Séptimo día de verte
Continuaron caminando entre unas cuantas charlas, bromas y burlas hacia el pelinegro de mejillas rojas, hasta que tomaron distintos caminos.
Por la conversación que tuvieron se entero que Rosalyn asistía a una escuela de alta demanda para investigadores y científicos, lo cual era bastante asombroso considerando cual era el nombre del instituto.
Ah, ella era genial y se podía ver el orgullo en sus ojos al hablar de ese tema.
Él, por otro lado... Prefería los deportes. Se le daban muy bien y los aprendía a la perfección, no había muchas dificultades y realmente disfrutaba de ellos.
Algunos consideraban eso aterrador.
De hecho, el instituto al que asistía tenía varios clubs, realmente fue una decisión muy difícil para él decidir a cual unirse.
Se detuvo justo en la parada, habían más personas a su alrededor esperando al autobús.
Entre ellos igual habían algunos otros estudiantes de su misma escuela o de otras, un pequeño niño que cabeceaba y mantenía sus ojos cerrados mientras sostenía la mano de su madre.
— ¡Humano vamos rápido! ¡No te vayas a dormir otra vez!
Una voz lechosa bastante animada para un pequeño niño atrajo su atención.
— No vayas tan rápido...
Otra voz llego a sus oídos, esta era más grave y parecía más cansada, como si le pesara hasta respirar.
Su linda conversación continuo por un tiempo más hasta que se acercarón más y más.
Choi Han se puso nervioso.
Pudo ver al pelirrojo otra vez y a sus ojos, se veía completamente hermoso, como una existencia fuera de este mundo.
Y él pequeño que estaba con él no se quedaba atrás... Solo que era una hermosura completamente adorable, capaz de derretir un corazón.
Sus mejillas eran regordetas, vestía un lindo y bien ordenado uniforme azul y llevaba una mochila sencilla con lo que parecía ser un llavero en forma de dragón.
— Humano ¿Hoy vamos a ver al príncipe?
Su voz infantil era lo suficientemente fuerte como para ser escuchada por todos los que ahí se encontraban. Mientras que la del pelirrojo parecía más suave y baja, podría describirse como adormilada incluso, pero muy bonita... No pudo escuchar su respuesta, pero al parecer dio una afirmativa.
— ¿Puedes pedirle que compre más galletas?
Menciono el pequeño niño con un poco de vergüenza, pero su voz sonaba firme.
Esta escena era demasiado tierna para su pobre corazón blando.
— Oh, humano.
Que peculiar forma de dirigirse al adulto.
— ¿Vamos a tomar ese?
Pregunto señalando con sus ojitos al autobús que se aproximaba, la respuesta llego a su vista cuando el pelirrojo y el pequeño avanzaban unos cuantos pasos justo cuando el camión estaba frenando.
Espero su turno para subir, ellos igual iban a subir, lo cual lo puso un poco más nervioso.
¿Sus mejillas estarían rojas? Bien, puede fingir que es por el sol y el calor casi inexistente de la mañana.
Nunca ha sido bueno con las excusas... Ni si quiera con las baratas.
— ¿Vas a subir?
— ¿Ah?
¡Va a morir!
¡Su voz es incluso mejor de lo que esperaba! Espera, le estaba hablando a él. Bien, bien... ¿Qué pregunto?
— Uh... ¿Si?
¡Que vergüenza! Al menos respondió algo, no todo esta perdido ¿Verdad?
La linda personita frente a él le miro de forma extraña y después miro al autobús.
En ese momento tuvo una revelación.
Se aclaro un poco la garganta, tosió otro poco y al final con las mejillas rojas hablo.
— Puedes... Uh, pueden subir primero.
Se hizo a un lado torpemente, dejando espacio para el pequeño y el hombre, una vez ellos entraron fue su turno.
— Gracias...
— ¿Ah? Oh, si... Si, no es nada...
Con su mano un poco temblorosa en el tubo delgado fue caminando a pasos cortos hasta acomodarse.
El hombre bonito y el niño adorable lograron obtener un lugar, mientras él estaba rígido en su lugar, sosteniendo el pobre tubo con fuerza, mientras su mirada se dirigía afuera de la ventana.
¿Esto podría considerarse como una mala primera impresión?
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Continuación del capítulo anterior.
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