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Capítulo 6: Sueños extraños.

Déjame hacerte dos preguntas.

No te preocupes, no necesitas responder aquí ni ahora.

¿Por qué existes?

¿Y por qué le temes a la vida?

Cero.

Beeb. Beeb. Beeb.

Un sonido vibrante, chillón y continuo, se deslizaba por el túnel de espejismos hasta escapar de la realidad del agujero negro. Se arrastró por un ambiente roñoso y brincó a mi cuerpo, atacando mis oídos como abejas egoístas. Mis ojos reaccionaron haciéndome girar y tropezar con la triste habitación sin color.

Me estaba viendo. Una mujer sin rostro, parada junto a la ventana donde todo parecía brillante por la luz de Kolob y las esferas con la luz de luciérnaga, iluminando su larga cabellera blanca y sus alas extendiéndose como pintura plasmada en las paredes. Pintura escupida por demonios.

Cargaba un cabrito café entre sus manos de gelatina, y los ojos del animal me veían, estremeciéndome. El cabrito murmuró una y otra vez, haciendo que las palabras de la mujer fluyeran de sí: ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué no estás muerto? Sus ojos se movieron de manera psicodélica, y mi respiración aceleró.

—Jeje, Cero, ¿en qué estás pensando?

Las risillas de Mirt abrieron mis ojos, liberándome del estado congelado. Parpadeé 6 veces, dándome golpecitos en las rodillas contra la barra. Drick me propinó irritado una mirada, deteniendo mi comportamiento para regañarme y amenazarme por los daños al lugar.

—Mirt —lo miré preocupado—. ¿Hay aquí una mujer sin rostro y con alas cargando un cabrito?

Drick apretó sus dedos del otro lado de la barra, y sus ojos se posaron sobre los fantasmas grises debajo de mis ojos; horribles ojeras. Drick lucía curioso a su manera; sus ojos alargados eran fríos, su largo cabello cayendo sobre sus hombros anchos apenas se movía con su inclinación al acercar su rostro al mío.

—¿Se te apareció cuando dormías anoche? ¿Es eso lo que te tiene tan callado? —rechistó—. Ojalá te eliminen de inmediato, pequeña falla de la creación.

—Faaaaaaaalla de laaaa creeeeeación. —Siseó Baku, acercando su lengua de un peculiar color a mi mejilla. Alejé mi rostro y el de él.

La primera vez que vi a Drick supe que me odiaba. Todo lo que yo decía daba la impresión de aumentarle a él otra línea arrugada en su frente, y en mi presciencia bufaba atacándome y dudando de mí. Sabía igual de poco mis razones de estar allí con él, no debía culparme de nada.

¿Por qué Elián y Drick no pueden ser más tranquilos como Mirt?

—Has visto a Filiae, jeje, una arcángel que vive en el reino Aureum, perteneciente a la primera jerarquía. Está postrada debajo de el Alfa y Omega, cargando un cabrito divino, con las alas extendidas, jeje. Oculta su rostro para no ser cegada. —Tosió. Su voz se tornó áspera—. Jeje, ella vigila cada rincón de Nonato y Astroluna, usando los sueños inducidos para comunicarse con los demás. Es uno de los pocos seres que no requiere el permiso del Altísimo para actuar, jeje.

—Ese monstruo te tiene en la mira. Seguramente te sintió y comenzó a actuar sin autorización sólo por ser de los altos mandos —explicó Drick—. Prepárate para ser cazado por la cuidadora de ilusiones, soñador.

Sin difuminar la cruel sonrisa en su rostro, se apartó para servir bebidas amarillas con burbujas similares a una explosión de diamantina en vasos de cristal con forma de estrella, ignorando mis palabras. Atendió a los clientes, como una buena persona.

—Sé que es un poco tonto que pregunte en este punto pero, ¿Drick es un camarero trabajando para los Esper? —dejé salir mis dudas, haciéndolo reír aún más—. ¿Por qué trabajan?

—Pensé que te había quedado claro, jeje. Para los humanos nosotros nos dividimos y funcionamos como ciudades, jeje. Obviamente, jeje, necesitamos trabajar, estudiar y luego vivir. ¿Me consideraste un flojo? Ay, jeje, me has lastimado.

La ciudad de Nonato, donde se encontraba la planta de progresión Parahell, funcionaba de manera similar al mundo, pero era tan diferente que la tierra parecía terrible en comparación desde la conexión a la red que me ofreció Mirt. Nunca era completamente de día o de noche por la inmensa luz de la estrella, o más bien, el planeta más cercano. Las personas parecían... felices, a excepción de tipos como Drick que lucían sin esperanzas. Todos se movían de un lado a otro sin complicaciones, existiendo con un propósito.

Mirt me llevó con Elián a dar una caminata por las cataratas de fuego helado y comimos cosas extrañas pero deliciosas sobre los puentes flotantes. En los alrededores de la ciudad, habían escalones de nubes rosadas en los que podías caminar para observar un río dorado luminiscente por el que navegaban miles de estrellas azules como peces; igual que los ojos de los Esper. Traté de saltar en él, pero ellos me detuvieron diciendo que si lo hacía volvería al flujo del universo y perdería la memoria.

"Sólo quiero nadar. Venga".

Por otro lado, también estaban lugares cómo esta especie de casino de mala muerte donde las personas se divertían. Parahell, un lugar famoso entre los habitantes de Nonato por su mala reputación.

—Mirt, te preguntaré algo... —al ver su mirada trastornada cuestioné mi decisión, pero continué—, ¿qué es lo que sucede con Elián?

—¿De qué hablas, jeje?

Me tomó de las manos, curioso. Sus huesos podían sentirse a causa de sus delgadas manos, rozando los nudillos con la palma de mi mano. Me sentí incómodo inmediatamente.

—¿Por qué preguntas? ¿Pasó algo? ¿Él te habló de algo, jeje?

Insistió, casi tirándome de la silla. Respiré profundo y traté de tenerle paciencia. Mis semanas aquí habían sido un dolor de trasero, pero Mirt fue el único que se tomó la molestia todo ese tiempo de darme clases, aunque no entendiera ni una migaja; por los menos debía mostrarle la misma paciencia.

—No, no me dijo nada después de acceder a enseñarme —moví mis manos y con la punta de mi meñique empujé su frente cubierta de hilos blancos hasta regresarlo a su sitio—. Tú lo conoces de pequeño, ¿no?

Sus ojos se entrecerraron en una sonrisa hipócrita y hastiada.

—¿Quieres saber de él? Jeje, podrías preguntarme cosas a mí para conocerme mejor —mantuvo el silencio hasta notar que yo no iba a hablar hasta recibir una respuesta—. ¿Alguna vez te han hecho tantas promesas por sólo mantenerte fiel y te ha aterrorizado saber que un simple paso en falso y puedes perderlo todo? Muchas veces no nos arriesgamos a prometer por miedo a perder las cosas que aún no tenemos en nuestras manos, y de esa manera perdemos lo que ya teníamos guardado en el egoísmo.

—No te entiendo, por favor, sé claro —ordené, volviendo a golpear mi rodilla contra la barra.

—¡Te estoy vigilando, idiota! —el grito de Drick herizó mi piel.

—Hace mucho tiempo, jeje, Elián y yo fuimos tomados y transformados en Esper con cuerpo humano. Ese ya era un gran logro, jeje —tomó un vaso de cristal, estirando sus mangas hasta dejar ver sus delgados brazos—. Este vaso es un Esper.

—Ya vas a empezar con tus fumadas... —resoplé, decidido a levantarme. Sus manos me detuvieron y su sonrisa me asustó.

Volví a sentarme, haciendo un sonido leve con la silla rozando el suelo que cambiaba de colores como un pequeño charco alrededor de cada quien. La mayoría lo tornaba gris o negro como Drick, pero mis pisadas no podían ser detectadas. Tal vez por eso Elián mencionó la compra de un cascabel.

—¿Qué? —carraspeé.

—Lo que llevas puesto es un Esper, jeje, al igual que este vaso e igual que nosotros. Todos los órganos que te componen y hasta el último mechón de cabello, jeje, no te pertenecen.

Lo miré incrédulo, formando una mueca.

—¿Y por qué no hablan? Oh, mira, el vaso me dice cosas... Ah, ¡mi trasero habla! —soné burlón. Me retracté de decir que podía soportar sus locuras.

—Cero —me pareció que estaba molesto—, escúchame. Jeje, todos solíamos ser inteligencias vagando en alguna parte del vacío en el espacio tiempo, hasta que fuimos tomados y unidos con materia, jeje. Fue allí cuando se decidió quiénes tendrían un cuerpo humano, de bestias, u objetos inanimados. Es así que la tierra y todos los seres en ella están vivos. Los humanos son los que se sienten superiores por ser semejantes al Alfa y Omega pero eso sólo los llena se soberbia e incredulidad. Recuerda, los humanos no son los únicos seres que habitan la tierra, son solo más demonios egoístas consumiéndola.

Una frase desconocida llegó a mi mente, haciéndome creer que la había leído en algún lado: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar?

—¿Pero esto que tiene que ver con Elián?

—Nos conocimos tropezando al ser creados, jeje —miró fijamente el reloj pausado encima de los cuadros con aves negras de acuarela sobre las repisas—. Comenzamos a estudiar juntos y a prepararnos para recibir la misión, jeje, fuimos los mejores y los más destacados de nuestra generación. Pero entonces él se elevó.

—¿Él?

—Lucero, a quien tú llamaste el diablo, jeje —la mirada de Drick a lo lejos me aterrorizó, pensé que nos maldecía de alguna forma por lo que Mirt decía—. Se elevó en el cielo, jeje, y condenó a todos con su decisión. Nunca había sentido tanto miedo, jeje, no pude hablar ni mirar a nadie por un mes...

Mirt siempre tenía un tono sereno y a veces gracioso, su muletilla daba la impresión de que no estaba muy cuerdo; pero mientras hablaba sus ojos se tornaron vacíos y me dió la sensación de hablar con la soledad personificada.

—Pero Elián no fue así, jeje, pues simplemente no habló hasta que llegó la ceremonia eterna, jeje.

La ceremonia eterna era una reunión en la primera jerarquía, según Mirt, donde cada año se reunían todos los Esper para repasar las caídas que afrontarían en la vida. Podía sonar alentador, pero por lo que habló me dió la idea de una batalla sangrienta en la que debías sobrevivir a toda costa, pues nadie iba preparado realmente para sobrevivir de manera espiritual. Dijo que la mayoría se consideraba fuerte y pedían mayor conocimiento, lo que requería un sacrificio más grande. Aceptaban cosas que no sabían si eran capaces de soportar, y sí, al final quizás podían serlo, pero al nacer las memorias no son las mismas. Por supuesto, el humano siempre será menos de lo que es capaz, siempre destruidos en su pereza.

Menudos inútiles humanos y estúpidos Esper.

—Después de la presentación de todas sus promesas, jeje, él comenzó a decir cosas horribles sobre la ceremonia, jeje. Derribó a unos ángeles a golpes, y le escupió a alguien que apreciaba. Fue echado y se le prohibió el ingreso a la primera jerarquía, jeje —cerró los ojos un momento, apoyando la barbilla en sus manos—. Así terminó aquí, jeje.

—¿Pero por qué haría eso?

—Perdió lo que tenía y más, por miedo a perder lo que aún no era suyo y por miedo a defraudar al único que ha admirado... El primogénito.

Susurró, evitando usar su molesto "jeje".

—¿Quién es ese t...?

Di un brinco del susto a causa del estruendo generado por las palmas de Elián azotando el cristal oscuro. Me impulsó a adelante con una palmada para no irme hacia atrás, y saludó a Mirt con un par de malos chistes.

—Canitas, será mejor que me ames —arqueé una ceja—. He conseguido tu primer vid, una sala para dos y mucho vocatus.

—Eso sonó terriblemente mal —murmuré.

~•~•~•~

—Entrada a la sede en la primera jerarquía, ciudad de Aureum; Gloria Celestial—.

Azra.

Miguel me advirtió las consecuencias y me dijo que tuviera cuidado en el viaje. Él iba a callar por mí. Al parecer los arcángeles de más alto nivel tenían una gran empatía por los humanos ya que convivían diariamente, eso los convirtió en seres diferentes que incluso podían entenderme.

Alcé la vista para asegurarme de no estar perdido en medio de la lúgubre y densa oscuridad. El guardián inclinado que me hacía ver un insecto a su lado bajó su cabeza en reverencia y mostró la imagen del marco que cargaba con sus dedos brillantes de cristal llenos de mariposas verdes que tintinaban: la pintura atravesando la realidad de sus manos.

Su piel resplandecía con destellos dorados sin iluminar los alrededores, y a falta de cabello sólo podías ver transparencia en él: un cúmulo de energía flotante y encantador. Crucé el marco siendo iluminado. De inmediato sentí el agua por donde navegaban las estrellas azules chocando contra mis pies. Decidí elevarme un poco, extendiendo las alas para no mojarme por la corriente. El cielo amarillo resplandecía y las aves de tres cabezas y tres patas volaban rumbo a la ciudad de oro, Aureum. Había pasado un tiempo sin oír los melódicos cantos de las aves y los ángeles de allí. Tiempo sin respirar el olor a lluvia de azahar y vainilla que a veces se colaba en la sede.

Intenté pisar las escaleras de oro al cruzar el río. La brisa rejuvenecedora recorrió mi manto como una serpiente.

Estaba ahí después de tanto tiempo, pero debía buscar lo que había perdido.

—Hoy es otro día agrada... —callé mis palabras cegado por el sol amarillo y turquesa, aterrado por las sombras que descendieron hasta caer sobre mí.

Querido Dios, ¿no podía disfrutar mi hogar por unos minutos más?

El zapato blanco del hombre trajeado estaba sobre mi sien. Temblé al sentir una mano delgada estrujando mi pierna y clavando sus uñas. Supe de que quienes se trataban, y deseé nunca haber muerto y dejado la tierra hace mil años.

—Ex arcángel de tronos Azra, ángel de la muerte recogido en vida, aclamado por el Altísimo y abandonado a su suerte en Aeternum, sin poder proclamar hosannas —exclamó, aplastando más mi cabeza contra las rocas azules y rosas como nubes reflejadas en cristal—. Filiae nos ha enviado para reparar tus fechorías y tuvimos que posponer el llamado de unos Esper sin memoria.

Filiae hija de per...

Oh, Azra, ¿ahora qué has hecho? —La mujer apretó más mi pierna. Su largo cabello con ondas voluminosas se extendía por mi túnica, y su sonrisa victoriosa se asomaba a verme a los lados del zapato del ángel—. Sabíamos que los ex humanos no eran de fiar, a menos que se tratara de los que comenzaron a hinchar la tierra con su semilla.

El hombre apartó su zapato de mi frente y se agachó hasta mi altura, furioso.

—Tu castigo puede ser la eliminación, Azra. —Informó.

Mis ojos dieron vuelta y tallé mi frente para retirar el polvo. Estaba harto de esas amenazas.

—Dominaciones Acfred y Neferet, al servicio de Filiae —se cruzaron de brazos, y Neferet sonrió en burla—. Puedo explicarlo 7 veces por 700 hasta que me entiendan.

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HAHAHAHA, creo que me desaparecí tres meses de esta historia. De todas formas, ya estoy aquí con esta pequeña actualización.

Y traigo unos hermosos fanarts:

El amado Cero cargando un Noun. (*'∀`*)<333

Un mini cómic que adoré:


Y cómo ya saben lo insistente que soy en dibujar sin tener talento, traigo un boceto del sueño de Cero sólo que sin el cabrito. xdxd

Me retiro con cuidado y espero podamos leernos pronto. <3

~MMIvens.

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