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6

El reflejo del sol empezaba a iluminar la habitación y Jimin miró el reloj en la mesita de noche mostrando que aún faltaban veinte minutos para que sonara la alarma, no había conseguido dormir casi nada debido a que su mente no dejaba de recordar a Yoongi y a sus palabras.

"Te llamaré en cualquier momento." Habían sido las últimas palabras del pelinegro apenas puso un pie fuera del auto. Quizá había pasado toda la noche esperando que lo llamara, no lograba entenderse a sí mismo.

Cansado de dar vueltas en la cama se levantó y fue directamente al baño, se miró al espejo, su rostro no reflejaba en absoluto la falta de sueño y dio gracias a los buenos genes.

Luego de hacer todo lo que debía hacer para parecer una persona común y corriente, ya vestido con una sudadera negra y pantalones deportivos a juego bajó a tomar su desayuno. Seokjin se encontraba en la cocina revisando la caja que Namjoon había dejado para él la noche anterior.

―Buenos días, hyung ―saludó con una sonrisa en su rostro antes de acercarse para recibir un beso en la frente por parte del mayor.

―Buenos días, Jiminnie.

Se alzó de puntillas por encima del hombro del mayor para tratar de mirar el contenido de la caja.

― ¿Qué te trajo Namjoon, hyung? ―Seokjin lo miró enternecido por la mueca que hacía el más bajo al intentar husmear en la caja que Jin alzaba en sus brazos.

―Namjoon siempre me trae algún presente cuando regresa de sus viajes ―respondió alejando la caja del curioso Jimin y puso un plato con comida frente a él para cambiar el tema.

Jimin terminó su desayuno en silencio y luego de dejar un beso en la mejilla de su hyung salió de casa para subir a su auto.

Lanzó la mochila a la parte trasera del auto, arrancó y comenzó a conducir directo a la universidad.

El camino fue lento debido a que aún tenía tiempo de sobra, mientras conducía escuchaba alguna emisora al mismo tiempo que se mordía el labio pensando en cualquier cosa. Miles de pensamientos iban y venían sin parar en su cabeza sin darle un momento para descansar. Se sentía exhausto.

Bajó del auto casi corriendo cuando notó que habían tocado la campana, había estado tan metido en sus pensamientos que ni siquiera notó que los minutos pasaban, cruzó el pasillo hasta el salón de clases y al llegar se sentó en su asiento habitual.

Jungkook estaba a su lado mirándolo divertido. Era probablemente la primera vez que el castaño llegaba antes que él.

―Buenos días, Jimin. ―El saludo tomó por sorpresa a Jimin quien no pudo evitar sonreírle de vuelta.

―Buenos días, Kookie. ―El apodo había salido sin pensarlo, se mordió la lengua al momento siguiente y luego bajó la cabeza para ocultar su rostro apenado.

Jungkook tomó su mano por debajo de la mesa dándole un apretón indicándole que no pasaba nada. Jimin soltó bruscamente su mano cuando el vibrar de su celular lo tomó desprevenido y lo sacó sigilosamente del bolsillo observando un mensaje de un número desconocido.

Número desconocido.

¿Puedo pasar por ti después de clases?

No hacía falta adivinar quien había enviado el mensaje, Jimin escondió su móvil bajo la mesa, teniendo la sensación de que todos lo miraban. Luego de mirar a todos lados y asegurarse de que solo era su imaginación volvió su vista al celular para teclear una respuesta rápida.

Número desconocido.

Traje mi auto, pero podemos vernos después.

Luego de enviar el mensaje la respuesta llegó casi de inmediato, confirmando la hora exacta a la que pasaría a recogerlo.

La clase transcurrió de manera monótona, incluso se durmió algunos minutos sobre la mesa bajo la mirada curiosa de Jungkook. Cuando sonó la campana del almuerzo salió casi disparado hacía la cafetería. Se sentó en una mesa vacía y miraba su celular con ansiedad, esperando algún otro mensaje o cualquier cosa.

Jackson parecía haber faltado a clases porque no lo había visto por ningún lado, ni siquiera en el almuerzo, y eso que la cafetería era su lugar favorito.

Al terminar las clases la ansiedad estaba a punto de volverlo loco, no había dejado de temblar, necesitaba verlo, sentir su presencia, aspirar su aroma, tomó una respiración profunda y cruzó el campus aferrándose a las correas de su mochila tratando de serenar su mente. Llegó al parking y se subió al vehículo, lo encendió y limpió sus manos sudorosas en sus pantalones antes de arrancar. Definitivamente se estaba volviendo loco.

Había llegado a casa y Jin lo había sentado en la mesa apenas entró ya que según él no había desayunado lo suficiente esa mañana.

Lo miraba mientras picaba algo con el tenedor y pensaba como decirle que saldría sin tener que dar demasiadas explicaciones. Seokjin lo miró con el ceño fruncido.

―Yo... debo salir, un amigo vendrá a buscarme para ir a su casa a terminar un proyecto. ―Él era un excelente mentiroso, pero con Seokjin la historia era diferente, a él no le podía mentir, siempre lo descubría.

Miraba el plato frente a él rogando que Jin no hiciera preguntas y solo accediera, luego de unos minutos el mayor asintió no muy seguro, después de todo Jimin era adulto, sabía que debía darle su espacio. Acto seguido se hizo presente el sonido de un claxon y Jimin soltó el tenedor antes de salir disparado a tomar su mochila, no sin antes decirle a Seokjin qué probablemente llegaría tarde.

Depositó un beso en el cabello de su hyung y luego salió de casa para subir al familiar auto de Yoongi.

Yoongi se limitó a saludarlo con la cabeza y puso el auto en marcha nuevamente apenas el rubio cerró la puerta, lanzó su mochila a los asientos de la parte trasera y se abrazó a sí mismo, pese al frío que hacía Yoongi no parecía incómodo, ni siquiera se había molestado en encender la calefacción. Jimin lo miró, examinando sus rasgos y cada uno de sus gestos, su mirada dura, los labios apretados y la manera en que se rascaba el mentón con la mano, examinó su atuendo, que consistía en unos vaqueros y una camiseta negra, una chaqueta y botas estilo militar, como siempre, su cabello alborotado lo hacía parecer incluso más joven. Cuando el pelinegro se giró a verlo desvió su mirada a la carretera y por primera vez se le ocurrió preguntar.

― ¿A dónde vamos?

Yoongi lo pensó un momento, vacilando en responder o no. Si Jimin pensó que lo llevaría a una especie de cita, se había equivocado.

―Voy a buscar un encargo, solo quería que me acompañaras. ―La voz del mayor sonó tranquila y Jimin solo asintió conforme con eso.

La mayor parte del tiempo no entendía qué clase de persona era Yoongi, sin duda no era corriente, tampoco entendía su relación, aún ni siquiera eran amigos, pero ya habían tenido sexo, cualquiera que los viera ni siquiera pensaría que eran cercanos. Por un momento Jimin pensó en preguntar acerca de su relación, pero al instante se arrepintió tragándose sus palabras.

Al cabo de varios minutos empezaban a salir de la ciudad y Jimin comenzaba a quedarse dormido apoyando la cabeza en la ventanilla.

Estando dormido Yoongi le miraba de vez en cuando, le causaba ternura y le hacía pensar muchas cosas, a decir verdad, disfrutaba de su compañía, le hacía sentir en calma. No le gustaba, no sentía nada relacionado al amor, ese sentimiento no existía para él. Era más bien como su heroína, lo hacía perder la cordura y al mismo tiempo lo hacía mantenerse a raya, así lo sentía desde el primer día, el pequeño emanaba un aura de tranquilidad y seguridad que lo atraía demasiado, no entendía que quería realmente, cuando lo veía le provocaba arrancarle la ropa, besarlo, hacerlo gritar, llorar, quería estrangularlo, hacerlo rogar por su vida, quería causarle dolor, quería encadenarlo y hacerlo su esclavo, sin duda despertaba cada uno de sus deseos más impuros.

Esos que contenía la mayor parte del tiempo.

Jimin abrió los ojos con pesadez viendo a través de la ventana que estaban ingresando a un campo, todo era verde y se podía ver una casita a lo lejos, no había árboles y supuso qué "el encargo" estaba en esa casa.

Miro a Yoongi quien se estiraba con pereza y el reflejo en el espejo retrovisor captó su atención, dos autos negros venían directamente hacía ellos. Algo le decía a Jimin que esos no eran amigos.

― ¿Alguien más también viene a recoger un encargo? ―preguntó Jimin mirando a Yoongi tratando de sonar calmado.

El pelinegro lo miro con el ceño fruncido y el señaló el reflejo en el espejo donde se veían claramente los dos autos que se acercaban cada vez más. El mayor maldijo entre dientes y golpeó el volante, pateó el acelerador y enseguida dio vuelta al auto bruscamente, justo cuando estuvo de frente a los dos autos sacó una pistola debajo del asiento y cuatro tipos bajaron de los autos portando armas y apuntando directamente en su dirección, Yoongi tomó su celular y marcó un número al mismo tiempo qué pisaba el acelerador y hacía girar el auto hacía otro lado buscando la salida. Jimin miraba toda la escena atónito preguntándose en qué carajos se había metido.

Disparos resonaron en la parte trasera del auto al mismo tiempo que Yoongi maldecía al teléfono.

―Maldición Namjoon, hasta que respondes. ―Un giro brusco del auto hizo qué el rubio golpeara su cabeza con la ventanilla.

―Todo era una maldita trampa, Namjoon ―escupió Yoongi con rabia―. No, no tengo ni una puta idea de quienes son.

Luego de intercambiar algunas maldiciones más, colgó.

Jimin no paraba de mirar a los autos qué ya se encontraban siguiéndolos nuevamente. Sus uñas se aferraban al asiento y sentía la adrenalina correr por sus venas.

― ¿Qué está pasando? ―preguntó el rubio mirando a Yoongi.

Como era de esperarse el mayor no respondió, este se encontraba ocupado zarandeando el auto de lado a lado para evitar los disparos y apenas estuvieron de nuevo en la carretera aceleró el auto aún más haciendo que Jimin pegara su espalda al asiento.

Un nuevo par de autos color naranja se hicieron presentes y Yoongi suspiro aliviado. Había un auto a cada lado del suyo, el pelinegro bajó la ventanilla recibiendo un guiño por parte de Hoseok, Jimin miró por su lado encontrándose con un Taehyung sonriente, ambos autos frenaron quedando detrás de ellos, Jimin miró hacia atrás observando como Hoseok, Taehyung y otro par de chicos bajaban de los autos apuntando a los hombres de negro con armas.

Los disparos se oían cada vez más lejanos y luego de unos minutos ya estaban de vuelta en la ciudad, Jimin observó la hora comprobando que ya era demasiado tarde.

Yoongi redujo la velocidad al entrar a un McDonald's y pasó directo por el auto-mac. Pidió lo mismo para ambos y luego detuvo el auto en una calle solitaria ofreciéndole la bolsa de papela Jimin.

Comía la hamburguesa siendo observado por Yoongi, y aunque en otro momento eso lo pondría nervioso ahora tenía demasiada hambre.

― ¿Ya vas a decirme que pasó? ―cuestionó el rubio aún estupefacto por la situación.

―Eran enemigos de la mafia, siempre están detrás de mí ―soltó con simpleza mientras masticaba y Jimin trató de asimilar todo ignorando el hecho de que aquellas eran cosas normales para un mafioso.

― ¿Cómo sabían que estarías ahí?

―Era una trampa, se hicieron pasar por unos socios. ―Yoongi trataba dar la menor cantidad de detalles, no quería meter demasiado a Jimin en el asunto.

El menor captó el mensaje asintiendo con la cabeza y se dispuso a terminar su hamburguesa en silencio. Acabaron de comer y Yoongi tecleo algunas cosas en su celular, Jimin lo miraba ansioso, esperando a qué dijera algo o que lo llevara a casa, lo que sea.

Pero lo menos qué haría sería irse a casa.

Yoongi posó su vista en el rubio, examinándolo, haciendo qué sus pensamientos impuros despertaran. La tensión sexual en el ambiente era palpable, sólo bastaba con que ambos se vieran para que las ganas de comerse aparecieran.

Se inclinó sobre el asiento del menor hasta que quedó a centímetros de su rostro al punto de que sus narices se rozaban, la respiración de Jimin se hizo dificultosa y estaba luchando por mantener un límite, pero le era casi imposible teniendo los labios de Yoongi tan cerca que hasta sus respiraciones se mezclaban, ansiaba esos labios más que a nada y la ansiedad comenzaba a hacerle temblar. Cerró los ojos por inercia cuando el pelinegro al fin junto sus bocas pasando sus manos por su nuca para atraerlo más, Jimin apoyo sus manos en el asiento para mantener el equilibrio, sus labios encajaban perfectamente y contuvo un gemido en el momento en que la lengua de Yoongi irrumpió en su boca, en un segundo el beso se volvió rudo, más desesperado, ambos luchaban por obtener más, nada era suficiente y la cordura de Yoongi se desvanecía cada vez más.

El pelinegro empujó a Jimin haciendo que este quedara casi encima del tablero, metió sus manos bajo su sudadera acariciando su abdomen con afán, luego delineo su cadera con los dedos al mismo tiempo que besaba su cuello con avidez haciéndolo suspirar, subió sus besos a su mandíbula, lamiendo y saboreando, queriendo que su sabor quedara impregnado en su lengua para siempre.

Jugaba con el elástico de los pantalones deportivos del menor al mismo tiempo que mordisqueaba su oreja, un gemido agudo escapó de sus labios cuando sintió la fría mano de Yoongi colarse dentro de su bóxer tocando la piel caliente, jadeaba al sentir cómo el ajeno apretaba su glande con el pulgar y lo masajeaba con movimientos tortuosos.

Los gemidos de Jimin estaban volviendo loco a Yoongi, quien en un momento lanzó a Jimin a los asientos traseros, lo recostó allí y se posó sobre él, Jimin tocaba su cuerpo bajo la camiseta negra y acariciaba su miembro por encima de los jeans, Yoongi se inclinó para besarlo nuevamente antes de alejarse un poco para sacarle el pantalón de un tirón al igual que sus zapatos, Jimin jadeo cuando el aire frio acaricio sus piernas. El pelinegro no podía dejar de verlo y al mismo tiempo pensar en lo bonito que era.

Apretó y rasguñó los muslos de Jimin, tanteo el elástico de su ropa interior y jugueteo con ello hasta que los bajó, Jimin arqueó las caderas cuando sintió su miembro expuesto pedir atención.

No estaba drogado y aun así estaba más excitado de lo que alguna vez lo estuvo, observó a Yoongi sacarse las botas y luchar con el broche del pantalón.

―Por alguna razón soy muy impaciente cuando se trata de ti. ―La voz ronca de Yoongi hacía jadear a Jimin, quien tenía la boca echa agua de ver la manera en la que se marcaba la erección de Yoongi a través de los jeans.

Se tiró sobre el pelinegro y lo empujó hasta que su cabeza quedo apoyada en la ventanilla, desabrochó por completo sus pantalones y los bajó juntos a su bóxer con impaciencia. Yoongi se relamió los labios ante la imagen, el rostro inocente de Jimin, los labios entre abiertos y las mejillas rojas con el cabello pegándose a su frente, era sublime.

Yoongi sonrió.

―Te dije que no necesitarías ninguna droga, Jiminnie ―soltó el mayor. Jimin ladeó la cabeza―. Mírate, estas tan desesperado.

Al igual que él, solo qué estaba luchando por controlarse.

―Tú eres una jodida droga, Min Yoongi ―dijo el rubio, sus ojos brillando con lujuria.

―Esa boca sucia ―expresó Yoongi con una sonrisa lasciva―. Compláceme, Jiminnie.

Cómo si fuese una orden Jimin no esperó para tomar el falo de Yoongi en su mano y de inmediato se lo llevó a la boca ganándose un sonoro y ronco gemido por parte del pelinegro. Lamió desde la base hasta la punta, haciendo círculos con su lengua en el glande para luego meterlo de nuevo en su boca.

La imagen era divina, Yoongi la atesoraría por siempre, Jimin moviendo la cabeza de arriba abajo sobre su miembro, su ceño fruncido cuando lo asaltaban las arcadas, su respiración agitada luego de obligarlo a tragar más de lo podía, era jodidamente erótico.

Jimin sacó el miembro del mayor de su boca y lo masturbó con rapidez, un fino hilo iba de la punta del pene de Yoongi hasta los labios del rubio, cuando estuvo a punto de correrse lo empujó rudamente haciendo que cayera de espaldas golpeando su cabeza ligeramente con la puerta. Yoongi metió la cabeza entre sus piernas y mordió el interior de sus muslos asegurándose de dejar unas bonitas marcas, metió dos dedos agresivamente en la boca del menor haciendo que los chupara y cuando estuvieron lo suficiente mojados los metió en su culo arrancándole un grito, los movió frenéticamente mientras observaba las expresiones del rubio, sus mejillas sonrojadas y su cabello cayendo por su rostro, momentos después sus dedos salieron de su interior haciéndolo sentir vacío.

Yoongi tomó su propio miembro y escupió en este para lubricarlo, Jimin jadeó cuando lo sintió palpitante presionar contra su entrada, gimió al sentir como el pelinegro se enterraba en él, se sentía mareado debido al placer que estaba experimentando, el rostro de satisfacción de Yoongi lo hacía sentirse como en el cielo, y la manera en que lo sentía moverse en su interior estaba acabando con él.

―Qué bien te ves debajo de mi ―susurró mirándolo desde arriba sin dejar de embestirlo―. Te voy a joder tan duro, maldita sea.

Yoongi susurraba cosas sucias y obscenas que sólo lo excitaban cada vez más, las estocadas eran cada vez más bruscas y duras, no podía enfocar su vista por más que se esforzara, estaba demasiado perdido. Cuando abrió los ojos pudo ver como los del pelinegro parecían más oscuros que de costumbre, la mano de Yoongi se posó sobre su garganta y la apretó con fuerza hasta el punto de asfixiarlo, rasguñó su brazo cuando no logró mandar aire a sus pulmones de ninguna manera, Yoongi sólo seguía penetrándolo, aún más excitado ante la imagen de Jimin casi desmayado bajo el, suplicando con la mirada que lo soltara, no fue hasta que estuvo a punto de cerrar los ojos que su brazo cedió liberándolo.

― ¿Estás loco? ―tosió Jimin. Pero al instante las quejas fueron calladas con un gemido que escapó de sus labios en el momento en que Yoongi lo volteó para luego penetrarlo nuevamente con rudeza haciendo qué Jimin echara la cabeza hacía atrás, al siguiente momento la mano de Yoongi se estampó contra uno de sus muslos una y otra vez haciéndolo chillar.

Yoongi era de todo menos cuidadoso, mordía su cuello y rasguñaba su espalda bajo la sudadera, tiraba del cabello de su cabello y de vez en cuando lo abofeteaba. Jimin se sentía enfermo por estar disfrutando todo eso.

Los dedos de Yoongi se clavaron en sus caderas cuando estuvo a punto de correrse y el rubio dirigió su mano a su entrepierna para tocarse, pero se vio interrumpido por la mano de Yoongi, el pelinegro lo masturbó con fiereza y en unos cuantos movimientos más ambos se corrieron, Yoongi dentro de Jimin y Jimin en la mano de Yoongi.

El pelinegro dio la vuelta al rubio e hizo que se acostara sobre su pecho para que ambos pudiesen recuperarse.

― ¿Qué se supone que está pasándome? ―Jimin sin duda estaba demasiado confundido, había conocido a Yoongi hace apenas un par de meses y ya sentía que estaba en un lío.

La voz de la razón en su cabeza le decía que lo que estaba haciendo estaba mal y que necesitaba pararlo ahora mismo. Yoongi era un extraño, un criminal, un sádico y probablemente todo lo que estaba mal en el mundo. Pero era adictivo, como la más dulce miel, era peligroso como el veneno más letal, era provocador como el peor de los pecados, pero, sobre todo, era inevitable.

Era como un imán, ya lo había hecho caer dos veces y seguiría haciéndolo si no se alejaba de una vez por todas. Pero le resultaba casi imposible, era una droga, de eso estaba seguro, no entendía que le estaba sucediendo y eso lo asustaba.

Yoongi no había respondido a su pregunta, tampoco esperaba que lo hiciera, después de todo no creía que existiera una respuesta clara.

El sueño lo arrastró como una ola, y no protestó.

Luego de tomar el desayuno Yoongi lo había dejado frente a su casa de una sola pieza, se había sorprendido cuando antes de bajar el pelinegro se acercó y le plantó un beso en los labios, después de eso corrió fuera del auto y se apresuró a entrar a su casa para escapar del frío.

Seokjin estaba en la cocina y le dedicó una mirada serena con una sonrisa cosa qué alarmó a Jimin, lo menos qué esperaba era eso.

Se sorprendió aún más cuando vio a Namjoon salir de la habitación de su hyung recién bañado y ya vestido con un pulcro traje. Seokjin se acercó al moreno y le ayudo a arreglar su corbata, luego se dio la vuelta y se acercó a Jimin para besar su frente haciendo qué su mandíbula casi tocara el piso.

― ¿Cómo te fue, Jiminnie?

Parpadeó varias veces y aclaró su garganta antes de hablar. Ese no era su hyung, se lo habían cambiado.

―Bien... supongo ―musitó no muy convencido, esto último salió en un susurro y sin más pasó directo a su habitación bajo la curiosa mirada de Namjoon a quien saludó con una sonrisa.

Se metió al baño y se duchó rápidamente, al salir el reflejo frente al espejo lo sorprendió. Los cardenales en su cuello eran altamente visibles y suspiró mientras caminaba a su armario para buscar un suéter de cuello alto. Sería un día difícil.

Había comido y había hecho todos los deberes pendientes, tratando de mantener su mente ocupada en algo que no fuera Min Yoongi y realmente empezaba a preocuparle la manera en que se convertía en una necesidad el querer todo de él. Seokjin había salido con Namjoon sin decirle a donde y él se había dedicado a ignorar todas las llamadas de su padre.

Bajó a prepararse un té y se sentó frente a la televisión para ver una película. Después de un rato recibió un mensaje de Jackson invitándole a una fiesta y lo rechazó amablemente sintiendo muy poco interés en salir de la calidez de su casa.

Un minuto después un Seokjin con moretones y un hilo de sangre saliendo de su nariz y ceja entró a la casa dejándose caer de golpe. Enseguida corrió hacía él y lo agarró entre sus brazos antes de que se golpeara contra el suelo, miles de ideas cruzaron por su cabeza, una peor que la anterior.

―L-Llama a tu padre... Dile. Dile qué nos han encontrado ―musitó con dificultad antes de caer desmayado. Jimin enseguida tomó su celular con las manos temblando y marcó el número de su padre queriendo entender qué estaba sucediendo, su corazón no paraba de latir desenfrenado

―Seokjin dice que nos han encontrado, lo han golpeado. ¿A qué se refiere? ―preguntó de golpe apenas su progenitor contestó, su voz era ahogada, pero estaba seguro de que podía entenderle.

De repente unos golpes fuertes en la puerta lo hicieron palidecer y su padre le gritó algo al otro lado, pero no fue capaz de oírlo, la puerta había sido abierta y un grupo de personas entró más rápido de lo que pudo procesar, enseguida lo tomaron y taparon su boca y nariz con un pedazo de tela húmedo haciéndolo caer desmayado casi al instante.

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