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Capítulo 8

—¿Estás bromeando verdad?—pregunto al borde de un ataque de nervios.

—No —niega aun mirando hacia el mismo lugar—. Estoy segura de que es él.

—De seguro y te estás confundiendo. —retuerzo mis dedos nerviosa

Ignorando mis palabras, saca su teléfono y lo apunta hacia donde está viendo.

—¡¿Qué demonios haces?!—chillo horrorizada

—Le saco una foto para que veas que es él. —baja el teléfono y después me lo da con una sonrisita.

Tomo el teléfono y al ver la foto los nervios comienzan a atacarme nuevamente. Mi corazón comienza a latir con fuerza y mis manos vuelven a sudar.

Jodida suerte que tengo.

—¿Estás bien?—pregunta Criseida—. Te has quedado blanca.

—Vamonos. —respondo dejando el teléfono y preparándome para levantarme y correr.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿No vas a ir a saludarlo o algo así?—pregunta confundida.

—No. —niego al instante.

—¿Por qué?—frunce el ceño aun confundida

—Porque me pone nerviosa estar cerca de él. —susurro frunciendo el ceño.

Criseida pasa de estar confundida a formar una gran sonrisa.

Owwwww—sonríe con ternura—. Mi becki–keki está nerviosa.

Hago una mueca al escuchar ese estúpido apodo de nuevo. Acostumbraba mucho a decirme así en la secundaria y en la preparatoria, pero cuando entramos a la universidad dejo de hacerlo —cosa que agradezco, porque el apodo es horrible—, y ahora solo me dice así cuando quiere irritarme.

—Cállate —gruño—. ¿Dónde está sentado?

Pregunto y ella, con lo disimulada que es —nótese el sarcasmo—, voltea la cabeza como latigazo hacia donde supongo que está sentado.

—Ahí —hace una pequeña seña hacia una mesa—. Está a unas mesas de la puerta.

—¿Viene... solo? —pregunto curiosa. 

Recuerdo que me dijo que iría a ver a un amigo pero..., que tal y me mintió y en realidad iba a ver a una amiga o a su novia. Joder espero que no sea ninguna de las anteriores, porque si no...

Interrumpo mis pensamientos cuando Criseida me voltea a ver con una sonrisita.

—Si lo que quieres decir es que si viene con una chica... —le hago mala cara—. No, en realidad está con un chico.

No puedo evitar soltar un suspiro de alivio al escuchar que no está con una chica, y que en realidad si está con su amigo.

Vaya, pero que paranoica.

Tomo una bocanada de aire y discretamente volteo la cabeza para buscarlo. Como dijo Criseida, lo encuentro a unas mesas de la puerta.

Suelto el aire que retenía y siento como mi corazón comienza a bombear con rapidez al verlo.

Trae puesto una playera azul marino junto con una chamarra negra de cuero y unos pantalones de mezclilla. Tiene una mueca de disgusto mientras ve a su amigo, quien prácticamente se esta metiendo todo el sándwich a la boca.

—Su amigo es lindo. —murmura Criseida y yo paso mi vista de Dylan a su amigo para darle un rápido repaso.

Tiene los ojos marrones, el cabello castaño y algunas pecas por su rostro.

Si omitimos el hecho de que tiene todo el sándwich dentro de la boca —lo cual se ve un poco asqueroso—, es bastante lindo.

Después de esa rápida inspección a su amigo, vuelvo mi mirada a Dylan justo cuando esboza una pequeña sonrisa de lado. Esa simple acción, hace que suelte un suspiro como estúpida.

No se cuanto tiempo me quedo mirando a Dylan como imbécil, pero salgo de mi trance cuando escucho a Criseida hacer un sonidito de terror.

Me volteo hacia ella con el ceño fruncido.

—¿Qué pasa?

Murmura algo entre dientes que no logro entender.

—¿Qué?—pregunto inclinándome sobre la mesa un poco para escuchar.

—Su amigo. Nos volteo a ver. —vuelve a decir entre dientes y yo inmediatamente volteo mi cabeza hacía la mesa de Dylan. 

Justo cuando volteo, veo a su amigo hacerle una seña a Dylan con la cabeza. Observo como frunce ligeramente el ceño, y cuando hace un ademán de voltear la la cabeza hacia nosotras yo giro la cabeza hacia enfrente; hago tan rápido el movimiento que me mareo un poco.

Parpadeo un poco para recomponerme y cuando lo hago veo que Criseida sigue mirando fijamente la mesa.

—¡¿Qué carajo haces?!—chillo en voz baja mientras le doy un manotazo. Eso es suficiente para llamar su atención. —Deja de mirar hacia su mesa. —la reprimo.

—Lo sien... —se corta a sí misma cuando mi teléfono vibra y la pantalla se ilumina mostrando un mensaje de Dylan. Mensaje que acaba de enviar.

Miramos fijamente el teléfono unos segundos antes de alzar la vista y mirarnos, y como si estuviéramos conectadas, tomé el teléfono al mismo tiempo en el que ella se acercaba a mi lado para leer el mensaje.

Si, somos bastante disimuladas.

Dylan: Ya te vi, estrellita.

Antes de que pueda procesar ese mensaje, me llega otro.

Dylan: Por cierto, te ves muy linda hoy.

Trago saliva varias veces y suelto un suspiro entrecortado. Sigo mirando fijamente el mensaje y lo releo al menos unas 10 veces más hasta que comienzo a sentir la cara caliente. 

Me reprocho internamente por ponerme colorada por un simple mensaje. Dejo de reprocharme cuando siento un pellizco en mi brazo. Doy un respingo y volteo a ver a Criseida quien me hace una seña con la cabeza hacía la mesa de Dylan.

Inhalo aire con fuerza y cuando siento que ya estoy segura, volteo la cabeza lentamente hacia su mesa. 

Dylan está con los codos recargados en la mesa, mirándome con una media sonrisa de lado —cosa que hace que me ponga más colorada— y su amigo, después de darle una ojeada a Dylan, se acomoda en la misma posición sonriendo hacía nuestra mesa —más exactamente a Criseida—con coquetería. Alzo discretamente una ceja y le doy una rápida ojeada a Criseida, la cual está arrugando la nariz.

Vuelvo mi vista hacía su mesa justo a tiempo para ver como su amigo golpea con su codo accidentalmente su bebía, haciendo que se desparrame toda en la mesa. Dylan da un respingo y se echa para atrás. Voltea a ver a su amigo, quien está rojo de vergüenza, y le da una mala mirada antes de darle un golpe en la nuca

Intento reprimir mi risa pero me contagio al escuchar la carcajada de Criseida.

—Bueno, eso estaba claro que no tenía que pasar. —dice y toma aire para calmarse.

Mi sonrisa se ve congelada cuando arrastran la silla de mi lado y mi corazón comienza a bombear a toda velocidad. No tengo que voltear para saber quien es.

En la silla lado a el se sienta su amigo, quedando también a lado de Criseida.

—Hola, estrellita. —murmura Dylan al tiempo de que acomoda uno de mis mechones detrás de mi oreja.

Mi corazón comienza a latir tan rápido que siento que todos los presentes en esta mesa pueden escucharlo.

Dios, no permitas que me desmaye, pienso mientras tomo un poco de mi 2% de valentía y giro mi cabeza hacia el.

—Dylan. —respondo a modo de saludo y vuelvo rápidamente a girar la cabeza hacia enfrente.

—Criseida. —le dice a mi amiga a modo de saludo.

—Hola. —responde Criseida con una sonrisa amable.

Después del pequeño intercambio de saludos, nos quedamos todos sumidos en un silencio extraño y veo de reojo como Dylan le lanza una mirada extraña a su amigo, el cual está sonriendo maliciosamente.

—Tu eres Rebeca, ¿cierto?

—Si. —afirmo un poco dudoso

—Soy Nolan, mucho gusto—me sonríe dándome la mano y la estrecho con una sonrisa—. He oído hablar mucho de ti.

—¿Ah sí? —pregunto alejando mi mano y mirando a Dylan, quien le da una mala mirada a Nolan.

—Si. Demasiado diría yo —asiente efusivamente—. Recuerdo que hace unas semanas me marcó para contarme que había visto una chica muy bonita en la farmacia, y que quería volver a... ¡Auch!— detiene su pequeña historia al recibir una fuerte palmada de Dylan en la espalda.

—¿Qué están haciendo por aquí?—pregunta Dylan evadiendo el tema con las mejillas levemente sonrojadas.

Lo miro sonriendo con suficiencia por su nerviosismo.

—Yo tuve un inconveniente con una de mis clases y Cris con un trabajo en equipo. —respondo una versión resumida de los hechos.

—Ya veo... –murmura Dylan evitando mi mirada.

Mhm...

Sonrío discretamente al ver que sigue apenado por lo que dijo Nolan y recargo mis brazos en la mesa mirándolo.

—¿Y ustedes qué hacen por aquí?—pregunto casualmente.

—Bueno, Dylan y yo acostumbramos a ir todos los sábados a jugar a las maquinitas pero, me dio hambre y decidimos parar por un sandwich. —concluye con una sonrisa.

—Pero..., hoy es viernes. —Criseida arruga el ceño confundida

—Si, bueno. Dylan mañana no puede porque tiene unos... —le da una mirada rápida y puedo jurar que un destello de tristeza cruza los ojos de Nolan, pero se recompone rápido–, asuntos que atender. Así que iremos hoy.

Le da unas palmadas a Dylan quien ahora tiene la mirada perdida en la mesa.

Ladeo la cabeza un poco mirándolo con el ceño fruncido. Antes estaba juguetón y sonriente, ahora hasta puedo jurar que tiene expresión... ¿triste?

¿Qué pasará por su cabeza?

Siento un pistón por debajo de la mesa y reprimo un chillido. Volteo a ver a Criseida con mirada fulminante, pero justo antes de que pueda reclamarle, ella me hace una ligera seña con la cabeza hacia Dylan.

—Dile algo.me dice en voz baja. 

Vuelvo otra vez hacia el y ahora está un poco más silencioso, sus puños están apretados y su ceño está mucho más fruncido. Hasta Nolan se ha quedado callado.

—¿Juegas a las maquinitas?—arrugo la nariz—¿Eso no es para niños chiquitos?—pregunto en mi intento por que quite su expresión de tristeza.

Cosa que funciona, y no solo con Dylan, también con Nolan. Ambos me voltean a ver al mismo tiempo con el ceño fruncido. Incluso parecen ofendidos.

Se que las maquinitas no son solo para niños, solo intentaba que quitara esa expresión de su bonito rostro, pero ahora con la mirada que ambos me están dando, siento como la vergüenza comienza a recorrer mi cuerpo. 

Bueno, al menos ya no tiene cara de perro machucado, pienso intentando alentarme.

—¿Qué fue lo que dijiste? —pregunta Dylan, ofendido.

Reprimo mi sonrisa al ver la cara que tiene.

—Eso —me acomodo mejor en mi silla—. Que si las maquinitas no son para niños chiquitos.

Dylan abre la boca para responder pero Nolan lo hace antes.

—Claro que no—responde—. Las maquinitas son para todo el mundo.

—Pero seguro los niños chiquitos son mejores que ustedes. —comenta Criseida sonriendo maliciosamente, y solo lo hace porque le encanta irritar a la gente.

—Claro que no —responde Nolan irritado—. Nosotros dos somos los mejores en las maquinitas.

—Si, claro. —bufa Criseida.

—Que sí —clava los codos en la mesa mirándola fijamente—. Incluso Dylan y yo tenemos la mejor puntuación en pac-man.

—Ja, ¿pac-man? ¿En serio? —lo mira con incredulidad—. Todos somos buenos en pac-man. Incluso puedo asegurarte que yo soy mejor que tú.

—Eso es mentira—le lanza una mirada retadora—. Nadie es mejor que yo en pac-man.

—Eso lo dudo. —responde con burla.

Y así ambos comienzan a pelear sobre quién es mejor en las jugando y dando sus técnicas de juego.

Su discusión me parece bastante estúpida, pero graciosa, así que me veo a mí misma esbozando una gran sonrisa divertida.

—Hey. —me dan un golpecito en el hombro y volteo a ver a Dylan quien parece estar igual de divertido que yo con la situación.—¿Quieres acompañarnos a las maquinitas? Bueno, tu y tu amiga.

Abro la boca para decirle que sí, pero me detengo al recordar que aún tengo 4 clases más. Estoy a punto de decirle que no puedo por las clases pero, me detengo nuevamente para pensarlo con más claridad.

Bueno, jamás he faltado a clases, siempre he sido muy responsable, así que..., con una vez que falte no creo que pase nada...

—Si claro, yo si voy. —confirmo con una pequeña sonrisa.

Doy un respingo al escuchar cómo golpean la mesa, y cuando vuelvo mi vista, es Criseida quien tiene las manos apoyadas en la mesa con una mueca de enfado mezclado con una mirada retadora.

—Vamos a esas máquinas —se levanta de su asiento seguida por Nolan—. Apuesto a que te pateare el trasero.

—Eso ya lo veremos.

Criseida hace un sonidito de furia y sale con Nolan pisándole los talones.

Otra cosa de Criseida es que es muy competitiva, así que aunque su conversación comenzó como un juego, termino como un reto.

—¿Vamos?—pregunta Dylan levantándose y extendiendo su mano hacia mi.

—Vamos. —sonrío y tomo su mano. 

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