Capítulo 33
¡Antes de que empiecen a leer, por favor no se vayan sin antes leer la nota del final!
¡Disfruten el capítulo!
Después de la regañiza que me dieron mis padres tras haberme emborrachado y no avisar sobre mi paradero, la semana transcurrió con rapidez y durante todos esos días, me quedé en mi casa, por lo que mi novio y yo tuvimos que cancelar —solo por un tiempo— nuestros encuentros nocturnos.
Fue un poco raro, ya que pasamos de vernos casi todo el día, a solo vernos en la mañana y algunas horas en las tardes, cuando Dylan se daba una vuelta por la cafetería. Y no voy a negarlo, extrañaba dormir con él y no solo de manera sexual. Extrañaba sus caricias, despertar con sus brazos alrededor de mi cintura, que me levantará con pequeños besos en la cara y esos 'te quiero' al despertar y antes de dormir. Básicamente lo extrañaba a él.
Tanto lo extrañaba en las noches, que pensé en pedirle que se viniera a quedar al menos solo un día pero, había una cosa o más bien, una persona que no lo permitiría: mi padre. Si ya para él era difícil dejarme ir al departamento de Dylan sin que se desmayara solo por el mero hecho de pensar en nosotros durmiendo juntos, solo de imaginar que le pidiera permiso para que Dylan se viniera a la casa para dormir juntos bajo su techo, podría ya visualizarlo en el piso tirado a causa de un infarto. Así que la idea fue descartada y tuvimos que continuar viéndonos solo algunas horas al día.
También, durante esa semana, Criseida pasó a verme a la cafetería y fue lindo verla, puesto que no nos habíamos comunicado más allá de unos cuantos mensajes y llamadas.
Durante su visita, lo primero que hizo fue darme un fuerte y asfixiante abrazo, para después darme un golpe en el brazo y comenzar a regañarme por haberla angustiado sobre mi paradero el día en que salí con Sam. Obviamente, tras explicarle porque había desaparecido, Criseida me disculpo de inmediato aunque seguía un poco molesta.
Y, después de esa pequeña charla, me comentó que Nolan y ella se habían vuelto muy cercanos, pero no cercanos en el término de amigos, si no de algo más. Ambos últimamente habían tenido varias citas que habían terminado en algunos besos y mimos en el carro y, por lo que me cuenta, se siente extremadamente contenta y cómoda a su lado. Cosa que ha tenido a mi corazón brincando de alegría, porque siempre ver la felicidad de Criseida, hará que la mía crezca.
Entonces, en resumen, muy posiblemente dentro de estos días, la relación Noleida se hará realidad.
¡Arriba Noleida!
Otra cosa que sucedió durante estos días, es que la vista de mi mejor amiga no fue la única que recibí, sino que un día después de que ella fuera a la cafetería, se apareció mi cuñada. A comparación de Crisi, su visita fue un poco más rápida ya que iba con un solo propósito. El vestido de dama de honor.
Según Sam, el vestido ya estaba, lo único que hacía falta era probármelo para ver si se hacía algún cambio o no. Ya que al no tener mis tallas específicas, el vestido se hizo tomando como molde el cuerpo de Sam, por lo cual era necesario hacer la prueba. Solo que había un problema y era que la prueba tenía que ser en Atlantic City, pues la boda al ser llevada ahí, Sam busco una modista de allá.
Tenía que estar el Viernes en la noche allá a más tardar para que el Sábado en la mañana Sam me llevará con la modista. Así que apenas me dijo eso, yo ya había solucionado lo de mi trabajo. Cambie mi turno del viernes en la tarde por la mañana para poderme ir alrededor de las 2 PM hacía allá. Con el fin de semana no tenía problema puesto que no trabajaba, sin embargo tenía que estar regreso en Hoboken para la noche, así poder descansar correctamente para el Lunes volver a mi horario normal de trabajo.
Y es así, como con todo mi plan minuciosamente preparado, Dylan pasó por mi acabando mi día de trabajo para llevarme a Atlantic City. Durante las dos horas de viaje, yo fui la encargada de poner la música del auto, sumergiéndonos a Dylan y a mí en una variedad de música que llegaba desde Pop, hasta Rock pesado. Y, justo en este momento, mientras nos movemos por la calles de la ciudad de Atlantic, la voz de Selena Gómez inunda el carro con 'Fetish'.
Repiqueteo mis dedos en mi pierna al ritmo de la música y la tarareo con los ojos cerrados. Y cuando está a punto de llegar a la mejor parte de la canción, o sea el coro, noto como la música desciende considerablemente.
Giro mi cabeza, indignada hacía Dylan, pero justo cuando estoy a punto de reclamarle noto la tensión sobre sus hombros.
—¿Dyl, estás bien?
No me responde, simplemente continúa su camino hasta llegar a un enorme casa color blanco e inmediatamente se el porqué de su tensión.
Estamos en la casa de sus padres.
—Dylan...
—Ahorita vengo —habla, interrumpiéndome—, debo ir a recoger algo.
Antes de que pueda agregar otra cosa, se baja de la camioneta, cerrándola de un portazo, haciéndome pegar un respingo. Desde dentro, veo como mi novio se encamina a la entrada de su casa y cuando está fuera, noto como se toma algunos segundos antes de ingresar a la casa.
Los minutos comienzan a transcurrir y yo no he quitado mi vista de la puerta de entrada. Me mantengo alerta ante cualquier situación que se pueda presentar con Dylan y su padre, pues, aunque no se lo que haya pasado los dos, se que fue algo grave y es mejor que me mantenga abusada.
Minutos después, veo a mi novio salir de su casa y esbozo una sonrisa la cuál se me borra inmediatamente al ver qué su padre sale atrás de él. Desde mi perspectiva, puedo ver cómo ambos están envueltos en una fuerte discusión y por la expresión de Dylan se nota que está furioso, incluso observo cómo respira con rapidez.
A pesar de las ganas que tengo de bajarme para parar la discusión entre Dylan y su padre, decido quedarme en la camioneta y no interferir, ya que no es mi asunto, sin embargo, ese pensamiento cambia en el segundo en el que veo como su padre toma a Dylan se su brazo y este me da un empujón haciéndolo retroceder unos cuantos pasos.
Doy un respingo y a toda velocidad me bajo de la Jeep y me encamino hacía ellos a pasos rápidos. Conforme más me acerco la discusión entre ellos se hace más clara para mis oídos.
—Dylan, estoy tratando de explicarte...
—¡No quiero que me expliques nada, papá!—replica Dylan, mirándolo furioso—. Me quedó muy claro lo que pensabas hace tres años.
—¡Estaba asustado!—levanta la voz su padre.
—¡Pero eso no te daba derecho a abandonarme!—grita Dylan perdiendo el control, dejando en silencio a su padre y dejándome estática en mi lugar.
Él lo abandonó...
—Yo también estaba muy asustado. Mamá y Sam también lo estaban, pero ellas no me dejaron como tú lo hiciste. —habla con la voz temblorosa.
—Hijo, yo...
Dylan niega con la cabeza, interrumpiendo a su padre.
—No vuelvas a llamarme así, perdiste ese derecho después de que huiste como un cobarde.
Al igual que su padre, veo como los ojos de Dylan empiezan a cristalizarse e inmediatamente me acerco a él. Tomo su mano entre la mía y al sentir mi tacto, siento como su cuerpo se relaja un poco.
Voltea su rostro hacia mí y ver sus ojos rojos, reprimiendo las lágrimas, me quiebra, pero a pesar de eso, trato de darle mi mejor sonrisa consoladora y tiro de su mano suavemente.
Él inmediatamente comprende lo que trato de decir y baja de las escaleras del porche conmigo a su lado. Y, al llegar al último escalón, se detiene y voltea a ver a su papá.
—Si esto hubiera sido al revés, yo no me hubiera apartado de ti. —dice con el dolor palpable en su voz y vuelve a reanudar su camino, sin soltar mi mano.
€
En el transcurso hacia el departamento de Dylan fue en total silencio. El sumergido en sus pensamientos y yo sin atreverme a preguntar si estaba bien.
Cuando llegamos al edificio y tras apagar la camioneta, voltee a ver a Dylan. Seguía en silencio y con la mirada perdida en el volante. Y se mantuvo así, hasta que, negándome a seguir viéndolo así, estiré mi mano hasta alcanzar la que descansaba en la palanca.
Eso pareció reconectarlo con este mundo, porque dejó de mirar al volante para ahora llevar su vista hacía mi mano encima de la suya.
—Dyl, ¿Estás bien?
Niega con la cabeza.
—¿Puedo ayudarte en algo?
Se queda en silencio y le da la vuelta a su mano para tomarla correctamente entre la suya.
—El día en que me detectaron cáncer sin duda fue el día más difícil de toda mi vida y yo sé que no solo lo fue para mí, si no también para mí familia. Porque sí, puede que yo sea la persona que tiene la enfermedad pero, al final el que se va a ir soy yo y los que se van a quedar con ese dolor de la ausencia de un hijo, hermano o sobrino, son ellos, yo no.
Siento un pinchazo de dolor en mi corazón.
—Y a pesar de eso, toda mi familia supo afrontarlo. Tal vez aún lo hagan por completo, y tal vez nunca puedan hacerlo, pero se que lo intentan. Algo que mi papá ni siquiera trató de intentar.
Lo veo tragar saliva con dificultad.
—Nosotros siempre vivimos en Hoboken y la casa de Atlantic sólo la usábamos en vacaciones o cuando papá tenía que ir a resolver cosas a la empresa que no podía hacerlo a través de la computadora en nuestra casa. Y, casualmente, dos semanas después de que me detectarán Policitemia, papá empezó a tener mucho trabajo. Demasiado, diría yo.
»Empezó a ausentarse durante días de casa. Semanas. Incluso meses. Solo se la pasaba en Atlantic "trabajando". Y así fue por mucho tiempo, hasta que llegó el momento en que se fue totalmente.
»No lográbamos entender porque se había marchado. ¿Porque nos había dejado una persona que siempre demostró amor infinito a su familia? ¿Por qué nos dejó una persona que decía querernos? Y a pesar de que buscábamos miles de respuestas para responder esa incógnita, siempre llegábamos a lo mismo: Nada. Nunca encontrábamos nada. Hasta que un día lo supimos o más bien, yo lo supe.
Toma una bocanada de aire como si tratara de agarrar valor.
—Cuando se marchó, él siguió llamando a mamá y escribiéndole a Sam, sin embargo a mí no. Cuándo él se fue, se fueron junto con él sus mensajes y sus llamadas. Yo jamás recibí un mensaje de su parte o una respuesta a los miles de mensajes que le dejé. Jamás. Incluso cuando tenía mis tratamientos allá, cuando íbamos a casa, el nunca se aparecía mientras nosotros estuviéramos ahí.
»Fue cuestión de tiempo para que mi mente empezará a crear una respuesta para todas aquellas interrogantes que no abandonaban mi mente y era que mi padre no nos había dejado porque nos dejó de querer. Nos dejó porque me dejó de querer a mí.
Escucho su voz quebrarse con lo que dijo al último y le doy un pequeño apretón a su mano transmitiéndole apoyo.
—Y lo confirmé en una discusión que tuvieron mis padres.
»Acababa de terminar mi tratamiento y venía con Samantha del hospital cuando escuchamos los gritos. Jamás habíamos escuchado a mis padres pelear como lo hicieron ese día.
»Ambos curiosos por saber qué sucedía, no acercamos al estudio de mi padre y ahí lo escuché: "No quiero estar cerca de él", fue lo que dijo mi padre y, a pesar de que muy en el fondo de mi sabía que era yo de quién hablaban, pero mi corazón deseaba que fuera un mal entendido y que estuvieran hablando de otra persona, lo que dijo mi mamá después me lo confirmo. "Es tu hijo, no puedes dejarlo en este momento", es lo que necesité escuchar para confirmar que era yo.
Un suspiro tembloroso abandona sus labios y cierra con fuerza los ojos unos segundos antes de abrirlos para continuar.
—No pude escuchar más de la conversación, porque Samantha tiro de mi y me llevo a mi habitación. Ella me dejó ahí y después salió.
»No se con exactitud lo que pasó después, ni cuanto tiempo paso, pero después de un rato, los gritos cesaron y solo hasta entonces, la puerta de mi habitación se abrió. Era Sam. Se veía abatida, en todos los sentidos, pero aún así, me ofreció una enorme sonrisa y me abrazo con fuerza: "Todo estará bien, hermanito. Nos vamos a casa", fue lo que me dijo, antes de tomar mi mano y llevarme fuera de la habitación. Más exactamente a la planta baja, en donde mi mamá ya estaba esperándonos a lado de la puerta.
»Ahí lo vi. Después de meses sin verlo, volví a ver a mi padre unos metros lejos de la puerta. Y volverlo a ver hizo que me doliera el corazón y no solo por lo que le escuché decir o por dejarnos, si no por ver su estado.
Hace una mueca, como si el recordar eso le causara molestia o dolor. O tal vez ambas.
—Había perdido bastante peso y debajo de sus ojos estaban unas ojeras enormes. Se veía peor que yo, y yo era el enfermo. —suelta una risa amarga.
Llevo mi mano libre hacía su brazo y le doy un fuerte pellizco, inconforme con su comentario.
Cómo odio cuando hace esas bromas.
Me da una rápida mirada de reojo, divertido y vuelve a enfocar su vista en nuestras manos unidas.
—En todo el recorrido que hice para llegar a la salida, mi papá solo se dignó a mirarme un segundo y fue cuando salí por la puerta.
»Después de ese día, deje de saber de él. Todos dejamos de saber de él. Tanto mamá como Samantha cortaron la comunicación con él, porque ambas estaban molestas por sus actitudes hacia mí y me lo dijo mi madre, que podrían amar mucho a mi papá, pero me amaban más a mí y mientras él no cambiará su actitud conmigo, no volvería a saber de nosotros.
Frote con mi dedo pulgar círculos en su dorso al ver nuevamente como su voz temblaba un poco.
—Compre un departamento en Atlantic para no volver a pisar su casa cada que tuviera que ir a mi tratamiento y me encargué de cortar lazos con el en la empresa.
Frunzo el ceño.
—¿Empresa?
Da un respingo, cómo si se hubiera acordado de algo.
—Es verdad, no te conté sobre eso —suelta un suspiro y vuelve su mirada hacia mi—. Cuando cumplí los 17 años, mi padre me cedió un 20% de su empresa que tiene en Atlantic y cuando cumplí los 18, me cedió el 40%; cómo se me dan muy bien los números y todo lo que tiene que ver con matemáticas, pensó que de esa manera yo lo ayudaría con la empresa y de paso ganaría mi propio dinero y así fue.
» Hice mucho dinero en la empresa, Beca y todo ese dinero lo iba pasando a una cuenta de ahorros. Solo ocupé lo necesario, y cuando mi padre y yo tuvimos nuestro conflicto yo dejé de ayudar en la empresa. Me desligue de ella totalmente. A pesar de eso, me sigue llegando dinero de ahí porque mi padre jamás me quitó mi porcentaje, pero es dinero que no estoy dispuesto a tocar.
Abrí los ojos de par en par.
—Seguramente tu cuenta bancaria va a explotar.
Se encoge de hombros.
—No lo se y la verdad no me importa mucho eso, con lo que yo hice el tiempo que trabajé, me da para vivir bien al menos unos 6 años más.
—Seis años —menciono sorprendida—. Vaya, yo quisiera también tener mi vida asegurada para dentro de seis años.
Sonríe burlón y me da una pequeña palmada al dorso de mi mano.
—No te preocupes, estrellita. Para dentro de seis años tu ya serás mi esposa y tendrás todo ese dinero y más. —me guiña un ojo.
Siento como el color llega a mis mejillas, haciendo que las sienta extremadamente caliente y le suelto un pequeño golpe en el pecho.
—Tonto. —murmuro.
Suelta una pequeña risa y estira su mano libre hacía mi rostro. Toma un mechón de cabello entre sus dedos.
—Pero bueno, así fue un tiempo —suelta un suspiro, jugando con mi cabello—, hasta un par de meses después de que cumplí los 19, mi padre volvió a aparecer en casa.
»Obviamente, no fue muy bien recibido. Mamá básicamente lo corrió de la casa y Samantha a pesar de ya no vivir con nosotros, le dijo que no se volviera a aparecer por ahí pero, papá no se rindió tan fácil. Volvió a mostrar interés en su familia.
»Le mandaba todos los días flores a mamá, todo el tiempo trataba de comunicarse con Sam y a mí me llenaba mi bandeja con un montón de mensajes y llamadas. Mensajes y llamadas que, obviamente, nunca atendí. También empezó a dejar diario un mensaje de voz por el teléfono de la casa, preguntando cómo estábamos y recordándonos que nos quería mucho y que se arrepentía de todo.
»Tras tres meses de insistencia, comencé a ver cómo mi madre y mi hermana empezaban a ceder poco a poco, aunque no lo admitieran, por respeto hacia a mi, lo notaba. Yo, en cambio, no lo hice, seguía con mucho rencor en mi corazón, no podía olvidar los tratos de mi padre hacía mi y como me hizo sentir. Sin embargo, aunque mi odio hacía él fuera muy grande, no podía con la idea de mi madre y mi hermana reteniéndose a volver a formar un vínculo con mi padre solo por mí, hizo que tomara cartas en el asunto.
»Hable con ellas un día y les dije que yo no tenía problema si querían volver a formar un vínculo con mi padre, que si eso las hacía felices lo hicieran, pero que no me insistieran a mi porque yo no quería relacionarme con él. Ambas me entendieron y me agradecieron por ser comprensivas con ellas. Y ese mismo día, unas horas después, mi madre habló con mi padre.
»Le dijo que Sam y ella estaban dispuestas a volver a intentar formar un vínculo con él, pero que eso no significaba que podría volver a la casa y que todo iba a volver a ser como antes, no. Le dijo que se quedara a vivir y que solo podría venir a visitarnos los sábados, fuera de eso él no podría pisar la casa. No hasta que yo lo perdonara.
»Acepto las condiciones con gusto y así empezó una nueva rutina. Papá empezó a venir todos los sábados en las tarde, para después marcharse en las noches y alguna que otra vez, mamá y Sam iban a visitarlo. Obviamente yo no me cruzaba por casa los sábados y mucho menos iba a visitarlo. A pesar de eso, papá jamás se ha rendido, sigue mandándome mensaje todos los días sin falta y me marca cada dos semanas y nunca le he contestado. Ni uno, ni otro.
Hago una mueca.
—Y estamos bien así. Porque si no lo veo, no exploto contra él y todos felices y contentos. No me hace falta y no le hago falta. —se encoge de hombros y deja el mechón de mi cabello con el que estaba jugando, detrás de mi oreja.
Suelta un suspiro y se recarga en su asiento.
—Ahora sabes porque evito todo tema el cual tenga que ver con él y porque exploto cuando lo veo.
Asiento con la cabeza y le doy un suave apretón en la mano, haciendo que lleve su vista hacía mí.
—Lo siento mucho, Dylan, en verdad lamento que hayas tenido que pasar por eso.
Hace un gesto para restarle importancia con la mano.
—Ya no importa, Beca, ahora estoy bien.
Hasta acá se huele la mentira.
No puede estar bien después de que su padre lo abandonara de esa manera. Y solo por su enfermedad, que es algo de lo cual él no tiene el control. Y mucho menos después de que se le quebrara la voz al contármelo.
Las ganas de decirle que le dé otra oportunidad a su padre se arremolinan en mi garganta, sin embargo, decido no decir nada y solamente asiento con la cabeza.
Me lo contó porque me tiene confianza y porque quiere que sepa más de su historia, no para que le dé un sermón o le diga lo que tiene que hacer o no.
Ya lo hará en su momento.
—En fin —toma una bocanada de aire—. No voy a dejar que eso nos arruine el día —voltea a verme sonriente—. Quiero llevarte a un lugar.
Lo miro con sospecha.
—¿A dónde?
—Ya veras.
€
¡Aquí el final!
Espero que les hayas gustado el capítulo.
Y, antes de que se vayan me es muy importante aclararles que la historia de Dylan y Beca transcurre en el año 2021 (que es el año en que la empecé a escribir), cuando Beca tenía 19 y Dylan 21.
Me es importante darles esa información porque en los siguientes capítulos se hará mención de esas edades y no de las que tienen actualmente, para que no se me confundan ;).
Gracias por leer.
Los quiere, Hanna.
ig:hannasvelez
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro