XXII
Voy caminando por un pasillo largo
en que me persigue una sombra,
¿qué será este pequeño reflejo
que perturba mis sueños?
Te veo al final del camino desierto,
en los matorrales, escondido,
en los que me susurras al oído
plegarias de nuevos encuentros.
¿O seré yo soñando en un reencuentro?
¿O seré yo viendo tu sombra en el espejo?
¿O seré yo la que no supera tus recuerdos?
Camino a paso inseguro por las vías del metro
rogando no verte caminar por el mismo andén
y tener que saludarte con una sonrisa
falsa, plástica y llena de lágrimas.
Quiero verte, mi dulce amor a larga distancia,
para gritarte cuanto te odio a la cara.
Tampoco quiero verte en mis caminatas
y tener que detenerlas para sonreírte de mala gana.
Mejor no saludarte y seguir andando,
dejándote como un fantasma que pasa a mi lado.
Sintiendo tu presencia, sintiendo tu ausencia
para caminar firme, ignorando tus pisadas.
En donde cruzo tu costado
sin mirarte, ignorándote,
mientras tú repites lo mismo
convirtiéndonos en simples desconocidos.
Ese es mi único deseo.
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