Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

DOCE: SACRIFICIOS

Nunca se puede tener todo en la vida. Es una ley que aprendes conforme vas creciendo.

La publicidad te rodea de mensajes incitándote a luchar por lo que deseas, a sacarle el jugo al día a día, a estrujar hasta la última gota de tu presente, asegurándote que es solo cosa de esfuerzo obtener lo soñado, pero no es así.

Hay un límite infranqueable que te obliga a decidir, a priorizar, a elegir.

Elegir es algo muy importante para las personas en general, y quizás no le tomamos el peso necesario. Elegir le da un valor superior a una cosa sobre la otra, y ese valor se gesta desde nuestras propias vivencias. Si elegimos el verde sobre el azul es por algo, quizás una anécdota de infancia, quizás porque ya hemos saturado nuestra vida de azul y deseamos un cambio, o quizás es un presentimiento. Incluso, si tiramos una moneda para decidir estamos confiando que el azar dará la respuesta correcta, evidenciando una parte esotérica de nosotros mismos.

Elegir es personal, por lo mismo, nadie más que tú puede hacerlo.

Me paso días sin hablar con nadie, evitando a toda costa a Mario.

Algunas tardes miró al techo esperando que del cielo raso caiga la respuesta. Otras me quedo viendo la tetera hervir, a la espera que su grito infernal susurre en mi oído lo que debo hacer. Pero nada.

Mario o Ariel es un asunto innecesariamente complicado que me trae más preocupada de lo que quiero.

La mitad del tiempo se me va imaginando lo que pasaría si me decido por Mario, si lo «considero», pero ni siquiera una chispa de emoción se alberga en mi pecho. Es mi amigo, y como tal lo quiero, pero solo eso, y con seguridad no voy a sentir nada por él ni este día ni en diez años.

Su amor no correspondido terminará por destruirnos, y yo habré sacrificado a Ariel por nada.

Por otro lado, en mi cabeza―casi como en una película―, yo irrumpo en la oficina de Ariel y le exijo que me ame. Le doy un discurso emotivo, uno donde mis sentimientos afloran tan bellos y convincentes, que él se queda sin palabras y se rinde ante lo innegable.

Ahí pierdo a Mario, solo a Mario. Y de paso me convierto en una persona completamente distinta.

Solo en mi imaginación Graciela puede entrar en algún lugar sin pedir perdón ni permiso, en la vida real se esconde a la espera que una iluminación divina le entregue las respuesta.

Además está el factor Ariel, quien ya ha decidido por mí, eligiendo a Mario por sobre la posibilidad que entre nosotros hubiese algo. Si lo escojo no importa, porque él ya lo ha hecho.

Los matices comienzan a enloquecerme, y entre más lo pienso más tonos de grises se adicionan a mis tribulaciones.

Elegir no es fácil, no es grato. Elegir, como dije antes, es poner una cosa por sobre otra, y no puedo poner a ninguno de los dos sobre el otro. O quizás no quiero.

Por otro lado, no hacerlo, no escoger nada y esperar que la vida se pase frente a mis ojos como si yo fuera una mera televidente de mi existencia, no es posible.

Hacer eso es perderlo todo y a todos.

Al final tomo una decisión drástica, una que sale desde mi rabia, desde mi independencia, desde lo profundo de mi alma.

―Estoy enamorada de tu hermano.

Lo suelto luego de citarlo a tomar un café. No hemos hablado lo suficiente como para que le dé la noticia, y hasta parece fuera de lugar.

El detiene el sorbo que iba a darle a su café y me queda mirando. No digo nada más, porque no sé qué decir.

He decidido confesarme porque no quiero mentir. Sé que no puedo pensar en Mario como algo más, simplemente no puedo, y tampoco puedo estar con Ariel mientras Mario esté enamorado de mí.

Yo y Ariel somos imposibles, y si tengo que elegir creo que prefiero ser amiga de Mario que estar con su hermano. Prefiero la realidad a una quimera. Es gracioso, porque al final tanto Ariel como yo preferimos a Mario antes que nosotros mismos, así de importante es él para nosotros.

―¿Me estás hueviando?― dice después de un eterno silencio, frunciendo el ceño en una mezcla de impresión y desconcierto.

Me sorprende el hecho de que use garabatos, Mario no es muy amigo de los improperios.

―No―respondo apesadumbrada, hasta un poco culpable.

―O sea, tú y él...

―No, no, para nada. Él no sabe nada―miento―. Es algo mío, una tontería. No vayas a decírselo.

―¿Por qué se lo diría?―masculla. Se toma un rato para pensar y luego continúa:―Él no es para ti Graciela, de verdad, es mi hermano y lo quiero, pero de verdad no harían buena pareja. Tú eres distinta a él, piensas en lo demás y cuidas de todo, mi hermano es egoísta y egocéntrico, lo primero para Ariel es su sombra.

Siento algo de pena al oírlo hablar mal de su hermano, del mismo que se sacrificó por él, pero de pronto me doy cuenta de que no lo dice en serio, lo dice porque está enojado, porque está enamorado. Al igual que yo, ha elegido, y deja que lo domine la rabia antes de ser el Mario que tanto quiero.

Está siendo egoísta, como todos lo hemos sido en algún punto.

―Lo sé―respondo cabizbaja y entro en su juego―, es una tontería, pero te lo digo porque quiero que sepas la razón por la cual no...

―¿No qué? De verdad Chela, mi hermano no es para ti.

―Y lo sé―reitero―, pero no es como si yo decidiera enamorarme de él. Solo pasó. No voy a ir corriendo a buscarlo, pero estoy enamorada―miento de nuevo, y me parece irónico que esté haciendo todo esto porque de un principio quise ser sincera.

Es más fácil así, Mario tiene suficiente con saber que no le correspondo, como para además tener que lidiar con la culpa de las decisiones de Ariel.

Las decisiones son personales, no debemos ponerlas en los hombros de alguien más solo porque no somos lo suficientemente valientes para llevarlas con nosotros.

―No lo entiendo.

―Yo tampoco―miento de nuevo.

Si entiendo cómo pasó, lo comprendo de maravilla, lo saco de todas las pequeñas y grandes cosas que vivimos. De los momentos de risa y los de rabia, de la convivencia, de las oportunidades en las que sentí como nunca y en las él se vio obligado a guardar silencio.

Está en la incomodidad del inicio, y en la confianza casi al final. Está en todas las cosas que nunca necesitamos decirnos y en las que dijimos de más. Quedó en su departamento, en las consultas del hospital, en ese cuarto de hotel, en su oficina, en las paredes y en la alfombra.

Está en mí y en él.

Existe en el espacio, intangible e indescifrable.

Por eso lo entiendo, porque realmente nadie sabe cómo y por qué se enamora, solo lo hace, y esa es la prueba irrefutable.

―Es duro amar sin que te correspondan―dice.

―Sí, pero es más duro que te amen sin hacerlo en verdad.

Callamos, ya está todo dicho. O casi todo.

―Disfruta tu café―esgrime. Deja un billete sobre la mesa y se dispone a la retirada.

―Mario, de verdad tu amistad me importa―agrego antes de que se vaya.

Veo en su mirada que lo he ofendido, que no es lo que quiere escuchar y mis palabras no han sido las más sutiles. Me convierto en testigo de una verdad absoluta, la honestidad es un arma peligrosa.

No dice mucho más, pero exuda rabia. La verdad nos ha matado.

He sacrificado todo porque no me gustan las cosas a medias. No quiero vivir en una mentira lábil, prefiero echarlo todo al mar y ver que regresa a la orilla.

Ariel ya no lo hará, y al parecer tampoco Mario.

Se va sin mirar atrás, enfundado en su ira, en su corazón roto, y yo lo observo desaparecer.

No sé si volverá, no sé si valió la pena.

Pero es lo que debía hacer.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro