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Capítulo 28

Este capítulo va dedicado a mi abuelito,

quien hasta su último suspiro me amó,

amo mi historia y amo verme escribir.

Te amo de aquí hasta el cielo, pepe <3


Tras un placentero sueño, siento la luz matutina golpear de lleno un lado de mi rostro, consiguiendo que me remueva en mi lugar, o bueno, eso intento, ya que el esbelto cuerpo de Dylan que se encuentra, literalmente, encima de mío, me impide moverme con libertad.

A pesar de no querer hacerlo, abro mis ojos lentamente, parpadeando en el proceso para que de ese modo, vayan acostumbrándose a la luz del sol. Una vez con mis ojos totalmente abiertos, pongo las manos en los hombros de mi novio y hago acopio de las pocas fuerzas que me quedan, para empujar de él hacia un lado.

—Bien, a la cuenta de tres.

Me aferro a sus hombros.

—Uno.

Tomo un bocanada de aire.

—Dos.

Exhalo el aire.

—Tres.

Empujo a Dylan de la manera más suave que puedo y dejo que su cuerpo se desplome al otro lado de la cama. Una vez liberada de su calor, me encargo de pasar la sábana por su cuerpo para cubrirlo, mientras que yo me incorporo de la cama.

Apenas mis pies tocan el piso, un intenso dolor me recorre la parte baja de mi vientre, provocándome hacer una mueca y mis piernas flaquean, provocando que caiga nuevamente a la cama.

Bueno, creo tener una idea del porqué de mi dolor en mi entrepierna y la falta de fuerza en mis piernas.

Intento ponerme de pie nuevamente y a comparación de la primera vez, ahora sí puedo sostenerme. Me quedo quieta un momento acostumbrando a mis piernas al peso de mi cuerpo y una vez siento que mi cuerpo no se estrellara contra el piso, me encamino hacía la camisa de Dylan la cual me pongo al instante, cerrando los botones y una vez con ella puesta, a pasos pequeños y con la mano en el vientre, camino al baño.

Apenas entro al baño cuando mi reflejo en el espejo me hace soltar un chillido.

—No puede ser. —digo en un susurro mientras me acerco al espejo.

Enfrente de él me aferro al lavamanos sin quitar mi vista de mi reflejo.

—No. Puede. Ser. —digo esta vez en un tono de voz más elevado.

Con los ojos clavados en la gran mancha rojiza que hay en mi cuello, paso la yema de mis dedos por ella y me es inevitable no hacer una mueca al sentir el ardor en mi piel.

Suelto una maldición en voz baja, la cuál es acallada al momento en que noto otras dos pequeñas manchas, pero está vez en cada una de mis clavículas.

—No puede ser posible.

Llevo mis dedos hacía esa área y trazo suavemente con los dedos índice esa área.

—Maldita seas, Dylan Black. —maldigo a mi novio en voz baja sin dejar de acariciar esas zonas.

Una idea cruza mi cabeza, deteniendo mis caricias y en un rápido impulso por comprobarlo, alzo mi camisa, quedando boca abierta en el momento en que lo hago.

—Debe ser una jodida broma.

Esparcidas por mis pechos, se encuentran varias manchas entre rojas y moradas. Y no son muy bonitas que digamos.

—Vaya —doy un respingo al escuchar la voz de mi novio atrás mío—, que bonita manera de despertar.

Por el reflejo del espejo, lo veo recargado en el marco de la puerta con la cabeza recargada en esta misma y los brazos cruzados y no solo eso, si no que el muy descarado está mirándome de arriba a abajo sin ninguna vergüenza.

Oh y también para desgracia mía ya trae sus calzoncillos puestos.

—¿Esto te parece bonito?—volteo para encararlo, señalándome mis marcas en mis pechos

—¿Me veré muy mal si te digo que sí?

Suelto un bufido y bajo mi camisa de un jalón, para después cruzarme de brazos y mirar hacia un lado, muy indignada.

Suelta una pequeña risa que hace que me estremezca en mi lugar, seguido de una corriente eléctrica que recorre toda mi columna vertebral al sentir sus grandes manos posarse en mi cintura.

—Buenos días —sube una de sus manos por mi brazo hasta ponerla en mi barbilla y volver mi rostro hacia el suyo—, estrellita.

Una sonrisa involuntaria sale de mis labios y llevo mis manos hacia su cuello.

—Buenos días, Dylan.

Una sonrisa radiante tira de sus labios y me pongo de puntitas para dejar un casto beso en sus labios.

—¿Cómo amaneciste?—pregunta, retirando algunos mechones de mi cara.

—Adolorida y con muchas manchas rojizas en mi cuerpo. —respondo con un ligero tinte de reproche en mi voz.

—Ya veo. —dice en voz baja mientras lleva la vista hacía el chupetón de mi cuello.

Lo veo relamer si labio inferior antes de que una sonrisita egocéntrica aparezca en sus labios.

—Ayer no te vi quejándote mucho, incluso creo haberte escuchado pedir por más.

Siento el rojo apoderarse de mi rostro y golpeó suavemente su hombro.

—Dylan...—lo regaño en voz baja, recibiendo a cambio una leve risa.

Lo veo inclinarse sobre mí, hasta que llega a mi cuello, para depositar un beso justo encima de aquella mancha que él provocó. Continúa bajando hasta llegar a mis clavículas y hace el mismo proceso que hizo con el chupetón de mi cuello.

—¿Quieres darte un baño?—murmura en voz baja subiendo nuevamente su rostro, hasta dejar su nariz rozando la mía.

—Si. —respondo en su mismo tono de voz.

Asiente con la cabeza y vuelve a dejar otro beso en mis labios.

—Bien.

Se aleja unos pasos de mí y se encamina hacia la tina, en donde se encarga de abrir ambas llaves. Lo veo tentar el agua y cuando al parecer ya tiene una temperatura correcta, deja que la bañera se llene. Pasados algunos minutos, la tina está totalmente y después de cerrar la llave, Dylan se acerca a mí.

Llevo mis manos hacía los botones de la camisa, pero antes de tan siquiera poder desabrochar uno, Dylan retira mis manos.

Alzo mi vista hacía él, confundida.

—Yo te ayudaré con eso.

Sube la mano hasta los primeros botones de la camisa y comienza a desabrocharlos uno por uno alternando entre los botones y la piel que empieza a dejar a descubierta la camisa.

Llegando al último botón, sube su vista hasta mis ojos en una petición silenciosa, a la cuál yo asiento con la cabeza e inmediatamente tiene mi aprobación, retira con delicadez la camisa, dejándola caer en el piso.

Da un paso hacia atrás para poder recorrer mi cuerpo con la mirada y noto como en el proceso su mirada se oscurece, mandando frenéticas descargas eléctricas a mi cuerpo.

Se vuelve acercar y trago saliva con dificultad cuando toma mi barbilla, acercando mi rostro hasta que nuestras bocas se rozan.

—Eres la estrella más preciosa que mis ojos alguna vez han visto, Rebeca.

Suelto un suspiro entrecortado presa de la excitación y la emoción.

Aleja su mano de mi barbilla un momento y por el rabillo del ojo, observo cómo utiliza sus manos para quitarse su ropa interior, dejándolo totalmente desnudo.

Sin quitar sus ojos de los míos, toma mi cintura, pegándome hacía él, dejándome sentir su miembro ya despierto, contra mi vientre.

Suelto un jadeo involuntario, el cuál es sustituido por un chillido de sorpresa cuando me toma del trasero, y me eleva, dejando mis piernas alrededor de su cintura.

Me aferro a su cuello, mientras él comienza a caminar a la bañera introduciéndose en ella, sin soltarme.

Inevitablemente cierro los ojos y hago un sonido de satisfacción al sentir el agua caliente en mi cuerpo, en especial tocando mis zonas adoloridas.

Me mantengo así unos segundos, antes de volver a abrir los ojos, encontrándome a Dylan con una enorme sonrisa en su rostro.

—¿Qué?—pregunto, ladeando la cabeza.

—Nada. —responde sin quitar su sonrisa.

—No, dime qué. —insisto.

Suelta un suspiro y alza una de sus manos para enredar en uno de sus dedos un mechón de mi cabello

—Es que pensé que no volvería a tenerte conmigo.

Hago una pequeña mueca al pensar en esa ida y llevo mis manos a sus mejillas.

—Nunca me hubiera rendido contigo.

—Lo sé y por eso te lo agradezco —gira su rostro para dejar un beso en la palma de mi mano—. Esta vez será diferente, lo prometo, lo haré funcionar y no volveré a huir como un cobarde.

—Lo haremos funcionar. —lo corrijo.

Asiente con la cabeza.

—¿Sin importar los obstáculos?

Al escuchar su pregunta, inmediatamente sé que por obstáculos se refiere a su enfermedad.

—Sin importar los obstáculos. —sonrió.

Suelta un suspiro de alivio y lleva su frente a la mía.

—Te quiero, Rebeca Evans.

—Y yo te quiero a ti, Dylan Black.

¡Estamos de regreso!

Antes que nada, quiero disculparme por mi larga ausencia, he pasado por varias situaciones que me han impedido escribir, entre eso el fallecimiento de abuelo, por esa razón y muchas más, no había podido escribir, pero ya no más.

Las actualizaciones semanales regresa, aun no se bien que días, tengo que acomodar bien mis tiempos, pero no se angustien, no los abandonare nuevamente por tanto tiempo.

Espero les haya gustado mucho el capítulo.

Estamos ya en la recta final.

Los quiere, Hanna.

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