16
Reescrito.
Con el sabor de tus labios me haces viajar, eres tóxico, me estoy desplomando con solo probar el veneno del paraíso. Soy adicto a ti, tu no. ¿Sabes que eres tóxico?
Toxic – Britney Spears.
. . .
El pelirosa sonrió al ver el cuerpo desnudo dormitando plácidamente a su lado, cubierto por las sábanas blancas de su cama que contrastaban a la perfección con su piel y su cabello negro que ahora se encontraba revuelto desparramado sobre la almohada, mantenía los labios entreabiertos y una expresión de tranquilidad en su rostro. Era casi imposible creer que ese era el chico duro y frío qué conocía como Min Yoongi, ahora parecía un chico normal y corriente, hasta se veía dulce.
Encendió su celular que se encontraba en la mesita para mirar la hora, dándose de que cuenta de que aún era temprano, las nueve a.m. para ser exactos.
Se dejó caer nuevamente en el colchón dispuesto a dormirse nuevamente cuando sintió que el pelinegro se movía estirando sus brazos para atraerlo en un abrazo, sonrió inconscientemente cuando el mayor murmuró alguna cosa sin sentido claramente aún dormido y luego cerró los ojos durmiéndose de nuevo con la respiración de Yoongi acariciándole la nuca. Probablemente podría acostumbrarse a eso.
Jimin terminaba de pasar un trapo sobre la encimera cuando la puerta se abrió, sonrió girándose hacia la puerta esperando a que su hyung cruzara esta, pero al ver a otra persona lo que hizo fue fruncir el ceño con una mueca de desconfianza.
― ¿Papá? ―Jimin miró al hombre que entraba al lugar seguido por dos de sus hombres.
―Hijo, no pareces muy contento de verme. ―El mayor se sentó en el sofá y los escoltas se mantuvieron de pie.
Jimin ladeó la cabeza y dejó el trapo sobre la barra para caminar hasta su padre con un mal presentimiento recorriéndole la espalda.
― ¿Qué haces aquí? Nunca vienes ―soltó con voz áspera manteniéndose firme.
―Sabía que tu no irías así que decidí venir. ―El mayor miró sus uñas con un aire despreocupado.
― ¿Qué es lo que quieres? ―insistió Jimin. Estaba a la defensiva, pero no era su culpa, él sabía que no podía confiar en su padre.
―Sabes lo que quiero ―dijo el mayor. Jimin se cruzó de brazos indicándole que hablara―. Quiero qué le saques información a Min Yoongi.
Jimin rodó los ojos con fastidio y luego le dedicó una mirada asesina a su padre.
―Ya te dije qué no haré tal cosa, no tengo confianza con Min Yoongi.
―Es obvio que le tienes confianza, si te le abres de piernas sin siquiera preguntar ―El menor apretó los dientes―. Sabes qué no tienes opción, Jimin. A menos qué... Ya sabes, quieras que SeokJin pague las consecuencias.
―No te atrevas a...
― ¿Me estás retando? ―interrumpió el mayor alzando una ceja y mirando su reloj―. Por cierto, ya debe estar por llegar.
Jimin movió la boca para hablar, pero en ese momento se pudo escuchar el sonido del motor de la camioneta de Seokjin siendo aparcada frente a la casa, Jimin maldijo internamente.
―Allí esta. ―El mayor esbozó una sonrisa soberbia y Jimin gruñó.
Un sonriente SeokJin entró a la casa abriendo los ojos con sorpresa al ver al hombre sentado en la sala.
― ¡Park, qué sorpresa! ¿Cómo le va? ―Jin entró a la casa dirigiéndose a saludar al hombre mayor cuando esté hizo una señal a sus hombres quienes rápidamente asintieron y se acercaron hasta el rubio de manera peligrosa, al siguiente momento un golpe fue atestado en su abdomen haciéndole caer al suelo privado de aire. Jimin gritó y trató de acercarse a su amigo, pero enseguida se vio preso por el fuerte agarre de su padre impidiéndole moverse.
Un segundo golpe fue arremetido contra su mejilla y el corazón de Jimin se estrujo al oír al gemido de dolor del mayor, tembló de rabia y sus piernas flaquearon, luchó por liberarse sin dejar de gritar, pero no era capaz de formular palabras coherentes, su voz no era más que quejidos ahogados y el hecho de ver cómo aquellos hombres golpeaban cada vez más a su hyung lo estaba destrozando.
Su padre sostuvo su mandíbula con fuerza cuando trató de apartar la mirada de la escena, las lágrimas resbalando furiosas a través de sus mejillas.
―Te lo advertí, Jimin ―susurró contra su oído.
Una ola de rabia lo hizo sacudirse y con una fuerza desconocida logró liberarse del agarre de su progenitor empujándolo hasta hacer que cayera directo al sofá.
― ¡BASTA! ―gritó encolerizado y su padre lo observó sorprendido al mismo tiempo que se acercaba al hombre que golpeaba a su hyung.
El pelirosa no lo pensó antes de alzar su pierna para estampar su pie con la cara del hombre haciéndolo retroceder, el hombre se tambaleó hacia atrás tratando de contener el sangrado de su nariz al mismo tiempo que Jimin se acercaba al otro hombre para golpear su cara con sus puños con una habilidad increíble que le había otorgado todos esos años de artes marciales. El hombre era mucho más grande que Jimin, pero aun así no se defendía, probablemente porque era hijo del señor Park.
El hombre mayor miraba a su hijo evidentemente sorprendido. Jimin golpeó al hombre con una furia impresionante, aun estando en el piso no dejó de patearlo hasta que el de la nariz rota logró reaccionar. Se paró y lo tomó de los brazos alejándolo de su compañero para dejarlo frente a su padre aún sin soltarlo.
― ¡Maldito! ¡Dile qué me suelte! ―ordenó el pelirosa removiéndose cómo una fiera ― ¡¿COMO PUDISTE HACERLE ESO A SEOKJIN?!
Jimin escupió las palabras con furia directo a su padre quien sonrió de manera ladina.
―Te lo advertí, Jimin. Entonces, ¿harás lo que te pedí? ―Jimin respiraba agitadamente luchando por controlar su instinto asesino. Desvió su mirada observando a su hyung aún tendido en el suelo y jadeando de dolor, cerró sus ojos con fuerza evitando que las lágrimas salieran nuevamente y asintió bruscamente.
―Lo haré, pero ni siquiera te atrevas a hacerle algo de nuevo a Hyung. Y no quiero qué me presiones ―El hombre aflojó el agarre de sus brazos hasta liberarlo por completo―. Ahora vete antes de que continue contigo.
El mayor se levantó sin protestar y sonrió triunfante para luego salir de la casa seguido de sus hombres, uno con la nariz rota y el otro con la cara hinchada casi incapaz de moverse.
Jimin corrió hasta su hyung y se arrodilló a su lado tomándolo entre sus brazos para abrazarlo.
―L-lo siento mucho, Hyung... ―sollozó el menor. Seokjin le sonrió acariciando su mejilla mientras recogía sus lágrimas.
―No es nada... Ya sabes cómo es tu padre ―El mayor se sentó un poco con ayuda del pelirosa ahogando los quejidos debido al dolor en sus costillas―. No debes hacer nada que no quieras, Jimin. No hagas algo solo porque tú padre puede hacerme algo.
―No quiero qué te haga daño, hyung. ―Jimin lo miró horrorizado ante sus palabras.
―No te preocupes por mí, solo, no hagas algo qué no quieres, no puede obligarte a nada ―Jimin sabía que eso era una gran mentira. El mayor sonrió levantándose para caminar seguido de Jimin, su hyung era la persona más fuerte que conocía.
―Solo lo haré esta vez, hyung, no será difícil. ―Jimin acarició su hombro y le dedicó una sonrisa tratando de calmarlo.
No tenía idea de que haría para obtener aquella información de Yoongi, solo sabía que no sería nada fácil. Sabía que el pelinegro era una persona reservada y que se sorprendería mucho cuando Jimin le preguntara algo tan delicado. De todos modos, tal vez ni siquiera le diría nada, después de todo él era el hijo de uno de sus enemigos.
Jimin ayudó a SeokJin a limpiar sus heridas y poner algo de pomada para los golpes. Un enorme sentimiento de culpa lo envolvía al ver al mayor en esas condiciones, pero este solo le sonreía y le decía que no pasaba nada, que solo eran unos cuantos golpes.
El pelirosa hervía de la rabia por dentro y lo único que le provocaba en estos momentos era hacerle una perforación a su padre. En la frente. Con una bala.
Jimin dejó a SeokJin en su cuarto y fue a la cocina para prepararle un té.
Analizó la situación, quería terminar con aquello lo antes posible para que su padre lo dejara en paz de una vez por todas, no volvería a dejar que aquel evento se repitiera. Pero acá la pregunta era.
¿Por qué tenía tanto interés en el fulano Proyecto W?
¿Qué carajos era eso?
Jimin se encontraba sentado en la orilla de la cama observando fijamente su móvil que se encontraba a su lado. La bocina del auto de Yoongi se escuchó dentro de su casa y corrió escaleras abajo para salir de casa luego de haberle dejado una nota a Seokjin.
Tomó una bocanada de aire cerrando la puerta y repasando unos segundos antes de subirse al auto del pelinegro. El mencionado le dedicó una sonrisa de medio lado antes de arrancar el auto.
―Me he sorprendido mucho cuando me llamaste. ―Yoongi observó al pelirosa de reojo.
―Tengo hambre ―soltó casual, pero la verdad era que los nervios lo estaban comiendo y no sabía si hablar ahora o mejor no hacerlo nunca.
―Entonces iremos a comer ―respondió con simpleza. Frunció el ceño al ver al pelirosa encogido sobre el asiento mientras se mordía los labios claramente incómodo―. ¿Te encuentras bien?
Jimin asintió repetidas veces y trató de esbozar una sonrisa alejando por un momento todas sus preocupaciones. Yoongi continuó conduciendo en silencio, pero aun manteniéndose atento al menor.
El pelinegro aparcó en un pequeño restaurante que se encontraba ubicado en un lugar poco transitado, bajaron del auto y automáticamente comenzaron a caminar juntos.
Yoongi posó su mano en la espalda baja del pelirosa haciendo que este pasara saliva y cerrará los ojos para tratar de calmarse, casi sentía cómo si el pelinegro pudiese leer sus pensamientos. Luego de controlar un poco el nerviosismo pudo caminar con más confianza. Entraron al lugar y se sentaron en una mesa; el lugar era sencillo y acogedor, nada ostentoso ni exagerado, lo hacía sentirse muy cómodo.
Pidieron la comida y Yoongi observó fijamente a Jimin durante algunos segundos, el pelirosa tenía las mejillas rojizas debido al frío y llevaba el cabello alborotado. El pelinegro sonrió al verlo allí, tan sencillamente perfecto.
―Estás muy callado... ―observó el pelinegro. El pelirosa le dedicó una cálida sonrisa.
―Estoy algo pensativo el día de hoy.
A pesar de que se habían visto el día anterior, Jimin sentía como si fuese la primera vez que lo hacía y trato de buscar las mejores palabras para preguntar decidiendo que era ahora o nunca.
―Uhm... Yo... Quería hacerte una pregunta ―Jimin mordió su labio inferior y miró hacia abajo―. Pero... No sé si te incomode o algo así...
―No tengo enfermedades de transmisión sexual, Jimin ―interrumpió el pelinegro haciéndolo reír, eso hizo que Jimin se relajara.
― ¡No me refería a eso! ―chilló el pelirosa con las mejillas aún más rojas y carraspeó nuevamente antes de hablar― Yo quería preguntarte... ¿Qué es el Proyecto W?
Jimin miró a Yoongi y este abrió los ojos completamente sorprendido. El pelirosa solo esperaba salir ileso de aquella conversación.
―Ese es un tema muy delicado, Jimin. ¿Dónde oíste de eso?
El pelirosa observó a todos lados en el momento en el que el mesero dejó la comida sobre la mesa y meditó antes de responder mientras apretaba los palillos en sus manos.
―Yo... escuché hablar a mi padre y sentí curiosidad. ―Jimin dio las gracias al cielo cuando su voz salió firme, sin un ápice de duda.
―Bueno, lamento decirte que no puedo darte ninguna información al respecto, es un tema confidencial ―explicó dando un trago a su refresco y luego volvió a hablar―. Pero si te sirve de algo, sólo puedo decirte que el Proyecto W en realidad no existe, es solo una distracción del verdadero problema.
El mayor esbozó una sonrisa maquiavélica sin mirarle a la cara, cómo si estuviese perdido en sus propios pensamientos. Luego de un rato siguió comiendo dando por terminada aquella conversación, Jimin se quedó en silencio y apretó su chaqueta con los puños.
¿Y ahora como haría que Yoongi hablara?
La cena transcurrió demasiado tranquila, hablaban de tema banales e intercambiaban algunas risas y miradas pícaras. Luego de que terminaran de comer Yoongi pagó la cuenta y salieron del lugar.
Jimin se removió un poco incómodo en su sitio debido al plug anal de cola de gato que inundaba su entrada, observaba al imponente pelinegro sentado en su escritorio golpeando con sus dedos sobre el mismo, se relamía los labios y lo miraba de una manera tan intensa que el menor se sentía asfixiado a pesar de que solo llevaba una falda y medias altas.
Sus mejillas estaban rojas y no se atrevía a hablar, aún estaba analizando todo aquello. ¿Cómo era que había terminado en esa situación?
Jimin examinó la oficina de Yoongi, tan simple y sobria, al igual que él. Las paredes eran de un color café bastante bonito al igual que el escritorio y la silla de cuero, había una planta en una esquina al lado de la ventana y un sofá, el lugar era pequeño pero elegante, con el conocido aroma de Yoongi impregnado en cada espacio.
El pelinegro carraspeó llamando la atención del menor quien gimió al sentir cómo se movía el objeto dentro de él con solo respirar. El pelinegro esbozó una sonrisa lasciva y se acercó hacia el menor sosteniendo una diadema de orejas de gato, Jimin pensó en protestar, pero decidió callar, sintiendo como el mayor le colocaba el accesorio en la cabeza sin siquiera pedir permiso.
― ¿Como te sientes? ―preguntó Yoongi en un tono divertido haciendo que el menor se sintiera aún más humillado.
―D-Demasiado incómodo... ―balbuceó el menor removiéndose un poco con la mirada fija en el suelo.
―Hm... Debería hacer algo para que te sientas mejor. ―Jimin tragó saliva al ver como Yoongi sacaba un pequeño control con unos pocos botones.
El pelirosa miró al mayor a los ojos y al instante este presionó uno de los botones haciendo que Jimin se retorciera y gimiera al sentir el juguete vibrar en su interior.
―P-para... ―jadeó el rosado friccionando sus piernas.
― ¿Seguro qué quieres que pare? ―Yoongi alzó una ceja y presionó un segundo botón del aparato.
Jimin luchó contra el temblor en sus piernas y se agarró a los hombros del mayor para no caer, trató de hablar, pero no podía emitir palabra alguna debido a los gemidos qué se escapan de sus rojizos labios, era insoportablemente placentera la forma en que las vibraciones acariciaban directamente su próstata hasta el punto de hacerlo sacudirse.
Yoongi pasó una de sus manos por las nalgas de Jimin y masajeó el lugar apretándolo con rudeza para luego azotar con fuerza al pequeño, el pelirosa chillo y cerró los ojos ante la ola de placer que lo atacó. Sin poder mantenerse de pie por más tiempo cayó de rodillas al suelo cuando el mayor apretó el tercer botón.
―Basta... Yoongi... ―Un nuevo gemido interrumpió las palabras del pelirosa que temblaba en el suelo. El mismo dirigió una mano a su entrepierna, pero al instante Yoongi la apartó con su pie.
―Pídeme que te toque ―ordenó el mayor observando al menor frente a él con los ojos brillantes.
Jimin tragó saliva y se resistió unos segundos hasta que sintió como su erección comenzaba a doler con las vibraciones volviéndose cada vez más intensas.
―T-Tócame. ―Yoongi se inclinó frente a Jimin y lo observó divertido.
―No me convenciste ―Jimin trató de llevar su mano nuevamente a la necesitada zona, pero Yoongi la apartó de un manotazo―. Pídemelo a mí.
El menor lloriqueó y se restregó contra el suelo. ―Por favor. Tócame, hyung.
El mayor se colocó detrás del menor posicionando sus piernas a cada lado de él haciendo que su espalda pegara contra su pecho y al mismo tiempo apoyara la cabeza sobre su hombro, Jimin abrió las piernas mostrando su hinchada erección, Yoongi se relamió los labios y dirigió su mano a la entrepierna de Jimin para comenzar a tocarlo, de manera lenta y tortuosa.
Jimin sentía el vibrador en su entrada cada vez más fuerte y las manos de Yoongi tocándolo estaban simplemente volviéndolo loco.
―M-más rápido... ¡Yoongi! ―El menor se vio interrumpido por un gemido cuando el mayor le dio una nalgada y movió su mano más rápido bombeando con fuerza el miembro del pelirosa.
Jimin pasó saliva y cerró sus ojos derritiéndose en los brazos de aquel hombre qué lo estaba arrastrando a ese placer tan fuerte y abrazador. Yoongi masajeó el glande de Jimin con el pulgar y este se retorció sintiendo su entrada contraerse con el juguete dentro, el menor chilló cuando sintió su orgasmo golpear con rudeza en la parte baja de abdomen y se liberó manchando toda la mano del pelinegro antes de que pudiese procesarlo.
Yoongi sacó el juguete de la entrada de Jimin quien se encontraba jadeando tratando de regular su respiración. El pelinegro se levantó y extendió una mano hacia el pelirosa para que caminaran hacia el escritorio. Lo apoyó sobre la superficie haciendo que se inclinara y comenzó a masajear todo el contorno de su figura, queriendo grabarse sus curvas en la yema de los dedos. Las manos de Yoongi se dirigieron al borde la falda y se la saco de un tirón, el menor tembló al sentir los dedos del mayor introducirse en su entrada previamente dilatada por el juguete, Yoongi se acercó más al pelirosa y lamió la parte detrás de su oreja haciendo que este se erizara, la erección de Jimin comenzaba a levantarse nuevamente justo en el momento en que escucho el sonido del teléfono de la oficina.
Yoongi presionó un botón y enseguida la voz de su asistente se hizo presente. ―La señorita Jung está aquí.
El pelinegro se apartó inmediatamente sacando los dedos de la entrada de Jimin haciendo que este jadeara al sentirse vacío. ―Cinco minutos y le dices que suba.
Yoongi dirigió su mirada a Jimin quien se había parado al lado del escritorio sin entender la situación.
―Hemos terminado por hoy. Vístete y sal, por favor.
Las mejillas de Jimin enrojecieron, no sabiendo bien si por la vergüenza o por la ira, probablemente eran ambos combinados. El menor recogió su dignidad y caminó hasta el baño de la oficina donde se encontraba su ropa, se vistió más rápido de lo que lo había hecho alguna vez en su vida y dejó allí el conjunto que había estado usando.
Al salir del lugar, el menor se encontró con una desagradable escena. Una delgada y alta chica se encontraba sentada en el regazo de Yoongi besando su cuello con desespero. Jimin cerró la la puerta del baño con una fuerza descomunal haciendo que la chica se sobresaltara y enseguida miró al pelirosa.
― ¿Quién es el? ―pregunto la chica de cabellos negros con cierto desdén en la voz mientras examinaba a Jimin de arriba abajo.
Jimin observó a Yoongi quien mantenía una expresión indescifrable. El pelirosa espero que Yoongi hablara, pero como no lo hizo, entonces habló el.
―Sin duda, alguien con más valor que tú. Mejor dicho. ¿Quién eres tú? ―El pelirosa alzó una ceja y fulminó a la chica con la mirada― Y levántate. ¿O acaso no hay más lugares donde sentarse?
Yoongi apretó los labios para evitar que escapara una risa y la chica abrió la boca indignada. El estaba disfrutando la escena.
―Yo, soy la novia de Yoongi. Y tú, debes ser algún prostituto barato el cual contrató para perder el tiempo.
Jimin río amargamente. Con qué esas tenemos, ¿no?
―A ver, intento de Barbie. Tal vez sea un prostituto, pero al menos yo si lo hago disfrutar de verdad, ya que si "contrató" a un prostituto es porque tú no cumples tu trabajo. ―Jimin escupió las palabras con sorna y luego la miró con una fingida mueca de lastima haciendo que Yoongi dejara escapar una carcajada que al instante calló al ver como la chica lo observaba.
―En fin, yo ya me iba. Adiós, Yoongi. Adiós, Barbie. Y un consejo, vigila a tú novio ―El pelirosa se dirigió a la puerta y guiñó un ojo a Yoongi antes de salir ―Bye. Me llevaré tu auto. Y, por cierto, te agradezco que no le metas a ella nada de lo que ya me metiste a mí.
Jimin salió meneando sus caderas como la buena perra que era en su interior y una vez fuera caminó hasta el auto de Yoongi. Río escandalosamente cuando la chica salió detrás de él pisoteando con rabia fuera del edificio y apenas le vio le dedicó una mirada de odio. Jimin lanzó un beso a la chica y cerró la puerta del auto arrancando para conducir hasta su casa.
Nadie se mete con Park Jimin.
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