Fui tejido en las aguas de la vanidad y el egoísmo. Fui presa de la burla y la humillación. No te exijo que lo comprendas ahora mismo.

Siempre ha habido mejores oportunidades, mejores amigos, mejores caminos. Me desmoralicé, y deseé con todas mis fuerzas desconectarme de la vida. Pero te doy gracias; es gracias a ti por quien yo sigo aquí. Vendaval mío, has sido siempre tú mi único alivio.

Cuando la oscuridad de mis pensamientos me cubrió, tú existías. Sí, existías y de ti me aferré sin que te dieras cuenta. Fuiste la luz que iluminó mis días.

Fuiste aire, tierra y sol. Solo verte viva me irradiaba calor. Mi más grande temor no era morir, no era vivir, era que tu voz dejara de oír.

Ni rimas, ni poemas ni canciones podrán plasmar lo que por ti siento. Mi amada lumbrera, mi aurora, mi vendaval, perdóname por favor. De verdad, lo lamento.