Capítulo 38
El día de la boda.
Por fin es hoy.
La verdad es que, a pesar de que no es mi boda, estoy muy nerviosa. Y si yo estoy así, no me quiero imaginar cómo está Samantha.
Seguramente a punto de morir.
No recuerdo muy bien lo que pasó el jueves en la despedida de soltera de Sam. Tengo vagas memorias de todos nosotros —tanto los amigos de Adam, como las amigas de Sam— unidos durante todo el tiempo que estuvimos ahí. Entre todos festejamos la despedida de ambos y lo mejor, la rubia oxigenada no se volvió a acercar a mi novio.
Cómo debe de ser.
Y él no se alejó de mí durante toda la noche.
Después de esa noche tengo nulo conocimiento de lo que pasó. Solo sé que el Viernes en la mañana desperté en la habitación del departamento de mi novio, con él al lado, desnudos y con un pequeño dolor en mi entrepierna.
Lo que se que haya pasado, seguro que no fue tejer.
Dylan se despertó casi al instante de que yo lo hice y luego de hacer diversas cosas en Hoboken como: ir a las dos últimas clases que alcance a llegar e ir a despedirme de mis padres —quienes habían sido invitados pero, habían desistido ya que mi padre tenía trabajo y mamá igual—, mi novio y yo emprendimos nuestro viaje a Atlantic City.
Llegamos dos horas más tarde al hotel en el cual nos estaríamos hospedando y, a pesar de que Dylan tiene ahí su departamento, Samantha quiso que todos sus invitados se hospedaran juntos en el mismo hotel y así fue.
Cosas de ricos.
Nos dieron nuestra habitación y nos encerramos a dormir un rato porque la resaca del día anterior aún no se nos quitaba.
Cosas de alcohólicos.
Después de eso lo único que hicimos fue bajar a cenar con Samantha y sus invitados, para luego volver a la habitación a dormir.
Y no abrí un ojo en toda la noche hasta el día de hoy, que me desperté al rededor de las 8 de la mañana, ya que Sam nos pidió a todas las damas estar en lobby a esa hora, para ir a una habitación del hotel que había apartado mi cuñada exclusivamente, para arreglar a sus damas de honor.
No sé si Dylan ya se despertó, porque por lo que sé, a los padrinos de Adam se les citó un poco más tarde. Pero por mientras, yo me encuentro aquí en la habitación, ajustando los últimos detalles de mi vestido.
—¿Rebeca estás ya lista?
—Si, salgo en un segundo. —respondo clavando la mirada en la cortina y cuando escucho los pasos de la mejor amiga de Sam, vuelvo a mirarme al espejo.
Mi cabello decorado con pequeñas piedrecitas plateadas, esta recogido con dos mechones de cada lado de mi rostro, formando un pequeño nudo detrás de mi cabeza y cae en forma de caireles encima de mis hombros junto con dos pequeños mechones que descienden en cada lado de mi cara como un fleco.
El maquillaje es bastante suave. Los ojos cubiertos con sombra entre rosa y plateado desde el párpado móvil hasta el párpado inferior. Las pestañas rizadas y alargadas hasta su punto máximo, cubiertas de rímel negro. Las mejillas rosadas con un poco de color plateado gracias al polvo. Y, en los labios, un color mate neutro con un brillo labial en ellos.
Y, para finalizar: el vestido. Sigue igual a como estaba la primera vez que me lo probé, solo que a diferencia de ese día, ahora sí ya está bien ajustado a la forma de mi cuerpo y con más brillos alrededor de la cintura.
Doy una última pasada con mi vista por mi atuendo, antes de tomar el pequeño ramo de tulipanes azules y salir del probador.
—Te ves preciosa, chica. —dice una de las damas acercándose a mí ya totalmente arreglada.
—Gracias —le sonrío, agradecida—. Tú igual te ves linda. —halago a lo que ella sonríe en forma de agradecimiento.
Me encamino detrás de ella, parándome junto con las demás damas.
Le doy un vistazo a todos y a cada una de ellas —que por cierto están preciosas—, y siento un poco de vergüenza al darme cuenta que era la única que faltaba de las damas.
Ups.
Por suerte, ya estoy aquí.
Me quedo entre las damas jugueteando con las flores, nerviosa; los cuales aumentan más cuando escucho la puerta abrirse.
Todas se callan al ver entrar a una chica bajita de pelo hasta los hombros, la cuál ubico como la organizadora de bodas, se para en el marco de la puerta regalándonos una sonrisa.
—¿Ya están todas listas?
—Sí. —respondemos todas al unísono.
—Excelente; entonces síganme.
La organizadora de bodas sale por la puerta e inmediatamente todas salimos detrás de ella. Ella nos conduce por varios pasillos hasta que llegamos a unas anchas escaleras; desde la cima de ellas, logro divisar a un grupo de chicos conversando frente a una gigante puerta de madera y, al sentir mi corazón palpitar con fuerza al reconocer a uno de ellos —y al más guapo por cierto— de inmediato que son los padrinos de Adam.
Bajo las escaleras detrás de las demás, mientras me tomo el tiempo de escanear a mi novio. Lleva un esmoquin negro, con camisa blanca y corbata a juego con el vestido de las damas.
Cómo me gustan los hombres con traje.
Su cabello está peinado ligeramente hacía un lado, lo que me hace un poco de gracia, ya que siempre estoy viéndolo con su cabello totalmente despeinado, sin embargo, sigue viéndose guapo.
Cuando llegamos a la última escalera, los chicos por fin parecen notarnos, ya que los veo voltear hacia donde nos encontramos. Incluso recibiendo uno que otro chiflido de su parte.
Veo a Dylan pasar su mirada por todas y cada una de ellas con el ceño fruncido, como si estuviera buscando a alguien. Cómo si estuviera buscándome.
Le llevan tres segundos más encontrarme y su expresión cambia totalmente al mirarme; su entrecejo se aligera, sus ojos toman un brillo y una sonrisa de lado aparece en sus labios.
Comienza a caminar en mi dirección, pasando entre las chicas sin ni siquiera dirigirles una mirada de soslayo, hasta que queda frente mío.
—Estrellita... —habla, mirándome desde su posición.
—Dylan...
Su mano toma con suavidad y delicadeza mi mejilla derecha, y automáticamente recargo mi cabeza en ella.
—Te ves preciosa, amor. —halaga pasándome con la mirada varias veces.
Me sonrojo.
—Tú también te ves muy guapo, Dyl.
—Lo sé. —responde levantando la barbilla, dándome una sonrisa radiante.
Ruedo los ojos detrás de mi cabeza al tiempo en que suelto una sonrisita y le doy un suave golpe en su abdomen.
—Tonto.
—Por ti. —me dice de forma automática, provocando que una sonrisa aparezca en mis labios.
—¿Ya viste a Sam?—pregunto cambiando de tema.
—Uh-hu. —responde simplemente intercalando su mirada entre mis labios y mi vestido.
—¿Y cómo está?
—Bien. —menciona entre un suspiro.
Pasa su brazo izquierdo por mi cintura pegándome a él, haciendo mi piel erizarse ante el movimiento. Y yo por reflejo llevo mis manos a su pecho.
—¿No está nerviosa?
—Mhm.
—Dylan —tomo su barbilla, subiendo su cabeza, haciendo que su mirada abandone mi cuerpo—. Mis ojos están acá, amor.
—Lo sé, cielo. Lo sé. Pero te ves guapa y caliente como el infierno...
—Dylan. —reprendo en voz baja sintiendo mis mejillas calentarse.
—... Que no puedo dejar de mirarte.
Río levemente y niego con la cabeza.
Una corriente eléctrica aparece a lo largo de mi columna vertebral y mi risita se desvanece al sentir la mano derecha de Dylan posarse en mi nuca, para acercarme peligrosamente a sus labios.
—Vas a quitarle el aliento a todos cuando te vean, estrellita.
Mis ojos se cierran automáticamente y suelto un suspiro por lo bajo al sentir sus labios rozar los míos.
—Pero a diferencia de ellos yo tengo la fortuna de poder tenerte y admirarte de cerca, mientras que ellos tendrán que conformarse con deleitarse de lejos.
Sus palabras me quitan el habla y me detienen el corazón por algunos segundos.
—Tú sí que sabes robarle la respiración a una mujer, Dylan Black. —murmuro afectada, a centímetros de su boca.
—Solo a la que me interesa.
Sonrío y tiro de él para besarlo.
—Joven Dylan.
Una voz femenina interrumpe nuestro casi beso, por lo que mi novio, después de soltar una palabrota, voltea a buscar a la chica que le hablo.
—¿Si?
—Usted va detrás de los padrinos principales junto con la señorita Luna. —menciona mirando su Tablet y haciendo un gesto hacia la chava que estaba formada detrás de la mejor amiga de Sam quien, por lo que puedo recordar, es una prima de Adam.
Mi novio frunce el ceño.
—¿No puedo entrar con mi novia?—pregunta negándose a soltarme.
Deja de mirar su Tablet, para encararlo.
—No, los lugares ya están acomodados y no habrá cambios.
Veo a Dylan abrir la boca para refutar, pero tiro de su brazo antes de que pueda decir algo.
—Dyl, ya déjalo así.
—Pero yo quiero entrar contigo. —insiste.
—Y yo contigo, cielo, pero si ya pusieron la formación y no habrán cambios no tiene caso que discutas —abre la boca para decir algo, pero me adelanto—. Anda, ve a formarte. La boda de Sam empezará en minutos; no hay que retrasarla.
Hace una mueca, pero al final asiente con la cabeza.
—Bien —suspira y se inclina hasta dejar un beso en mi frente—. Te veo acabando.
Hago un sonido de aprobación y me paro de puntitas para dejar un suave beso en sus labios.
—Te amo. —susurro.
Una sonrisa radiante aparece en su cara.
—Y yo a ti.
Se aleja de mí y se posiciona a lado de la chica, quien se agarra del brazo de él, así como lo están haciendo la pareja de enfrente.
—Señorita Rebeca.
Llevo mi vista hacia la organizadora de bodas.
—Usted es la cuarta pareja y va al lado del joven Miguel.
Asiento con la cabeza y me encamino hacia el espacio que hay detrás de la tercera pareja, en donde ya hay un joven posicionado.
—Bien, chicos —la señorita organizadora de bodas se para a un lado de nosotros una vez ya estamos las siete parejas posicionadas—. Ustedes van a salir por la puerta agarradas de su pareja y van a caminar directo al altar. Luego cuando lleguen ahí, las chicas se ponen del lado derecho y los chicos del lado izquierdo. Uno tras otro. Cuando ya esté la última persona en el puesto es cuando entrará Samantha. ¿Todos entendieron?
Todos afirmamos con la cabeza.
—Ok. Entrarán cuando empiece a sonar las campa...
El sonido de las campanadas interrumpe su discurso.
—¡Es hora!
Se aleja de la entrada pasados largos, mientras que yo me encargo de entrelazar mi brazo con el de mi compañero y pongo las flores justo en el centro del pecho; justo después las puertas grandes de madera, se abren.
El precioso jardín verde, decorado con sillas blancas, con listones blancos que cuelgan de los árboles haciendo un camino hacia el altar, y pétalos azules y blancos se abre ante nosotros imponente, mostrándonos también a todas las personas que voltean a vernos desde su posición; algunas con una sonrisa y otras con seriedad.
La primera pareja empieza a avanzar en dirección al arco de flores que está al final del camino de pétalos blancos con azules, seguido de todas las demás parejas.
Sujetándome bien de mi compañero, comienzo a andar detrás de la tercera pareja, dejando una distancia prudente, con una sonrisa en labios.
Mientras camino pasando mi mirada por la decoración, logro vislumbrar entre los invitados a Criseida y a Nolan, tomados de la mano y con una sonrisa de oreja a oreja mientras nos ven pasar; en las filas de hasta enfrente veo a mi suegra con los ojos llenos de lágrimas y con una sonrisa igual de grande que la de mi mejor amiga y su novio. Y, en el altar, Adam. A comparación de los demás él tiene una mueca de nerviosismo en el rostro y no para de ajustarse su corbata mientras mantiene su mirada clavada en el umbral de la puerta.
Ni siquiera parece notar que nosotros, las damas y los padrinos, acabamos de entrar.
O tal vez no le interesa.
Si, también puede que sea eso.
Cuando llegamos al altar, cada una de las parejas nos acomodamos tal y como nos dijo la organizadora, y cuando las últimas personas se acomodan, la típica canción de bodas comienza a sonar.
Apenas suenan las primeras notas de la canción, cuando noto como Samantha aparece por la puerta junto con el señor Black e inmediatamente, todos los invitados se ponen de pie.
Samy sale al jardín comenzando a andar por el camino de pétalos con una enorme y nerviosa sonrisa.
Y bueno, creo que sobra decir que se ve preciosa.
Su cabello amarrado en una coleta alta con algunos mechones escapando de su peinado y con su velo lleno de brillos sujeto a su coleta.
Lleva su vestido blanco, largo de la parte de atrás y con apenas unas capas de tela. En la parte inferior tiene abertura desde la mitad del muslo hasta abajo y en la parte superior del vestido tiene un escote de corazón el cual se sostiene de unas mangas transparentes con algunos brillos, los cuales dejan al descubierto los hombros y terminan en la muñeca.
Sin duda es algo que ella se pondría. Un vestido al estilo Samantha.
Cuando llega al altar, él señor Black le entrega la mano de a su hija a Adam, quién ya está más que nervioso, y cuando toma la mano de su casi esposa con la suya, veo como le está temblando con fuerza —si no es que todo el brazo—.
Su padre se retira, dejándolos a los dos ahí y un minuto después, comienza la misa.
€
—Una última.
Vuelvo a sonreír con efusividad mirando a la cámara y me aprieto contra Sam al igual que las demás damas.
El flash de la cámara sale directamente a nosotras y la camarógrafa baja su cámara para ver la foto y, parece que le gusta lo que ve porque esboza una pequeña sonrisa.
—Gracias. —dice y se retira hacía otro lugar del jardín.
Unos segundos después de que se va la fotógrafa, las damas comienzan a dispersarse y un resoplido suena a mi lado izquierdo, por lo que me veo obligada a voltear, haciendo que me encuentre a Sam, con las manos en su rodillas.
—Por fin. —la oigo murmurar.
Sonrío divertida por su claro alivio y me inclino hacía ella posando una mano en su espalda.
—¿Todo bien?
—Si, si, si. Es que tantas fotos me estaban empezando a asfixiar —se incorpora—. Amo ser fotografiada, pero esto ya sobrepasó mi límite
Mi sonrisa divertida crece, al mismo tiempo en que Sam suelta un suspiro.
—Bien, ahora sí me disculpas —se alza el vestido—, voy a buscar a mi marido.
Y sin más, sale en dirección a unas escaleras que llevan directamente al jardín, donde se está llevando a cabo la fiesta, alzando lo más alto posible su vestido para que no se ensucie demasiado de arena.
—Creo que es hora que yo vaya en busca de mi novio. —murmuro para mí misma y empiezo a caminar hacia donde se fue Sam.
Después de la misa y del romántico beso que se dieron Adam y Sam en el altar, todos los invitados fuimos llevados a otra área del jardín más apartada de dónde se llevaron a cabo las nupcias el cual, a demás de ser más grande que el otro y contar con una muy bonita decoración, tiene una preciosa vista hacía mar que embelesa a quien sea.
Subo los escalones con tranquilidad y cuando llego al último me pongo mis zapatillas antes de empezar a andar por el lugar en busca de mi novio.
—Señora Elizabeth...—le hablo cuando me posiciono a su lado.
—Eli, Rebeca. Solo Eli —me corrige—. Ya lo hemos hablado, querida.
Me sonrojo.
—Sí, lo siento. Eli, ¿Ha visto a Dylan?
—No, querida, desapareció después de comer junto con Nolan.
Hago una mueca.
Mi muy precioso novio había desaparecido después de que terminamos de devorar los platillos que nos sirvieron para la comida junto con Nolan, dejándonos a Criseida, a mi y a otro par de invitados más en la mesa. Luego de ello, minutos después de que yo acabará de comer, llegó Samantha por mi para decirme que nos tomarían foto a todas las damas con ella, por lo cual tuve que marcharme y no volví a ver a Dylan desde ese momento.
—Gracias, Eli.
Me alejo de mi suegra y comienzo a vagar entre las mesas y los invitados buscando a mi novio.
—¿Dónde se metió?—murmuro para mí solita.
Mi caminata con misión: "encontrar a mi novio", se ve detenida cuando mis ojos se encuentran a Nolan y a Criseida cerca de la mesa de dulces; el primero agarrando a mi mejor amiga entre sus brazos mientras conversan muy animadamente.
De inmediato me encuentro caminando hacia ellos, y cuando llego le doy un pequeño toquecito en el hombro a Nolan, quién voltea a verme de inmediato al igual que Crisi.
—Oh, hola, Beca.
—Hola, ¿Y Dylan?
Excelente, al grano.
—No lo se.
Parpadeo un par de veces.
—¿Cómo que no sabe? Si se fue contigo.
—Si pero desapareció de mi vista.
Hago una mueca decepción la cuál se cambia a una de sorpresa en segundo cuando veo a mi mejor amiga pellizcarle el brazo a Nolan con fuerza quien suelta un chillido al instante.
—¡Auch! ¿Y eso porque fue?—cuestiona, desconcertado.
—Dile a Beca donde está Dylan ahora mismo, Nolan.
—Que no lo sé, Crisi bonita.
Awww, ya están poniéndose apodos cariñosos.
—Cuando regresamos al jardín, te vi aquí en la mesa de dulces y vine contigo, no vi a dónde se fue.
Suspiro.
—Pero creo que Adam lo raptó para que se fuera a tomar fotos con él y con los padrinos.
Los padrinos...
Ellos son los únicos a los que no he visto por aquí.
Excelente, ya sabemos dónde está la sanguijuela.
—¡Gracias, Crisi!—me inclino hacía ella y dejo un sonoro beso en su mejilla el cual recibe con mucho gusto.
—¿Gracias, Crisi?—replica Nolan, ofendido—. ¡Si yo te di la información!
—Pero fue gracias a mí, Nolan bonito. —dice con orgullo, alzando la barbilla.
La mira con mala cara la cuál se quita en el momento en que Criseida se acerca a él para plantar un beso en sus labios.
Bien, aquí ya voy sobrando.
Me retiro de ahí y comienzo a caminar en busca ahora de los padrinos de boda pero, si quiero encontrarlos debo ir primero con Sam, ella seguramente sabrá dónde están.
Camino muy alegremente hacia Samantha que está hablando con algunas personas, pero unas manos fuertes y firmes en mi cintura hacen que me detenga y que suelte un chillido del susto, ganándome la atención de algunos de los invitados.
—¿Buscas a alguien?—murmuran a lado de mi oído.
—Me asustaste, Dylan. —me volteo y doy un golpe en su pecho que el recibe con una sonrisa divertida.
—Creo que todos lo invitados lo notaron, estrellita.
Siento mis mejillas calentarse y vuelvo a golpearlo.
—Tonto.
Si diversión, aumenta.
—¿A quién buscabas?—vuelve a preguntar, ladeando la cabeza.
—Pues a ti, Dylan.
—Owww, ¿Me extrañabas?
—Pues sí, por eso te estaba buscando. —me cruzo de brazos.
Sus ojos chispean y se acerca para depositar un beso en mis labios.
—¿Dónde estabas?—cuestiono cuando se separa.
—¿Mmm?—tiene su mirada clavada en mis labios.
Tomo sus mejillas con una de mis manos y subo su mirada hacía la mía.
—¿Dónde estabas, Dyl?
—Por ahí con mi otra novia.
Ruedo los ojos.
—Hablo en serio, Dylan.
—¿Quién dice que yo no?
Abro la boca ofendida y le doy otro golpe en el pecho con el puño.
Ríe con fuerza y niega con la cabeza antes de inclinarse a mi para darme otro beso.
—Ya dime.
—Fui a hablar algo con Nolan y después Adam me raptó para tomarme fotos con los demás padrinos. —hace una mueca.
Sonrío.
—Seguramente saliste muy guapo.
Rueda los ojos.
—Si, claro. Y más con este peinado con litros de gel como niño de kínder. —dice señalando su cabello que ya está un poco despeinado.
Rio.
—Te ves guapísimo, Dyl —menciono y paso mis dedos por las hebras de su cabello—. Me gusta.
—¿Yo o mi cabello?
—Ambos.
Con una sonrisa, toma mi mano libre y besa mi palma.
—Gracias, Beca.
Le guiño un ojo.
—Cuando gustes.
€
Dylan y yo nos movemos por la pista, riendo y bailando al ritmo de los últimos acordes de 'Bam Bam' de Camila Cabello con Ed Sheeran. Y, sin dejarse de mover mi novio, veo como se acerca a mí y de un movimiento rápido que apenas soy capaz de ver, me toma entre sus brazos cargándome como una princesa.
Una risa escandalosa se escapa de mi garganta cuando empieza a dar vueltas conmigo y me aferro a su cuello mientras muevo mis piecitos.
—¡Nos vamos a caer, Dylan!
Escondo mi cara en su cuello sin quitar mi cara de felicidad y solo me permito sacarla cuando siento a mi novio detenerse.
—Voy a vomitar los postres, Dylan. —digo soltando pequeñas risas mientras me baja al piso.
—Pues esperemos que no pase porque la pista está lo bastante limpia para que te vomites, amor.
Vuelvo a carcajearme por su comentario y tiro un puñetazo a su cuerpo, pero termina esquivándolo, por lo que me tambaleo hacía delante. Por suerte mi cara no toca el suelo, porque mi muy ágil novio me toma con rapidez de la cintura.
—Casi te caes, estrellita. —habla con burla.
—Tonto.
Una media sonrisa se aparece en sus labios y sus ojos comienzan a brillar con alegría, los cuales comienzan a irradiar con más fuerza conforme se acerca a mí rostro.
—¡Dylan! ¡Dylan!
Mi novio suelta una palabrota a centímetros de mis labios y deja caer su frente en mi hombro.
—Ven, hijo —mi suegra comienza a tirar de su brazo—. Van a sacarles una foto a tu hermana y a ti.
—Mamá, estoy con mi novia. —dice entre dientes.
—Oh, no creo que a mi nuera le preocupe, ¿Verdad que no, Beca?
—No, no, no —me alejo un paso de Dylan—. Adelante, vayan.
—¡Gracias, Beca! Eres la mejor. —exclama con efusividad mientras toma la mano de su hijo y comienza a tirar de él fuera de la pista, quién la sigue con una mueca de sufrimiento.
Niego con la cabeza, divertida y me retiro de la pista para acercarme a mi mesa por un trago de agua.
—Rebeca...
Frunzo el ceño y volteo a ver a la persona que me habla, e inmediatamente ver de quién se trata mi rostro cambia.
—Señor Black, que gusto me da verlo.
—Lo mismo digo. —dice y se pone a mi lado, mirando en dirección hacía donde están sus hijos siendo fotografiados por su madre.
Una sonrisa lobuna aparece en mis labios al ver a como Sam salta en la espalda de su hermano enrollando sus brazos en su cuello con fuerza, casi como si quisiera matarlo, mientras que Dylan la sostiene con un gesto de sufrimiento.
—Gracias.
Vuelvo mi vista hacia mi suegro y parpadeo un par de veces confusa.
¿Escuché mal o...?
—¿Perdón?
—Gracias. —me repite volteándome a ver.
No, no escuchaste mal.
—¿Por qué?—interrogo muy confundida.
—Elizabeth me contó que gracias a ti, Dylan quiso escucharme y quería agradecerte por eso.
—No tiene por qué agradecerme por eso, señor Black. Lo hice por Dylan, no por usted. —me sincero.
Asiente con una pequeña sonrisa en labios.
—Lo sé, justo por eso te agradezco.
Mi ceño se hunde más confundida que antes.
—Perdón, pero no estoy entendiendo.
—Sé que lo que hiciste no fue por mi, si no por mi hijo y eso es lo que te quiero agradecer. —me responde calmado, sin quitar la vista de su familia.
Vaya, eso no lo vi venir.
—Sigo sin comprender mucho, señor.
Toma una bocanada de aire.
—Sé que Dylan te contó lo que sucedió, por lo tanto sé que tienes conocimiento del dolor y rencor que guarda mi hijo en su corazón, Rebeca. Y yo no quería que él siguiera así; con esos sentimientos lastimándolo. Por eso fue que insistía tanto en hablar con él; no para justificarme a mí y que me perdonará, no, si no para darle esa explicación que sé que tanto necesitaba. Para que así tal vez, pudiera encontrar un poco de paz en su corazón y dejará de dolerle tanto y creo que, en lo que cabe, lo está logrando y eso es gracias a ti.
» Y no solo por eso, si no porque también lo has estado ayudando a que no se rinda, a qué siga luchando contra su enfermedad, a qué siga viviendo...
Siento mi cuerpo temblar ante sus palabras y él parece notarlo porque me da un apretón tranquilizador en el hombro.
—Eres lo que le faltaba en su vida; alguien que le enseñara a ver la vida de otro modo y que lo impulsara a vivir. También por eso te estaré eternamente agradecido.
—Y lo volvería a hacer, señor. —digo sin pensarlo dos veces.
—Lo sé.
Me da una sonrisa de boca cerrada y con sus ojos llenos de agradecimiento, vuelve a darme un suave apretón.
—Gracias por no rendirte con mi hijo, Rebeca.
No me deja decir otra cosa, porque apenas termina de decir esas últimas palabras, retira su mano de mi brazo y se aleja de mí. Dejándome con el corazón acelerado y el cuerpo temblando.
"Eres lo que le faltaba en su vida..."
Un suspiro entrecortado sale de mis labios ante el recuerdo de esas palabras y, por alguna extraña razón, me veo en la necesidad de envolver a mi novio en un cálido y fuerte abrazo. Pero antes de tan siquiera poder llevar a cabo mi propósito, el sonido de una canción lenta, me frena.
—¡Invitamos a la feliz pareja a pasar a la pista de baile para llevar a cabo su primer baile de casados!—se escucha decir a alguien por el micrófono e inmediatamente todos empiezan a aplaudir.
Samantha entra a la pista de la mano de Adam con una enorme sonrisa en labios y ambos se colocan en medio de la pista, tomando su posición, mientras 'All of me' de John Legend empieza a sonar con más fuerza por las bocinas.
—¡Brindémosle un fuerte aplauso a la feliz pareja!
No lo tiene que decir dos veces porque ya todos —incluyéndome— están aplaudiendo con intensidad.
Sam lleva ambas manos al cuello de Adam y Adam lleva sus manos a la cintura de Sam; ambos empiezan a bailar, dando lentas y tranquilas vueltas sobre su eje sin dejar de mirarse.
La canción suena y el último minuto de la canción comienza a sonar, cuando del otro lado de la pista mi mirada se encuentra con la de Dylan, que al parecer ha estado viéndome desde hace rato.
Estoy a punto de regalarle una enorme sonrisa cuando me hace una seña con la cabeza que no logro comprender.
Mi ceño se hunde, confundida y artículo la palabra «¿Qué?», con mis labios para que vea que no le entendí. A lo que el solamente responde con el mismo gesto, señalando algún lugar, antes de desaparecer entre la gente.
¿Ahora a dónde va?
—¡Que se escuchen los aplausos para los recién casados!—la voz del hombre en el micrófono me desconcentra y me veo a mi misma aplaudiendo junto con la multitud.
Cuando los aplausos se desvanecen y empieza a reproducirse otra canción lenta, las parejas empiezan a entrar a la pista de baile para unirse a ellos, entre las personas van Nolan y Criseida, quienes me provocan una sonrisa cuando los veo comenzar a bailar junto a los demás.
Me quedo un minuto más viendo a las parejas bailar, antes de dar media vuelta e ir a buscar a mi pareja.
¿Ahora dónde se metió?
Con ese pensamiento en la cabeza, me muevo en dirección hacia donde lo vi y mientras voy pasando por el barandal de arbustos y flores que divide el jardín de la playa, veo a alguien apenas visible por la obscuridad parada en la arena, con la mirada fija en el mar.
Dylan.
Con rapidez, me dirijo hacia las escaleras y mientras voy bajando por ellas, me retiro las zapatillas las cuales tiro a un lado cuando llego a la playa.
—¿Qué hace aquí solito un hombre tan apuesto?
Lo escucho reír.
—Esperando a mi novia. —me dice por encima de su hombro.
—Ya veo —me acerco a él, lentamente—. Pues que afortunada muchacha.
Vuelve a reír.
—No, en realidad el afortunado soy yo.
Siento mis mejillas sonrojarse.
—Te perdiste el final del baile.
—Sí, es que me abrume de tanta gente y tantas fotos.
Muevo mi cabeza en forma de afirmación, deteniéndome a una distancia de casi dos metros de él.
—También me abrumó no poder estar todo el tiempo con mi novia.
Sonrío con el calor presente en mis mejillas y, a pesar de que ya esté noche, estoy segura de que Dylan puede ver mi cara roja.
—¿Por eso es que me trajiste aquí con tus señas todas raras?
—Mhm —acompaña ese sonido con un asentimiento de cabeza—, para poder pasar más de solo 10 minutos a solas contigo.
Sin hacer algo por ocultar mi cara de felicidad, abro la boca para decirle algo pero, las primeras notas de 'Can't help falling in love" de Elvis Presley comienzan a sonar desde el jardín, inundando también la parte de la playa donde nos encontramos, frenando cualquier palabra que iba a salir por mis labios.
Wise men say
—Me gusta esta canción. —escucho decir a Dylan y clavo mi mirada en sus ojos.
Only fools rush in
Estira su mano hacia mí.
—¿Bailarías conmigo?
But I can't help
Le sonrío.
—Me encantaría. —digo, tomando su mano.
Falling in love with you
Tira de mí suavemente llevándome contra su pecho.
Shall I stay?
Cuando llego hasta él, llevo mis manos automáticamente a su cuello mientras él lleva las suyas a mi cintura.
Would it be a sin
Comienza a moverse conmigo en brazos sin quitarme sus preciosos ojos de encima.
—If I can't help falling in love with you?— canta en voz baja, sin despegar su mirada de la mia, poniendo mi corazón a temblar.
Like a river flows
Surely to the sea
Me pega por completo a su pecho y acomodo mi cabeza encima de su corazón.
Darling, so it goes
Some things are meant to be
Se aleja de mí un poco, soltando una de mis manos.
Take my hand
Y vuelve a atraerme hacia su pecho, dándome una suave vuelta en el proceso.
Take my whole life, too
Deja un beso en mi frente antes de acomodar su barbilla encima de mi cabeza, abrazándome con fuerzas y yo hago lo mismo con él, aferrando mis manos a su espalda sin dejar de moverme al ritmo de la canción.
For I can't help, falling in love with you
€
¡Aquí el final!
-2 capítulos para el final.
Los quiere, Hanna.
ig:hannasvelez
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro