🍬 Dulce (Final) 🍬
Chanyeol no podía creer la clase de situación en la que se encontraba, ni en sus sueños más locos se imaginó que alguien llegaría a su vida solo para tomarlo por tonto y burlarse de él de esa manera.
Byun Baekhyun era un chico común y corriente, sí, ¡pero era solo uno!
Ni Byun-ssi ni Baek ni Baekhyunee existían, solo se trataba de un loco llamado Byun Baekhyun, alguien con mucho tiempo libre como para crear toda una farsa y jugar con los sentimientos de alguien.
—¿Por qué hiciste eso? ¿Te hice algo malo alguna vez?
—No... No es así, por favor, déjame explicár-
—Eres un mentiroso —sentenció—, ¿por qué debería escucharte? ¿Acaso no has tenido suficiente?
—Por favor, realmente no es lo que crees, yo solo intentaba-
—¿Qué? ¿Qué intentabas? ¿Jugar con mi mente? Bien, lo hiciste, te resultó a la perfección.
—No estaba jugando contigo, yo solo... Yo quería...
—¿Qué querías? ¡Habla claro!
—...¡gustarte! —exclamó entre lágrimas—. Solo quería gustarte...
—Vaya forma de intentarlo, eh.
—¡Pero es la verdad! —volvió a exclamar—. Me gustabas mucho... M-Me gustas mucho y yo... ¡Dios! ¡Solo mírame! De esta forma no podía hacer que te fijaras en mí.
—Entonces, ¿creaste tres personajes para gustarme, debido a tu falta de seguridad?
Baekhyun no respondió, en cambio, fijó su mirada en el suelo, y sus manos apretaron con fuerza los lados de su pantalón.
—L-Lo siento... —dijo con la voz temblorosa.
—¿No crees que ya es demasiado tarde?
Sin querer oír más, Chanyeol aventó la partitura a uno de los asientos del salón y caminó hacia la salida con el corazón adolorido.
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Los siguientes días se veían grises para el atleta, a pesar de que el sol no dejaba de plantarse en medio del cielo. Las prácticas de basket estaban yendo bien, aunque la mayor parte del tiempo tenía la cabeza en otro lado. No había visto a Baekhyun desde aquella vez, y sabía que era lo mejor, pero no podía evitar extrañarlo.
¡Qué tonto! Extrañar a alguien que nunca existió.
—Oye, Park, ¿qué vas a hacer en la tarde?
—Iré a casa a descansar.
Y así despedía a sus amigos todos los días, cuando las prácticas terminaban. No quería saber nada del mundo, tan solo se echaba en su cama para escuchar música. Dicha rutina duró toda una semana, y luego algo ocurrió.
La última semana de entrenamiento había llegado, pues en la siguiente por fin se llevaría a cabo el campeonato regional.
Chanyeol estaba más que nervioso.
El lunes por la mañana, cuando abrió la puerta de su casa encontró una cajita de color cobrizo en el piso. En la parte de encima traía una tarjeta blanca que decía "para Park Chanyeol", y nada más. Durante los primeros segundos que la sostuvo tuvo miedo de abrirla, porque podría tratarse de una broma pesada de alguien, pero aun así se animó a hacerlo, encontrando un pequeño reproductor negro y una notita en una hoja de color rojo.
En dicho papel ponía:
"Beethoven dijo que algunas cosas solo pueden decirse con el piano, así que... Te envío unos cuantos mensajes dentro del reproductor.
¡Mucha suerte en tu práctica, hoy!
No te estreses demasiado."
—De tu fan número uno, quien lamenta no ser ese tipo seguro de sí mismo que te habló aquella vez en la disco.
Chanyeol bufó por eso último.
—¡Cielos! ¿De qué está hablando?
Lluego miró curioso el reproductor una vez más, lo encendió y vio una lista de canciones con títulos de canciones que fácilmente reconoció. Conectó sus audífonos al aparato y salió de casa oyendo la dulce melodía que inmediatamente le trajo un poco de paz a su día.
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El martes no hubo nada nuevo, pero el miércoles, cuando estaba de salida, halló una pequeña maceta justo en la entrada de su casa. Por supuesto, este detalle también venía con una notita pegada en la parte delantera del recipiente, y decía:
"No olvides lucir fresco y reluciente como la menta. Te dejo esta plantita para que refresque tus mañanas, pues me di cuenta de que te gustaba mucho su olor."
—Del mismo fan que está enamorado de ti, pero que siente mucho no poder ser tan valiente como para entregarte esto en tus manos.
Chanyeol suspiró. —¿Qué está haciendo?
¿Por qué no lo olvidaba de una buena vez y lo dejaba en paz?
A pesar de renegar en voz alta, muy dentro de él un calor comenzaba a formarse, y amenazaba con esparcirse por todo su cuerpo. Su corazón era el primer implicado, y quizá hasta la mente maestra detrás de este problema. ¡Debía dejar de pensar ahora!
¿Podría ser así de fácil?
Su respuesta la encontró ni bien llegó el jueves al centro deportivo, y encontró el lugar bastante ordenado, los balones se encontraban en el estante indicado y la cancha de basket estaba tan reluciente que hasta podía ver su reflejo en el parket. Además, habían doce cajitas pequeñas en la banca, una para cada miembro del equipo.
—¡Son dulces! —anunció uno de sus colegas.
—"Para el equipo más trabajador de la ciudad", eso pone la nota —dijo otro, enseñando la nota de colores.
—Dejen eso, podría ser una triquiñuela de nuestros contrincantes —añadió el mayor del equipo—. Seguro quieren darnos algo que nos caiga mal.
Chanyeol frunció el ceño. ¿Sería posible eso o...?
—No seas tan paranóico, muchacho —le reprendió el entrenador, quien estaba entrando al campo—. Esto no lo dejó alguien con malas intenciones. De hecho, fue la misma persona que ordenó los balones y limpió el campo.
—¿En serio? —preguntó otro miembro—. ¿Y quién podría ser?
—¿Una hada madrina? ¿Un ángel? —cuestionó el menor y por ello recibió un golpe en la cabeza.
—Tonto, las hadas madrinas no existen. Y, ¿ángeles? ¿De qué estás hablando? ¿Por qué un ángel estaría aquí en la tierra para limpiar nuestro desastre?
—¿Quién dice que no? —interrumpió el entrenador—. Algunas personas pueden convertirse en los guardianes de otras si así lo desean. ¿No lo crees, Chanyeol?
—¿Eh?
El atleta se sorprendió al ser nombrado de pronto. El entrenador lo estaba mirando con una sonrisa torcida, como si él supiera de qué estaba hablando, pero lo cierto era que no estaba muy seguro. Luego de unos segundos, el mayor palmeó su hombro y lo invitó a caminar hacia la cancha.
—Vamos a entrenar.
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Oficialmente, Park Chanyeol estaba perdido.
Aquel viernes no había podido dormir, debido a que su cabeza no dejaba de pensar en tantas cosas acerca de Byun Baekhyun, por lo que ese día se levantó de la cama con enormes ojeras y un sabor amargo en la boca, que ni lavándose los dientes se le quitó. Al abrir la puerta de casa para salir encontró una caja rectangular que pudo reconocer muy bien.
Los enrollados de cereza y, cómo no, una notita que decía:
"La vida es más dulce con un pastelillo en la mano. ¿Alguna vez escuchaste eso? Yo no, pero creo que es cierto, porque vi cómo tus pupilas se dilataron y tus labios no dejaron de proyectar una sonrisa cuando te llevaste estos enrollados a la boca.
Me estuve preguntando esto, ¿compartes los mismo gustos que tu hermana o acaso...? Mmm, ¡no importa!
Disfrútalos mucho y espero que endulcen tu día."
—Del chico torpe que sigue conservando un espacio en su corazón solo para ti... Siempre para ti.
Al terminar de leer la nota, Chanyeol no pudo evitar sentirse cálido, y una flamita de esperanza se encendió en el centro de su pecho. Hizo memoria de aquel día en el que compartieron los pastelitos y recordó la buena sensación que tuvo esa vez. Baekhyun dijo en su nota que se debía a los enrollados, Chanyeol rio por eso, porque sí, los enrollados estuvieron deliciosos, como siempre, pero la experiencia de haber estado frente a él, y de haber compartido un precioso momento, eso... Eso fue lo que realmente lo cautivó.
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El día del enfrentamiento había llegado, y todo el equipo estaba más que listo para llenar de orgullo a su ciudad. Chanyeol, vistiendo el uniforme de su equipo y estando bien plantado en medio del campo, saludó a su familia que esperaba en las gradas junto a los demás espectadores.
El árbitro hizo sonar el silbato y el partido comenzó.
La tensión era palpable, los gritos y las porras no cesaban, y los jugadores se movían alrededor de la cancha como ágiles felinos durante todo el el juego. El equipo contrario era más talentoso de lo que Chanyeol imaginó, y estaban dando una dura batalla, la cual se reflejaba en el marcador. Su equipo tenía menos anotaciones que el otro y el primer tiempo estaba a punto de terminar. A pesar de haber compartido estrategias en el tiempo de descanso entre los dos primeros cuartos, simplemente no estaba dando buenos resultados.
Los estaban aniquilando.
El pitido del silbato volvió a sonar en el minuto veinte, lo que indicaba el final del primer tiempo. Ahora tenían diez minutos para conversar y aclarar sus tácticas.
—Muchachos, recuerden a qué vinimos el día de hoy —habló el entrenador—. Vinimos a ganar, sí, pero también vinimos a divertirnos, y lo que estoy viendo es todo lo contrario. Mantengan la cabeza fría y enfocada, y confíen en sus capacidades, ¿de acuerdo?
—¡Sí, entrenador! —exclamaron al unísono.
—Muy bien, ahora prepárense para el siguiente tiempo —les ordenó y los chicos se fueron a sentar para descansar un poco y otros fueron a hidratarse—. Chanyeol, espera un momento.
El entrenador lo llamó y lo llevó hacia un lado para entregarle un papel.
—¿Qué es esto? —preguntó, pero el hombre no respondió, tan solo sonrió y lo animó a abrir la pequeña nota, para luego alejarse de él.
Chanyeol arrugó el entrecejo y procedió a descubrir el contenido de aquella hoja.
"Eres el mejor jugador de baloncesto, Chanyeol, no porque tengas un récord mundial en anotaciones, sino porque pones todo tu corazón en lo que haces."
Aquella letra la conocía bastante bien. Miró a su alrededor para buscarlo con la mirada, pero simplemente no encontró nada.
—¿Baek-
—De acuerdo, chicos, el segundo tiempo está por comenzar —indicó el entrenador—. Todos a sus posiciones.
¿Cómo llegó la nota a las manos del entrenador? ¿Acaso había venido? Si así era... ¿En dónde estaba?
Las preguntas eran demasiadas como para responderlas ahora. El segundo tiempo estaba por comenzar y su futuro dependía de estos veinte minutos.
"Ponerle corazón al juego", recordó las palabras de esa nota.
—Poner mi corazón en este juego —dijo, antes de entrar al campo—. Sí, puedo hacer eso.
Y con una sonrisa, Chanyeol entró a ganar.
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El estante que habían comprado no era demasiado grande, pero fue suficiente para que en ella entrara la copa bañada en oro que habían conseguido en el último partido, además del certificado que aseguraba su pase al campeonato nacional de baloncesto. Chanyeol, junto a los miembros del equipo, se encontraba admirando el gran trofeo, mientras terminaban de compartir un momento agradable, lleno de pizzas y bebidas. Cuando la reunión terminó, el atleta decidió ir a dar una vuelta antes de regresar a casa, de ese modo podría ayudar a su digestión.
Se despidió de sus amigos y salió del lugar de entrenamiento. Caminó y caminó sin prestar mucha atención del camino, pues se sumergió en aquella melodía de Beethoven que salía por sus auriculares.
—¿Chanyeol?
El nombrado alzó la mirada en cuanto vio que alguien se detuvo a unos pasos frente a él.
—¿Qué estás haciendo aquí?
El atleta miró a su alrededor y se dio cuenta de que había caminado hasta la calle de Baekhyun, a quien tenía justo enfrente.
—Yo... —balbuceó—. No lo sé... Solo caminé hasta aquí.
Baekhyun llevaba una ropa casual, pero más ordenada que la de aquella vez.
—Chanyeol... Yo quería-
—¿Por qué lo hiciste? —La pregunta fue tan repentina que hasta él mismo se sorprendió.
Baekhyun se quedó en silencio por unos momentos hasta que dejó salir un largo suspiro.
—Porque fui un tonto —admitió con pesar—. Realmente quería gustarte, pero no soy el chico más popular del vecindario y tampoco tengo una apariencia divina. Entonces, pensé que tal vez podría probar un look nuevo, uno que pudiera agradarte, que fuera tu estilo.
—Eso no me importaba.
—Lo sé —respondió al instante—. Fue muy tarde cuando descubrí que no eras ese tipo de chico, y eso solo hizo que me gustaras mucho más. Lo siento, en verdad lamento mucho haberte mentido. Me siento tan avergonzado que apenas puedo mirarte a la cara para decirte todo esto, pero quiero que sepas que nada de lo que dije, cuando conversamos, fue mentira. Eres increíble, Chanyeol, lamento que hayas tenido que cruzarte conmigo.
—No necesitas crear personajes para agradarle a alguien, Baekhyun. El tiempo que pasé contigo fue muy agradable y, de hecho, creo que estas tres versiones que creaste son parte de ti —afirmó.
Baekhyun ladeó un poco su cabeza, claramente confundido.
—No estoy entendiendo...
—Eres muy amigable y el mejor confidente del mundo. También puedes ser muy maduro y seguro de ti mismo si te lo propones, y quizá esto suene loco, pero a la vez inspiras ternura y la necesidad de que te protejan. Además, eres tan bueno con el piano y eso te hace muy talentoso. ¡Dios! Tienes muchas características que te hacen valioso, solo que tú no las ves.
Baekhyun agachó la cabeza. Se sentía tan mal por haber sido un cobarde e inseguro con la persona que le gustaba.
—Yo... No pensé en todas esas cosas... Nunca fui halagado de esta manera antes, ¿sabes? —confesó—. No tengo muchos amigos porque apenas tengo tiempo para salir, debido a la salud de mi abuelita. Sé que no es excusa, pero era la primera vez que alguien me interesaba en serio y... No supe cómo actuar.
Chanyeol sabía que estaba siendo sincero. Ese chico no se veía como alguien que supiera hacer amigos fácilmente, hasta la enfermera lo confesó esa vez que fue a la casa de la señora Byun. Por lo que ya lo había decidido... En otra situación no hubiese pensado en hacerlo, pero debido a que se trataba de ese chico, quería darle una oportunidad para conocerlo mejor.
Esta vez, sin "personajes" de por medio.
—¿Qué te parece si empezamos de nuevo? —sugirió el más alto.
Baekhyun levantó su cabeza y su rostro se iluminó inmediatamente ante la sugerencia.
—¿E-En serio? —preguntó para cerciorarse de que no había escuchado mal. Entonces, cuando Chanyeol asintió, sonrió tan emocionado que las lágrimas se le acumularon en los ojos—. Eso sería genial.
Chanyeol dio unos pasos más cerca.
—Bien, entonces, comencemos ahora. Mucho gusto, soy Park Chanyeol —estiró su brazo para estrechar su mano.
El muchacho dudó por unos segundos, pero respondió al saludo de la misma forma.
—Mi nombre es Byun Baekhyun.
—¿Tienes hermanos, Baekhyun?
El más bajo sonrió tímidamente y negó con la cabeza.
—No, solo soy yo.
—Ok, Baekhyun, es un placer conocerte.
—En realidad... El placer es mío.
F I N
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