7
Jimin abrió los ojos con pesadez y tuvo que parpadear varias veces para acostumbrarse a la escasa iluminación, el lugar en el que se encontraba era desconocido, las paredes eran blancas y la única fuente de luz provenía de una grieta en la ventana, fuera de eso no podía ver nada más. Se levantó con cuidado y tuvo que sostener su cabeza para contener el mareo, su espalda estaba entumecida tras dar unos pasos pudo divisar una mesilla con una jarra y un vaso.
Estando de pie observó su ropa, la camisa estaba manchada con sangre seca, la cual sabía que no era suya, aparte estaba descalzo. El piso estaba pegajoso y la habitación olía a humedad, caminó hacía la ventana con pasos lentos y asomó su cabeza por la ventana tratando de ver a través de la grieta, un campo se extendía a través de toda la extensión, sólo árboles y césped que se extendían por todo el lugar, no sabía exactamente qué, pero algo en ello le resultó bastante familiar.
La puerta estaba cerrada y no había nada en la habitación que le pudiese ayudar a salir o que le diera alguna idea de porqué estaba allí, la jarra estaba llena con agua limpia y luego de arriesgarse tomar un vaso, la puerta sonó.
Pegó la espalda a la pared cuando la puerta se abrió y por esta entraron dos hombres que lo miraron enseguida de arriba abajo.
―Despertaste, bello durmiente ―comentó con gracia el tipo y la sonrisa que le dedicó le provocó unas tremendas nauseas, Jimin le miró mal.
― ¿Estás de mal humor? ―volvió a hablar, el rubio lo miró desafiante y le gruñó igual que un animal haciendo qué el tipo riera.
― ¿Qué estoy haciendo aquí? ―preguntó sin vacilar. Ambos hombres se miraron entre sí pensando en qué responder.
―No podemos decirlo. ―Se encogieron de hombros y sin decir nada más salieron de la habitación.
Jimin suspiró frustrado y examinó la habitación una vez más, trataba de entender lo que sucedía o el motivo por el cual estaba ahí, hasta que de repente un recuerdo cruzó su mente.
¿Dónde estaba Seokjin?
Enseguida sintió el pánico comenzar a crecer en su interior y se obligó a mantener la calma.
"Llama a tu padre, dile que nos han encontrado."
Trató de acomodar todos los pensamientos en su mente, debía ser culpa de su padre el hecho de que estuviera allí, pero ¿Qué había hecho?
La puerta se abrió nuevamente mostrando a los dos hombres de antes esta vez acompañados por otro hombre, a diferencia de que este vestía un pulcro traje y lucía mucho mayor.
―Park Jimin ―dijo al mismo tiempo que soltaba el humo qué se concentraba en su boca, luego dio otra calada a su tabaco sin dejar de verle. Jimin sacudió la cabeza y lo miró con el ceño fruncido sin entender.
― ¿Va a decirme qué estoy haciendo aquí? ―El hombre alzó las cejas con sorpresa e hizo una seña hacía sus hombres quienes tomaron a Jimin de los brazos alzándolo y acercándolo a el hombre.
―Eres muy valiente, mocoso. ―El recuerdo golpeó al menor como una ola.
"Lindo mocoso, al final serás solo un muñeco de trapo roto."
Eso solo logró dejarlo aún más confundido ¿Qué quería ese tipo de él?
― ¿Dónde está Seokjin? ―pregunto directamente mirándolo desafiante haciendo que el hombre sonriera.
―En casa, supongo ―respondió el hombre. Jimin ladeo la cabeza confundido―. Lamento la golpiza, mis hombres lo confundieron.
Pensaron que era él.
El no entender nada empezaba a desesperarlo y no pudo evitar bufar con fastidio.
― ¿Qué es lo que quieren?
― ¿Qué sabes de Min Yoongi? ―La mirada del hombre se volvió sombría.
― ¿Qué sé de qué? ―cuestionó Jimin con el ceño fruncido.
―Sabes de lo que estoy hablando ―insistió el mayor. Jimin negó inocente― ¿Eres parte de BS&T?
―No. No tengo nada qué ver con ellos ―aclaró Jimin ya fastidiado, el contrario suspiró exasperado.
― ¿Qué relación tienes con Min Yoongi?
― ¿Por qué debería responder eso?
― ¿Sabes qué es de mala educación responder una pregunta con otra pregunta? ―El hombre habló entre dientes y al mismo tiempo sus hombres lo apretaron con más fuerza.
―Soy un acompañante, nuestra relación es meramente profesional ―mintió Jimin mientras sonreía con dulzura, era la sonrisa qué usaba para comprar a las personas. El rostro del hombre se desencajo y miró al suelo un momento.
―Entonces... No eres una de las muñecas de la mafia ―Jimin negó―. Entonces, ¿por qué estabas ayer con él?
El rubio palideció y medito su respuesta con cuidado, pero su mente no fue lo suficientemente rápida para obtener una excusa, observó como el hombre volvía a tener esa mirada dura, demostrando que no le estaba creyendo nada.
―Lo conozco desde hace apenas dos meses, no sé nada. ―Jimin habló rápidamente para atraer la atención del hombre nuevamente.
El hombre lo miró duramente y se acercó tomándolo por la garganta, enseguida lo empujo haciendo que su espalda quedara contra la pared.
―No quieras jugar conmigo. Mocoso ―soltó con aspereza y luego sacudió su cabeza haciendo qué esta golpeara con la pared, Jimin gimió a causa del dolor.
Jimin tragó fuerte y luchó por respirar, pero era imposible teniendo al hombre apretando su garganta, se removió e intento golpearlo, pero solo recibió un golpe directo en su pómulo obligándolo a quedarse quieto.
―Será por las buenas, o por las malas ―dijo antes de soltarlo de golpe haciendo que cayera al suelo.
Rápidamente una patada fue atestada en su estómago sacándole el aire.
―Es una pena tener qué hacer esto, eres demasiado hermoso.
Un hilo de sangre salía de su nariz, apenas y podía moverse debido al dolor.
― ¿Qué sabes del proyecto W? ―presionó el hombre. Pero Jimin no podía formular ni siquiera una palabra, aunque quisiera, no podía decir nada, no sabía nada.
Sintió los golpes caer sobre su cuerpo uno detrás de otro, el dolor se hacía cada vez más insoportable y no importaba cuanto tratara de cubrirse sólo recibiría más.
De un momento a otro la puerta se abrió y tres hombres entraron dejando está abierta mientras apuntaban a los demás en la habitación. Jimin trató de reconocer los rostros, pero estaba a punto de caer desmayado, invadido por el apabullante dolor en su cabeza. La brillante cabellera rojiza de Hoseok fue lo último que vio antes de cerrar los ojos.
Se despertó al sentir un suave toque en su mejilla y se sobresaltó al ver a Yoongi sentado a su lado, escaneó la habitación desconocida y dedujo qué esta pertenecía a Yoongi, las paredes eran de un azul oscuro y los muebles eran blancos al igual que las sábanas, estaba totalmente ordenado y olía familiar, igual que él.
― ¿Qué ha pasado? ―preguntó estirándose un poco, notando que todo su cuerpo dolía.
―Enemigos de la mafia, creían que estabas aliado ―explicó el pelinegro con suavidad, Jimin asintió tratando de entender―. Lo siento...
Jimin no supo que lo sorprendió más, si aquellas palabras o el hecho de que hubiese una mueca de preocupación en el rostro del pelinegro.
― ¿Por qué? ―Jimin lo miró confundido.
―Por meterte en estas cosas, no tienes nada que ver, pero ellos no lo saben ―Yoongi tragó duro― Creo que, lo mejor será alejarnos, por un tiempo.
Jimin boqueaba al igual que un pez fuera del agua tratando de decir algo, pero las palabras no salían. De repente una extraña sensación se extendió por todo su cuerpo y negó repetidas veces con la cabeza.
―Será solo por un tiempo ―insistió Yoongi mientras acariciaba su cabello haciendo que se calmara―. Lo que pasó fue solo una advertencia, la próxima será peor, no quiero que nada te pase por mi culpa, Jiminnie.
Jimin tragó duro y luego asintió asimilando la situación, era cierto, Yoongi tenía razón, tenían que alejarse. Tenía que alejarse de Yoongi. No solo por lo que acababa de suceder, si no por su estabilidad mental, debía sacar al pelinegro de su sistema. La manera en que se sentía atraído a él era enfermiza, y enloquecería si no se alejaba pronto. Era momento de acabar con esto o todo terminaría muy mal.
Luego de asegurarse de que almorzara y de que ya estuviese mejor Yoongi lo había dejado justo frente a su casa y no fue hasta que entró que el pelinegro puso el auto de nuevo en marcha. Jimin solo podía pensar en ese momento en cómo le explicaría a Seokjin lo que había sucedido.
Abrió la puerta con cautela y encontró al mayor sentado frente a la televisión doblando la ropa con una expresión inquieta, cuando lo vio enseguida corrió hacia él, tenía moretones y algunos rasguños en la cara y en los brazos, pero aun así le sonrió indicándole que estaba bien, el mayor no dejaba de mirarlo cómo si no se lo pudiese creer.
― ¿Qué fue lo que sucedió?
―Estoy bien hyung ―habló Jimin mirándolo con expresión suplicante, como si de alguna manera pudiera dejar pasar la situación.
―No pretenderás que me quede tranquilo sin que me des una explicación.
Jimin suspiró.
―No hay una explicación...
No una que pudiese darte al menos. Pensó Jimin.
― ¿Acaso no te tenían secuestrado? ―Jin lo miró con una expresión afligida, luchando por comprender.
―Eso parece... Pero cuando desperté tenía los ojos vendados y solo me trajeron a casa ―mintió. Mordió su labio inferior maldiciéndose por haber inventado tal estupidez ¿Dónde había quedado el buen mentiroso?
Seokjin lo miró dudoso y Jimin le suplicó una vez más con la mirada, el mayor suspiró resignado.
―Lo bueno es que ya estás aquí... Le avisaré a tu padre.
Jimin aprovechó y corrió escaleras arriba directo a su habitación dispuesto a encerrarse durante todo el día.
¿Qué había sucedido?
¿Qué tan irreal y absurda había sido esa situación?
Yoongi estaba revolviendo su vida, demasiado. Al punto de que lo había secuestrado una mafia. Típico.
¿Yoongi de verdad se alejaría?
Decidió recostarse, la pesadez en su cuerpo hizo que quedarse dormido fuese fácil y ese era el mejor remedio en ese momento, para no pensar.
Luego de una semana al fin tuvo la valentía de empezar a asistir a clases nuevamente.
Su vida había vuelto a la normalidad, todo era totalmente igual a como era antes de conocer a Min Yoongi, no había quedado algún rastro de él, era como si nunca lo hubiese conocido, se había esfumado, como si solo lo hubiese imaginado.
En ese momento se encontraba sentado en una banca en el patio de la universidad fumando un cigarrillo mientras miraba a las personas qué pasaban frente a él para ir a sus clases.
―Creí que habías dejado de fumar. ―La voz de Jackson sonó a sus espaldas y se giró a verle con una sonrisa.
―Lo había hecho, hoy estoy haciendo una excepción.
El pelinegro se sentó a su lado arrebatándole el cigarrillo y lanzándolo al suelo, Jimin lo miró con una ceja alzada.
―Las princesas no fuman ―bromeó haciendo reír a Jimin.
―No soy una princesa ―fingió estar ofendido―. Un príncipe, tal vez.
Sonrió pretencioso.
―Pareces más una princesa qué un príncipe ―comentó el mayor pellizcando una de sus mejillas haciéndolo sonrojar―. El rosa te queda muy bien, sin duda es tú color.
Las palabras de Jackson le recordaron a Yoongi y al mismo tiempo le dieron una idea.
― ¿Qué harás hoy? ―preguntó el rubio.
―Hm, no lo sé... Tal vez saque a pasear al gato. ―Jackson fingió pensar y Jimin río.
―Acompáñame a un lugar hoy en la tarde. ―El pelinegro lo miró confundido.
― ¿Qué lugar? ―cuestionó. Jimin puso un dedo en sus labios.
―No te puedo decir.
―De acuerdo, iré ―sonrió.
― ¿Una peluquería? Debe ser una broma ―exclamó Jackson parado en la entrada cuando Jimin entró al lugar. El menor lo miró divertido y rio jalándolo del brazo hacía el interior.
―Qué gusto verte, Luhan. ―El pequeño chico rubio con mechones morados se giró y se acercó para abrazar a Jimin depositando un tierno beso en cada una de sus mejillas.
― ¡Minnie! ―chilló emocionado. Jimin sonrió hasta que sus ojos se cerraron―. Cuanto tiempo.
Jimin señaló a Jackson detrás de él quien miraba a Luhan con la boca abierta.
―Te presento a Jackson, mi mejor amigo ―Luhan extendió la mano―. Jackson, él es Luhan.
Luego de que ambos estrecharan sus manos Luhan volvió su atención a Jimin.
―Cuéntame ¿Qué te trae por aquí? ―Jimin sonrió y susurró algo en el oído de Luhan― ¡Por fin me haces caso! Es el día más feliz de mi vida.
Luhan aplaudió y se dio la vuelta para ir hasta una vitrina para tomar todo lo que necesitaría. Jackson se acercó a Jimin y susurró en su oído tomándolo por sorpresa.
―Es el chico más hermoso qué he visto ―exclamó el alto, Jimin río.
― ¿Qué pasó con Mark? ―inquirió Jimin. Jackson abrió los ojos como si acabaran de romper su burbuja.
―Por un momento lo olvidé. ―El pelinegro camino hasta una silla y se sentó aun procesando.
Un momento después Luhan lo llamó indicándole qué se sentará.
― ¡Manos a la obra!
Luhan lavó su cabello, aplicó tintes, hidratantes y un millón de cosas más, le secó el cabello, lo cortó y cuando estuvo listo le indicó que cerrara los ojos por un momento antes de ver el resultado.
―Cuando diga tres, abrirás los ojos ―habló Luhan emocionado y miró a Jackson quien estaba ansioso parado a su lado―. Uno ―Luhan retiró la toalla del cabello de Jimin lentamente―... Dos y... ¡Tres!
La toalla cayó por completo y Jimin abrió los ojos. Luhan chilló de emoción y la mandíbula de Jackson casi cae al piso al ver la brillante cabellera ―ahora rosa― de Jimin.
El pelirosa sonrió y miró a Luhan quien se tiró a abrazarlo por el cuello.
―Siempre supe qué te quedaría hermoso ―exclamó emocionado el estilista mirando orgulloso su reflejo en el espejo.
Jimin se miró en el espejo una vez más muy conforme con el resultado. Jackson lo miraba aún embelesado. El rosado resaltaba su piel haciéndolo verse más blanco, también hacía que el color carmesí de sus labios y mejillas se notara más, luego de mirarse durante varios segundos asintió en dirección a Luhan quien aún daba saltos de alegría y peinaba su cabellera morada con sus dedos.
―Muchas gracias Lulu, sabía qué harías un excelente trabajo.
―Fue un placer, Minnie. ―Jimin se despidió del pelimorado con un casto beso en su mejilla y Jackson se tomó el atrevimiento de hacer lo mismo.
― ¡Dile a Sehun que mandé saludos! ―La voz de Luhan sonó cuando Jimin se encontraba pagando ya listo para marcharse, el pelirosa asintió en acuerdo.
Una vez afuera se subieron al auto de Jackson y el pelinegro encendió el motor antes de volver a mirarle una vez más.
―Te queda muy bien, muy atrevido ―halagó Jackson. Por fin había logrado formular palabras, Jimin soltó una risa.
―Siempre quise hacerlo, pero antes me daba miedo, pensé que sería un cambio muy brusco.
El camino a casa transcurrió entre bromas y risas, Jimin se había olvidado por completo de Yoongi durante un momento, pero al llegar a casa y encontrarse solo, sus pensamientos volvieron a atacarlo.
Se dirigió a la cocina para servirse un vaso de agua y su mente comenzó a volar mientras veía el vaso medio lleno en su mano.
¿Y si no volvía a verlo?
¿Acaso esa no era la idea?
No sabía que pensar, debía estar lejos de él, debía olvidarlo. Tenía que sacarlo de su vida.
Miró su reloj, eran las siete, de seguro Seokjin estaba por llegar, pensó en salir, pero ya era tarde y mañana tenía clases. Así que no tuvo de otra más que ponerse a ordenar su habitación, ordenó la ropa por color cómo cada vez que se estresaba, también el librero y hasta escogió que se pondría el día siguiente para ir a la universidad. Cuando pensó que había hecho demasiado bajó de nuevo a la cocina para comer algo.
Recalentó la comida que Seokjin había dejado y se sentó a comer en la barra mientras contaba las gotas que salían del grifo del lavaplatos, luego de terminar lavó los platos y miró el reloj dándose de cuenta de que ya era muy tarde y de seguro Seokjin no regresaría a casa esa noche.
Se puso un pijama que lo ayudará a alejarse un poco el frío y se metió en la cama apretando sus ojos con fuerza para alejar cualquier recuerdo en el que estuviera Yoongi.
Luego de tener una batalla mental que lo dejó totalmente exhausto, bostezo y cayó dormido sin siquiera darse cuenta.
La mañana siguiente una llamada de su jefa lo había despertado, la llamada era para informarle que Yoongi había cancelado su acuerdo como acompañante personal y que volvería a trabajar como de costumbre. Fue entonces allí que cayó en cuenta de que no lo vería de nuevo.
EN OTRO LADO DE LA CIUDAD.
El pelinegro se encontraba sentado frente a la televisión con el celular en la mano, había tenido que borrar el número de Jimin para no llamarlo o enviarle algún un mensaje y a pesar de que había aprendido su número de memoria tiempo antes luchaba por no recordarlo, miró el celular en su mano y apretó sus labios arrojando el celular a algún lugar de la alfombra.
Había pasado apenas una semana desde que había decidido no ver al rubio (ahora pelirosa) y sentía que la angustia se lo comería vivo, tuvo que quedarse encerrado en su casa, ya que sabía que si salía sentiría el impulso de pasar cerca de su casa.
Era cierto que no amaba al rubio, pero a pesar de eso no podía soportar la idea de que algo malo llegase a pasarle, y si mantenerse alejado aseguraría que iba a estar bien entonces lo haría.
Era mejor no verlo unos días a no verlo nunca más.
La necesidad de su presencia comenzaba a volverse incontrolable, era adictivo y cada vez que cerraba sus ojos lo veía, veía su suave cuerpo, su hermoso cabello rubio, sus labios abultados y su expresión inocente.
Era suyo, no dejaría que nadie se acercara a él, haría cualquier cosa para que estuviese bien. Sabía que estar con él implicaba muchos riesgos, pero aún no sabía si Jimin estaba dispuesto a aguantar toda la mierda por él.
Las cosas habían ido demasiado rápido, al principio creía que era sólo un capricho, simple atracción física, pero no era solo eso, había encontrado su marca personal de heroína.
Y podría llegar al cielo.
O podría caer muy bajo.
Probablemente terminaría matándolo, o viceversa.
Ese día Jackson no había asistido a la universidad y silenciosamente lo agradecía ya que no tenía ánimos de hablar con nadie, después de haber recibido la noticia de su jefa su estado anímico había bajado mucho más.
Estaba sentado en la cafetería mordisqueando una pajilla mientras veía a algunos pasar, otros sentados en grupo riendo, charlando, parejas besándose o simplemente tomados de la mano. De repente, se sintió vacío.
Clavó su mirada en la cajita de jugo frente a él, se sentía observado, y pues claro, el cambio de look llamaba mucho más la atención.
Tragó grueso y se levantó casi arrastrando su mochila cuando la campana sonó. Se dirigió al aparcamiento suspirando porque al fin podía irse a casa a encerrarse en su habitación hasta el día siguiente, esa se había convertido en su nueva rutina.
Al llegar a casa no había nadie y cuando se dirigió a la cocina se encontró con una nota sobre la barra junto a unos cuantos tuppers con comida.
"Hola Jiminnie, lamento no haber estado ayer, se me hizo tarde y tuve que quedarme en casa de Namjoon. Esta semana iremos de viaje ¡Al fin se cumplen las cosas con las que tanto he soñado! En fin, lamento no estar, pero debíamos irnos temprano, te veo en siete días exactamente, pórtate bien.
Con amor, Jin."
Jimin sonrió al leer la nota y no pudo evitar sentirse feliz por su hyung, pero al mismo tiempo se sintió decaído ya que se encontraría solo toda la semana. Suspiró y calentó el almuerzo que Seokjin había dejado agradeciendo internamente que le hubiese preparado su comida favorita. Debería animarse él solo.
Una hora después de haberse dormido se despertó agitado, el sudor le pegaba la camiseta a la espalda y se sentía desorientado. Había tenido una pesadilla y aunque no recordara de qué trataba no pudo contener las ganas de llorar. Lucho por normalizar su respiración, pero la ansiedad estaba estrangulándolo, el llanto no mejoraba las cosas y se sentía totalmente fuera de sí.
De repente tuvo la sensación de que quería un abrazo, necesitaba una persona que lo calmara, y por primera vez en su vida no era Seokjin, era Yoongi.
Se agarró la cabeza con las manos y gritó con fuerza escondiendo su cara entre sus rodillas.
― ¡Qué me has hecho, Min Yoongi!
Su respiración se mesclaba con los sollozos haciéndolo sonar agitado, hipaba y se tiraba el cabello, sentía como si estuviese a punto de enloquecer y pensó en alguna forma de aliviar la ola de sentimientos que lo arrastraba en ese momento.
Se levantó de la cama y se dirigió al baño para lavarse la cara, se acercó al armario y se lanzó una camisa blanca encima junto con unos jeans ajustados.
Tomó su celular, sus llaves, un abrigo y salió de casa para subirse a su auto.
Apoyó la cabeza en el volante y respiró profundamente antes de arrancar, no podía seguir llorando si no quería andar por ahí con la cara hinchada. Luego de serenar su mente encendió el vehículo y lo sacó fuera de la calzada fijando un destino en su mente.
Condujo hasta "Blueberry" a una velocidad poco prudente y al llegar aparcó en un lugar cercano a la puerta, para su sorpresa sí había bastante gente en el lugar a pesar de que estaban a mitad de semana, antes de bajar se miró en el espejo retrovisor sonriéndose a sí mismo mientras se acomodaba el cabello con las manos.
Tal vez la solución no era encerrarse, sino al contrario.
―Jimin, qué sorpresa verte por aquí entresemana ―Kyungsoo lo saludó amablemente y el pelirosa le dedicó una sonrisa―. Bonito cabello.
Jimin susurro un "gracias" y tomó la bebida que había pedido. Miró la hora y se sorprendió a si mismo al percatarse de que era media noche. Se dirigió a la pista y empezó a bailar en solitario, algunos hombres le pedían bailar o solo se le acercaban tratando de intentar algo, pero él terminaba rechazándolos a todos.
Luego de un rato había tomado suficientes tragos como para empezar a sentirse mareado por lo que se sentó en la barra durante un momento para tratar de recuperarse.
―Jimin... ―habló una voz conocida al mismo tiempo que le tocaba el hombro haciéndole girar. Se sorprendió al ver a Jungkook parado frente a él luciendo más guapo que nunca, pensó él, o probablemente sólo era el alcohol.
El mencionado sonrió y Jimin le devolvió la sonrisa.
―No sabía que te gustarán estos lugares ―comentó Jimin mientras tomaba un trago de su vaso de whiskey.
―Soy gay, Jimin. ¿Cómo no iban a gustarme estos lugares? ―Si se lo hubiesen contado probablemente no se lo hubiese creído, que la persona que tenía en frente era su compañero de banca, el mismo que siempre aparecía todo golpeado y nunca le dirigía la palabra a nadie. Ahora estaba ahí, en un bar de ambiente luciendo jodidamente caliente.
―Buen punto. ―El castaño asintió y señaló la pista de baile.
― ¿Quieres bailar? ―Jimin lo pensó unos segundos y luego se levantó para seguir al castaño.
Jimin se posicionó de espaldas a Jungkook y este le sujetó de la cadera. El pelirosa comenzó a moverse al ritmo de la canción y Jungkook le siguió a la perfección, casi soltó un jadeo al sentir la manera tan descarada en la que el castaño se restregó contra él. El alcohol hacia efecto en su cuerpo y podía sentir que la temperatura en su cuerpo se elevaba.
Jungkook lo tomo de la cintura y lo pegó más a su pecho, las nalgas de Jimin golpearon contra la entrepierna del menor, Jungkook soltó un jadeo, el mayor continuó bailando ignorando el hecho de que su culo estaba aplastando la inminente erección del castaño.
Después de un rato se giró para quedar frente al menor y se movió lentamente, haciendo que su pelvis rozara con la masculinidad del contrario.
―Si sigues moviéndote de esa manera tendré un gran problema ―advirtió Jungkook con voz ronca, eso solo logró que Jimin excitara más.
El pelirosa alargó una mano y apretó la erección de Jungkook descaradamente haciendo gemir al castaño.
―Y vaya qué es grande. ―Jimin sonrió con lascivia relamiendo sus labios bajo la mirada oscurecida del menor.
Jimin solo vio una oportunidad y la tomó.
Sus miradas hablaron por si solas, un instante después el castaño se tiró a los labios de Jimin besándolos con desesperación. Jungkook pasó sus manos por la cintura del mayor y lo apretó más contra él haciendo que sus entrepiernas se rozaran.
Jimin susurró algo en el oído del más alto y este solo asintió con una sonrisa, no oponiendo resistencia alguna cuando el pelirosa lo jaló en dirección a la salida.
Entraron a la casa del pelirosa entre besos y trompicones, Jungkook cerró la puerta con una patada detrás de él y se dedicó a desabotonar la camisa de Jimin con prisa, el nombrado lo jaló hasta su habitación sin dejar de besarlo y una vez allí lo empujó hacia la cama para subirse horcajadas sobre él.
Quizá ninguno de los dos había sido consciente de las ganas que se traían desde hacía tiempo hasta ese momento.
El castaño terminó de desabrochar la camisa del pelirosa y la deslizo por sus hombros, se inclinó hacia él y devoró su cuello entre besos y mordidas, Jimin gemía y movía las caderas para crear fricción entre sus miembros al mismo tiempo que acariciaba el torneado abdomen del contrario por debajo de su camisa.
El pelirosa sacó la camisa de Jungkook y un poco después sus pantalones. Acarició la prominente erección de este y se relamió los labios al sentirlo tan duro en su mano.
Jungkook también terminó de desvestir a Jimin y no esperó mucho para indicarle que se acomodara debajo de él.
―No sabes cuantas veces me masturbé imaginándote debajo de mi ―confesó Jungkook antes de meter un dedo en la apretada entrada de Jimin arrancándole un gemido.
―C-creí que eras inocente, Kookie. ―El mayor sonrió con lascivia y alzó las caderas facilitando el trabajo para Jungkook.
El castaño movió dos dedos más dentro de Jimin al mismo tiempo que escupía lubricando más la zona, el pelirosa se retorcía, Jungkook sabía como usar esos dedos, pero él quería mucho más. En ese momento no estaba pensado con la cabeza que era.
―Jódeme de una vez, vas a matarme ―suplicó el más bajo entre jadeos. Ciertamente la imagen del castaño lo estaba matando, cada centímetro en él era puro musculo, su pecho, sus abdominales bien marcados, sus brazos, sus muslos, Dios sus muslos, era una jodida obra de arte. Su pene era largo y grueso y hacía que la boca se hiciera agua.
Jungkook lo tomó de las caderas y lo giró bruscamente haciéndolo quedar en cuatro.
Luego de colocarse un preservativo alineó su miembro en la entrada de Jimin y empezó a enterrarse poco a poco en él, echó la cabeza hacia atrás al sentir las calientes paredes del mayor apretarlo, realmente iba a disfrutarlo.
Cuando Jimin movió las caderas supo que estaba listo así empezó a mover las suyas creando un vaivén suave, embistiéndolo de una manera tortuosamente lenta. El pelirosa gemía y miraba a Jungkook embestirlo sobre su hombro, se sentía exquisito, pero necesitaba que fuera más duro.
―Más rápido, Kook ―gimió en voz alta. El nombrado sonrió con lascivia y aumentó el ritmo de sus embestidas haciéndolas más fuertes y precisas.
Jimin pronto se convirtió en un desastre de gemidos, tanto que tuvo que morder su labio inferior para callar algunos. Apretaba las sábanas entre sus puños sintiendo cómo la pelvis del menor chocaba contra sus nalgas creando toda una melodía en la habitación.
El castaño lo embistió con fuerza varias veces tocando su punto dulce mientras amasaba sus nalgas, el orgasmo les llegó a ambos al mismo tiempo de repente, Jungkook se corrió aclamando el nombre de Jimin entre gemidos, fue tan fuerte e intenso que los hizo caer a los dos en la cama.
El menor se recostó a su lado y lo abrazó por la cintura atrayéndolo hacía él. Besó su hombro y Jimin se acurrucó en sus brazos.
―Siempre me gustaste mucho, Jimin ―confesó Jungkook tomándolo por sorpresa. De repente Jimin cayó en cuenta de lo que había pasado, de lo que había hecho.
Y se sintió extraño.
Ajeno al sentimiento.
Se había aprovechado de Jungkook.
Pensó en que podía responder, pero no tuvo ninguna idea, se maldijo internamente. ¿Qué haría ahora?
¿Lo que había pasado había creado una esperanza en Jungkook? Obvio que sí.
¿Y cuál era el problema? Pensó. Y solo había una simple respuesta.
Min Yoongi. Jungkook no era el pelinegro.
Y Jimin no quería a nadie que no fuera él.
Definitivamente, estaba jodido, la había jodido totalmente.
Se giro y beso los labios de Jungkook en forma de respuesta. Y no podría saber que significó para el castaño, pero para él era más una disculpa que cualquier cosa. Una disculpa silenciosa.
Cerró los ojos y suspiró. Estaba jodido.
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