I
Dichoso el momento místico en que nuestros ojos
se encontraron
y el silencio envolvió la mente junto a nuestros
sentidos
para perder la razón ante el inesperado destino
cuando los hilos rojos nos entrelazaron.
Quiero verte, mi dulce amor a larga distancia
alejado
para saber si lo que existe esta, en verdad,
entrelazado.
Ya que me place sonreírte mientras tu rostro esté
contemplando,
como los dulces en las tardes de calor con
helado
Mi mente me llena de ilusiones por culpa
del pasado
o con falsedades alegres que tal vez he
inventado,
y que de amor loco hubiese enfermado
aunque culpable no eres de este hecho malvado.
Porque por problemas, poco del tema hemos
tratado,
que ahora temo que de ese sentimiento te hayas
olvidado.
Dime, por favor, que el destino si nos ha
enramado
para que mi corazón y el tuyo estén eternamente
ligados.
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