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¿Nuevo Inicio?


Me levante como cada mañana de los últimos malditos meses a las cuatro en punto de la mañana, acosado por la pesadilla que no había cambiado desde que mi madre habia muerto de cáncer cuando yo tenía dieciocho años.

Caminaba por una bella meseta, el aire estaba impregnado del salitre del mar, la hierba húmeda por la lluvia, al horizonte podían percibirse el infinito manto gris que cubría el cielo y el enfurecido mar imitando su color estrellándose contra las rocas. El vaivén rítmico me hacía sentir en total paz, me disponía a recostarme sobre la fina hierba cuando un grito quebró el aire.

Y ahí estaba mi madre, con la cabeza cubierta con el pañuelo purpura que le había regalado en su último cumpleaños, tan delgada que se le notaba la piel estirada en cada hendidura de su cráneo, las ojeras tan marcadas que parecían hematomas sobre su traslucida piel. Estaba ahí, frágil, descalza, con el camisón de dormir que le quedaba demasiado grande sobre su esquelético cuerpo. Gritaba al borde del acantilado, a punto de caer.

-¡Remus! – su cara reflejaba el miedo que sentía, suplicaba mi ayuda. Corrí lo más rápido que pude para salvarla, pero mientras más rápido intentaba correr, la distancia se multiplicaba. La imagen de mi madre cayendo lentamente era una agonía. Cuando por fin lograba llegar al borde, ella había desparecido, tragada por las implacables olas.

Con el paso del tiempo las personas en el risco iban cambiando, pero nunca el sueño. James en el risco, suplicando que lo ayudara, Lily tragada por el mar, después se unió Sirius, Dumbledore, Peter, Snape, Tonks y más de una docena de niños que había visto morir en la batalla.

Estaba tan acostumbrado a ese sueño y aun así despertaba jadeando, con los ojos húmedos y un nudo en la garganta.

No podía volver a la cama, sería masoquista volver a ese infierno, así que tomé uno de los libros Muggles de mamá. "Orgullo y prejuicio rezaba en la portada". comencé a leer: "Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa..."

Fabuloso, seguro leer una historia de amor que nunca viviré me hará sentir mejor.


*****

Aparté los ojos de la caótica historia de la señorita Bennet y Mr. Darcy por el gruñido que emitió mi estomago.

 Saqué mi reloj del bolsillo, las 7:30, hora de desayunar.

Llevaba cerca de una semana en Hogwarts, yendo y viniendo, entre ayudar a la reconstrucción, participar como testigo en los juicios del wizengamot, y ayudando a Kingsley con los interrogatorios en el ministerio. Por suerte estos últimos casi habían concluido, la primera en ser juzgada y enviada a Azkaban había sido la insufrible Dolores Umbridge. Ahora que el ministerio había sido purgado de mortífagos se estaban concentrando más en los juicios de estos mismos.

En Hogwarts habitábamos bastantes personas, chicos que se quedaron sin familia, familias que aun buscaban entre los escombros los restos de sus hijos, gente muy dispuesta a ayudar en lo que faltara y claro, yo, que no tenía a donde ir.

Entre estas personas muy dispuestas había una chica y un chico, hermanos, el muchacho parecía ser unos cuantos años mayor que ella, ambos en sus veintes. Pero no me llamaban la atención por eso, sino porque habían llegado a organizar a la gente desde el primer día para una pronta restauración, habían instalado el orden y estaban siempre muy participativos durante las reuniones con el nuevo ministro y mi gran amigo Kingsley Shacklebolt, también con la ahora directora de Hogwarts Minerva McGonagall. Nadie tan joven era tan relevante dentro del ministerio, pero ellos lo habían conseguido. Eso me intrigaba, al preguntarle a Kingsley sobre el tema sólo me había comentado que donaban grandes cantidades de oro tanto a Howgarts, como al ministerio y a San Mungo.

Supongo, que al querer distraer mi mente a toda costa, me dejé llevar por el misterio y varias veces me sorprendí acechándolos con la mirada durante las comidas en el castillo, sentándome cerca para alcanzar atisbos de sus conversaciones, ese misterio ahora dominaba gran parte de mi vida.

¿Quiénes eran? ¿Qué que los motivaba? ¿Por qué donaban tanto dinero y de donde lo sacaban? ¿Por qué nunca se sentaban o hablaban con alguien más? ¿Qué ocultaban?

Por Merlín, Remus, te estas volviendo loco. Pensé

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