?- Sam gira su cabeza hacia mi cauteloso.

-Pensé que te desagradaba hablar sobre nosotros y lo que le hacíamos a tu gente.

-Eso no significa que no quiera saber sobre ustedes, sus tradiciones, trucos y esas cosas.- Tuerce el gesto.

-Mis razones son personales pero una de ellas, de las pocas que puedo revelar es porque mis padres eran de los mejores, eran líderes. Verás, para cumplir las misiones que se nos daban, formábamos grupos, encada grupo había un líder, juntos nos movíamos y...

-Nos cazaban.- Termino por él. Asiente

-Pero el que estés en un grupo no significa que te quedarás siempre en el mismo. Puedes cambiarte, según la misión asignada. Estuve en varias misiones con James y Drew.

-Entonces, querías seguir el rumbo de tus padres. ¿Querías ser líder?- Cuando lo miro, hay una sombra en sus ojos y una sonrisa ladeada.

-Yo era un líder.

Mi garganta se seca.

-Oh.- Es lo que soy capaz de soltar por la sorpresa. Sam era letal. 

Choca su hombro con el mío y me hace perder el equilibrio.-¿Te asusté?- Pregunta divertido.

-Me sorprendiste.- Admito.- Es que eres tan joven, ¿Cómo pudiste llegar tan alto a corta edad?- Su sonrisa se borra y aparta la mirada. No está avergonzado, simplemente sabe que la respuesta no será buena para mi y por su reacción, yo también lo sé.

-No quieres saber eso.- Dice ahora en tono más serio.

-¿Cómo lo sabes?- Pregunto necia.

Sam bufa.- Porque te has enojado conmigo infinidades de veces siempre que tocamos este tema.

Lo miro, me regresa la mirada. El tema en general me hacía enfadar pero esta vez quería saber sobre ellos, sobre los cazadores y su antigua vida. La verdad sabía muy poco de ellos y James nunca dijo nada de más, como si temiera alejarme con lo que diría.

-Prometo no enojarme ni juzgarte.- Digo sincera.- Sólo quiero saberlo.

Cuando habla, no me mira.- Ser líder no es fácil, no depende de cuán viejo seas o cuanto tiempo llevas cazando. Depende de cuantos has matado.- Mi corazón se detiene al escucharlo.-Según el número de Orígenes se define si eres un líder o no. Me gané mi puesto tan sólo cinco años después de haber empezado a cazar.- Mi boca queda seca por la sorpresa. 

-¿A cuántos mataste?- Pregunto atónita. no puedo evitar hablar con furia, aunque prometí no enfadarme.  

Niega con la cabeza.- Eso no, no quiero hablar de eso.- Me muerdo la lengua y aparto la mirada. 

-Supongo que tus padres están orgullosos de tus logros.- Suelto con voz inexpresiva pero sabe que no es un cumplido de mi parte sino un comentario mezquino.

Sam guarda silencio, no me atrevo a mirarlo o a retarlo que siga hablando. Entonces con un susurro casi doloroso, admite:

-No he visto a mis padres en años, creo que ni siquiera me reconocerían si me viran ahora. No sé si están vivos, no sé si han muerto.

No sé qué decir, por un momento no digo nada, luego la curiosidad me sobrepasa.- Dices que puedes elegir qué camino elegir pero, al nacer tú, ¿En dónde vivías si tu madre y tu padre seguían siendo cazadores?  

Parece aliviado de que preguntara eso y no algo más personal.- Cuando una cazadora queda embarazada, le dan a ella y a su esposo algo así como un tiempo libre, para que críen a sus hijos hasta los ocho años, luego el niño tiene que elegir qué camino escoger.

-Antes, se decía que los cazadores se llevaban a los niños de los Orígenes de fuego y hielo, ya que estaba prohibido, ahora eso no tiene mucho sentido.

-Eso es verdad, ya que sus padres eran Orígenes...- La comprensión me llena.

-Asesinaban a sus padres y se llevaban a las crías.- Eso era lo que habían intentado hacer con Zack y Sebastian.- Tengo... tenía dos amigos, sus padres fueron asesinados por unos cazadores y casi se los llevaron con ellos pero alguien intervino. 

-¿Zack?- Asiento.

-¿Tú alguna vez lo hiciste?

Niega con la cabeza.- No, eso no. Puedo ser malvado y todo el rollo pero jamás me atreví a hacerlo.

Eso en cierta forma me reconforta. 

-¿Si no obligan a los niños, cómo explicas eso?

-Nos llevamos a los niños y a como hay mujeres humanas que no pueden quedar embarazadas, también habían cazadoras, así que ellas criaban a los niños. 

No estaba de a cuerdo con lo que hacían, en algunas cosas parecían realmente unas bestias. Eran sangrientos, salvajes y sin corazón, algunos como Sam, estaban bien con eso, incluso lo admitían. 

-Ahora sí estás asustada.- Dice serio.

-Puede.- Amito.- No lo sé del todo.

-¿Me temes a mi o a todos en general?

-Le temo a lo que eres capaz de hacer gracias a tus costumbres.

Asiente comprensivo.- Entiendo.- Es lo que dice.

Seguimos avanzando por el bosque que parecía eterno.- Ahora que sabes algo de mi.- Dice Sam.- Quiero saber algo sobre ti.

-¿Qué quieres saber?- Pregunto mirándolo. Hay nieve en su cabello y sus mejillas están rojizas.

-¿Dónde fuiste esta mañana?- Ruedo los ojos.

-Eres un cazador.

-Y tu un pastelito, ahora contesta a mi pregunta. 

-Puedes saber otra cosa sobre mi, excepto sobre ese tema ya que algo que no quiero recordar.¿Entendido?- Me mira.

-Entonces dime...- Suspiro agradecida de que no presionara en el tema.-¿Cómo conoces a ese tal Caín?

Tuerzo el gesto.- La historia es larga pero para resumir gran parte... Yo lo odiaba porque pensaba que era malvado, pensé que había asesinado a mi mejor amigo pero en realidad, era todo lo contrario a lo que pensaba. Tenía una comunidad llena de Orígenes, hechiceros e incluso Medio Orígenes, listos para luchar. Caín me reclutó y ahí fue donde aprendí a luchar, a controlar mi poder, donde aprendí a ser fuerte.

-Es tu alma gemela, sin embargo no los veo juntos.

-No sabía que eras tan observador.

-Ni te imaginas.- Sonríe.

Me doy cuenta que la respuesta que tengo que dar, tiene que ver con Jesse de nuevo, pero esta vez cuando pienso en él, no siento nada más que paz.- Conocí a alguien en el pasado y no estaba dispuesta a dejarlo ir por mi alma gemela, de hecho, esa idea nunca me apreció correcta. Siempre quise ser libre de escoger de quien me enamorara.

-Eso nadie puede decidirlo.- Dice él.- Simplemente pasa.
-Bueno, a eso me refiero, no quería ser obligada. Caín es mi amigo y lo entiende, entiende que no puedo... estar con él de esa forma.- Esto lo digo más bajo aunque el grupo va bastante alejado de nosotros.- Incluso me hizo un collar.- Se lo enseño, sacando la piedra azulada por encima del cuello de la camisa y el abrigo.- Evita que podamos sentir la conexión, al menos, por mi parte.- Se queda viendo la piedra y levanta una ceja.

-Interesante.- murmura.-¿ Y quién es el afortunado?- Pregunta. De inmediato miro hacia otro lado.

-No está aquí ¿Cierto?- Sam frunce el ceño.

-¿Murió?- Suelto un bufido.

-No, pero ya no forma parte de mi vida. Es todo lo que diré.- Le advierto.

Levanta las manos.- No te preocupes, aprecio mi vida.- Me hace sonreír. Es un idiota burlón.- Pero déjame decirte algo, pastelito.- Asiento, preparándome para algún comentario absurdo o irónico. Pero incluso, Sam me detiene por el brazo y me hace mirarlo de frente, él se mira serio mientras habla y sus ojos parecen incluso brillar.- Cualquiera que decida no estar a tu lado por voluntad propia, merece tener una vida miserable y gris. Porque tú eres luz y quien no te elija, está eligiendo a la oscuridad.- Mi ceño está fruncido ante sus palabras. Incluso él parece sorprendido de lo que acaba de decir. Mi pecho se estremece y mis mejillas arden y ya no es por el frío. Relamo mis secos labios antes de desviar la mirada.

-Debemos alcanzarlos pronto, no quiero morir congelada.- Y con eso, terminamos nuestra conversación. 
Cuando cruzamos hasta llegar a lo que parecía el centro del pueblo, me fijé en las casas que reconocía.
Había salido con Jesse y los chicos, me hicieron recorrer una pequeña parte del pueblo y por suerte, conocía el camino hasta la casa de Zack.
Sentía mis piernas débiles para cuando recorrimos su vecindario. No sabía si era por el frío o por haber recorrido Dios sabe cuántos kilómetros o puede ser también por la emoción de volver a ver a mi amigo.
Me gusta la forma en que la nieve se quedaba en el techo de las casas, me recuerda a las bolas navideñas Dr esas que al moverlas, la nieve se es par se y cae en rotación y algunas partículas se quedan sobre el techo de la pequeña casita dentro.
Estando frente la puerta de Zack, respiré profundo antes de tocar
Mis nudillos congelados no sintieron el golpe contra la madera fría.
Y entonces alguien abrió la puerta, y ese alguien era Zack.
Me dolía la cara de tanto sonreír. No pude ni parpadear cuando ya estaba envuelta en su abrazo. 
-Dios, no puedo creer que estés aquí.- Susurra contra mi. Lo escucho reír.
-Es bueno verte.- Lo palpo en la espalda.
Una silueta se queda al pie de la ya conocida escalera. La señora Thompson, o Lilith, como me dijo que la llamara desde que la conocí, nos mira con los ojos brillosos.
Me despego del abrazo de Zack, mirando a su madre que viene a saludarme. Aún veo culpa en sus ojos, no hay resentimientos, sólo algo confuso de entender. Siento su fría piel envolverme y me recuerda a la frialdad de su hijo.

El grupo que se había quedado bastante atrás, empieza a acercarse, Lilith y Zack los miran caminar hasta la entrada de su casa.

-Como ambos sabrán, el peligro que se acerca es inminente, nos hemos reunido otra vez para pelear si es necesario.- Digo mirándolos a ambos.- Si quieren unirse, los aceptaremos con gusto.

Lilith mira hacia mamá y James en silencio, ellos le devuelven la mirada. Los ojos de mamá parecen brillar pero sus labios forman una fina línea, se aferra al brazo de James como si fuese a caerse y él la sujeta de tal forma que no la dejará hacerlo. Miro más allá de ellos, donde se encuentra Nat y me doy cuenta de que está petrificada mirando hacia Zack. 

Lo había olvidado casi por completo, por estar con el tema de Jesse, ella y yo no hablamos sobre Zack y cómo la afectaría volver a verlo.

Ellos nunca fueron pareja, sin embargo, Zack había estado enamorado de ella desde casi el inicio del año, pero aunque a Nat le atraía el chico dulce y con suéteres de colores vistosos, estaba enamorada de Cody y cuando Zack al fin quiso dar un gran paso y admitirle lo que sentía, Nat y Cody ya habían formado una pareja. Todo fue muy complicado y doloroso para Zack  quien no tuvo la oportunidad de decirle a la chica que quería, cuanto le gustaba.

Cuando me giro hacia él, parece incluso hipnotizado ante la presencia de ella, luego se gira hacia mi con los ojos abiertos.-¿C-cómo es posible?- Pregunta confundido.-¿Le has contado todo?

Niego con la cabeza al instante.- No, Zack. Cuando yo llegué a Old Town, ella ya estaba con ellos.- Parpadea confundido y se gira de nuevo hacia ella que no para de vernos.

-¿Pero...?- Natalia da un paso adelante y sonríe de manera amigable.

-Soy una Medio Origen, como tú.- Dice ella suavemente. Zack deja salir aire bruscamente.

-Eso es...- Murmura parpadeando aún confundido. Me mira.- Sorprendente.

Asiento.- Lo es.- Puedo ver en sus ojos, lo emocionado que está. 

-Les diría que pasen adelante.- Interrumpe Lilith.- Pero son demasiados.- Sonríe rígidamente y me mira.- De todas formas, Zack ya tomó su decisión.

Así que por eso actúa de esta forma tan mecánica. Sabe que su hijo se irá, pero si tanto le molesta¿Por qué ella quiere quedarse?

-¿No vienes, Lilith?- Pregunto.

-No, ella no viene.- Es Zack quien contesta.

-Pero es peligroso que esté aquí sola.

-Lo sé.- Dice ella.- Pero prefiero morir aquí que en un lugar que no conozco.

-Iré por mis cosas.- Dice Zack y desaparece escaleras arriba a una velocidad extraordinaria. 

Miro al grupo, se ha dispersado. Están viendo la belleza del lugar, pero Natalia sigue en su lugar, mirando hacia la casa, hacia nosotras.

-No había escuchado de ti en mucho tiempo.- Dice ella.

-Bueno, empecé de nuevo y evité visitar el pueblo el tiempo que pude.- Me encojo de hombros.- Era necesario para mi.

-Pero Zack te necesitó.- Contesta en voz baja y por alguna razón, siento que ella no es la misma Lilith de antes, aunque debe ser porque no soy la Abby de antes.- Te texteó por meses y nunca contestaste.

Frunzo el ceño.- Siento que esto en un reclamo.

-Lo es.

-Con todo respeto, Lilith. Yo aprecio mucho a Zack y de hecho, apreciaba a todos sus hijos, pero tuve mis razones para alejarme de todos, y usted más que nadie sabe esas razones.

-Zack no es Jesse.- Contesta ella.

-Lo sé, pero no estaba lista para ver a nadie.

Sus ojos bajan al suelo.- Y ahora, después de tanto tiempo sin verlo, te lo llevas así por así. 

-Es por su bien, y tu deberías venir con nosotras. El quedarte a morir no es una opción.¿Por qué realmente no quieres venir con nosotros, con Zack?

Ella guarda silencio y soy capaz de escuchar como alguien se acerca. Es Natalia, se posiciona a mi lado.- Porque espera a que vuelva.

La miro con el ceño fruncido.-¿Jesse?- Asiente. Miro a Lilith quien ahora la mira a ella.

-Ninguna de las dos sabe por el dolor que esta familia pasó.- Se queja Lilith.- No se atrevan a juzgar.
-Y no lo hacemos.- Contesto yo.- Pero tampoco pienses que no sabemos por lo que pasas.- Las palabras de Sam me pasan por la mente, creo que aunque lo niegue, él es muy sabio y maduro.- Todos perdimos algo y todos estamos pagando por ello. Tal vez nuestros pesares son diferentes, pero no creas que eres la única que aún está dolida. Apreciaba a Sebas, era un buen amigo, y ya ni mencionar a Jesse, sabes cuanto lo quería, y los perdí a ambos, tú los perdiste a ambos. Pero si nos quedamos estancadas sabiendo los peligros que hay a nuestro alrededor, no duraremos mucho tiempo. Pelea por Zack, sólo le quedas tú.- En lo último, ella sonríe, pero no de forma odiosa, no, por un momento parece la misma Lilith que antes, la que tenía a sus tres hijos juntos.

-En eso te equivocas, ahora también te tiene a ti. Cuida de él.- Dice justo cuando Zack viene bajando.- Si después de... todo esto, siguen bien, quiero que vengan a visitarme.- Le dice ahora a él.

-Volveré, mamá.- Le asegura él con un abrazo.- Sólo tienes que esperar por mi.

-Lo sé.- Murmura ella. 

Me acerco para despedirme de ella y la abrazo pero nuevamente, sus brazos son rígidos a mi alrededor. 

Miro a Zack para que salga primero y para mi sorpresa, Nat camina hacia él y lo abraza.

-Tanto tiempo.- Dice ella.

Zack se queda petrificado nuevamente pero al cabo de unos segundos suelta todo para abrazarla.

Escucho la puerta de la casa cerrarse y cuando me giro, me encuentro con Caín.

-¿Lista?- Asiento. Pero estaba más nerviosa que lista.

-Regresemos al bosque así te verá hacer el portal.

-Bien.- Susurra.- Espero que Canadá sea tan genial como dicen.

-En estos momentos, no lo creo.

Mientras caminamos le resumo a Zack lo que fueron estos meses allá, lejos de todos ellos. Le cuento sobre lo que pasó el Old Town, lo cual, para él fue tan desastroso como para mi. 

-No puedo creer que ya no quede nada.- Dice él.- No quiero ni imaginar cómo quedó nuestra casa.

De hecho quedó como la mía, con la misma X roja pintada en la puerta.

-Yo aún recuerdo cuando íbamos al lago.- Dice Natalia a mi lado. 

-Buenos recuerdos.-Comento.- Que no volverán por ellos.

-A veces pienso.- Comenta él.-¿De qué me sirve este poder si no puedo usarlo contra ellos?

Sus palabras me dejan callada, a estado tanto tiempo solo, pensando en la pérdida de sus hermanos, de su antigua vida, ha estado miserable durante todos estos meses, haciéndose esa misma pregunta una y otra vez. Y yo no estuve ahí para consolarlo. Sin embargo sus palabras son realistas, incluso me hacen preguntarme lo mismo en estos momentos.¿De qué me sirve el fuego y el coraje si no puedo acercarme a ellos?¿Si ellos no pueden morir?

-Cuando mi padre me contó sobre los Primeros, mi rabia fue tal que entrené día y noche pensando en las formas en los que los eliminaría, aún sabiendo que no pueden morir, sabía que habían cosas peores que la muerte. Ellos deben tener un punto débil, sólo tenemos que encontrarlo.

-Pero no hay tiempo ahora.- Digo yo, aunque Nat tenía razón. Quizá no era necesario matarlos para vengarnos. Podían haber más opciones. Ellos pagarían por lo que nos quitaron, pero no hoy, ni mañana.- Primero tenemos que concentrarnos en lo principal. El virus Caníbal.

-Y en los humanos.- Contesta Nat.- Ellos también nos atacarán, sólo es cuestión de tiempo. 

-¿Quién es ese?- Susurra Zack cerca de mi oído. Miro hacia atrás con cautela. Pensé que éramos los últimos pero cuando miro bien, me encuentro con Sam caminando tras nosotros a una distancia regular.

Me mira, sus emociones ocultas tras sus facciones duras.- Sam Morrison, era un cazador.

-Si pero¿Por qué nos mira como si nos vigilara?- Pregunta Zack.

Me encojo de hombros.- Sam es así.

-Pareces conocerlo.- Me dice él.- Bastante.

Lo miro de reojo.- No, de hecho no es así. Sabes cómo son los cazadores de reservados.

-Nop, no lo sé, ya que nunca estuve cerca de uno para charlar.- Bromea.

-Bien, pues lo son, y bastante.

-¿Qué hace con nosotros?- Pregunta Nat.

-Está ayudando con la investigación del virus, era un compañero de James, él y otro nos ayudan desde Canadá.

Zack asiente.-¿Y qué tal tu graduación?- Pregunta.

Hago una mueca.- No fue la gran cosa, ni siquiera hubo una festividad. No queríamos nada de eso. Mejor hablemos de ti ¿Qué has estado haciendo?

Mira a Natalia de reojo.- Entrenando, más con mis dones que físicamente. 

-Tu don es genial.- Dice Natalia.- Eres muy poderoso.

-Dice la chica capaz de controlar el metal.- Contesta Zack sonriendo de lado. Demonios que extraño sus lentes, ahora parece más maduro, no el mismo niño tímido que conocí el año pasado. Lo bueno es que no ha dejado atrás sus suéteres  coloridos, no soportaría eso.

Cuando llegamos a un punto del bosque en donde no escuchábamos los ruidos del centro del pueblo, Caín nos hizo parar a todos, estábamos listos para cruzar por el portal.
Le eché una rápida mirada al grupo. En donde mamá estaba con James. Aria, Jules,Elías y Jordy. Zack y Natalia a mi lado, Sam detrás avanzando a paso lento hasta quedar cerca de Caín pero no demasiado, el mismo Caín en medio de todos empezando a formar círculos con sus brazos para formar el dichoso portal. Once en total, y si contamos a Drew en Canadá, seremos doce. No éramos un grupo grande, sin embargo, éramos letales cuando nos lo proponíamos.
El portal se abrió en una lluvia circular de brillos morados y naranjas, un remolino nebuloso de color gris se formaba en el centro. Caín fue capaz de ver la imagen de mi casa en mi mente, eso fue lo que hicimos antes de venir a Bretder. A diferencia del poder de Sam, que no podía teletransportarlo a un lugar en donde nunca estuvo, Caín si era capaz con sólo ver el lugar en una fotografía. ¿Cómo era posible? No lo sabía, de hecho habían varias cosas que aún no entendía sobre todo esto. La magia en si, era complicada de entender, y creo que sólo aquellos que la portan son capaces de descifrarla. Sin embargo, no sólo hablan de la magia, también el origen de los Orígenes es un laberinto. Nadie de aquí sabe cómo es que nacimos, y sí, algunas de las leyendas son convincentes pero los únicos con la verdadera respuesta son los Primeros, aquellos a quienes odiabamos con todo el corazón.
Mis padres fueron los primeros al cruzar, luego Aria, Jules seguidos por los gemelos. Les hice señas a Zack y Nat para que pasaran y le dejé el camino libre a Sam pero él negó con la cabeza.
-Ve tú primero.
Sonreí de lado.-¿Acaso temes que me pierda?- Le pregunté.
Sonrió también, él nunca trataba de ocultar sus sonrisas, no a menos que estuviese enojado.
-Eres demasiada terca.
-Si, me lo han dicho antes.
Y lo vi cruzar, aún mirándome.
Luego miré a Caín quien levantó una ceja en mi dirección.
Crucé al otro lado y segundos después, él hizo loismo, cerrando nuestra pasada al pueblo de Zack.
Estaba en casa, estaba en Canadá.
La sala pareció reducida con tanta gente.
Mamá los invitó a sentarse y lo hicieron hasta que los asientos quedaron llenos.
-Linda casa.- Murmuró Nat a mi lado. Zack silbó en modo de aprobación.
Caín y miró todo en silencio hasta que Aria se le acercó y él asintió.
-¿Nos quedaremos aquí?
Asiento mirando a mamá.- Si, hay cinco habitaciones en total. Todos podemos compartir las habitaciones.
Las chicas dormiremos en la mía y los chicos en otra.
-No creo que alcancemos.- Dice Jules distraído mirando las fotografías en la pared.
-Yo tengo mi propio departamento.- Dice Sam.
-Y no me las doy.- Comenta Zack con sarcasmo y una sonrisa que acompaña su tono. Sam resopla en su dirección.
-No es por dármelas, niño. Es para que se enteren que no necesitan compartir habitación conmigo.
-Sam.- Susurro por lo bajo en modo de advertencia.
Pero me ignora y va hacia James.
Los escucho platicar en voz baja.
-¿A qué hora me necesitas mañana?- Le pregunta Sam.
-A la misma hora, hay que llevarlos a la bodega y enseñarles en lugar.
-Bien, nos vemos entonces.
Ni siquiera se despidió, bueno, excepto de mamá, incluso lo miré abrazarla por el rabillo del ojo. Y luego desapareció.
-Qué maleducado.-Murmura Zack a mi lado.
-Entonces.- Dice Caín.-¿En dónde trabajaremos?
-Mañana les enseñaré la bodega abandonada, hay espacio suficiente y es un lugar secreto, perfecto para nosotros.
-¿Y cuál será nuestro primer trabajo?- Pregunta Aria.
-Estudiar el virus.- Contesta James.
-No podemos sólo hacer eso, somos bastante gente aquí, podemos hacer más de un trabajo a la vez.- Contesta ella.
Luego habla Caín:-¿Mencionaste al gobierno, cierto?
James los mira dudoso pero asiente.- Sí, el gobierno tiene a varios de nosotros en el hospital, supongo que experimentan con ellos.
Aria resopla y me hace mirarla con ojos entrecerrados.-¿Y no han pensado en actuar?
-¿Qué se supone que íbamos a hacer?- Pregunto yo.-¿Soltar a los infectados?
Aria me mira.- Quizá.
Ruedo los ojos.- Eso hubiese sido muy peligroso, hubiese pasado lo de Old Town. Ellos nos buscarían para comernos, la gente se volvería loca al ver a gente comerse a otra como animales carroñeros.
-¿Bien, y no pensaste en otro plan?- Pregunta ella.
-Matarlos. Tal vez.- Dice Julian. Lo miro.

Lo había pensado más de una vez pero antes todavía sentía compasión por ellos, por los infectados, tanta así que incluso matarlos me parecía algo repugnante, poco humano. Pero sólo me había enfrentado a uno de ellos, a Tessa. Ahora que había sido perseguida por más de una docena y casi muerto en sus garras. Ya no pensaba tan amablemente. Sí, no tenían la culpa, sí, eran inocentes pero ellos nos matarían sin pestaña. Porque por desgracia esa era la ley de supervivencia en estos momentos.
O matas, o te matan.
-Antes no teníamos gente.- Digo para ahorrar comentar mis verdaderos pensamientos en el tema.-No podíamos movernos como ahora que los tenemos.
-Entonces eso es lo primero que tenemos que hacer. Planear qué hacer con los infectados del hospital.- Contesta Caín.- No podemos dejarlos a manos del gobierno.
-Entonces será lo primero.- Asiente James.- Sin embargo podemos estar seguros de que nuestro hospital no es el único lleno de Orígenes y Medio Orígenes.
-No podemos arreglar todo a la vez.- Concuerda Caín.- Pero haremos lo que se pueda.
-Entonces plantearemos todo mañana.
-Bien.- Concuerda Caín.- Nos gustaría ver las habitaciones para poder traer el equipaje.
-Claro.-Digo yo.- Síganme.

Los guié a los chicos primero hacia una de las varias habitaciones. Dejé a Caín y a los gemelos en una y a Zack y a Jules en otra ya que no cabrían todos en una sola, luego llevé a Nat y a Aria a mi habitación, donde hicimos espacio para los colchones inflables. Me quedé sorprendida (Aunque a estas alturas ya no debería) cuando las maletas de cada uno apareció frente a nosotros, excepto las de Zack, él las pasó cargando durante el viaje al bosque.
Aria y Nat parecían llevarse bien, pero Aria no me dirigió la palabra ni una vez.
Tuve que reorganizar no habitación para que todas alcanzáramos e incluso hice espacio en mi closet para ellas.
Comimos todos en la sala, esparcidos por doquier, algunos en los sillones y otros en el suelo, ninguno se quejó, parecían en orden. Zack y yo pasamos hablando todo el tiempo mientras comíamos en el suelo, Nat se nos unió momentos después, ya cuando terminamos de comer pero seguíamos sentados hablando. Y sabía que debía estar satisfecha con tenerlos aquí, pero había un hueco en mi pecho, sabía que se debía a la tristeza y la ira por lo que pasó en Old Town. Hasta el momento, no he podido meditarlo a solas, en la oscuridad, sé que estoy a punto de explotar pero no puedo hacerlo frente a ellos. No simulo estar bien, porque en parte lo estoy, me siento aliviada de que ellos estén vivos y sanos sin ese virus mortal, pero una parte de mi siente remordimientos por no haber visitado antes el viejo pueblo. Si hubiese sido así, al menos hubiese podido decir que vi como creció en estos meses para luego caer. Pero sólo lo vi cuando estaba caído, ni siquiera estuve ahí para ayudar a la gente, a conocidos o viejos amigos. No estuve ahí cuando mi hogar, mi verdadero hogar fue destruido. Y me siento como la mierda por eso.
Por suerte mamá anuncia que debemos irnos a dormir ya que son pasadas de las diez así que todos nos despedimos y nos metemos en las habitaciones. Todos menos Caín y James que se quedan hablando en la cocina mientras nosotros subimos.
Ya en no habitación con las chicas, tomamos turnos para ir al baño y cambiarnos.
-¿No piensas ponerte una pijama?- Pregunta Nat al ver que sólo quité el exceso de abrigos y me quedé en la camisa manga larga y los jeans oscuros.
-No, me duermo tarde y por lo general deambulo de aquí para allá hasta que me da sueño.
-Ah.- Dice desconcertada.-¿A qué hora nos vamos mañana?
-Ustedes se van con James y Sam a las seis, yo los alcanzó después.
-¿Qué? ¿Vas a pasar por la peluquera primero?- Pregunta Aria. Y tengo la intensión de pasar la mano por mi cabello y preguntar qué está mal en el pero me limito a contestar de manera calmada:
-Tenía un trabajo aquí, pero es hora de que renuncie, dejé descuidada la librería por días, la dueña debe estar demasiado furiosa.
-¿Librería? Recuerdo cuánto querías trabajar en una.-Sonríe Nat.
-Si, incluso me ofrecieron trabajar en una nueva editorial como editora.- Digo en voz baja, tratando de que la decepción no se muestre en mi voz.
Si pensaba aceptar semanas atrás, debía rechazarlo de igual forma en estos momentos.
-¡Qué genial!
Aria la mira mal.- Si, creo que hubiese sido genial.
-¿En serio?- Le pregunto. Ya que es la primera vez desde que nos vimos de nuevo que me dirige la palabra no tan cortante.
-Si, lástima que ahora tu profesión deba ser meter y sacar dagas en el cráneo de monstruos sedientos de sangre...- Se burla Aria.
Y ahí estaba, sabía que era demasiado bueno para ser verdad, seguía odiándome.
-Como sea.- Digo harta del asunto.- Saldré un momento.

Dejo la habitación de manera silenciosa. Ya todas las puertas están cerradas pero aún hay ruido dentro, todos están despiertos. Aún así salgo al patio trasero y me meto al invernadero.
Me rodeo de plantas, el olor a ellas penetra en mi nariz. Un toque dulce y amargo, sí justo a eso huele.
Me siento frente a la gran mesa llena de maseteras con cactus. Mientras me acomodo, alejo algunos para evitar pincharme y mis manos se llenan de tierra pero no las limpio, sino que refuerzo mis dedos jugando con la tierra entre ellos.
Me permito suspirar para liberar el nudo en mi pecho.
No estuve ahí.
El pensamiento me hace estremecer.
Debí estarlo.
Pero fui demasiado egoísta para volver.
La oscuridad cae sobre mi y las plantas, apenas una pequeña parte del suelo se ilumina gracias a la luz cerca de la puerta.
Cuando las lágrimas caen no las limpio por la tierra en mis manos. Y no importa ya, las dejo caer, de por si nadie está viendo.
Ellos me arrebataron mi hogar, me arrebataron a mi padre de pequeña y me han arrebatado la tranquilidad por años.
Tal vez ellos no me conocen, pero estoy segura de que en algún momento, lo harán. Y ese día se arrepentirán de haberlo hecho.
La ira sustituye la tristeza, pero no de manera suficiente.
Tengo mucho por qué lidear en estos momentos.
Debemos buscar una cura.
Debemos evitar que los humanos se rebelen con tras nosotros.
Debemos. Debemos. Debemos.
La palabra hace que mi cabeza duela.
¿Qué será de todos nosotros después de esto? ¿Quiénes moriremos? ¿Quiénes sobreviviremos?
¿Quién les hará pagar?

Dejo caer no cabeza en mis manos ya sin importarme la tierra y pego un grito silencioso. Necesito liberar esta presión... No, no es presión, es ira. Ira hacia ellos, a lo que me hicieron.
No puedo permitir que sigan llevándose lo que quiero, ellos no son mis dueños ni los de nadie.
-¿Vas a quedarte toda la noche llorando?- Mi cabeza se levanta de golpe hacia la entrada del invernadero y me encuentro con la silueta de Sam.
Me limpio por debajo de los ojos.-¿Qué haces aquí? Pensé que te veríamos mañana.
-Tenía que darle una noticia a James.- Dice acercándose. Yo me levanto de la silla y trato de acomodar todo de nuevo.- Y también vengo a cumplir mi promesa.
-¿Qué promesa?- Pregunto girándome hacia él. Su sonrisa divertida está de regreso, me mira con absoluta diversión mientras escanea mi rostro.
Sus manos se posando sobre mi antes de que si quiera reaccione. Lo miro confusa mientras él frota sus pulgares por mis mejillas. Oh, la tierra.
Creo que me pongo roja, estoy hecha un desastre, la tierra debió haberse convertido en lodo gracias a las lágrimas.
Pero a Sam parece no importarle mi aspecto en estos momentos ya que mira con determinación lo que hace. Hasta que dejo de sentir la barrera entre la tierra y sus dedos. Ahora siento su piel, áspera pero de alguna forma suave sobre mi.
Trato de verlo a los ojos, a sus ojos verdes.
Y con todo y la sombra que tapa la mayor parte de su rostro, noto lo hermoso que es.
Porque Sam es atractivo, es uno de los chicos más atractivos que he visto, y en estos momentos, en la soledad y oscuridad, noto cómo mi cuerpo reacciona a él.
Mi piel arde ahí donde me toca, ni pulso se acelera y hay un pitido en mis orejas. Incluso el fuego en mi interior parece ronronear ante su contacto.
No es amor, tampoco es un enamoramiento, ni corazón no está listo para volver a sentir algo tan intenso como el amor, y también sé que enamorarme de Sam sería algo tan estúpido como regresar con Jesse, él no es alguien que siente cabeza, él sólo usa a las chicas, Sam mismo lo admitió. Y yo no doy como esas chicas. No caeré por él, no de esa manera.
Me alejó de su contacto lentamente, mirándolo con el ceño fruncido.
-¿Qué tratas de hacer?
Me levanta una ceja.
-¿No es obvio? Limpio la mugre en tu rostro.
Ruedo los ojos.- Sí, pero como que te tardaste demasiado.
Me mira divertido.- De nada, pastelito.
-¿A qué promesa te referías?
-Ah, sí, tú me pediste que entrenáramos juntos, te prometí venir por las noches ¿Acaso lo has olvidado?
Por supuesto que no. Paso una mano por mi cara, ahora suave y libre de la mayoría de la tierra esparcida por mí misma.
-¿No estás cansado?- Le pregunto. Yo lo estaba pero si él podía seguir en acción entonces yo también. 
-Soy de largo aguante.- Dice de una manera que parece más bien un ronroneo.
-Como sea.- Ignoro el doble sentido de sus palabras.- Iré por las dagas.
Me detiene del brazo.-Nop, hoy no usaremos dagas, empezaremos de cero. Vamos a correr.
-¿A correr?- Pregunto confusa.-¿A éstas horas?
Asiente.- Vamos a mejorar tu resistencia física.
-¿Acaso no sabes cuánto corrí para esquivar a la docena de Caníbales?- Pregunto sonriendo.- Fue mucho por cierto.
-Pues vamos a hacerlo mejor.- Dice sin soltar mi brazo.- Ahora ve y busca ropa deportiva. Tienes quince minutos.
Ruedo los ojos.- Sí papá.
Se ríe y me deja libre.
No creí que iba a cumplir, pensé que iba a olvidarlo. Pero aquí está, viendo como desaparezco dentro para buscar la ropa adecuada.
Quizá esto haga que mis pensamientos se despejen al menos por una hora.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro