11
Reescrito.
Luego de unas cuantas rondas más de sexo duro contra la barra, Jimin se había bañado y vestido con algunas prendas que había tomado del armario de Yoongi.
Ahora habían salido a una florería a pedido de Jimin, quién le había dicho a Yoongi que desde hace mucho tiempo quería comprar una planta nueva. El pelirosa era secretamente un gran fan de las flores, cactus y cualquier planta de jardín. No podía evitar querer llenar su casa con plantas cada vez que visitaba una florería, eran demasiado bonitas.
Yoongi aparcó frente a una gran florería que al mismo tiempo poseía un invernadero en el cual cultivaban distintos tipos de plantas. Bajaron del auto y caminaron hacia el interior del lugar. Jimin examinó al mayor con la mirada, fascinado al verlo por primera vez con ropa casual, sin traje. Unos simples vaqueros abrazaban sus delgadas piernas y una sencilla camiseta blanca con unas deportivas. Sin duda se veía más joven, aunque no perdía esa aura dominante que lo envolvía.
Cuando estuvieron dentro una fragancia muy agradable les dio la bienvenida. El lugar era colorido, adornado por la inmensa variedad de plantas y macetas que había. Había desde grandes helechos, lindos bonsáis, hasta tiernas flores en miniatura.
Jimin se paseó por el lugar examinando cada una de las flores que le llamaban la atención. Yoongi caminaba detrás de él en silencio sólo observando cada acción del menor, la manera en que cerraba los ojos y su rostro se relajaba cuando aspiraba el aroma de las flores o cuando pasaba sus dedos por lo pétalos de las mismas tratándolas con sumo cuidado.
Había todo tipo de flores en el lugar, desde rosas, tulipanes, pensamientos, girasoles y muchas más cómo para enumerar.
La atención de Jimin fue captada por una única maceta dentro de una vitrina de cristal asegurada por un candado y rápidamente se acercó observando las hermosas rosas negras en aquella llamativa maceta.
El encargado del lugar que era un señor de edad bastante avanzada quién se acercó al par de chicos captando su atención.
― ¿Algo en lo que pueda ayudarlos? ―ofreció el señor sonriendo cordialmente y Jimin señaló a la rosa negra sin poder hablar.
― ¿Es real? ―cuestionó Jimin embelesado ante la belleza de aquella flor, el negro era intenso y la forma de estas era perfecta.
Desde el momento en que la vio la rosa le recordó a Yoongi. Si había un color que definiera al platinado sin duda, era el negro. La elegancia de aquella flor era exquisita, por no hablar de lo excepcional que era, jamás imaginó que una flor así pudiese existir.
― Sí, es real. Hasta donde tengo entendido.
― ¿Como es posible que sean negras? ―Jimin no podía apartar la vista de aquellas rosas.
― Son importadas de un "pueblo fantasma" llamado Helfeti. Aún no sabemos cómo es posible, lo que sabemos es que es el único lugar donde se cultivan. Es la primera vez que envían unas, no sabemos ni siquiera cuanto es su tiempo de vida, o los cuidados exactos que requiere.
― ¿Están a la venta? ―habló Yoongi por primera vez desde que entraron al lugar. Había notado la fascinación de él menor hacia aquella flor, y si él quería esas rosas, él se las daría.
―Sí, lo está... Pero el precio es algo elevado para ser una flor. ―El anciano se rascó la nuca mirando a Yoongi.
― ¿Cuanto? ―insistió el platinado.
―Diez...
― ¿Diez dólares? ―repitió confundido.
―Diez mil. ―El señor habló casi en un susurro temiendo qué Yoongi le gritara o algo por el estilo, pero el chico solo río haciendo que el anciano y Jimin lo miraran confundido. Jimin aún estaba procesando.
― ¿Las quieres? ―Yoongi se dirigió directamente a Jimin posando su mano sobre su hombro.
―Yoongi. Es demasiado costoso. ―El pelirosa fue interrumpido enseguida por el mayor.
―Te pregunte si las querías, no qué te parecía el precio.
―B-bueno... Realmente me gustan. ―Eso fue suficiente para Yoongi quién sonrió complacido e hizo un gesto al encargado, este asintió guiando a Yoongi hasta la caja.
El mayor sacó una brillante tarjeta y se la pasó al adulto quien rápidamente hizo todo el proceso y luego le entrego una factura a Yoongi acompañada de lo que parecía ser una especie de certificado de autenticidad, acto seguido se dirigió a la vitrina para abrir esta con una llave y así poder sacar la planta para entregársela a su nuevo dueño, Jimin sonrió al poder verla más de cerca.
―Un dato curioso acerca de las flores negras ―El señor habló―. Aparte de ser excepcionales, las flores negras son símbolo de seriedad y control, aparte de que las rosas son unas de las flores más elegantes ya de por sí.
El hombre hizo una pausa y miró a ambos chicos antes de continuar.
―Pero el mensaje más bonito y extendido dentro de este mundo de simbología tan hermoso como es el de las flores, es que las que portan el negro en sus hojas o pétalos nos transmiten un bello mensaje de amor y de tranquilidad. Un amor limpio y que se entrega de manera total y absoluta.
El dueño les dedicó una sonrisa cómplice a los chicos y luego se despidió de estos, quienes agradecieron y luego salieron de la tienda para subir al auto de Yoongi.
Jimin acariciaba suavemente los pétalos de la flor y giro su vista sonriendo en dirección a Yoongi.
―Muchísimas gracias, Hyung. De verdad.
El mayor miró a Jimin y un sentimiento de satisfacción lo invadió al ver la sonrisa complacida del menor. Podría acostumbrarse a esa sonrisa. Por otro lado, el pelirosa nunca esperó recibir un regalo tan costoso.
Yoongi le sonrió de lado y no dijo nada, sólo se dedicó a conducir.
― ¿A dónde vamos, hyung?
―A comer. ¿No tienes hambre? ―El pelirosa asintió arrugando su nariz mientras aspiraba los pétalos de la planta.
―Bien, entonces pasaremos a tu casa a dejar la flor y luego iremos por comida italiana. ¿Te parece?
― ¿Le gusta la comida italiana? ―curioseó Jimin. Yoongi lo miró durante unos segundos.
― ¿A ti no?
―Mhm, me gusta la pasta, así que supongo que sí. ―El platinado asintió con una pequeña sonrisa y Jimin se bajó rápidamente del auto al llegar a su casa.
Empujó la puerta y se percató de que no había nadie, se dirigió a la cocina y dejó la maceta sobre la encimera antes de salir de nuevo cerrando la puerta detrás de él y subiéndose de nuevo al auto de Yoongi. El mayor arrancó inmediatamente hacia el restaurante y Jimin aprovechó para acurrucarse en el asiento como siempre hacía mientras veía a través de la ventana.
Al cabo de quince minutos Yoongi aparcó el auto en el estacionamiento de un gran restaurante y ambos bajaron. Jimin caminó al lado del platinado quien pasó un brazo sobre sus hombros para atraerlo más cerca y así alejarlo un poco del frío, el pelirosa agradeció el gesto internamente.
Al entrar al lugar un mesero los guio hasta una mesa en la terraza del lugar, ya era de noche por lo cual el ambiente era muy agradable, en la zona donde estaban no había demasiada gente, y gracias a eso se sentían bastante cómodos.
― ¿Ya saben que ordenar? ―Un mesero se acercó para tomar su orden y Yoongi alzó la mirada del menú para mirar a Jimin.
―Comeré lo mismo que tú ―habló Jimin con una sonrisa, Yoongi asintió
―Dos platos de Tortellini con salsa de pesto rojo ―pidió el pálido con la vista puesta en el menú―. Y una botella de Cheateu Lafite 1787.
Yoongi entregó devuelta el menú al mesero y este se marchó después de haber apuntado su orden. Jimin miró a Yoongi expectante pensando en algún tema de conversación.
― ¿Por qué haces esto? ―Jimin jugó con sus manos y mordió sus labios evitando colocarse nervioso.
― ¿Qué cosa? ―preguntó el platinado sin tener idea de lo que Jimin decía.
―Comprarme flores caras, llevarme a comer, ser... Amable. ―Los labios de Jimin formaron una línea.
―Nos estamos acostando, Jimin ―soltó Yoongi con aspereza―Verás... ―suspiró frustrado―. Sé que esto terminará en algún momento, Jiminnie. Y no terminará de buena manera, así que tal vez trato de compensarlo de alguna forma, para que al final todo no sea, no sé, tan malo.
Yoongi hablaba pausadamente sin apartar sus ojos de Jimin, atento a cualquier reacción por parte del pelirosa. Jimin entendía lo que estaba tratando de decir, pero no quiso responder, instándolo a que continuara.
―Tengo muchos enemigos. Uno de ellos es tú padre ―declaró. Jimin abrió mucho los ojos, aunque era algo que ya imaginaba ―. El día que se enteren de... Esto. Van a hacer todo lo posible por separarnos ―Yoongi bufó antes de continuar―. No dejaré que nadie que no sea yo te lastime. Eres mío, Jimin. En mente, cuerpo y alma.
― ¿Qué es lo que planeas hacerme, Yoongi? ―Jimin relamió sus labios.
―Matarte ―soltó con naturalidad.
El aire se escapó del cuerpo de Jimin y por un momento sintió miedo. Sabía que no saldría ileso de aquello, pero ¿matarlo? ¿no era demasiado?
―Voy a hacerte sufrir tanto, qué al final querrás suicidarte. Te causaré tanto dolor, qué al final... Me odiarás. Odiarás el que te haga adicto a todo lo que te haré sentir.
Jimin tembló antes las palabras del mayor.
―Debo estar loco ―Jimin soltó una pequeña risa―. Pero si viene de ti, lo quiero todo Yoongi.
―Aún estás a tiempo de arrepentirte, Jimin. ―Yoongi lo miró serio.
―No me arrepentiré. ―Jimin lo miró fijamente.
―Podría matarte.
―No me molestaría morir en tus brazos ―soltó de pronto sorprendiéndose a sí mismo con sus palabras, eso probablemente había sido lo más jodidamente cursi que había dicho en toda su vida. Pero solo estaba diciendo lo que su corazón sentía, no podía apartar su mirada de los oscuros ojos del platinado, lo atraían como un imán, absorbiendo cada parte de su ser.
―Nunca me enamoraré de ti, Jimin. Te dije que no conozco tales sentimientos.
―Tampoco estoy esperando qué lo hagas. Te dije que quiero cualquier cosa que tengas para ofrecerme.
―Jimin... ―El mayor suspiro cerrando los ojos antes de hablar, pero Jimin lo interrumpió.
―Sé que estoy condenándome, Yoongi. Sé que estoy vendiendo mi jodida alma al diablo. Pero te veo, y puedo jurar que nací para hundirme contigo. Que nací para estar atado a ti. Nací para estar contigo. Seré tuyo, Yoongi. De la manera en que quieras.
El platinado esbozó una sonrisa ante las palabras del menor. ―Eres un masoquista, Jimin.
―Tú masoquista, Yoongi.
Jimin se encontraba sentado en uno de los taburetes de la barra con Jackson frente a él, ambos observando las rosas negras en medio de ellos.
―Así qué... Te compró unas rosas de diez mil dólares. ―Jackson habló sin apartar la mirada de aquellas rosas, tan maravillado cómo había estado él la primera vez. Jimin asintió inexpresivo sin dejar de ver las flores.
―Y te llevo a comer. En uno de los restaurantes más caros de la ciudad. Bebieron una botella de Cheateu Lafite del 87.
Jimin asintió nuevamente.
― ¿Nunca me has mirado con deseo, Jimin? ―Jackson lo miró seriamente.
―Hugh no, a mí me gustan los hombre ―bramó Jimin haciendo una fingida mueca de asco.
― ¡Soy hombre! ¡Mark es el pasivo! ―Jackson protestó ofendido haciendo reír a Jimin.
―Por otro lado... ¿Por qué preguntas eso? ¿Acaso quieres coger conmigo? ―Jimin frunció el ceño.
―Jiminnie, si Min Yoongi ha hecho todas esas cosas por ti, y sólo se han acostado tres veces, significa que tienes algo especial, y yo quiero averiguar qué es. ―El pelinegro lo miró coqueto y Jimin solo volvió a reír golpeando con fuerza su brazo.
― ¿También faltarás a clases esta semana? ―Jackson miró a Jimin y este se encogió de hombros.
―Estoy pensando en abandonar la carrera... ―Jimin agachó la mirada.
― ¿Estás seguro?
El menor asintió.
― ¿Y tu trabajo? ―Jackson miraba a Jimin como si se estuviera volviendo loco de repente y probablemente tenía razón.
―Yoongi volvió a contratarme como su acompañante personal.
El sonido del celular de Jackson los hizo callar, y este rápidamente contesto cuando vio que se trataba de Mark. Luego de intercambiar un par de palabras le informó a Jimin que debía irse y luego de abrazar al menor a modo de despedida salió de la casa.
Jimin se levantó y se dispuso a arreglar la cocina y lavar los platos. El día de hoy no había visto a Yoongi y Seokjin aún no llegaba del trabajo por lo tanto había estado sólo hasta la visita de Jackson, miró el reloj que marcaba las seis y pensó en tomar una ducha cuando terminase su labor.
En el momento en el que se disponía a guardar los platos el timbre sonó haciéndolo fruncir el ceño al mismo tiempo que caminaba hacia la puerta. Abrió la misma y se espantó cuando Jungkook cayó encima de él casi inconsciente.
Estaba sucio y cubierto de sangre, claramente había recibido una paliza. Jimin lo tomó con cuidado pasando un brazo por su cintura y lo ayudó a sentarse en el sofá. Sostuvo su rostro para que lo mirara, un hilo de sangre salía de su nariz y de la comisura de sus labios, también había una abertura en la parte superior de su ceja, sus pómulos tenían marcas violáceas y varios arañazos cerca de sus mejillas, su camisa estaba arrugada y salpicada de sangre, definitivamente no habían tenido piedad con él.
― ¿Qué te paso? ―interrogó Jimin demasiado preocupado. El castaño tragó saliva con dificultad tratando de responder. Jimin acarició su cabello apartándolo de su frente.
― ¿Quién te hizo esto, Kookie? ―volvió a preguntar y el silencio se mantuvo hasta que Jungkook respondió en un susurro demasiado ronco.
―T-Taehyung...
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