Merde!
Isabelle tomó mi túnica y me jaló hacia la biblioteca, corríamos a través de los pasillos velozmente, saltando obstáculos, esquivando piedras, sin aminorar la marcha, ella reía a carcajadas mientras brincaba, parecía más como si danzara. Lucía hermosa, con la melena ondulada bailando por el impulso de sus brincos, su sonrisa enorme...
¿Espera dije hermosa? ¿Qué diablos está pasando? Céntrate Remus, ella es el enemigo.
O quizás no... sugirió en mi cabeza otra voz. ¡Cállate! Le gritó la primera.
Llegue a la biblioteca sin aliento y ella parecía estar perfectamente, como si hubiera llegado con un andar calmado.
-¿Estas bien?- preguntó cambiando rápidamente su animado semblante por uno preocupado, mientras se acercaba a mí, intentando mirarme a los ojos, pero era tan pequeña que tenía que mirarme hacia arriba.
-Per...fecto- pude contestar entre mi hiperventilación. Ella trato de reprimir una sonrisa, pero sus grandes ojos brillaban reflejando su burla. ¿Cómo alguien podía tener tantas pestañas sin que se enreden unas entre otras al parpadear?
Concéntrate Remus. Me di una bofetada mental.
-Trataré de ir más lento la próxima- Me sonrió culpable.
- Mejor no lo hagas, me hará bien el ejercicio- le guiñe un ojo y entré a la biblioteca. Al parecer los chicos la llevaban muy bien, me alegró ver muchas sonrisas y platicas animadas, los primeros días todos trabajábamos en un silencio sepulcral, los alumnos se habían llevado la peor parte, eran los más heridos por esto, sobre todo los que habían estado en el castillo durante la batalla, pero estaba feliz de ver que poco a poco iban superando el trauma.
-Creo que no necesitan nuestra ayuda ¿Qué te parece sí seguimos con el ala sur?- dijo Isabelle subiéndose a un librero volcado para alcanzar mi altura.
-De acuerdo, vamos.- le di mi mano para ayudarla a bajar y pareció sorprenderse, pero la tomó y saltó al piso.
-¿Y desde cuando estas en todo esto?- preguntó haciendo un gesto exagerado abarcando todo el espacio que podía, mientras subíamos por las escaleras hacia el séptimo piso.
-¿Te refieres a Todo, TODO?- imité su gesto reprimiendo una sonrisa.
-Sí-Comenzó a reír.
-Pues supongo que todo empezó cuando me uní a la Orden del Fénix cuando tenía 18 años.- suspiré. Ella soltó un silbido
-Así que llevas media vida en esto... Wow, sí que estabas comprometido con la cusa- parecía algo pensativa, ¿de verdad había pasado tanto?
-Bueno, hay que tener en cuenta que Voldemort estuvo ausente por catorce años, eso me dejó un poco de tiempo libre-
-¿Y qué hiciste con ese tiempo Remus?- dijo muy seria, deteniéndose frente al tapiz de Barnabas el chiflado e intentando mirarme a los ojos nuevamente.
-Yo solo... hice lo mejor que pude.- terminé y corte la conexión entre nuestros ojos bajando la cabeza avergonzado ¿Qué había hecho? Aceptar trabajos que para nada tenían que ver con lo que quería hacer y sufrir humillaciones en los mismos cuando se enteraban de lo que era, apenas sobrevivir en el mundo mágico con una cabaña alejada de la gente donde podía transformarme en luna llena sin herir a nadie. No podía permitir que alguien más sufriera por mi condición así que preferí no tener una pareja. Me sentía solo cuando veía a Molly con Arthur y su enorme familia, dolía ver todo el amor que se tienen sabiendo que jamás tendré a alguien que me mire de la misma forma.
Isabelle tocó mi mejilla y me hizo volver a mirarla a los ojos, estaba sonriendo, parecía haber leído mis pensamientos.
-Todos hacemos lo mejor que podemos Rems, de aquí nadie se va sin una buena dosis de sufrimiento, lo que importa es que transformas el dolor, Y ve lo que tú has hecho, transformaste tu dolor en protección y con eso ayudaste a salvar el mundo.- me dedicó una de sus hipnotizantes sorisas.
El aire fresco entraba por los agujeros abiertos en la fachada del castillo, revolvía su cabello que olía a hierbabuena, un mechón de este invadió su rostro, sin pensarlo lo retiré pasándolo por detrás de su oreja, no quería que nada se metiera entre esos ojos y los míos. Ella no había retirado aun la mano de mi mejilla y ahí donde estaba su tacto sentía una corriente eléctrica.
Oh no, ¿Qué carajo es esto imbécil? Exclamó enfadada la voz en mi cabeza.
Durante esa vacilación por parte de mi cerebro pareció que ella también cobro compostura y se separó de mi volteando hacia el tapiz.
-McGonagall me pidió que atendiéramos la sala de menesteres, se supone que ha estado ardiendo durante semanas con fuego maldito.- Dijo, pero ya no había rastro de aquella voz aterciopelada con la que se había dirigido a mí anteriormente.
-¿Sabes abrirla?-no pude decir más, estaba muy confundido.
-Harry me dijo que debía pasar tres veces frente a ella y pensar en lo que quería, pero no sé en qué pensaba él cuándo la abrió. Supongo que tendremos que probar suerte.-parecía no querer mirarme.
Asentí sin percatarme de que ella no podía verme.
Se paseó tres veces frente al tapiz y para mi sorpresa la puerta surgió, se abrió de inmediato y adentro no había más que un mar de llamas crepitando. Nos llevaría horas apagar toda la habitación, el fuego maldito solo toma más fuerza entre más se deja arder, sería una ardua batalla.
Escuchamos unos pasos acercándose apresuradamente, de la esquina surgió un alumno pequeño, sin aliento y sudando mares.
-¡Al fin! ¡No encontraba a nadie! Puedenayudarmeporfavor?-preguntó tan rápido que solo entendí la mitad. Isabelle se acercó a él tratando de obtener más información.
-A ver, cálmate, dinos que ocurrió y donde.- le solicitó apremiante.
-En-En el tercer piso, Gavin y yo intentamos llevar las camillas de las aulas a la enfermería, pero Gavin tuvo un accidente con su varita y ahora no podemos hacer que las camas dejen de bailar- su voz que poco apoco iba subiendo de volumen, terminó casi en un grito angustiado.
Al escucharlo los dos nos volteamos a ver y casi al instante comenzamos a reír. Está viéndote de nuevo ronroneó mi mente.
El pequeño nos miraba con angustia, como si no comprendiéramos la gravedad de la situación.
-Lo siento, lo siento cariño- le dijo Isabelle tratando de parar de reír. – ¿Remus, puedes encargarte?
-Claro, no tardaré.-le prometí- Guíame-le pedí al chico y fui tras él.
POV Isabelle
Remus se había ido a ayudar al chico, después de todo, había estado equivocada sobre lo que respecta al freaky, después de una pequeña charla con él y una ligera ojeada a sus pensamientos había notado que no era una mala persona, que gustara de acosar. En realidad me daba más la impresión de que estaba sufriendo, pero no habia podido ver mucho de él porqué era bueno en oclumancia, pero eso sólo hacia surgir más preguntas como ¿Quién necesita usar oclumancia todo el tiempo? Respuesta obvia: alguien que oculta algo. Lo descubriría tarde o temprano.
Lo que más me habia preocupado fue ese momento donde bajé la guardia y sentí empatía por él, no tenía ni idea de donde había salido o como se habia formado ese extraño momento de intimidad. Supongo que se debe a que él ha tenido una vida dura, yo he tenido una vida dura y todo eso. Pero sentiste algo cuando lo tocaste. Sí pero también sientes algo si aprietas un cactus y no por eso lo andas haciendo ¿cierto? Deja de evadir lo que piensas. Lo dejaré de hacer cuando dejes de pensar tonterías.
Bien, ¿en que estaba? Ah sí, me disponía a apagar las llamas de la habitación. Genial, sin Remus merodeando, sería más sencillo.
Atravesé la puerta de madera ennegrecida y alce mis manos. Usé el poder que poseía desde niña y que compartía con mi hermano, el poder por el cual mis padres nos habían protegido desde que nacimos, el poder que se supone no debía usar frente a otros, pero habia pasado tanto tiempo sin usarlo, llevaba semanas usando forzosamente mi varita para hacer magia, Remus seguro tardaría un rato, no habia peligro. Ahí donde dirigía mi mano el fuego se iba extinguiendo, sentía como mi mano lo absorbía y extinguía en cuanto se adentraba por mi piel. Caminaba hacia el frente de espalada a la entrada absorbiendo cada partícula de las brasas que inundaban el cuarto, estaba absorta, concentrada en mi tarea cuando sentí que la punta de una varita en entre mis omoplatos.
-¿Cómo mierda hiciste eso?- Dijo lentamente una voz glacial detrás de mí, sonaba tan dura, tan cargada de furia controlada que tarde en comprender que se trataba de Remus.
Ahora si la cagaste estúpida
-Remus, puedo explicarlo- usé el tono más tranquilizador que pude lograr.
-¿Quién eres y como puedes hacer eso?- me dio la vuelta bruscamente apretando mi brazo y clavó su varita en mi cuello. -¡habla!- Gritó. -¿Qué diablos quieres aquí? Te he vigilado, a ti y a tu hermano por días. Sabía que no era normal que dos extraños quisieran meterse en Hogwarts y el ministerio. Ahora dime ¡¿Para quién demonios trabajan?!- Era impactante ver transformado al pacífico y amable Remus en un hombre amenazante, parecía más un animal que un ser humano. Presionó más mi brazo, pero yo estaba acostumbrada al dolor, podía soportar su ataque, físico o mágico, incluso sabía que podía destrozarlo en un duelo, pero el caso era que por primera vez en mi vida no quería hacerle daño a mi atacante. Necesitaba dejarlo fuera de combate hasta que pudiera explicarle todo. Iba a tener que contarle toda la verdad.
¡Mierda!
-Je suis tellement désolé, Rems- dije para confundirlo mientras ponía mis manos sobre sus sienes, vi cómo se sorprendía y al segundo siguiente caía inconsciente.
-Bueno, ahora necesito encontrar a Lucien.- dije a la sala vacía.
POV Remus
Me dolía terriblemente la cabeza, sentía como si Peeves hubiera estado gritándome todo el dia en la oreja. Apenas podía ver, estaba recostado en un mullido sofá, la habitación estaba muy obscura y fría, solo se percibía una rendija de luz a unos cinco metros de mí, parecía una puerta entreabierta, iba a levantarme para ir a inspeccionar, tenía la sensación de estar olvidando algo ¿como habia llegado aquí? ¿En donde estaba antes? , el dolor no me dejaba pensar. Busqué mi varita pero no la tenía conmigo, debía salir de ahí cuanto antes, me debatía entre ir hacia la luz o buscar otra salida. Me aproximé un poco a la puerta con luz y entonces escuché las voces, parecía una discusión.
-Sólo tú puedes cagarla por algo tan estúpido, te dije que quedarnos aquí nos haría bajar la guardia. ¿Entonces que mierda sugieres que hagamos?- dijo una conocida voz de hombre.
-Creo que si hablo con él puede entender, no parece mala persona Luc, no tenemos que hacer algo tan radical.- Era la voz de Isabelle... Isabelle, mi memoria empezaba a regresar. Habia encontrado a la profesora McGonagall en la escalera buscando al niño que me acompañaba, se fue con ella algo triste por ser regañado y yo volví a la sala de menesteres donde habia encontrado a Isabelle apagando el fuego maldito con sus manos, parecía estarlo absorbiendo, pero el fuego al hacer contacto con sus manos se volvía purpura, tenía que estar usando magia obscura, mis sospechas se habían visto confirmadas, nadie que no hubiera hecho un pacto con la magia tenebrosa podía lograr hacer algo similar, corrí hacia ella tenía que detenerla aunque no tenía un plan para después. Pero ella habia dicho algo que no entendí y todo se volvió negro.
-No sabemos quién demonios es Is, entiende, tenemos que deshacernos de él y largarnos de aquí, podemos seguir enviando dinero, eso se arregla fácil con los duendes. Ayudaremos de otras formas.
-Luc, no vamos a matarlo, juramos nunca volver a herir si no habia pruebas contundentes de un crimen. ¿Crimen, pruebas contundentes? En que estaban metidos estos chicos.
-Esto cuenta como excepción, ¡Intentó herirte! Yo lo mataré, tú prepara las cosas para irnos.
-Sólo me amenazó porque tuvo miedo, Luc, ¿Qué coño tienes en la cabeza? El sólo intenta proteger a su gente.- gritó la chica. – nosotros habríamos hecho lo mismo. Detén la amenaza, pregunta después.
-¡Eso es exacto lo que quiero hacer ahora!-
-Esperare a que despierte y hablare con él. Si no entiende, nos iremos. Lo prometo.
-¿Y lo dejaremos aquí? No es una opción Is.
-No, nos lo llevaremos y encontraremos una solución.
-Bien.- exclamó disgustado pero rendido.- Pero me quedaré, no pienso dejarte sola con el otra vez.
-Luc, sé cuidarme, además tu no estas precisamente receptivo. Vamos, el pobre está desarmado y se dio un buen golpe en la cabeza al caer.-
-Carajo, eres un dolor en el culo.-
Me habia quedado atrapado en su conversación sin entender que la vida por la que se discutía era la mía. Tenía que salir de inmediato, pero ni siquiera podía ver donde estaba. Se escuchaban pasos aproximarse a la puerta. Mi mejor oportunidad era esperar a que Lucien se marchara, Isabelle sería más fácil de someter que a ambos.
Me tumbé en el sillón y fingí seguir dormido, escuché otra puerta abrirse y cerrarse. Isabelle pronunció un conjuro y suspiró. Se aproximaba a mí, sentí mis piernas tensarse, en unos segundos estaría suficientemente cerca para atacarla, esperaba que no fuera muy rápida con la varita. Mi corazón palpitaba tan fuerte que me sorprendía que ella no lo escuchara, ya estaba a unos pasos, podía sentir su presencia, estaba a cuatro pasos, tres dos, uno...
-Lo siento tanto Rems.- pasó su pequeña mano por mi pelo suavemente. ¿Que? - Espero que cuando despiertes no te duela la cabeza. Oh cierto, debes estar helándote.- escuche el fuego crepitar repentinamente, ella estaba atrás de mí, abrí un poco los ojos. Estaba en una habitación de Hogwarts, debía ser la suya, habia una pequeña cocina, y otros sillones, debía estar en el salón, y las paredes estaban forradas de estantes con libros. Frente a mi habia una mesa de café color caoba. Habia otras dos puertas aparte de la que estaba entreabierta, una de esas debía ser la salida, pero solo tenía una oportunidad para escapar. Aunque... ella no quería hacerme daño, solo hablar. Y... quizá podría resolver algunas de mis dudas. Mi mente debatía incesantemente sobre irme o quedarme.
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