Capítulo 11
Estoy fuera de casa, esta vez no me molesto en que mamá o James me vean ejercitar. Me sentía demasiado histérica durante la cena así que salí con ganas de sacar toda esta tensión de mi cuerpo, y lo único que parece ayudarme con eso, es el ejercicio.
Estoy a mitad de una voltereta cuando la puerta trasera se abre y yo al no estar del todo concentrada, caigo en una fea posición.
-Demonios.- Murmuro en voz baja mientras me desdoblo y me incorporo. Sacudo el polvo de mi ropa mientras me giro.
Sam está recostado en la puerta, su mirada evaluadora parece estar mezclada con diversión. Puedo jurar que se está burlando de mi en silencio.
-¿Te vas a quedar ahí mirándome? Eso es un poco acosador.- Mi voz sale agitada.
Limpio el sudor de mi frente y recojo las dagas, para cuando vuelvo a verlo, él se está acercando. Oh genial, otra discusión supongo.
-¿Qué haces aquí sola?
Bufo.- Practicando, duh.- Pensé que era obvio.
El rueda los ojos.- Me refiero a que aquí podrían atraparte y nadie se daría cuenta hasta al siguiente dia cuando encuentren tu cuerpo destrozado.
Hago un mueca de asco.-¿Acaso estás preocupado o algo así?
Él se ríe.- Nunca, pero sería algo feo de ver.
Me río y no sé por qué, si se está burlando de mi muerte.
-No tienes remedio.- Digo negando con la cabeza.
Sam agarra una de las dagas que están en el césped y la inspecciona.
-Quería disculparme.- Dice en tono calmado.
Funzo el ceño.-¿Por qué?- Lo que en verdad quiero preguntar es... ¿Por cuál de todas las cosas? Pero me contengo.
-No lo sé, he dicho demasiadas cosas, así que creo que me disculpo por todas.- Se encoje de hombros y deja la daga para verme. Está frente a mi, puedo incluso ver todos los matices de verde en sus ojos. Son increíbles, no como los ojos verde claro de Zack o coló los verde intenso de Cody, estos son de un tono entre oscuro y claro que me hacen querer seguir observándolo. Pero no lo hago, porque ed un idiota y se sentiría halagado si me le quedo viendo. Y sería tonto de mi parte hacerlo.
-No fuiste el único.- Admito.
-Pero yo fui quien lo provocó y...- Aprieta sus labios en una fina línea, como si no quisiera hablar de más.- Es por él, todo el asunto es por Isak.- Admite.- Todo este odio que siento a los de tu especie, a tus amigos, a...
-A mí.- Termino por él cuando veo que no puede decirlo.
Y... Y asiente. Admite que me odia.
-Es por él. Así que no creas que es personal mi comportamiento y todo eso.
Dejo de verlo y miro el pasto en su lugar.
-No sé qué decirte Sam, no puedo disculparme, no puedo decir que lo siento porque... Tú tampoco sientes que yo perdiera a amigos o incluso familiares por tu gente. Porque los perdí, incluso, yo misma viví con temor hacia todos ustedes desde que supe lo que yo era, sobre lo que me pasaría si me exponía demasiado. Y sé que si me hubieras conocido antes, me hubieras dado caza.
Se me queda viendo, puedo sentir su mirada de manera pesada.
-Todos hemos fallado al parecer.- Dice con voz ronca.- Todos hemos perdido a alguien.
-Y todos hemos pagado por ello.- Termino por él, al fin viéndolo.
No puedo explicar la intensidad de su mirada, es como si tratara de entrar en mi cabeza, como si tratara de leerme los ojos.
Suelta aire.- Lamento haberte tratado así, lamento lo que dije, no fue maduro.- Asiento.
-Lo entiendo, está bien. Lamento provocarte tantas veces, sé que parece que tengo algo contra ti cuando actúo así pero no, no creas que es el caso, solo... Me sorprendes demasiado y creo... Creo que...- Me quedo corta de palabras.
Sam se acerca un poco más, tengo que inclinar la cabeza para verlo mejor.
-¿Crees qué?- Pregunta con voz ronca y baja.
Miro sus ojos, sus pestañas y lo largas y oscuras que son. La manera en que se rizan y adornan sus ojos.
-Creo que a veces... Incluso llegas a asustarme.- Admito en voz baja.
Sam no dice nada al respecto, se limita a mirarme con intensidad.
Baja la mirada asintiendo y luego vuelve sus ojos hacia algo detrás de mi, evitando mis ojos.
-Sólo vine a disculparme, pero no quiero que te confundas, no somos amigos, sólo trabajamos juntos.-
Intento no verme sorprendida por sus palabras mientras asiento.- Lo entiendo. Me conformo con saber que estamos bien.
Asiente. Da unos pasos retrocediendo.
-Entonces ¿Vas a decirme qué hacías realmente aquí?- Dice cambiando de tema.
Meto los mechones sueltos detrás de mi oreja. La trenza estaba casi desecha.
-Bueno, he estado pensando en todo esto...- Casi le admito lo que pienso sobre mis manos cubiertas de sangre y paro abruptamente de hablar. No es algo que quiera escuchar de mi.- Verás, hace tiempo que no mostraba quién era yo realmente...
- La última vez que hablamos de esta forma, no sabías quien eras. ¿Lo haces ya?
Asiento.-Creo que sí.
-¿Y quién eres?- Esa pregunta otra vez. Una pregunta que me he hecho sobre él, que él me ha hecho ya...
-Soy... Soy una guerrera.- Digo mirándolo de frente. De pronto esas palabras se me hacen pesadas, lejanas. ¿Tengo lo que necesito para serlo? ¿Me escuché patética diciéndolo?
Pero él no se ríe de mí.
En cambio, levanta de nuevo la daga, la mira un momento y luego a mi.
-¿Te parece si me haces una demostración?- Tuerzo el gesto.
-Creo que ese es el problema. Tanto tiempo simulando ser alguien que no soy y ahora que necesito ser yo misma, me he tragado mi propia mentira. Estoy oxidada.
Hace un gesto con la cabeza hacia mi y su mirada se torna intensa, una de las esquinas de sus labios se levanta, un mechón de cabello le cae sobre uno de sus ojos y la imagen se me hace oscura y peligrosa.
Él era un cazador, un experto en luchas, sobrevivió a la guerra entre nuestras razas, y yo, al estar oxidada, estoy indefensa ante él. Aún así, como soy tan testaruda, imito su posición y levanto la daga a la altura de mi mentón, separando las piernas, lista para su golpe.
Nos miramos, pero no como antes. Ahora lo hacemos evaluadores, memorizamos la posición del otro, las debilidades y las resguardamos en la mente para usarla en contra cuando sea necesario.
Él es el primero en atacar. Avanza de manera peligrosa hacia mi, girando la daga en sus dedos antes lanzarse hacia mi pecho. Me aparto a tiempo y casi me caigo ante lo brusco del movimiento. Pero logro esquivarlo, él pasa hacia un lado. Aprovecho y me tiro hacia él. Levanto la daga en dirección a su espalda pero él se gira y pasa por debajo de mi brazo y envuelve sus brazos en mi cintura. Me quedo sin aire. Utiliza su peso para lanzarme de espaldas, su cabeza está a la altura de mi pecho cuando me tira hacia el suelo.
Siento como caigo y cómo el empieza a quitar sus brazos de mi cintura para evitar caer conmigo. Pero soy rápida y lo agarro del cuello, enredando mis piernas en su cintura y trayéndolo conmigo.
Ambos caemos al suelo, la hierva fría contra mis brazos expuestos. Mi espalda choca contra él suelo y siento su peso casi por completo sobre mi. A pesar de la brusca caída, me levanto más rápido que él, agarro la daga de su mano y coloco mi pie contra su duro pecho. Sam suelta aire mirándome desde abajo. Sonrío orgullosa.
-Como que estás lento ¿No?- Sam se ríe, muestra sus dientes blancos en su ancha sonrisa.
-Esa es una de las reglas.- Dice haciéndome fruncir el ceño.- Nunca des por hecho que has ganado hasta que veas el cuerpo de tu oponente, carente de vida.
Y entonces estoy en el suelo, sin aire y con Sam encima.
Sam coloca el filo de la daga contra mi cuello y yo literalmente, dejo de respirar.
Está demasiado cerca, puedo ver hasta las gotas de sudor en su frente y la manera en que su cabello se pega a ella. Ambos respiramos con dificultad pero aún así, él no cambia de posición. Estoy realmente consiente de la daga en mi cuello y de su mirada en su rostro. ¿Qué está pasando?
Sam acerca su rostro aún más y entonces, nuestras narices están casi juntas, lo miro con los ojos entornados. Debería quitarlo, debería alejarlo.
Entre abro mis labios para hablar.-¿Qué haces?- Pregunto casi en un susurro.
No deja de verme. Entonces, se mueve aún más, ésta vez llevando su boca hacia mi oído. Me estremezco ante la cercanía. Sam habla rápidamente.
-Tenías razón, estás oxidada.- Su aliento me hace cosquillas.
Se aleja lentamente sonriendo de lado. Aleja la daga de mi cuello y respiro con normalidad.
Lo golpeo en el hombro con el puño cerrado y me mira con sorpresa Mientras lo quito de encima y me levanto del suelo.
-Bueno, déjame recordarte que te boté primero, si hubiera sido real, estarías muerto.- Sam se ríe, levantándose también.
-Si hubiera sido real, no hubieras durado tanto.
Ruedo los ojos.- Sí claro, haz como si tus palabras fuesen ciertas.- Me encojo de hombros.- No quieres herir tu orgullo.
Se ríe incluso más fuerte, volviendo sus ojos pequeñas rendijas.-¿Yo soy el orgulloso? Vamos, pastelito, no seas tan mentirosa.
Y ahí estaba otra vez ese apodo.
-Ah ¿Ahora sí soy pastelito?- Levanto una ceja.
Se acerca a mi y me tiende la daga del filo para que pueda agarrarla del mango.
-Tienes que admitir que extrañaste que te llamara así.
-Como sea.
-No lo negaste.- Sonríe.
Ruedo los ojos.- Ya deja de divagar.- Me quejo.
-Qué lástima, me tendrás que escuchar hablar durante todo el viaje.
Lo miro confundida.-¿Vendrás?
-Sí, tu mamá me lo pidió.
-¿En serio? ¿Por qué?
-Confórmate con saber que me verás por cinco horas seguidas.- Me guiña el ojo.- Buenas noches.- Se despide.
-¡Espera!- Lo detengo.
Se gira hacia mí.-¿Sí?
-Es que... Necesitaba algo.- Asiente.- No quiero... Practicar sola, quiero volver a ser buena luchando y no puedo hacerlo sola.
Se mete una mano en el bolsillo con gesto despreocupado.-¿En verdad quieres eso?- Asiento.
-Si no es mucha molestia para ti.- Digo recordando sus palabras. No sé ni cómo es que estamos tan bien, luego de que admitiera que me odiaba.
¿Cómo siquiera puede sonreír cuando estoy cerca si lo que dice es verdad?
-No es ninguna molestia.- Dice Sam.-¿A qué hora?
-Suelo hacerlo de noche pero si quieres...
-En las noches me parece bien.- Sonríe.
Su sonrisa es peligrosa, su mirada es peligrosa, sé que él lo es.
La pregunta es... ¿Por qué no me estoy alejando?
Le envío un mensaje a Zack antes de abordar el avión. Le aviso que estoy viajando a Old Town y que pronto estaré con él.
El vuelo se me hace eterno, me toca viajar junto a Sam quien no es un buen compañero de viaje, debo admitir. No es que esperara que charlara abiertamente conmigo o que me diera bromas. Pero tampoco esperé que me ignorara de esta forma. Se colocó los audífonos y se quedó mirando al frente por tiempo ilimitado.
Hago lo mismo luego de un rato. Pongo la música en máximo volumen y cierro los ojos.
Tengo una extraña sensación en mi pecho. Es como si se sintiera feliz mientras camino por el bosque congelado. Mis botas se hunden en la nieve y yo trato de no estremecerme por lo frío del lugar. Mi cabello está suelto y cae en hondas por mis hombros y espalda. Veo árboles, sólo árboles altos como pinos y nieve. Todo está en silencio y por alguna razón no siento temor, es como si mi cuerpo supiera en dónde me encuentro, como si ya hubiese estado aquí antes.
Llego a un claro, la luz del sol invade mi rostro y avanzo hacia el centro. Los carámbanos cuelgan de las ramas de las hojas y negros cuervos revolotean por aquí y por allá. Suelto una bocanada de aire frío cuando siento su presencia a mis espaldas. No me atrevo a girarme. Por primera vez en el sueño, tengo miedo.
No quiero ver su rostro, no quiero oler su aroma.
Escucho sus pasos al acercarse, enfoco mi mirada en un punto fijo, evitando las lágrimas.
Está detrás de mi, siento su presencia cerca y luego, siento su mano posarse en mi hombro de manera suave y delicada. Cierro los ojos fuertemente mientras él me gira. Quiero llorar y no sé si es por felicidad o tristeza.
Está frente a mi, puedo olerlo, demonios, puedo hacerlo.
Lo escucho respirar, inhalar bruscamente.
-Abby.- Escucho su voz llamarme, está muy cerca, puedo sentir su aliento, eso y la sensación de sus manos en mi rostro casi me hacen caer.- Mírame por favor.- Pide con voz ronca y baja.
Niego con la cabeza.- Por favor.- Vuelve a pedir.
Siento un copo de nieve posarse en mi nariz y luego sus dedos apartarlo de manera dulce. Abro mis ojos lentamente y la imagen de él frente a mi me hace agitarme internamente.
Su belleza me ilumina, su aroma me domina.
Parece más alto que antes, y más fuerte de brazos. Su cabello negro también un poco más largo y despeinado lleno de copos de nieve, tiene un rastro de barba, lo que lo hace ver un poco más mayor de lo que es. Y sus ojos, casi lloro al verlo a los ojos. Esos hermosos zafiros...
Trato de no sollozar en su presencia. La manera en que me mira es como si me admirara, como si estuviese aliviado de verme. Jesse me mira con dolor contenido.
Trago saliva cuando su dedo traza el borde de mis labios, los entreabro, casi involuntariamente.
Quiero odiarlo, en verdad quiero hacerlo, pero mi corazón no lo permite.
-Qué hermosa estás.- Suspira formando una pequeña sonrisa. No una sarcástica sino una real, como las que solía darme.
-¿Qué es este lugar?- Pregunto apartándome dos pasos de él. Jesse deja caer sus brazos a cada lado de él.
-Es un lugar que imaginé.- Sonríe perezoso.
Dejo caer la mirada.- Sabía que esto era un sueño.- El pensamiento me entristece. Este Jesse no es real, el verdadero no estaba conmigo, el verdadero me había dejado hace bastante tiempo.
Jesse camina los dos pasos que yo retrocedí y vuelve a mi.
-Estoy aquí.- Es lo que dice. Lo hace casi desesperado.- Siempre estoy contigo.
Frunzo el ceño, tratando de evitar las lágrimas y el temblor en mis labios.-¿A qué te refieres?- Le pregunto.- Tú no estás conmigo, tú me dejaste...
Baja la mirada.- Abby, l-lo... lo lamento tanto.
Niego con la cabeza.- No, no es así, ni siquiera eres real, es sólo mi estúpida mente imaginando lo que quiero pero no puedo tener, es mi mente diciéndome lo que quiero escuchar de ti, pero no es real.
Jesse, el de mi sueño. Cierra los ojos con fuerza y suelta aire. Cuando los abre de regreso... un par de lágrimas se deslizan por sus mejillas.
A pesar del rencor que siento hacia él, el miedo y la ira. Doy un paso más cerca y tomo su rostro entre mis manos. Siento su frialdad, una que extrañaba infinitamente. Su piel contra la mía de nuevo.
Esto es un sueño, así que haré lo que quiera en él porque no es real.
Me mira con ojos entornados mientras limpio sus lágrimas.
-Cuánto quisiera yo.- Susurro cerca de su rostro. Me mira, Jesse me mira con anhelo.- Que esto fuese real.- Y entonces lo estoy besando. Mis labios chocan contra los suyos. No tarda en corresponderme a pesar de la sorpresa. No es un beso tímido, no como los que solíamos darnos, este es pasional, es adictivo.
Jesse me agarra de la cintura y me apega a él. De inmediato puedo sentir los músculos en su abdomen ahora más marcados y sus brazos fuertes más anchos que antes. Me apego a él lo más que puedo. Anhelando su fría y suave piel. Su lengua choca con la mía, jalo de su cabello oscuro y sedoso gimiendo contra su boca. Y sólo cuando nos quedamos sin aire, nos separamos. Jesse muerde mi labio inferior de manera fugaz antes de juntar nuestras frentes. Estamos jadeando, siento las lágrimas recorrer mi rostro, escucho la respiración entrecortada de Jesse y sé que está llorando.
Con un gran dolor reconozco que no es el verdadero Jesse quien lo hace, sino este, el de mis sueños.
Me mira a los ojos, puede ver mi dolor, yo puedo ver el suyo.
-Te amo.- Dice en un susurro pesado.
Me aparto de él, muy lentamente. Jesse no me retiene, sólo me mira con dolor cuando me aparto del todo.
-Cuanto quisiera, que el verdadero tú, también lo hiciera.- Murmuro hacia él.
Y entonces estoy despierta, me enderezo de golpe con el pecho agitado. Sam tiene una mano en mi brazo y me mira preocupado. Se inclina hacia mi mientras yo aparto los audífonos de mis oídos. La canción que se aleja es una que Jesse y yo compartíamos. Se titula Fire And Ice. Jesse me la dedicó, me dijo que la letra fue hecha para nosotros. Aparto el aparato de un manotazo y me paso las manos por la cara, para mi horror, está embebido de lágrimas. Ay Dios.
-Abby ¿Qué tienes?- Pregunta Sam. Intenta limpiar mis lágrimas pero me alejo de su tacto. Su ceño se frunce aún más pero comprende que necesito espacio y baja su brazo. Me limpio el rostro y me levanto para ir al baño. Con costo y puedo caminar pero logro entrar y de inmediato me recuesto contra la puerta soltando todo el dolor que siento.
¿Por qué?¿Por qué Jesse no pudo amarme como yo lo amé a él?
Me enjuago el rostro con agua y con unas toallas desechables me la seco lentamente. Cuando me miro en el espejo del pequeño cubículo, mis ojos están rojos, al igual... al igual que mis labios.
Asustada me acerco más al espejo y dejo la toallita a un lado.
Mis labios están hinchados como si...
No. Sacudo la cabeza y me miro bien.
Cuando me paso la punta de la lengua por los labios incluso puedo sentir su sabor en mi, su olor.¿Qué está pasando? ¿En qué demonios estoy pensando? estoy mal, él me pone mal.
Mi mente está jugando conmigo, usando mis debilidades para hacerme sufrir. Jesse es una de mis debilidades y eso me está volviendo loca, tengo que parar, realmente parar.
Tengo... tengo que dejarlo ir. Sino, él y sus recuerdos me destruirán. Y no puedo darme el lujo de ser débil en estos momentos. Porque los más débiles son los que no sobreviven nunca al caos.
Alejo el sueño de mi cabeza. Con la sensación de Jesse en mis labios, con la sensación de extrañarlo y el anhelo de volver a verlo y sobretodo, con el anhelo de volverlo a escuchar decirme que me ama. No lo hace, él no sabe amar y puedo que ahora, yo tampoco.
Salgo del baño cuando estoy más calmada y me siento en el lugar junto a Sam. Me mira de reojo, en silencio mientras yo miro hacia el frente. No sé en dónde quedó mi reproductor, si lo tiré, si se rompió así que empiezo a buscarlo.
-Lo guardé en tu bolso.- Dice. Asiento, calmada. Y miro hacia adelante, donde James y mamá están. Pero parecen serenos, seguro dormidos no se dieron cuenta (Por suerte) de lo que pasó. Murmuro un "Gracias" hacia Sam.-¿Quién te hizo tanto daño?- Lo escucho preguntar de repente. Me giro bruscamente hacia él. No está jugando conmigo, me mira serio y en sus ojos veo ira.¿Qué le pasa? no tiene derecho a meterse en mi vida. Los amigos lo hacen, pero él mismo lo dijo, no lo somos, incluso, me odia.¿Así que a él qué le importa?
-No es de tu incumbencia.- Suelto de golpe. Me siento enojada, quizá son las hormonas, qué se yo.
Sam no dice nada de regreso y yo lo ignoro durante el resto del viaje.
Aterrizamos unas horas después, yo no volví a dormir o escuchar música así que el viaje se me hizo eterno. Llegamos al aeropuerto del pequeño pueblo que queda cerca de Old Town.
Y es que el mismo Old Town no tiene un aeropuerto así que para llegar, primero tenemos que dejar atrás a este.
Mamá va a mi lado, hablando sobre cómo fue la última vez que pasamos por este aeropuerto.
Sam y James van detrás de nosotras y James le explica sobre el pueblo, sobre como funcionan las cosas, sobre que ahí él vivió hasta cierta edad cuando comenzó a entrenar como cazador. Yo ya me sabía esa historia pero desde el punto de vista de mamá, aún recuerdo cuando me lo contó. Sobre su amor prohibido entre James y ella. En cierta forma, la historia de ambos me había dado esperanza. Porque yo no quería estar emparejada con alguien a la fuerza, que es lo que ocurre con las almas gemelas, la conexión es tan grande que te hace enamorarte de la otra persona, o al menos, eso ha pasado durante todas las generaciones. Pero es una mentira, todos nosotros lo sabemos. Otro juego de los Primeros para evitar la existencia de Medio Orígenes, no querían que su ADN cambiara o se volviera más débil. Eso fue hace años cuando inventaron lo del hechices de las almas gemelas, ahora, nos quieren exterminar a todos.
El hechizo es una farsa que no se ha llegado a desenmascarar, sólo el grupo sabe la verdad. Caín era mi alma gemela, él era una buena persona, cuando lo conocí era diferente, quería lograr exterminar a los cazadores pero con planes erróneos, yo lo odiaba por lo que creía le hizo a Cody. Luego supe que era bueno y quería lo mejor para todos a así que me uní a su grupo y juntos, fuimos a la guerra. Sin embargo, nunca me imaginé estando al lado de Caín de una forma amorosa. No es que no sea atractivo, Caín lo era, su belleza era exótica y tenía una personalidad que no la encontrabas en cualquiera, pero nunca lo vi de esa forma, para mi siempre fue Jesse, incluso ahora que él no está, no me imagino yendo a los brazos de Caín. No pertenezco ahí, eso lo he sabido siempre. Para mi lo de las almas gemelas no valen, pero para otros sí. Otros se enamoran de su "igual" y está bien, es su decisión. Pero para mi, Caín no es ni será algo más que un amigo. Quizá no estoy destinada a amar de esa forma, quizá el destino no quiere a alguien para mi, quizá mi designio es luchar y lo estoy cumpliendo en estos momentos.
Paramos un taxi, bueno, James lo hace. Yo me quedo atrás con mamá. Es entonces cuando ambas escuchamos lo que el taxista dice y nos quedamos calladas.
-¿Qué fue lo que dijo?- Pregunto avanzando hasta la ventanilla del auto. Un señor regordete es el que maneja. Me mira con el ceño fruncido.
-Que Old Town fue evacuado hace unos días.-
¿Qué demonios está pasando? ¿Era una broma? Tenía que serlo. Eso es imposible.
Me aclaro la garganta, guardando la calma. Seguro está confundido, sí, debía estarlo.
-No me sorprende que no lo sepan, las noticias sobre ese lugar tan pequeño no llegan a las noticias nacionales.- Se burla.- Pero sí, el pueblo fue desalojado completamente luego de que lo atacaran. Soltaron bombas y un grupo de lo que parecían terroristas atacaron a la gente.
-¿Cómo que atacaron?- Pregunta Sam.
-Es algo horrible, hermano. Bajaron por el helicóptero que dejó caer las bombas y cuando estuvieron en tierra, se lanzaron encima de las personas, les desgarraron el cuello, las arrastraban sangrantes. Fue una masacre, la gente se estaba volviendo loca.- Miro hacia atrás con horror. Mamá está pálida. James y Sam se miran entre sí. Fueron ellos, dejaron caer a Orígenes Caníbales en el pueblo. Sabían quiénes vivían ahí. Nosotros. Aquellos que los retaron. Vinieron por nosotros.
-¿Hace cuánto desalojaron el lugar?- Preguntó James, o Sam, no lo sé. Yo ya no estaba escuchando, estaba en shock.
Old Town fue desalojado. Todas las personas que conocía, con las que que crecí, ya no están.
Dejaron caer bombas, lo que significa que el lugar debe estar destrozado en su mayoría.
Me niego a creerlo aún. No puedo imaginar al pueblo de esa forma. Siempre estaba lleno de vida. El aire se me queda atascado en la garganta al pensar en lo que pasó.
-Todos se fueron, no veo por qué quieren ir ahí, está desecho y además, está cerrado.
-Le pagaremos lo suficiente, déjenos en la entrada, no cruce si no quiere, podemos caminar.- Escucho decir a James.
-Después no digan que no se los advertí. No encontrarán nada en ese pueblo. Nada más que destrucción y polvo.
Nos subimos al taxi. No hablé en todo el viaje, sólo escuché los detalles.
Sólo habían atacado a Old Town, la policía había llegado, le dispararon a los atacantes pero los que estaban a cargo del helicóptero huyeron. La gente fue sacada de ahí, inmediatamente. Familias enteras dejaron el lugar, muchos no tuvieron tiempo de empacar sus pertenencias. Por último agregó que lo veríamos por nosotros mismos cuando llegáramos. Y lo hicimos, llegamos. El taxista nos dejó antes de llegar al letrero. Y desde aquí, lo pude ver todo.
En medio de la carretera, con las maletas en mano, nos quedamos viendo el principio del camino hacia la nada.
Recuerdo el hermoso bosque, lleno de vida y color.
Ahora, varios, decenas, cientos de los árboles estaban caídos, habían parches en la tierra donde las bombas cayeron. La naturaleza estaba destrozada, había tierra en la carretera, trozos grandes y piedras. Agujeros ahí donde el pavimento fue arrancado y destrozado.
La imagen me produjo terror, terror y tristeza.
-Guarden silencio.- Anunció James en un susurro.- No sabemos si el lugar está del todo abandonado.
-Creo que deberíamos regresar al otro pueblo. Es demasiado peligroso ingresar, aquí no hay nada, sólo...
-No lo digas.- Le pido a Sam.
Aunque tenía razón. Kilómetro tras kilómetro, todo estaba destrozado, incluso la carretera, que estaba agrietada y en algunos lugares estaba llena de hoyos. Mamá estaba sollozando en silencio, nunca más volverá a ver el pueblo a como era. Yo al menos tuve la oportunidad de hacerlo junto a Jared, pero ella no. El lugar en donde crecí y sonreí. Justo aquí, la entrada al lago. Ya no había un camino recto, un tronco caído se interponía en medio de el caminito.
-Quiero... quiero ver la casa.- Dice mamá.
-Es demasiado arriesgado.- Le dice James.
-Por favor, quiero saber... saber si está destrozada.- Miro a James, me regresa la mirada preocupado. No traemos armas de fuego, ni dagas ya que no podíamos pasar por el detector de metales con ellas. Tenía razón, era muy arriesgado.
-Pueden haber Caníbales aquí.- Dice Sam.
Mamá suelta aire.- Es lo único que pido, despedirme de este lugar.¿No lo entienden? jamás volveremos, quedará en el olvido, todo lo que conocí ya no existe, la gente con quien hablé, sabrá Dios en dónde están ahora.
Y justo cuando lo dice, dejo de pensar en lo material, en la belleza perdida del pueblo. Pienso en Caín y en su grupo.
Los Primeros Orígenes lo hicieron, estoy segura. Soltaron las bombas junto con los infectados porque sabían que aquí vivían aquellos Orígenes que lideraron la guerra.
Sabían que la mayoría se encontraba aquí. No tenía ni que hacerme la pregunta de cómo lo supieron, lo sabía, maldita sea lo sabía.
La ira me invadió, el corazón que ya de por sí estaba acelerado, ahora dolía. Había sido él. Jesse les dio la información.
No sé ni por qué me sorprende, eso iba a pasar tarde o temprano, que él soltara información. Era uno de ellos, tampoco me sorprendería si el mismísimo Jesse vino a soltar las bombas personalmente. Nos había traicionado otra vez.
-Fueron los Primeros.- Susurro yo.
-No me importa si fueron ellos.- Dice mamá.- Quiero ver mi casa, sola o con ustedes.- Y empieza a caminar hacia adelante, alejándose de nosotros.
Niego con la cabeza mientras troto detrás de ella. Sam y James nos siguen, maldiciendo en voz baja.
¿Qué pasó con Caín y su grupo? ¿Estarán bien? Si los Primeros soltaron a los Caníbales, querían acabar con cada Origen del pueblo, eso significaría que el grupo estaba al descubierto.¿Y si no lograron salir?¿Y si los mordieron?
El taxista dijo que habían atacado a la gente. Esa gente no era humana, eran Orígenes y Medio Orígenes.
Ellos podrían no estar vivos.
¿Por eso fue que Caín nunca contestó mis llamadas? Dios, debí sospechar que algo pasaba.
Caminamos en silencio hasta dejar el área verde atrás. A continuación, las vistas empeoraron.
Habían agujeros en la calle, las casas, algunas de ellas estaban a medio caer. Habían papeles, latas, llantas, ropa tirada en el suelo. Los autos estacionados de cualquier forma, unos con los vidrios rotos, otros con feas abolladuras.
Esto parecía ser sacado de una película apocalíptica. Vi casas de personas que conocía, totalmente destruidas. Vi edificios que había visitado, hechos ceniza. Recorrí calles que antes, cuando era pequeña, frecuentaba junto a mis padres y mi hermano, hechas trizas. No pude evitar soltar lágrimas de camino a casa. No quedaba nada, absolutamente nada.
Entendía a mamá completamente, cada lágrima que ella botaba la entendía, cada temblor de su cuerpo, también.
Sam se posicionó a mi lado cuando solté un sollozo. Me quitó la maleta que cargaba y la cargó él.
El cielo era gris, de hecho, ahora todo lo era en este lugar.
James dijo que ea mejor tomar un atajo por si nos encontrábamos con algo inesperado. Así que recorrimos calles estrechas y lejos del centro. Todo estaba en silencio, olía a tierra.
Dilatamos casi media hora en llegar y para cuando estuvimos en la entrada a nuestra residencia, creí que ya había tenido suficiente, pero los Primeros no estaban de acuerdo.
Nuestra casa estaba destruida.
Mis piernas empezaron a flaquear mientras me tapaba la boca para evitar gritar, Me mordí la mano con furia.
Mi casa...
El techo estaba esparcido por el jardín junto con varias de nuestras cosas hechas pedazos. Las ventanas habían sido arrancadas, ahora habían grandes agujeros junto con grietas en las paredes de afuera. Podía verse el interior de la casa a través de los agujeros., lo único que estaba intacto era la puerta. Y entendí por qué. Ellos querían que viéramos la gran X roja pintada en el centro, de borde a borde.
No era la única en esas condiciones, la casa de en frente estaba igual, la misma X en la puerta.
Me estremecí. Mamá corrió sollozando hacia las cosas que quedaban fuera, James corrió tras ella y la agarró por atrás, callándola con siseos suaves. Yo no pude moverme.
No estaba solamente devastada, estaba furiosa, por dentro, me estaba quemando. Ellos hicieron esto, él los ayudó.
Mis dientes están rechinando y mis manos están hechas puños.
Me digo a mi misma "Contrólate" pero hay otra parte que me dice "Desátate"
Ellos van a pagar, van a hacerlo. Pagaran por lo que le hicieron a mi pueblo, por lo que le hicieron a los que quiero, y por lo que me hicieron a mi. Voy a destruirlos, buscaré una forma de hacerlos sufrir, hay cosas peores que la muerte, eso lo sé, y lo emplearé con ellos. No importa si me cuesta la vida, voy a destruirlos.
Se escuchó un ruido dentro de la casa. Hasta yo que estaba distraída lo escuché. De inmediato James arrastró lejos a mamá y yo limpié mis lágrimas, viendo directamente hacia la casa.
-Haya algo dentro.- Siseó James cuando llegó con mamá hasta donde estábamos Sam y yo.
-Ninguno llevamos armas.- Dice Sam con voz gruesa.- Tenemos que salir de aquí no antes sin encontrar un arma.
-Hay cuchillos en la cocina.- Dice mamá.
Miro hacia lo que antes era mi habitación. Ahora si subía, podrían verme desde abajo.
-Yo tenía armas en mi habitación, escondidas en el closet.- Admito.- Todo está destrozado pero quizá podamos encontrar la maleta.
-¿Pero cómo podemos entrar? no sabemos si son los Caníbales, ni cuantos son.- Dice Sam.
Miro las cosas tiradas en el jardín.- Pueden haber cosas puntiagudas.- Digo señalando las cosas.- Si tenemos suerte encontraremos madera puntiaguda o piezas cortantes.
-De ninguna manera.- Dice James.- Es muy arriesgado.
Sam bufa.-¿Acaso se te olvidó lo que hacías en aquellos días?- James lo mira mal y niega con la cabeza. Sam se encoje de hombros.- Como sea.- Dice, y empieza a caminar hacia los escombros.
Lo agarro del brazo y lo giro hacia mi.-¿Qué demonios haces?
-Voy a matar a la cosa de ahí.- Señala la casa.- Y no me digas que no, porque igual voy a hacerlo.- Se suelta de mi agarre y en un abrir y cerrar de ojos, aparece cerca de los escombros, lo veo tirar cosas, pero hace mucho ruido. Algo vuelve a escucharse dentro de la casa, esta vez, veo la sombra de algo moverse rápidamente. Jadeo.
Sam rompe la pata de una silla y se hace añicos, la levanta observándola, parece una gran estaca. Pero no se detiene, rompe otra y luego aparece frente a mi. Sonríe creído.-¿Ven? no era tan difícil. Ahora sólo tenemos que matarlo.- Le tiende la estaca a James. No duda en tomarla. Se gira hacia mamá.
-Quédense aquí, no hagan ruido.- Mamá lo toma del brazo.
-Te cuidado.- Le pide. James asiente y me mira. Sé lo que quiere decirme en silencio, me pide que la cuide. Asiento.
Miro hacia Sam, el brillo en sus ojos me indica que disfrutará hacer esto, será como un recuerdo de lo que solía hacer cuando era cazador.
-También ten cuidado.- Le pido en voz baja. Abre la boca pero mira a James en el proceso y la cierra frunciendo el ceño.
-Vamos.- Le dice a él, ignorando mis palabras.
Los veo alejarse, caminar firmes y rectos, listos para atacar.
Guío a mamá a un lado de la casa, alejándonos de el centro de la calle.
Abrazo a mamá y la siento temblar en mis brazos. ¿O soy yo?
Sam y James se hacen señas cuando están en la entrada. Sam toma el pomo y lo gira lentamente hasta que la puerta se abre con un leve crujido. Estoy conteniendo el aliento mientras lo miro entrar.
Hay un agujero al lado de la casa en donde puedo ver lo que era la cocina, los veo entrar por ese agujero. La casa está a oscuras excepto por ciertas partes en donde la luz se filtra. El resto es pura sombra y oscuridad. Los veo ir espalda con espalda, girando con la estaca en manos.
Recuerdo haber visto la sombra moverse en la planta baja, sin duda era uno de ellos.
Mamá no deja de temblar, aliso su cabello con mis manos frías por la preocupación.
-Debí hacerles caso.- Dice en voz baja. La miro.
-Querías ver la casa, entiendo.- Digo yo.- Sé lo que estás sintiendo mamá. Para mi también es duro ver que la casa en donde crecí, está destrozada.
Escucho las voces de ambos amortiguada por la distancia.
Hay otro ruido, mamá y yo nos giramos a verlos pero descubro algo raro esta vez. Y es que el sonido no parece provenir directamente de la casa. Me quedo de piedra mientras miro la ventana de la casa a nuestro lado, la casa de nuestros vecinos de al lado.
-Mamá.- Digo con voz baja y temblorosa. Ella se congela también, parece entender lo que quiero decir.
Nos sobresaltamos cuando la puerta se estremece por un golpe. No hay una X en esta puerta puesto que eran humanos no Orígenes.
Empezamos a retroceder lentamente mientras vemos la puerta crujir y astillarse. Logro encontrar la voz para hablar.-¡Corre, mamá!- Exclamo.
Las dos empezamos a correr justo cuando la puerta es azotada y destruida. Escucho las voces de Sam y James, ellos no han salido de la casa pero escucho como parecen estar luchando contra algo.
-Hacia el otro lado.- Le digo a mamá.- Seremos una carga para ellos si les llevamos más. Mamá lo entiende al instante y en el mismo momento en que vemos cómo un enorme grupo de Caníbales sale por la puerta, gruñendo y empujándose entre ellos. Mi boca se abre de la sorpresa y mis piernas empiezan a sentirse de gelatina.
Jamás había sentido tanto temor en mi vida. La imagen de ellos me produce un temor paralizante. Mamá me tira del brazo y reacciono. Empezamos a correr.
Escucho sus gruñidos detrás y mientras corro tengo la sensación de que están por agarrarme.
Nos movemos rápido mamá y yo. Para nuestro horror, dos más salen de unas casas más adelante. Tenemos al menos una docena persiguiéndonos atrás y dos de frente. Mamá jadea.
Los veo venir de frente, miro a mamá fugazmente. Vamos a morir, santo cielo.
Y entonces lo recuerdo, un movimiento que me enseñaron en la comunidad de Caín.
-Al suelo.- Le digo señalándo a los dos de enfrente con la cabeza. Mamá asiente y nos separamos, ellos hacen lo mismo, uno viene por mamá y otro viene por mi. Corremos aún más rápido, ellos ya están casi frente a nosotros. Entonces lo hacemos, justo cuando los de enfrente se lanzan por nosotros, nosotras nos deslizamos entre sus piernas, arqueamos nuestra espalda, nos deslizamos en el suelo, raspando nuestras manos en el proceso pero los pasamos y nos incorporamos para seguir corriendo. La miro, ella casi se ríe del alivio. Siento mis manos arder pero ignoro el ardor mientras nos zambullimos a las calles, lejos de nuestra casa. Doblamos en una esquina, donde antes estaban tiendas y cafeterías.
Tanteo la puerta de una tienda de ropa pero no sede, mamá hace lo mismo con los siguientes puestos hasta que encontramos una oficina de envíos abierta. Sin pensarlo dos veces nos metemos y cerramos poniendo seguro. Corremos hacia el escritorio volcado y nos escondemos detrás. Aguanto la respiración cuando los escucho venir. Las paredes del edificio no son de cristal, sólo tiene una ventana con el cristal roto. Todo está hecho un desorden, papeles tirados por doquier. Las sillas de espera volcadas. Todo un desastre.
-¡Salgan!- Escucho gritar a uno de ellos. Miro a mamá jadeando. Me agarro de la alfombra del suelo.-¡Maldita sea, no pudieron ir tan lejos. Se refleja la sombra de ellos al pasar. Mamá me acerca más a ella. Nuestros cuerpos tiemblan y más cuando veo una sombra detenerse frente a la ventana. Mi corazón bombea con tanta fuerza que puedo escuchar mis latidos en los oídos. Si ese alguien entra en estos momentos, nosotras estaríamos completamente indefensas.
Cuento los segundos mentalmente hasta que veo la sombra alejarse. Entonces vuelvo a respirar. Esperamos otros minutos en silencio y cuando no escuchamos nada, nos levantamos con cuidado.
-Deberíamos volver.- Murmura mamá.
-No sin un arma.- Digo a su lado.
-Hay una armería a dos cuadras pero¿Y si nos están esperando?
-Podemos hacer una distracción. Yo me quedo, incendio el lugar y me escondo en otro lado y tú vas con cuidado y tomas las armas que pued...
-No.- Me corta ella de repente.- No vas a ser la carnada.
-Mamá...
-Vamos a ir, las dos o ninguna.- Suelto aire, es un mal plan.
-Está bien, pero antes...- Voy hacia una de las sillas de madero y repito lo que Sam hizo. Le tiendo a mamá una estaca.
Sólo espero que ambos estén bien, y que puedan encontrarnos.
-No puedo llamarlo ya que si están escondidos, el ruido puede atraer a más Caníbales así que les enviaré la dirección de la armería. No esperes que lleguen rápido, Sam nunca ha estado en Old Town así que no sabrá en dónde teletransportarse.
El mensaje dice: "Armería, calle catorce. Del Bar Red Door dos cuadras arriba. James sabrá dónde ir, no hagan ruido"
Abro la puerta en silencio y saco a duras penas la cabeza para ver si hay alguno de ellos en las calles. Pero están nuevamente desiertas. Le hago señas a mamá y salimos. Nuevamente estamos expuestas. Caminamos en silencio, mamá va detrás de mi con el intento de estaca apuntando hacia el cielo, no deja de temblar del miedo y yo hago un enorme trabajo al mantenerme serena. Aunque el miedo me esté comiendo desde adentro.
Doblamos nuevamente no sin antes fijarnos si había alguien merodeando por ahí. Casi estábamos ahí. Un relámpago iluminó el cielo gris y nos hizo brincar a ambas pero doblamos la última vez para toparnos con el rótulo. Corrimos frente al local alto. Un rótulo decía "Armería Donnie y Louis" A la par de este local hay casas, casas en mal estado como la propia armería.
Pruebo el pomo, está cerrado. Le doy a mamá la estaca y tomo el pomo con ambas manos. No es difícil invocar al fuego, estoy enojada, aterrada pero con la adrenalina al cien. El pomo se derrite en mis manos y empiezo a entreabrir la puerta, le pido a mamá la estaca antes de que las dos entremos al oscuro lugar.
Había dejado la puerta entreabierta detrás de nosotras, pero el ruido de ésta cerrándose nos hace brincar a las dos.¿Lo peor? no fue el viento quien la cerró. De inmediato sé que estamos perdidas y las risas que empiezan a escucharse a nuestro alrededor me lo confirman.
Las luces se encienden y es cuando nos damos cuenta. Estamos rodeadas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro