Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 37

—¡Rebeca! ¡Ya llegó la limusina!

—¡Ya voy!—grito desde mi cuarto y me apresuro a pasarme el brillo labial por los labios.

Una vez verifico que todo está bien conmigo, tomo mi bolsa negra y salgo de mi habitación.

Han pasado ya tres meses desde que Dylan fue internado en el hospital de emergencia. Ahora nos encontramos a principios de Noviembre, más exactamente a 11.

Durante estos meses Dylan y yo hemos mejorado mucho nuestra relación. Han existido varios conflictos entre nosotros, como cualquier pareja, pero siempre tratamos de solucionarlo lo más rápido posible y, lo mejor de todo, es que Dylan ya no ha tenido complicaciones con su enfermedad. Yo, personalmente me he encargado de llevarlo a cada una de sus consultas y tratamientos el día en que le toca y a la hora asignada. Así que básicamente se podría decir que gracias a mí, mi novio sigue vivito y coleando.

También, durante estos meses Dylan ha progresado la relación con su padre. Tal vez no a un 100%, pero si a un 15%. Ahora ya cada que se ven, Dylan no le grita a su padre y tampoco le hace cara de asco, cosa que para toda la familia es una maravilla. Claro que sigue habiendo bastante tensión de por medio y Dylan sigue con bastante resentimiento hacía él, pero por lo menos ya no lo quiere asesinar cada que lo ve.

Igual, volví a la universidad hace un mes y he de decir que este semestre está un poco más difícil que el anterior. Por lo que he estado muy ocupada y me ha costado bastante ver a mi novio todo el tiempo que me gustaría. Pasamos de estar juntos todos los días a vernos solamente una hora o dos por día, a excepción de los sábados y viernes; porque cuando cae Viernes, me la paso con mi mejor amiga —no todos los viernes, aclarando— y cuando llega el Sábado, me paso todo el día con Dyl.

Y bueno, para finalizar, la boda de Samantha se estará llevando a cabo dentro de dos días en Atlantic City, por lo que hoy estaremos festejando su despedida de soltera. Organizada por nada más y nada menos que sus damas de honor.

La verdad es que hacerlo fue bastante sencillo, pues cuando Sammy me presentó a las otras chicas que serían sus damas de honor, congeniamos muy rápido, por lo que nos fue bastante fácil organizarla. Y, a pesar de que nuestro plan fuera algo caro, la verdad es que sería algo "sencillo". Recorreríamos las calles de Hoboken en una muy bonita limosina con luces de colores y después pararíamos en un club para alcoholizarnos hasta ser más alcohol que órganos humanos y, para finalizar, partiríamos una piñata con la cara del novio —cortesía de la mejor amiga de la novia—.

Cuando llego a la planta baja de mi casa, me encuentro a mi mamá hablando muy animada con Criseida, quién por cierto había sido invitada por Sam para que pasara con nosotras este muy bonito festejo.

—Estoy lista. —menciono sonriente llegando hasta el final de las escaleras.

—Wow, beki-keki, que linda te ves. —dice mi amiga parándose a saludarme.

—Gracias —sonrío—. Y tu no te quedas atrás, Cris.

Sonríe en forma de agradecimiento.

Mientras que yo llevo un vestido negro un tanto corto, con una abertura en forma de círculo en una de mis costillas con solo una manga. Cris lleva uno rosa igual de corto que el mío, solo que el suyo a comparación del mío no tiene aberturas, se sostiene solo del pecho.

—Cuídense mucho —pide mi mamá acercándose a ambas—. Las dos cuídense.

—Si, mamá. No te preocupes.

—Y cualquier cosa, marquen.

Las dos asentimos al mismo tiempo con la cabeza.

—Bien, entonces ya váyanse.

Haciendo caso de mi madre, ambas salimos de la casa con nuestros brazos entrelazados.

—Nos vemos mañana, niñas. —grita mi mamá desde el marco de la puerta.

A lo que nosotras volteamos despidiéndonos de ella con la mano y asintiendo con la cabeza.

—Chao, ma. —grito y muevo mi mano en su dirección antes de entrar a la limusina.

Cuando entramos, saludo con mi mano a las otras damas de honor y a otro par de amigas de Sam que se encuentran ahí, antes de tomar asiento.

Ya estamos todas completas, la única que falta es la novia.

Las bocinas de la limusina resuenan con 'One kiss' de Dua Lipa y Calvin Harris. Y absolutamente todas nos encontramos cantándola a todo pulmón. Algunas sentadas, como yo y una de las primas de Sammy, y otras de pie asomadas por la ventanilla de arriba de la limusina, como Criseida, Sam y su mejor amiga.

Le doy otro trago grande a mi copa y continuo moviendo mi cabeza al ritmo de la melodía hasta que, unos segundos después, concluye y siento el vehículo detenerse.

Con extrañeza, volteo hacía la ventana y esbozo una enorme sonrisa al ver qué hemos llegado a la disco en donde festejaremos la despedida de soltera de Sammy.

—¡Hemos llegado!—grita la mejor amiga de la novia con emoción, seguido de más bullicio por parte de las demás.

Samantha, con una sonrisa enorme y con aún la copa en la mano, baja felizmente de la limusina, luciendo su muy bonito —y corto— vestido blanco, a juego con unos guantes que le llegan a los codos y con una tira en la cabeza.

Todas las demás bajamos detrás de ella, siguiéndola hacía el interior del lugar. Y, apenas ponemos un pie en la entrada, Samy es recibida con un shot de aproximadamente unos 7 segundos que, recibe muy gustosa antes de entrar.

Por las bocinas suena 'Uptown Funk' de Bruno Mars, y me es imposible no sonreír al pensar en Dylan en este momento, puesto que es su cantante favorito. Y, sin borrar mi sonrisa, continuo caminando detrás de las demás hasta que llegamos a una mesa reservada que está en la planta alta del lugar.

Llegando a la mesa, me es imposible no sentir una pizca de orgullo al ver que la mesa está decorada tal y como lo pedí. En el centro de está, un pequeño pastel de vainilla con una figurilla de una chica con un pequeño vestido de novia y una mini botella en una de sus manos. Y, al rededor del pastel, varios cupcakes con una pequeña imagen de la cara de la novia hasta la parte de arriba. Y en la parte derecha del pastel, estaban el número exacto de vasos para las personas que nos encontramos ahí, con la cara de Adam pegada en el centro de cada uno y del otro lado del pastel se encuentran varias botellas de alcohol.

Sam se queda viendo todo con fascinación, antes de tomar una de las botellas que están ahí y voltearnos a ver con una sonrisita malévola.

—¡Que empiece la diversión!—grita muy efusivamente, seguido por el grito de las demás.

Bueno, esto se pondrá muy divertido.

—¡Vamos, Beca!

—¡No te rindas, amiga!

Las voces de las damas y amigas de Sam inundan mis oídos mientras yo trato de beber a toda velocidad del vaso, dispuesta a ganar contra la mejor amiga de mi cuñada.

Llevamos apenas una hora en ese lugar y ya hemos consumido bastante alcohol, al igual que hemos hecho varias actividades —como la que estamos haciendo ahora— para poder convivir entre todas. Y no me quejo en lo absoluto, porque la verdad me estoy divirtiendo mucho.

Doy el último gran trago a mi bebida y levanto el brazo con el vaso vacío, sonriendo triunfante al darme cuenta que he terminado antes que la mejor amiga de Sam, quién termina unos segundos después.

Los gritos no se hacen esperar y todas las amigas de Sam festejan mi triunfo entre aplausos y pequeños saltitos.

—Lo siento, amiga, pero te toca castigo. —menciona Sam, acercándose a su mejor amiga con una sonrisa en los labios.

Hace una mueca de desagrado al ver qué mi cuñada se acerca a ella con un caballito de tequila en la mano.

—¿No puedo tener otro castigo? El tequila es muy fuerte. No me gusta.

Niega con la cabeza.

—No, lo siento. Reglas son reglas.

Ella, sin quitar la mueca de su rostro, toma el pequeño vasito entre sus dedos y sin darle tantas largas, se lo bebé de una.

Todas empiezan a vitorear de emoción —conmigo incluida—, al verla cumplir su reto.

—Bien, ahora es turno de... —Samy se acerca al vaso lleno de papelitos blancos el cual estuvimos utilizando para ver quienes iban a jugar— ¡Uy! Rebeca otra vez. —sonríe hacia mí y yo maldigo por dentro.

Me dará un coma etílico.

—Y de... —hace un sonidito de emoción cuando abre el otro papel—, yo. Me toca a mí contra Rebeca.

No se hacen esperar los gritos de emoción y una de las chicas nos pasa un vaso con alcohol a las dos.

—¿Estás lista, cuñadita?—mueve sus cejas de arriba a abajo.

Pues no, pero bueno...

Asiento una vez con la cabeza.

—Bien. A la cuenta de tres: Uno.

—Dos.

—Tres.

Cuando Samy grita "tres", inmediatamente me empino el vaso, bebiendo de el lo más rápido que puedo.

El sonido de los festejos a mí alrededor, llega apenas a mis oídos unos segundos antes de que retire el vaso de mis labios y al hacerlo, veo a mi cuñada con una sonrisa de oreja a oreja con su vaso de vidrio totalmente vacío, lo que significa que me toca el castigo a mí, cosa que me provoca hacer una mueca.

Bueno, la suerte ya nos había durado mucho.

Mi mueca se acentúa más cuando una de las amigas de Sam, me pasa el chupito en su respectivo vasito.

—Vamos, Beca, bebe. —me anima mi cuñada sin quitar su sonrisa, seguido por el coro de las demás.

Y por mucho que quiera negarme me veo obligada a acercarme el vaso a los labios.

—¡Tenemos un problema!—anuncia una dama de Sam, haciendo que detenga lo que estaba por hacer y la mire con confusión al igual que todas.

—¿Qué pasa?—cuestiona Sam, viéndola con las alarmas en sus ojos.

—Ellos están aquí. —dice agitada.

—¿Quiénes?—pregunto, confundida.

—¡Adam y sus padrinos de boda están aquí!—grita sobre la música, alterada.

Todas nos quedamos en total silencio por unos cuantos minutos, analizando la situación.

Nosotras estamos aquí y ellos también están aquí. Y eso solo puede ser por una cosa...

Sin perder tiempo, paso a lado de la chica y me encamino hacía el barandal del segundo piso, seguida por las demás.

—No es cierto. —murmura Criseida mi lado izquierdo, mirando al mismo punto que yo.

Efectivamente, Adam seguido por sus padrinos de boda y amigos, están entrando al lugar.

Mi pecho se calienta y mi cuerpo se pone a flor de piel al ubicar a mi novio a lado de Adam, con las manos en su bolsillos y con una camisa negra doblada hasta los hombros y abierta de los tres primeros botones.

Pero que hombre...

Y, mientras todo el séquito de hombres camina dentro del lugar, hay algunos que se encuentran paseando su mirada descaradamente por las chicas que se pavonean frente a ellos y otros, como mi Dylan, que mientras caminan, están paseando su mirada aburrida por el lugar, sin ni siquiera dirigir una ojeada hacía ellas.

Cosa que, he de decir, me hace esbozar una sonrisita.

Aparte de guapo, fiel.

—¿Ese es él hermano de Samantha? —escucho a alguien decir de mi lado derecho y me quedo quieta.

Doy una rápida mirada y noto a tres chicas en el barandal mirando hacía donde yo tenía mi vista hace unos momentos.

—Joder, si lo es. —responde una castaña que está a mi lado.

—Esta guapísimo. —dice la misma chica del principio que por cierto, es una rubia preciosa.

—Incluso más que antes. —habla una chica de cabello corto, la cual está del otro lado de rubia.

—Siempre ha sido guapo. —responde la castaña de mi lado.

—Si, pero ahora está más.

—Bueno, creo que por fin es mi hora de brillar. —dice la rubia con un brillo en los ojos, provocando que un burbujeo de celos se asiente en mi estómago.

Menuda garrapata, ¿que no sabe que es mi novio?

Al parecer no.

—No seas asaltacunas. —responde la del pelo corto.

—No soy asaltacunas. Por lo que se, hace poco cumplió los 21 y yo tengo 24. Son tres años de diferencia. Malo que tuviera 18, eso sí sería ser asaltacunas, pero no es el caso. —se justifica la garrapata güera.

—¿Pero que no tenía novia?—murmura la que está a mi lado.

—Yo no he oído eso.

—Lo dijo Samantha hace unos días.

—Estoy segura que escuchaste mal, linda.

—No, estoy segura de haber escuchado bien.

—Lo dudo. Así que mientras no escuche que salga de la boca de Sam o de su mismo hermano que tiene novia, para mí no la tiene.

Mi boca se abre en indignación ante esa estúpida respuesta y me veo tentada a decirle que si tiene novia, pero antes de que pueda hacerlo la voz de la mejor amiga de Sam, me distrae de mi objetivo.

—No importa, ellos vienen a festejar la despedida de soltero de Adam y nosotras la de Sam. Así que no hay impedimento para que sigamos divirtiéndonos. —dice muy decidida.

Se aleja del barandal para tomar una botella de la mesa y voltea a vernos con una sonrisa.

—¿Quién es la siguiente?

Me enorgullezco en decir que, a pesar de que he tomado más de lo estrictamente permitido, me encuentro en mis cinco sentidos. Bueno, cuatro, porque me he estado mareando un poco más de lo normal, pero a pesar de eso, puedo decir que aún estoy consciente con las decisiones que he estado tomando a lo largo de la noche.

Igual, durante estás horas he notado que la garrapata güera, ha lanzado miradas fugaces al piso de enfrente y se la ha pasado casi toda la noche pegada al barandal, como si estuviera buscando captar la atención de alguien.

Que muy bien sabemos de quién se trata.

Pero, para su mala suerte, mi novio no le ha dirigido ni una palabra. Se la ha pasado conviviendo y bebiendo con sus amigos, y no ha mirado en lo absoluto para acá. Bueno, a excepción de hace tal vez unas dos horas, cuando Criseida me dijo que estaba mirando hacía acá, justo en mi dirección, pero cuando voltee hacía allá, Dylan tenía la vista clavada en uno de sus amigos, por lo que supongo que tal vez Cris se confundió.

—Vamos. Muévete, Beki. —la voz de mi mejor amiga me saca de mis pensamientos y de un momento a otro, me encuentro siendo arrastrada por ella misma hacía las escaleras.

Sin perder más tiempo, camino a la par de Criseida siguiendo a las demás hacía la planta baja y por lo que puedo notar, todas están bastante emocionadas.

Llevo la vista hacía mi teléfono, viendo la hora y me doy cuenta que ya son las 1:53 am. Y según el itinerario que hicimos las damas, a las 2 am en punto, la hora de romper la piñata sería llevada a cabo.

Así que por eso la emoción...

Si. Les emociona ver a Sam rompiendo una piñata con la cara de su prometido.

Que lindas ellas.

Definitivamente.

Llegamos a la planta baja y nos dirigimos a la parte de atrás del complejo, en donde además de ya no hay gente —supongo que los retiraron de ahí—, ya está colgada la piñata.

La cara de Adam está en todo su esplendor girando sobre su eje.

Y Sam... bueno Sam está mirando la cara de su casi marido, incrédula.

—¿Esto es de verdad?—murmura sin salir de su trance— ¿O el alcohol me dejó ya mal?

—Es de verdad —dice una chica la cuál, según yo, es su prima, acercándose a ella con un palo—. Ahora rompe esa piñata.

Le estrecha el palo de la piñata, el cual toma con vacilación.

—Amor —se acerca a la piñata—, esto no es personal. Te amo —besa sus dedos y los lleva a la mejilla de la Adam-piñata—. Ahora sí, vamos a darle.

Y de pronto, le pega un fuerte palazo a la piñata que hace que de un brinco del susto hacia atrás y sin detenerse, comienza a golpear con toda su fuerza la piñata.

—¡Vamos, Sam! ¡Vamos!—vitorean todas a destiempo, mientras Samantha continua golpeando la piñata como si no hubiera un mañana.

—¡Vamos, Samy!—grito, uniéndome a las porras con las demás.

Mi cuñada parece inspirarse con nuestros gritos, ya que comienza a pegarle con tanta fuerza hasta el punto de desfigurar totalmente la cara de Adam.

Vaya, cuanta violencia.

—¡Sigue Samy! ¡Sigue!—continuo gritando como loca mientras doy pequeños brincos sobre mis pies.

Samantha continúa golpeando con toda su fuerza la Adam-piñata, cuando de pronto veo como está se parte de la parte de abajo y empiezan a caer varias cosillas de ella.

Sin importarme nada, me lanzó al piso al igual que las demás y comienzo a recoger los dulcecillos que están ahí, que por cierto, he de decir que por lo que puedo ver hay algunas paletas que tienen una forma un tanto... peculiar.

Traducción: Forma de las partes íntimas del hombre.

Exacto.

Sin embargo, las tomo, porque dulces son dulces.

Y no solo eso, si no que también hay varios condones regados por el piso. Claramente, recojo uno que otro muy discretamente.

Nunca se sabe cuándo se pueden utilizar.

Eso.

—Voy a hacer como si no estuviera dolido por lo que acabo de ver. —una voz masculina, me hace levantar la vista. Y cuando lo hago, me encuentro con nada más y nada menos que Adam.

Su brazos están en jarras mirando fijamente a su prometida, quién tiene el palo en una mano y un ojo de la Adam-piñata en la otra.

—Cielito —esconde el ojo en su espalda—. No es nada personal.

—¿Ah no? Porque mi bonita cara destrozada en el suelo dice otra cosa.

Sam voltea ver la ya inexistente piñata con una mueca, antes e volver a ver a su marido.

—Ups.

Mis ojos captan un movimiento detrás de Adam, y llevo mi vista hacía allí, encontrándome a Nolan, el ahora novio de mi mejor amiga, viendo a un punto fijo a lado mío con una sonrisita de lado.

Llevo mi vista hacía donde él la tiene y veo a mi mejor, hincada en el piso con un montón de dulcecitos a su alrededor y algunos condones en las manos. Los cuales suelta automáticamente al ver los ojos de su novio posados en ella.

Por el rabillo del ojo veo la sonrisa de Nolan crecer aún más mientras que la tez morena de mi amiga, va poniéndose roja de vergüenza.

Estoy a punto de reírme abiertamente de ella, pero las piernas de alguien pasando entre nosotras detiene mi burla.

Alzo mi vista hacia la persona que paso entre ambas y mi sangre se congela al ver que es la garrapata güera, caminando hacia un lugar en específico.

Oh no. Esta garrapata está tramando algo.

O tal vez quiere ir al baño.

No, el baño está del otro lado. Ella va a otro lado.

Cierto. Sigámosla.

Me pongo de pie de un salto sin ni siquiera molestarme en soltar lo que agarre de la piñata y me dispongo a seguirla.

Me abro camino entre la multitud que está bailando y me detengo en un momento a perderla de vista.

Suelto una maldición en voz baja y doy una vuelta sobre mi eje, buscándola. Me detengo, cuando mis ojos encuentran a Dylan; está a lado de las escaleras que conducen a la planta de dónde él estaba y está mirando en dirección a donde estábamos nosotras partiendo la piñata.

Con una sonrisita, me encamino hacía donde está mi noviecito, pero me veo obligada a detenerme de golpe cuando la güera esa se para a lado de mi Dylan. Mi novio.

Dylan no parece notarla hasta que pone su mano en su brazo. Él lleva su vista hacía ella como latigazo y alza una ceja hacía en su dirección antes de dar un paso hacia atrás y mirarla con asco; como si fuera algún tipo de chinche. Ella parece decirle algo a lo cual mi novio no presta atención porque lleva su vista hacía donde la tenía antes, pero ella no parece darse por vencida, porque vuelve a acercarse a él, está vez poniendo una mano en su brazo y la otra en su pecho.

Siento mi sangre burbujear del coraje y un nudo de celos atorarse en mi garganta. Y, aunque Dylan ya haya quitado sus manos de encima de él de un manotazo y que le haya lanzado una mirada glacial, ya me encuentro caminando hacía ellos con cabeza punzándome de la molestia.

Alguien morirá hoy.

Llego justo al instante en que la vieja esa acerca otra vez sus manos hacia mi novio, pero antes de que tan siquiera lo roce le doy un manotazo plantándome delante de ella.

—¡Ey!—sus ojos me observan entre sorprendidos y molestos—¿Qué te sucede?

Me mantengo callada.

—Oh —sus facciones se pintan de reconocimiento—. Tú eres una de las damas de Samantha, ¿no?

Al ver qué me mantengo callada, carraspea incomoda.

—Si te mandaron a buscarme, diles que voy en unos minutos porque —le da una mirada a Dylan acompañado de una sonrisita— estoy atendiendo unos asuntos.

No se si fue la mirada o la sonrisa que ha hecho que la furia crezca más en mi interior.

Hace el ademán de pasar por mi lado pero me vuelvo interponer en su camino, ganándole una mirada de exasperación.

—¿No me has escuchado?—pregunta con irritación.

—Si. Te escuché clarito.

—¿Entonces porque no te largas?

—¿Sera porque no quiero?—le respondo más agresiva de lo que pretendo.

Abre los ojos de par en par, impactada con mi respuesta. Como si no se la hubiera esperado.

—¿No te dijeron que él tiene novia?—le cuestiono dando un paso en su dirección.

Retrocede un poco antes de tomar una pose defensiva.

—No.

Las ganas de golpearle la cara se hacen más intensas al escuchar su vil mentira.

Bruja mentirosa.

—¿Ah no? Bueno, entonces te lo digo yo —me planto bien firmemente delante de ella—. Él, tiene novia.

—¿Ah sí? ¿Y dónde está su novia? Porque yo no la veo.

Hago mis manos puños tan fuerte que empieza a arderme la palma de la mano.

—Oh, espera —se lleva las manos a la boca fingiendo sorpresa—. ¿Vas a decirme que tú eres la novia?—lo suelta con burla.

—Pues si. Soy yo la novia.

Eso parece descolocarla porque sus ojos se llenan de confusión y sus manos van bajando lentamente hasta llegar a sus costados.

—¿Es un tipo de broma o algo así?

—No. No lo es.

Parpadea un par de veces cómo si no se la acabará de creer.

—Un segundo, me estás diciendo que él que es tan... —hace un gesto con la mano hacía Dylan señalándolo de arriba a abajo— wow, es novio de alguien como tú que eres tan... —me da una mirada de arriba a abajo con una mueca plasmada en su rostro.

—Ten precaución con lo que sea que estés a punto de decirle a mi novia porque no me hago responsable de mis actos. —la voz enojada de Dylan se hace escuchar en el momento en que ella abre la boca para terminar la oración.

La cierra de inmediato dándole una mala mirada. Siento la mano de mi novio tomarme de la cintura y arrastrarme hacía el, hasta que mi espalda choca con su pecho. Eso la hace enojar más, porque veo como su mirada se intensifica más.

Eso le dura solo unos segundos, porque casi de inmediato, su mirada desdeñosa cambia a una maliciosa. Y no del tipo que me da Criseida cuando va a decirme algo que me pondrá toda roja o del tipo que me da Dylan cuando está a punto de morrearme contra algún pared, no. Si no una malvada.

—Cariño, pues me temo decirte que hace unos instantes tú novio, no se veía disgustado con mi presencia. Incluso podría decirte que así como yo, él también se me insinuó...

Se que eso que está diciendo mentira, incluso al notar la tranquilidad de Dylan a mi espada, se que él sabe que yo se que es mentira.

Se sabe lo que tengo por novio.

Pero de todas maneras la furia que me provocan sus palabras son tan intensas que incluso temo que en cualquier momento pueda incrustarle un puñetazo a su fea cara.

—Así que ten cuidado, corazón, porque en cualquier momento alguien mejor que tú te lo puede quitar. Y si te descuidas en algún momento ese alguien puedo ser yo.

No sé si son sus palabras o la sonrisa sádica que me da —o ambas—, pero cuando menos me doy cuenta, ya me lance hacía ella.

Apenas y le da tiempo de retroceder un par de pasos, sin darme la oportunidad de agarrar su cabello rubio oxigenado. Así que vuelvo a lanzarme hacia ella, está vez más furiosa, pero antes de que pueda tocarla unos brazos se enrollan en mi cintura levantándome del piso.

—¡Suéltame!—gruño como si fuera animal y clavo mis uñas en los brazos de Dylan— ¡He dicho que me sueltes Dylan!

—Tranquilízate, cielo. —pide en voz baja caminando conmigo en brazos.

Vuelvo a gruñir y antes de que me lleve más lejos de ahí volteo mi cabeza hacia ella y la señaló con uno de mis dedos.

—¡Te vuelvo a verte acercándote a mi novio y te juro que te arranco los ojos!—le grito lo más fuerte que puedo.

Ella se queda totalmente quieta en su lugar y con los ojos abiertos de par en par; lo que me hace saber que no esperaba esa reacción de mi parte.

Yo tampoco la esperaba.

Continuo revolviéndome en los brazos de mi novio, furiosa.

—¡Bájame en este mismo instante, Black!

Sigue sin prestarme atención y yo sigo removiéndome en sus brazos hasta que unos pasos después, me baja.

—Cielo, tranquila —pide tomándome de los brazos—. Respira...

—¡No quiero respirar!—pronuncio furiosa—¡Quiero ir a clavarle algo en la garganta por intentar ligar contigo!

—Amor, relájate. Todo está...

Antes de que pueda acabar su frase quito sus manos de mis hombros y me alejo de él, mezclándome en la multitud.

Paso una de mis manos por mi cabello mientras trato de calmar mi respiración y mi corazón, que va a toda velocidad.

—Rebeca, tranquilízate —hablo para mí misma—. No pasó nada, no hay porque ponerse así y mucho menos hay porque ponerse celo...

Un golpe en mi hombro y algo frío deslizándose desde mi cuello a mis pechos, me hace detenerme de golpe y con el ceño fruncido.

—Lo siento, lo siento mucho. —un chico unos centímetros más alto que yo está enfrente mío con su vaso de vidrio vacío.

Genial, me tiraron alcohol encima.

Lo que faltaba

—Déjame arreglarlo.

Cuando estira su mano hacia mí, doy un paso hacía atrás y niego con la cabeza.

—No te preocupes, yo lo arreglo. —respondo aún tensa por mi encuentro de hace unos minutos con la garrapata esa.

—¿Segura? Déjame ayudarte.

Da otro paso hacía mi y estoy a punto de soltarle un puñetazo destructor, pero antes de hacerlo, el chico se detiene, desviando su mirada arriba de mi cabeza. Frunzo el ceño y estoy a punto de volverme cuando siento una mano rodear mi cintura, la cuál me hace tensar unos segundo antes de tranquilizarme.

Dylan...

—Gracias, pero yo ayudaré a mi novia.—habla remarcando esas últimas palabras.

Él chico, sin decir otra palabra asiente con la cabeza y se marcha rápidamente.

—Amor... —Dylan me voltea por los hombros hasta que quedamos frente a frente.

Miro hacía otro lado negándome a verlo

—Estrellita, ¿estás bien?

Asiento con la cabeza.

Suelta un suspiro y toma mi barbilla, obligándome a verlo. Sus ojos teñidos de preocupación.

—Palabras, Beca —pide sin soltarme—. ¿Estas bien?

—Sí.

Asiente con la cabeza y abre la boca para decir algo pero me adelanto.

—Lo siento.

—¿Por qué?—pregunta confundida.

—Por quitarme tus manos e irme, por hacer berrinche y por pelearme con la garrapata güera...

—¿Garrapata qué?—cuestiona divertido, interrumpiéndome.

—Estaba tan celosa. Desde allá arriba —hago un gesto hacia la segunda planta— se la pasó diciendo que es su 'hora de brillar contigo' y que si ni tú ni Samantha le confirmaban que tenía novia ella iba a ir por ti y...

—Cielo...

—Ahorita lo que dijo se que es mentira, pero me dio tanto coraje y celos escucharla decir eso porque...

Sus labios sobre los míos me hacen callar de repente.

—Estrellita —dice una vez se separa—, no debes disculparte por eso. Menos por tener un sentimiento como los celos. Yo también tengo muchos celos a veces.

—Pero tú no te lanzas a la gente como yo.

Sonríe de lado.

—No, pero he tenido ganas. Como la vez del estúpido de la librería.

Frunzo el ceño.

—¿Quién estu...?—mi ceño se aligera cuando me acuerdo de quién habla—. ¡Pero eso pasó hace mucho, Dylan!

—No me interesa.

Ruedo los ojos divertida.

—Bueno, el punto aquí es que está bien tener sentimientos, así sean celos. Aunque sí, el quererte lanzar a otra persona esta mal —me sonrojo—, no pasó a mayores, estrellita. Y aunque hubiera pasado yo te hubiera defendido. —dice muy seguro, a lo que yo sonrío.

—¿Entonces me perdonas?

—Beca, ya te dije que no tengo nada que perdonar.

—Aun así hazlo para que me sienta mejor conmigo misma.

Niega con la cabeza, sonriendo.

—Te perdono, estrellita.

Sonrío y siento como el remordimiento se va un poco.

La sonrisa de mi novio dura un poco menos porque de pronto se pone totalmente serio.

—¿Quieres hablar de lo que pasó?

Ladeo un poco la cabeza, confusa.

—De lo que pasó con la garrapata güera—dice copiándome el apodo— antes de que tú llegarás.

—Dyl...

—Se que sabes que no pasó nada, pero si quieres que te lo aclare yo no tengo problema, cielo. —lleva una mano a mi mejilla, acariciándola con el pulgar.

Niego.

—No. Yo te creo, Dyl.

Asiente con la cabeza y se acerca a besar mi frente.

—Y con lo último que dijo, no le hagas caso. Tú y solo tú tienes mi corazón, Beca. Y estoy seguro que nadie más lo tendrá a parte de ti.

Una sonrisa de boca cerrada surca mis labios y mi corazón comienza a palpitar con velocidad.

—Te amo, estrellita.

—Y yo también a ti, Dylan.

Se acerca a dejar otro corto beso en mis labios y cuando se separa, se queda a pocos centímetros de mi cara, antes de inclinarse hacía mi cuello y pasa su nariz por el.

—Hmmm. Amor, hueles a alcohol.

—Si, él chico que tiró sin querer su bebida en mi...

Mhm, ya veo —sube hasta que su nariz roza con la mía y me sonríe—. Ya sé cómo arreglarlo.

Vuelve a bajar a mi cuello y cuando estoy a punto de preguntar que hará, algo frío me recorre desde el valle de mis senos hasta mi clavícula.

Un jadeo involuntario sale de mis labios, cuando noto que está utilizando su lengua. Vuelve a pasarla una vez más y otro jadeo un poco más fuerte sale de mis labios.

—Dylan... estamos en un lugar público. —lo regaño.

—¿Y? Yo no tengo problema con que me vean limpiando a mi novia. —murmura con los ojos y la voz llena de deseo.

Siento la excitación recorrerme el cuerpo con fuerzas, por lo que terminó tomando su cara, llevando mis labios hacia su oído.

—Me gane un par de condones en la piñata de Sam, creo que es buen momento para usarlos, ¿No?

Suelta algo parecido a un quejido antes de llevar su vista hacia mía.

—Dios, Beca. No me estés tentando de ese modo, que he deseado poseerte desde que te vi del otro lado del bar con ese maldito vestido puesto. —habla con los dientes apretados y con su agarre intensificándose en mi cadera.

Parpadeo un par de veces.

—Espera, ¿Estás diciendo que me viste desde hace rato aquí?

—Por supuesto, amor. Eres la estrellita más brillante y preciosa de este lugar, me es imposible no identificarte entre miles de personas.

Siento mi corazón detenerse un milisegundo antes de empezar a bombear a toda velocidad.

¿Cómo no estar enamorada de él si dice cosas como esas?

—Te amo, Dylan. —suelto así sin más.

Sus ojos se llenan de cariño.

—Y yo a ti, Beca.

Sonrío antes de juntar nuestros labios en un beso.


¡Aquí el final!

El día de mañana saldé de viaje, por lo que el domingo no podré subir capítulo y por eso lo estoy subiendo hoy.

Espero que les haya gustado mucho y nos vemos la próxima semana.

Los quiere, Hanna.

ig:hannasvelez

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro