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14

Reescrito.

Oh cariño ¿Me quieres ahora? No soporto más, necesito dejarte en la cama para cantarte una canción de cuna en la que mueres al final.

Melanie Martinez - Milk and Cookies.

. . .

El pelinegro se encontraba frente al tipo suspendido en el aire a través de unas gruesas cuerdas atadas en sus muñecas, este echaba la cabeza hacia delante a punto de caer desmayado, la sangre resbalaba de su rostro y de los cortes en su torso desnudo, el hombre gemía de dolor, pero hace mucho tiempo que había perdido la fuerza para articular palabra alguna.

Yoongi sonrió al ver el hombre delirando, la piel de sus dedos arrancada y los puntos de sangre donde en algún momento estuvieron sus pezones. Había rasgado su párpado izquierdo y parte de su labio superior, agradeció que el tipo tuviera tanto aguante, gracias a eso había disfrutado mucho torturándolo de esa manera. Dio una vuelta a la sala en la que se encontraban observando todo, esta no era más que un simple cuarto de algún edificio abandonado que había ocupado para lograr su cometido. Sacó un encendedor de su bolsillo y tomó un cuchillo pasándolo por la llama del mismo hasta qué ardió en rojo debido a la temperatura. Acercó el cuchillo el pecho del hombre y lo clavó un poco haciéndolo bajar hasta el ombligo mientras escuchaba el siseo del calor contra su piel. El hombre gritó y se retorció debido al dolor, Yoongi sonrió sin dejar de ver la expresión de su víctima, quién suplicaba por la muerte entre balbuceos.

Unos cuantos cortes más y luego de enterrar el cuchillo en su ombligo, sacó un revolver y apuntó directo a su sien.

―Nos vemos en el infierno, amigo. ―Una desquiciada sonrisa por parte del pelinegro fue lo último que el hombre vio antes de que dispara, entregándole su tan anhelado descanso.

Salió del lugar luego de haber limpiado todo el desastre que había hecho y se dirigió a su auto. Subió encendiendo un cigarrillo mientras bajaba ventanilla para qué saliera el humo, luego encendió el vehículo y condujo hasta la casa de Hoseok y Taehyung con el propósito de asaltar su cocina ya que no lo había hecho en todo el día y no podía visitar un restaurante estando todo salpicado de sangre, aparte tal vez también podría aprovechar para echarse una siesta.

Al entrar al lugar parecía no haber nadie, hasta que escucho los gritos de ambos jóvenes provenientes de la terraza, rodó los ojos y se acercó con cautela al lugar imaginando de qué se trataba.

― ¡CREES QUÉ NO NOTE LA MANERA EN LO MIRAS! ―Era extraño escuchar a Hoseok gritar, por lo tanto, supuso que era algo grave.

― ¡NO LO MIRO DE NINGUNA MALDITA MENERA! ―Está vez Taehyung habló y pudo observar cómo apretaba los dientes tratando de contenerse.

― ¡Te prohíbo que le hables a ese mocoso! ―La voz del pelirrojo salió más calmada pero aún con ese tono amenazante.

― ¡TU NO ME DICES QUE HACER Y QUÉ NO! ―chilló Taehyung pateando el suelo, Yoongi retrocedió sorprendido debido al ataque de ira del menor.

― ¡ENTONCES HAS LO QUE TE DE LA PUTA GANA! ―Hoseok respiró pesadamente tratando de calmarse―. Pero a mí, no me busques, esto se acabó Taehyung. Ya no más.

El pelirrojo se fue dejando al menor con la palabra en la boca y los ojos brillantes de lágrimas. Yoongi rápidamente se dio la vuelta fingiendo que veía un cuadro al azar.

―Oh Yoongi, estabas ahí, hola. ―Hoseok le dedicó una pequeña sonrisa al pelinegro y este se giró a verlo.

―Ah. Hola Hoseok ―Yoongi volvió su vista al cuadro fingiendo interés―. Estas viendo este cuadro, no lo había notado antes.

―Pero si tú lo pintaste... ―El pelirrojo lo miró divertido y Yoongi miró de nuevo percatándose de que era cierto.

―Si, ya lo sé, solo digo que no sabía que lo habían colgado. ―El pelinegro miró hacia otro lado.

―Tú lo colgaste... Pero bueno, no importa ―El menor se encogió de hombros dejándolo pasar― ¿Terminaste el trabajo? Que preguntas son esas, es obvio que sí.

El pelirrojo sonrió observando las pequeñas manchas de sangre en la camisa de Yoongi.

El pelinegro dejó salir una pequeña risa y caminó hacia la cocina en busca de algo para comer. Lo único que encontró fue un sándwich, pero no estaba muy exigente en ese momento así que se dispuso a comerlo cuando notó que Taehyung entraba en la cocina con el rostro bañado en lágrimas. Ese mocoso era un manipulador de primera.

― ¿Qué sucedió ahora? ―preguntó el pelinegro alzando una ceja.

Taehyung mordió su labio inferior. ―Hoseok hyung terminó conmigo...

―Te lo merecías por andar de zorra con Jungkook. ―Yoongi mordió su sándwich con tranquilidad.

―Mi relación con Jungkook no tiene nada qué ver con Hobi ―se defendió Taehyung dedicándole una mirada de odio.

―Taehyung... No es que sea un experto en relaciones de novios y toda esa mierda ―Yoongi hizo gestos con sus manos―. Pero tengo entendido, qué cuando tienes una pareja y te acuestas con otra persona, eso se considera "engaño" o "infidelidad".

El pelinegro habló como si le estuviese explicando a un niño de cinco de años a contar. Taehyung torció los labios y bufó exasperado, Yoongi sabía que él no estaba dispuesto a dar su brazo a torcer.

―Es que... No puedo dejar a Jungkook, él es mío.

Yoongi se encogió de hombros. ―Entonces, quédate con él.

―Si puedo tener uno ¿porque no tener a los dos? Donde cabe uno caben dos.

Yoongi negó con la cabeza y se levantó para tomar sus llaves.

―Pues, te deseo suerte tratando de explicarle eso a Hoseok. ―El pelinegro pellizcó su mejilla con una sonrisa burlona y caminó hasta la puerta para salir de la casa.

Condujo hasta su departamento con prisa, importándole poco que el semáforo estuviera en rojo o que hubiera alguien cruzando la calle. Lo único que él quería era llegar.

Al llegar a su apartamento empujó la puerta y entró tirando su chaqueta junto a sus llaves al sofá y luego se dejó caer en el mismo pasando las manos por su cabello suspirando con cansancio. Cerró los ojos recordando al chico de cabello rosa pastel que tanto le revolvía la vida, realmente odiaba a ese chico, lo odiaba por hacerlo desearle tanto. Al principio creyó que sería cosa de unos días, que solo lo cogería en mil posiciones diferentes y luego lo dejaría dándole una patada para mandarlo hasta el otro lado del mundo.

No sabía exactamente qué era lo que sentía, hasta podría decir que no sentía nada. Era simple, le gustaba la presencia del pequeño pelirosa, le gustaba hacerle gemir de placer y gritar de dolor.

Nunca había tenido nada qué fuera suyo, de hecho, no recordaba otra cosa de su vida que no fuera muertes, maltrato, sentimientos vacíos y soledad, sobre todo la soledad. Esa soledad desgarradora que lo había envuelto siempre, tan amarga y real que hasta se había encariñado con ella. A pesar de estar rodeado de gente, siempre se sentiría solo. Su vida era lo contrario a la de una persona normal, era todo lo opuesto, él era "hacer siempre el mal en lugar del bien". Destrozaba todo lo que tocaba, para eso había nacido, era un desgraciado sin amor por la vida, sin sentimientos ni emociones. ¿Era feliz? No lo sabía, ni siquiera sabía cómo se sentía ese sentimiento que los débiles tanto profesaban, solo tenía ese sentimiento de soledad y vacío con el que había vivido siempre.

Su rutina era simple y monótona, todos los días se levantaba muy temprano y regresaba muy tarde, iba a reuniones, asesinaba, torturaba y manipulaba gente, recibía cantidades ridículas de dinero por solo acabar con la vida de personas que no valían absolutamente nada. Recibiendo órdenes de una estúpida mafia que solo quería tratar de cambiar el mundo, tampoco era como si le importase mucho, no tenía ningún motivo para decir "Oh no, no quiero morir, tengo un futuro por delante y muchas cosas por hacer". Ridículo. La vida era asquerosa y vacía, repleta de gente hipócrita que solo piensa en sí misma, personas que profesan amor eterno y mil mierdas más para al final terminar masacrando ese mismo "amor" de la manera más cruel.

"La crueldad, lejos de ser un vicio, es el primer sentimiento que la naturaleza nos infunde."

No podía estar más de acuerdo con esa frase. Ese era el único sentimiento que mantenía y eso le había llevado a donde estaba, él estaba bien con eso. No necesitaba amor en su vida ni nada de esas mierdas de cuentos de hadas, lo único que él necesitaba era una persona que se entregase a él, en cuerpo y alma, que tomara los riegos y solo se enfocara en él, en complacer todos sus deseos. Y ahí era donde entraba Jimin.

El chico de cabello rosa, con una alma pura y blanca para manchar, con un cuerpo débil para romper, con sentimientos frágiles para destrozar, mente fácil para manipular y un corazón tan vivo y latente para robar.

Jimin lo miraba con una ilusión tan grande que hacía brillar sus ojos, ni siquiera el parecía consciente de ese brillo que suplicaba de forma silenciosa que lo mantuviera a su lado a pesar de estuviese arriesgando su vida en el proceso.

Jimin era una luz, esa luz que hacía falta en su vida. Jimin poseía esa alma tan perfecta qué Yoongi nunca tendría.

Envidiaba al pelirosa, la manera en que sonreía, tal real y sincera, sin ningún motivo oculto, solo sonreía de regocijo, reflejando los sentimientos de su corazón y de su alma, era un ser tan puro, era un ángel.

Y Yoongi sólo era un pobre diablo, un demonio, una escoria que solo quería robar su alma y su felicidad, todo eso qué él nunca tuvo.

Suspiró mirando hacía el techo y miró la hora, eran las dos de la madrugada y él no poseía ni una gota de sueño. Observó su teléfono pensando un poco antes de marcar y llevar el celular a su oreja.

¿Si... Diga? ―La voz del pequeño pelirosa sonó ronca desde el otro lado de la línea.

Jimin. Lamento despertarte ¿puedo pasar por ti? ―El pelinegro mordió su labio.

¿Ahora?

―Sí. ―Yoongi rascó su nuca intranquilo.

El pelirosa suspiró resignado luego de unos segundos. Está bien, estaré listo en cinco minutos.

―En quince minutos estoy allí. ―Colgó.

El pelinegro corrió escaleras arriba y se metió a la ducha restregando su cuerpo lo más rápido que pudo, al salir se enfundo en unos jeans de mezclilla y una camiseta negra, tomó una sudadera y luego corrió de vuelta hasta el estacionamiento.

Condujo por encima del límite de velocidad a la casa del pelirosa, gracias al cielo eran las dos de la madrugada y las calles estaban vacías. Diez minutos después aparcó frente a la casa de Jimin quien se encontraba sentado en los escalones de la entrada abrazándose a sí mismo para contener el frío, casi corrió hasta el auto del pelinegro y se subió dedicándole una sonrisa con su adormilado rostro.

Yoongi no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa al ver al pelirosa con su cara de medio dormido y su pelo algo revuelto.

Yoongi condujo en silencio devuelta a su casa mirando de vez en cuando al pelirosa que luchaba por no quedarse dormido. ― ¿Por qué me llamaste a esta hora? ―cuestionó el pelirosa soltando un bostezo.

El pelinegro se relamió los labios pensándolo un momento. ―No lo sé, fue un impulso ―respondió sinceramente mientras estacionaba el auto en su lugar.

Cruzaron la recepción en silencio y subieron al elevador sin dirigirse la mirada. Jimin observó a Yoongi de reojo y no pudo evitar lanzarse encima de él para besarlo, de repente sintiendo cómo todo rastro de sueño se esfumaba de su cuerpo. Yoongi se tambaleó un poco pero no tardó en tomar al pelirosa de la cintura y seguirle el hambriento beso, sus besos, esos besos que sabían a salvación, esos besos tan dulces, como el pecado que él era.

Entraron al apartamento sin dejar de besarse y luego de cerrar la puerta Yoongi cargó a Jimin haciendo que enredara sus piernas alrededor de su cadera. Caminó con él hasta su habitación sin dejar de besarlo y una vez allí lo recostó sobre la cama sacándole la gruesa sudadera que llevaba, el chico debajo de él tembló al sentir sus dedos fríos rozar sus costados y Yoongi agarró un antifaz que estaba sobre mesilla para colocárselo al menor quien no protestó al respecto.

El pelinegro paseó su boca por todo su cuello dejando besos húmedos, desde la base de su garganta hasta el abdomen, haciendo qué el menor gimiera bajito sintiéndolo como música para sus oídos. El aroma de Jimin era exquisito, la manera en que su cuerpo reaccionaba ante sus toques y lo dócil que se volvía estando entre sus brazos lo hacían excitarse de sobremanera.

Yoongi sacó los pantalones del pelirosa de un tirón y los arrojó a algún lugar de la habitación. El pelinegro se inclinó debajo de la cama agarrando las cuerdas aseguradas debajo de esta, había sido buena idea colocarlas allí, sabía que pronto les daría uso. Tomó una de las manos del menor y la amarró, no demasiado fuerte, pero si negándole realizar algún movimiento, hizo lo mismo con su otra mano y se alejó para apreciar a Jimin quién respiraba agitadamente debido a la excitación. Yoongi sacó un encendedor de su bolsillo y encendió las velas que reposaban sobre la mesilla antes de apagar la luz, la habitación fue iluminada únicamente pero el tenue resplandor de las velas y Jimin se estremeció cuando notó el aroma de la cera.

Se acercó de nuevo al cuerpo del menor subiéndose a horcajadas sobre él, luego se acercó para poder morder y lamer su oreja mientras escuchaba sus suspiros entrecortados. Besó su cuello haciendo que se removiera debajo de él, acarició sus muslos y bajó su vista hasta a su entrepierna percatándose de la erección que comenzaba a formarse detrás de la tela de su ropa interior.

Descendió lentamente tomando el elástico de su bóxer y comenzó a sacárselos con una lentitud tortuosa. Jimin mantenía los labios abiertos, disfrutando de cada caricia del mayor pacientemente. Se sentía derretir en las manos del mayor, Yoongi lo tocaba y podría jurar que no necesitaba, ni quería las manos de nadie más sobre su cuerpo por el resto de su vida.

El pelinegro terminó de retirar su ropa interior acariciando sus blancas y fornidas piernas con deseo, el frío rozó la entrepierna del menor haciéndole alzar la cadera dejando a la vista su entrada. Eso volvió loco a Yoongi quien se agachó nuevamente debajo de la cama sacando otro par de cuerdas que ató a los tobillos del menor dejándole totalmente inmóvil.

Yoongi se separó del chico y lo observó, atado y sumiso, se relamió los labios con un profundo deseo sintiendo como su erección comenzaba a doler. Agarró una de las velas en la mesilla y observó la llama ardiente, posó su dedo sobre esta quemándose un poco, disfrutando del ardor mientras observaba a Jimin quien se restregaba contra el colchón en busca de contacto.

―H-hyung... Haga algo... ―pidió en un hilo de voz el pelirosa y Yoongi sonrió con lujuria.

Sostuvo la vela encima del pecho del pelirosa y luego la inclinó un poco haciendo que la espelma caliente cayera en el pecho del pequeño.

― ¡Ah! ... Mgh... ―El castaño chilló alto al sentir la sustancia arder en su piel.

Yoongi lo miró fascinado y volvió a inclinar la rojiza vela, derramando esta vez una gota más grande, Jimin fruncía el ceño y se retorcía en la cama gimiendo, pero podía notar que lo estaba disfrutando por el modo en que su erección se alzaba. Yoongi hizo un camino de cera caliente desde el pecho hasta las piernas del menor, dejando caer solo pequeños puntos. Jimin se sentía enloquecer ante la sensación. El miembro del pelirosa estaba duro y la punta brillaba debido al líquido pre seminal.

Yoongi agarró una aguja de la mesilla y delineó los duros pezones del pelirosa con la misma, para luego enterrarla un poco en el medio de su pecho haciendo gritar a Jimin.

― ¡H-hyung! Eso dolió ―chilló el menor. El pelinegro raspó con la aguja desde su pecho hasta su vientre haciendo que Jimin soltara un agudo gemido cuando clavó un poco cerca de su ombligo, Yoongi sonrió complacido.

El mayor se mantenía atento a cada expresión de Jimin, la manera en que mordía sus labios para contener sus gemidos o como sacudía la cabeza para tratar de desvanecer el placer tan abrumador que lo inundaba. El pelinegro mordió todo el torso del pelirosa, a veces suave y otras un poco más duro, dejándole algunas marcas a la limpia piel del menor.

―Tóqueme... Por favor ―susurró Jimin casi suplicando.

― ¿Donde? ¿Aquí? ―El pelinegro apretó un poco su miembro sacándole un gemido― ¿O aquí?

Rozó su entrada con los dedos haciéndole apretar los puños, tirando del agarre en sus muñecas.

―A-ambos. ―Jimin jadeaba desesperado, lloriqueando por la falta de atención.

Yoongi no hizo esperar más al castaño y lamió dos de sus dedos acercándolos a la entrada del menor al mismo tiempo que comenzaba a masturbar su miembro con su otra mano, Jimin chilló cuando Yoongi metió dos dedos de golpe, bombeando con fuerza en su interior, su mano se movió sobre el miembro del contrario aún más rápido haciendo que el pelirosa se deshiciera en gemidos. Jimin echaba la cabeza hacia atrás y tiraba de los agarres lastimándose un poco debido a que no podía moverse demasiado, el no poder ver nada sólo intensificaba las sensaciones y arqueó la espalda cuando sintió la boca de Yoongi envolver su miembro, ese hombre iba a matarlo.

―H-hyung... Quiero sentirlo ―pidió Jimin en un suspiro lastimero y Yoongi luchó por controlarse para no correrse allí mismo.

Liberó los tobillos del menor y se desvistió rápidamente antes de situarse entre sus piernas abriéndolas lo más posible. Escupió sobre su miembro y pasó su mano sobre este para lubricarlo, alineó la punta con la entrada del menor y se abrió paso entre sus paredes, metiendo solo la punta y volviéndolo a sacar, repitió esto varias veces, sólo estaba provocándolo, y funcionó porque al cabo de un par de movimientos el menor se quejó desesperado y lo abrazó con sus piernas haciendo que se enterrara de una sola estocada en su interior. Yoongi contuvo la respiración.

―T-Tan apretado ―musitó Yoongi echando la cabeza hacia atrás al sentir la caliente entrada de Jimin envolverlo por completo.

―H-hyung... Muévase ―ordenó Jimin. Casi podía sentir las venas de la dureza del mayor a la perfección dentro de él y eso solo lograba desesperarlo más.

El mayor comenzó a embestirlo lentamente disfrutando de la sensación de su miembro siendo estimulado por aquel buen culo. La fricción era exquisita, Yoongi quería quedarse en ese momento para siempre.

Jimin jadeaba debido a los momentos lentos del mayor y gotas de sudor recorrían su cuerpo.

―Quiero verlo ―demandó el pelirosa relamiéndose los labios y Yoongi le quitó el antifaz.

Jimin observó al mayor con apetito, no podía haber una imagen más provocadora que esa, el pelinegro sudoroso entre sus piernas, moviéndose lentamente y mordiendo sus labios mientras gruñía de placer. Su cabello revuelto sobre su frente y las manos venosas con las que se agarraba a sus caderas, era simplemente espectacular.

Yoongi abrió los ojos y se inclinó para besar al pelirosa con urgencia, mordió sus labios y lamió el contorno de estos; Jimin ahogó un gemido en sus labios cuando Yoongi comenzó a embestirlo más áspero. Tocando su punto dulce.

Jimin volvió a tirar de los amarres sintiendo cómo las cuerdas se enterraban en la piel de sus muñecas provocándole un ardor en cierto punto satisfactorio. Yoongi se apoyó en la cama posando un brazo a cada lado de la cabeza del menor embistiéndolo con rudeza.

―Más, Yoongi... ―gimió.

―Mierda, Jimin. Me voy a correr tan duro ―avisó el pelinegro.

―Lo quiero todo dentro.

Aquellas palabras crearon un cortocircuito en el sistema de Yoongi, cómo si un interruptor hubiese sido presionado sus caderas golpearon con más fuerza, Jimin se sentía lleno y era tan jodidamente placentero que no fue necesario tocar su miembro para que se corriera violentamente, soltando grueso hilos de semen sobre su vientre.

Las paredes del menor se contrajeron apretando deliciosamente el miembro del mayor quién no detuvo sus embestidas hasta soltar todo su semen dentro del contrario, tal y cómo lo había pedido, gruñendo mientras aún sentía los espasmos de aquel intenso orgasmo. Desató las manos del pelirosa sintiendo su cuerpo pesado y luego se dejó caer a su lado totalmente drenado.

Jimin se acercó a Yoongi y lo abrazó reposando su cabeza sobre su pecho escuchando el latir desenfrenado de su corazón. El pelinegro cerró los ojos sintiéndose relajado y luego de algunos minutos ambos se quedaron dormidos sin decir una palabra.

El pelirosa se encontraba sentado en la barra terminando su desayuno, observando la nota que Yoongi había dejado sobre la misma junto a algunos billetes para que tomara un taxi. El pelinegro había tenido que salir temprano porque tenía trabajo que hacer y no volvería temprano para llevar a Jimin a su casa.

El pequeño dejó el plato en el fregadero y subió para revisar el armario de Yoongi, tomó un abrigo grueso y recogió sus cosas incluyendo el dinero antes de salir del lugar. Bajó en el elevador y camino un poco hasta la calle para esperar un taxi, cuando uno paró se subió indicándole la dirección y comenzó a meditar que le diría a SeokJin.

Al llegar a su casa lo pensó un momento antes de abrir la puerta, para su sorpresa, no había nadie, a excepción de una nota en la mesa.

"Tuve que salir temprano, no entré a tu habitación para no despertarte, el desayuno está en el microondas, te quiero.

Jin."

Jimin soltó un suspiro aliviado y subió a su habitación para ordenar un poco.

Tocaron la puerta de la entrada haciéndolo fruncir el ceño, y luego de considerar el hecho de fingir que no había nadie bajó calmadamente para abrir encontrándose con un Jungkook sonriente.

― ¡Hola, Jimin! ―saludó el castaño envolviéndolo en un efusivo abrazo.

―Hola, Kookie ―saludó Jimin de vuelta dedicándole una tierna sonrisa y haciéndose a un lado para que pasara.

―No, no, yo venía a invitarte a tomar un helado. ―El castaño sonrió y Jimin lo pensó un momento antes de asentir.

―De acuerdo, espera un momento. ―Jimin corrió hacia su habitación y tomó una chaqueta para luego salir de casa.

Subieron al auto de Jungkook y este condujo hasta el lugar donde tomarían los helados.

― ¿Qué tal las cosas con Taehyung?

―Recibí un mensaje de él diciendo que teníamos que hablar, no sé si algo bueno o malo ―comentó frunciendo el ceño y Jimin sonrió.

―Esperemos lo mejor. ―Jungkook asintió y se estacionó frente a una heladería muy conocida en la zona. Entraron al lugar en el cual había bastante gente e hicieron la fila para pedir sus helados mientras conversaban alegremente.

Al pedir sus helados caminaron hasta el parque que estaba situado justo en frente y se sentaron en una de las bancas a comer tranquilamente. Jungkook le estaba contando una historia a Jimin y este prestaba suma atención respondiendo sólo cuando lo veía necesario.

De un momento a otro el silencio se apoderó de la conversación y Jungkook se quedó mirando a Jimin fijamente haciendo que este se sonrojara.

―Eres muy bonito, Jimin...

El pelirosa bajó el rostro avergonzado pero la mano del castaño lo detuvo haciéndolo que lo mirara, Jimin tragó saliva cuando el castaño se acercó y lentamente rozó sus labios con los suyos.



Yoongi aparcó el auto junto al parque y se dispuso a caminar hasta el edificio frente a este cuando una curiosa imagen captó su atención. Achicó los ojos tratando de ver mejor y se paralizó cuando sus ojos enfocaron la escena.

El maldito novato estaba besando a su Jimin.

El pelirosa se apartó bruscamente mirando a Jungkook confundido y dijo algo que él no pudo escuchar. Observó como luego de intercambiar algunas palabras se dirigieron al auto del menor, y él no lo dudo ni un segundo antes de mandar el trabajo a la mierda y subirse a su auto para seguirlos.

Yoongi aparcó mucho más atrás de Jungkook evitando que lo notara cuando llegaron a la urbanización donde vivía el pelirosa, Jimin se bajó y luego de discutir unos segundos con el castaño abrió la puerta y entró a su casa. El castaño arrancó y se fue por donde vino, Yoongi bajó del auto caminó a paso acelerado hasta la vivienda del menor, una vez estuvo frente a la puerta golpeó con un poco de insistencia.

―Te dije que te fueras, Jungkook ―exclamó el pelirosa antes de abrir la puerta. Se quedó helado al ver a Yoongi parado frente a él con la cólera atravesando sus facciones― Y-Yoongi... ¿Q-que haces aquí?

― ¿Puedes explicarme porque Jeon te besó? ―El menor tembló y retrocedió un poco, Yoongi aprovecho para entrar y cerrar la puerta detrás de él―. Habla, Jimin.

Jimin no tenía tiempo para pensar cómo era que Yoongi había visto aquello, pero algo le decía que debía hablar rápido si no quería empeorar las cosas.

―Y-Yo... No lo sé... Él dice que fue un impulso. ―Jimin bajó su cabeza mirando hacia el suelo, sintiéndose demasiado intimidado por el mayor.

― ¿Es cierto qué te acostaste con él? ―soltó de pronto. Jimin se tensó al instante, la voz de Yoongi sonaba tranquila, pero lanzaba dagas al mismo tiempo.

―E-eso... N-no... Fue hace tiempo y... ― Jimin balbuceo. Trató de volver a hablar, pero el mayor lo hizo callar con un gesto de su mano.

Jimin alzó la cabeza y tragó saliva al ver la expresión del mayor. ―N-no tengo nada con Jungkook, él fue quien me beso...

Yoongi le dio la espalda, respirando agitadamente, realmente estaba luchando por controlarse.

―No... No fue nada, lo juro. ―Jimin temblaba asustado.

― ¡Me vale mierda! ―Yoongi volteó bruscamente mirándolo con la ira inyectada en sus ojos ― ¡Eres mío! ¡MÍO, MALDITA SEA!

El pelinegro tomó el brazo de Jimin con brusquedad. Allí estaba el verdadero Min Yoongi.

El menor se encogió sin atreverse a mirar a Yoongi a la cara. ―Y-yo... No...

― ¡NADIE PUEDE TOCARTE, JIMIN! ¡NADIE! ―Yoongi apretó su brazo. ― ¿Entiendes eso?

El mayor siseo molesto y Jimin sintió sus ojos inundados de lágrimas, él sentimiento de peligro comenzaba a disparar las alarmas dentro de él, su subconsciente le decía que corriera, pero sus piernas no respondían.

―Tú... Tú y yo no somos nada, solo nos estamos acostando. ―Y esa fue la gota que colmó el vaso. El puño de Yoongi impactó contra la mejilla del menor lanzándolo al suelo de golpe y haciéndolo gemir debido al dolor. La sangre salió en un hilo desde su nariz y su labio.

Jimin tembló y sollozó. ¿De verdad se había atrevido a hacerlo? ¿De verdad Yoongi lo había golpeado?

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