
Capítulo 27
Dylan:
—Dylan.
Me remuevo en mi cama.
—Dylan. —susurran más cerca de mi oído.
Arrugo la nariz y muevo la mano encima de mi oreja para espantar aquella vocecilla molesta.
—Dylan.
Me reacomodo para volver a conciliar el sueño, ignorando aquella mosquita habladora que está molestándote.
—¡DYLAN!
Me levanto asustado por el repentino grito de alguien, pero en el momento en que me levanto, mi frente choca con algo duro haciendo que mi cabeza vuelva a aterrizar en la almohada.
—Auch. —me quejo al tiempo en que lo hace la otra persona.
Molesto, llevo la mano a mi frente y abro los ojos en busca de la causante de mi malestar matutino y, en el momento en que mis ojos enfocan a la causante, me es imposible no rodar mis ojos tras mi cabeza.
—Samantha... —gruño entre dientes al verla a lado de mi con una mueca de dolor y la mano en la frente—. ¿Quién demonios te dijo que despertar a la gente a gritos es buena idea.
Cambia su mueca de malestar por una sonrisa angelical.
—Buenos días, hermanito. —responde ignorando mi pregunta sin dejar de masajear su frente.
Bufo a modo de respuesta aun adolorido.
—¿Qué quieres?
—A mí también me da mucho gusto verte, hermanito—se aleja de mi cama y comienza a caminar en dirección a ventana—. No he visto tu cara en días después de que decidieras encerrarte aquí en tu cuarto para llevar una vida apartada de la humanidad.
Se posiciona frente a las cortinas y con una sonrisa malévola las abre de par en par, dejando entrar toda la luz del sol.
Suelto un gruñido cuando la luz me da de lleno en la cara y me oculto debajo de las sábanas.
—¡Cierra eso, Samantha!
—Nop —escucho sus pasos acercarse—. Ya es hora de que entre un poco de luz a tu cueva de vampiro.
Jala la cobija con la que me cubro pero, para mi suerte soy más rápido que ella y consigo agarrarla de la orilla antes de que me la quite totalmente.
—¿Qué es lo que quieres?—pregunto exasperado sin dejar de sostener la cobija—. Ya me viste hace dos días, déjame tranquilo.
—Oh, es verdad, cuando rechazaste la oportunidad de hablar con Beca. —me recrimina.
Ese comentario me desestabiliza y Samantha aprovecha la oportunidad para quitarme totalmente la sábana.
Hace dos días Beca decidió venir a hacer una visita sorpresa a casa. La cuestión es que cuando Samantha vino a avisarme que estaba aquí y que quería hablar conmigo, le dije que yo no quería verla.
A pesar de que mi cuerpo y mi corazón deseaban con fuerza ir, tomarla en brazos, besarla, volver ver sus preciosas pecas y perderme en esos preciosos ojos que tanto me gustan, dije que no, porque una vocecita en mi cabeza me decía: "No le des ilusiones sobre un para siempre juntos porque sabes que eso jamás va a pasar", así que ignorando el hormigueo en mis manos por volver a tocarla y los gritos de insistencia de mi corazón por verla aunque sea una última vez, dije que no.
—Sabes porque lo hice.
—No, en realidad no lo sé. —tira la cobija al piso, molesta.
—Samantha... —murmuro en baja en forma de advertencia.
—Samantha nada —me manda a callar—. Esa niña lo único que ha hecho es ser linda contigo y tu no único que has hecho es ser un idiota.
Abro los ojos con sorpresa.
—Ha estado soportando tantas de tus estupideces y a pesar de ello no se rinde. Sigue aquí, buscándote e insistiéndote porque te quiere, Dylan y es triste que no te des cuenta.
—¡¿Y qué quieres que haga, eh?!—exploto—. No tengo nada que ofrecerle. Lo único que puedo darle es un futuro incierto, lleno de complicaciones, de análisis, doctores y tratamientos.
—Dylan...
—No digas que no es cierto porque sabes que lo es.
Se queda en silencio.
Ella sabe que tengo razón. En estos tres años en los que he vivido día tras día con esta enfermedad, solamente se han basado en visitas al médico, análisis, tratamiento y la duda constante de: ¿Cuándo será el día en él que deje esta tierra? ¿Cuántos años faltan para ese momento?
Todas esas cosas me han impulsaron a tomar la decisión que hice: alejarme de Beca. Mi estrellita.
Porque a pesar de que las ganas de formar un futuro con ella fueran más grandes que cualquier otra cosa, la situación en la que me encuentro no me lo permite porque, ¿cómo puedo ofrecerle a ella un futuro cuando yo ni siquiera voy a tener uno? Y aunque el tiempo de vida de una persona con Policitemia Vera es de 15 a 20, se puede morir antes. Incluso puedo morir mañana. Por esa razón no puedo comprometerme a darle algo que está fuera de mis manos...
Me lamento todos los días después de lo que pasó hace algunas semanas a no ser lo suficientemente fuerte y alejarme de ella cuando pude. Antes de romper su corazón. Y joder, claro que lo intenté. Claro que intenté alejarme de ella cuando aún podía, pero mis sentimientos por ella crecían cada vez más con cada día que pasaba y al final no pude alejarme de ella, porque cuando lo volví a intentar ya era demasiado tarde. Ya me había enamorado de ella...
Cuándo caí en cuenta de eso me dije: okey, dejemos que esto fluya, al fin ¿qué es lo peor que puede pasar? E ignorando las advertencias de mi cabeza, deje que lo nuestro siguiera hasta el momento en el que pronunció esas dos palabras. Ese te quiero.
Solo el cielo sabe lo mucho que anhelaba que pronunciará esas dos palabras, pero cuando lo hizo, todo se vino abajo, porque me di cuenta que no podía estar con ella y no porque no la quisiera, todo lo contrario, si no porque yo quiero estar a su lado más tiempo del que tal vez se me permitirá... Y hasta el día de hoy, su rostro contraído en dolor y sus lágrimas cayendo por su cara, es una imagen que me persigue a todas horas, porque es mi culpa. Es mi culpa que ella, mi estrellita este sufriendo en este momento y todo por no tener las suficientes agallas desde un principio para dejarla ir...
Capto un movimiento por el rabillo del ojo y me veo saliendo de mis pensamientos para mirar a Samantha, quien se desliza por la habitación hasta quedar sentada en la cama a un lado mío.
Se queda mirándome unos segundos hasta que envuelve sus brazos alrededor de mi cuello en un abrazo reconfortante que de inmediato correspondo.
—Inténtalo.
Niego con la cabeza.
—No puedo —susurro—. No quiero ilusionarla con un futuro que tal vez no le pueda dar.
—¿Porque todo se trata del futuro? ¿No puedes enfocarte en tu presente?
Enarco una ceja y me separa un poco de ella para verla.
—Estas tan enfocado en lo que va a pasarte en el futuro que no te estas dando cuenta todo lo que estas perdiendo en este momento. Dylan, aún te queda tiempo por delante, a lo mejor no tanto como el que te gustaría, pero es algo. Y lo estas desperdiciando por encerrarte en tu cueva preso de tus pensamientos de: '¿y qué pasará en 3 años?' o '¿Aún seguiré vivo los siguientes 10 años?
» Allá afuera tienes una familia que te ama, un mejor amigo que te quiere y una hermosa chica peleando por ti, y todos queremos entrar a tu vida pero no nos dejas porque te encierras en ti mismo, Dyl.
Lleva una mano a mi mejilla.
—Quiero que vuelvas a ser ese Dylan de hace unos años. Un Dylan fuerte, valiente, amoroso, alegre y que nos dejaba pertenecer a su vida.
Bajo la vista sintiéndome regañado.
Bueno, es verdad que cuando me detectaron el cáncer me encerré en mí y saque de mi vida a mi familia y a mi mejor amigo, pero jamás lo hice por lastimarlos si no porque quería protegerlos del sufrimiento que les iba a causar en el futuro... Tal vez Samantha tiene razón. Estoy tan enfocado en el futuro que no me he permitido vivir el presente ni disfrutar del poco tiempo que me queda...
—Y cuando hablo de que quiero que vuelvas a ser el mismo Dylan de siempre, también me refiero al que se baña a diario —su voz me saca de mis pensamientos y cuando volteo a verla, tiene una mueca alejándose de mí—. ¿Hace cuánto no te bañas?
Entrecierro los ojos, pensando.
—Cuatro días.
—Iugh —se tapa la nariz y se levanta de la cama alejándose de mí como si tuviera garrapatas—. Báñate. Ya apestas.
Doy una olida a mi camisa.
—Pero si huelo bien.
—Pero bien feo.
Le lanzo una mala mirada la cual corresponde con una sonrisa divertida.
—Báñate —ordena encaminándose a la puerta—, que me vas a acompañar a un lugar.
—¿A dónde?
—Quiero tu opinión para algunas cosas de mi boda, así que apúrate.
—Si, jefa.
Sonríe y abre la puerta, pero antes de salir se detiene en el marco de esta.
—Dylan...
—¿Si?
—Te quiero.
Sonrío.
—Y yo a ti, Sam.
Me devuelve la sonrisa.
—Regreso por ti a las 7 y te quiero bañado, peinado, perfumado y bien vestido.
Asiento.
—Hasta entonces. —se despide con la mano antes de salir por la puerta.
—Adiós.
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—¿Por qué estoy vestido tan formal si solo es una cita para ajustar los últimos detalles de tú boda?—pregunto abriéndome el saco y desabrochando los tres primeros botones de mi camisa.
—Porque si hubiera sido por ti seguramente te ponías los dos primeros trapos que encontraras y no voy a permitir que la organizadora vea a mi hermano como un loquito de la calle. —responde sin quitar los ojos del camino
La miro ofendido.
Bueno sí, tal vez si iba a ponerme los dos primeros trapos que agarran mis manos, pero no era necesario llamarme loquito de la calle.
Igual, siento que es muy exagerado que me haya hecho ponerme un traje.
—¿Y porque tú no vienes tan bien vestida como yo?—entrecierro los ojos en su dirección.
—Claro que vengo, ¿qué no me has visto? —hace una seña a su atuendo.
La miro de arriba a abajo evaluando su vestimenta con una ceja enarcada; lleva un suéter de lana y un pantalón de mezclilla.
—Porque te he visto es que lo pregunto.
Hace un sonido de indignación y me lanza un puñetazo a la pierna que esquivo con poco éxito.
—Grosero.
—Solo decía. —alzo las manos en rendición.
—Pues cállate y no digas.
Finjo que le pongo un candado a mis labios y ella me da una mala mirada antes de bajar la velocidad para meterse por un sendero lleno de árboles.
—¿Dónde estamos?
Miro con atención a mi alrededor y me doy cuenta que literalmente estamos en medio de la nada a excepción de una pequeña cabañita que es a la que se dirige Sam.
—Quedé de verme con la organizadora aquí.
—¿Por qué?
—Porque es un lugar tranquilo y sin ruido para conversar a gusto.
—Bueno pues yo creo que te trajo aquí para asesinarte porque está solo y nadie escuchará tus llantos. —confieso mirando con desconfianza la cabaña.
Voltea los ojos.
—Que pesado eres, Dylan —se estaciona a unos metros de la cabaña —. La falta de Rebeca en tu vida te ha hecho más irritante. —dicho esto último, se baja del carro.
Si, eso es algo que no pienso discutir, estar sin mi estrellita me ha hecho más pesado que antes.
Bajo del carro tras ella y juntos nos encaminamos a la puerta. Al llegar a la entrada, Samantha hace el ademán de abrir la puerta pero, se detiene y suelta el picaporte soltando una maldición.
—¿Qué pasa?—cuestiono, confuso.
—Se me olvidó algo en el carro. —dice y se da media vuelta encaminándose hacía donde lo dejó a toda velocidad.
—Te acompaño. —digo y camino hacia ella.
—¡No!—grita su respuesta haciendo que me detenga de golpe—. Mejor entra a la cabaña y dile a Bianca que ya voy.
—¿Segura? Esta muy oscuro.
—No te angusties hermanito, ahorita los alcanzo. —dice reanudando su camino.
Decido no poner más pegas y haciendo caso de sus indicaciones me encamino hacía la cabaña. Una vez afuera, en lugar de tocar, tomo el pomo de la puerta así como lo hizo mi hermana unos minutos atrás y entró en ella cerrando la puerta tras mío.
Frunzo el ceño confundido e inseguro al darme cuenta que todas las luces están apagadas y llevo la mano a la pared más cercana. Festejo para mis adentros cuando encuentro un interruptor y estoy a punto de encenderlo pero, varias lucecitas provenientes del patio trasero captan mi atención, así que con cuidado de no chocar con nada, me dirijo hacía allí.
Ahí debe estar la organizadora...
Apenas llego a la entrada del patio trasero, corro la puerta para salir en búsqueda de Bianca, pero la escena delante mío me hace quedarme totalmente estático en donde estoy.
El pequeño lugar está decorado por un montón de lucecitas las cuales cuelgan de los árboles que están alrededor y en medio de todo ese espectáculo visual, se encuentra una pequeña mesa cuadrada con dos sillas en cada extremo. Dos platos y cubiertos encima de ella y en el centro una botella de vino junto con dos copas, más sin embargo eso no es lo que me deja parado en mi lugar, si no la persona que se levanta con lentitud de una de las silla hasta quedar totalmente de pie.
—Rebeca...
Mi corazón aporrea mi pecho a una fuerza inhumana y la respiración se me entrecorta cuando la veo caminar en mi dirección sin quitarme los ojos de encima. Y si ya estoy lo suficientemente alterado con su presencia, al ver lo que trae puesto me pone peor.
Mis manos cosquillean con la necesidad de tocarla cuando veo que lleva un precioso vestido rojo de tirantes que le llega unos centímetros arriba de la rodilla, el cual se aferra a sus curvas como una como una segunda piel.
Bajo la vista hacía sus piernas continuando el recorrido de mi vista por su cuerpo, hasta detenerme en sus tacones rojos, que a pesar de ser lo suficientemente altos, sigo siendo más alto que ella. Eso me hace esbozar una pequeña sonrisa.
Subo mi mirada hasta dejarla clavada en su rostro y un suspiro brota de manera inconsciente cuando mis ojos la recorren.
Joder, es preciosa...
Su rostro lleva apenas unas gotas de maquillaje a excepción de sus labios, los cuales están pintados por un rojo carmesí que me tientan a deleitarme de ellos y el brillo de la luna bañando su rostro la hace ver más hermosa de lo que ya es.
Su cabello castaño cae en forma de caireles a los lados de su rostro y me veo tentado a pasar mis dedos por las hebras de su cabello, pero me detengo antes de hacerlo. Aunque las ganas de tocarla, para que mi mente se haga a la idea de que si es ella y que no es producto de mi imaginación están presentes, no lo hago porque no sé cómo se lo tomará, así que me permito que mis ojos la exploren una vez más antes de detenerme en los suyos en donde por sorpresa, ella ya está mirándome con una sonrisita y las mejillas sonrojadas.
Carajo, te vio viéndola como un pervertido.
Apenado por la situación, carraspeo y bajo la vista para ocultar el leve sonrojo que comienza a adueñarse de mi rostro.
Genial. Ahora pareces un niño de kínder.
La escucho soltar una suave risa haciendo que se me erice la piel y alzo la cara, encontrándome con su hermosa sonrisa que hace que se me infle el pecho.
Simplemente preciosa.
Aún con la sonrisa en su rostro hace una seña con la cabeza hacía la mesa.
—¿Nos sentamos?
Asiento con la cabeza al ser incapaz de encontrar mi voz y la sigo cuando da media vuelta dirigiéndose a la mesa.
—¿Tú también vas a ayudar a Samantha con la organización de la boda?—pregunto cuando me siento.
—¿Cómo?—arruga el entrecejo confundida.
—Sí, Sam dijo que su organizadora la cito aquí en este lugar para hablar de sus últimos detalles de la boda, por eso te pregunto.
Su cara de confusión comienza a desvanecerse para abrirle paso a una sonrisa divertida.
—No habrá ninguna cita para organizar la boda, Dylan. —responde con sus ojos chispeando de diversión.
—¿Ah no?—ahora el confundido soy yo.
Niega con la cabeza sin perder ese brillo divertido.
—Todo esto fue un plan para reunirte conmigo.
Parpadeo varias veces asombrado de sus palabras.
—¿Un plan? —repito como si la idea de varias personas conspirando en mi contra me fuera imposible de creer.
Asiente con la cabeza.
—Yo... —comienza a juguetear con su cabello en una clara señal de que está nerviosa. Eso me hace esbozar una sonrisita—, le pedí a Samantha que te inventara una mentirita para traerte a este lugar y así yo poder hablar contigo, puesto que hace dos días no quisiste verme pensé que tal vez si te traía de esta forma podríamos hablar.
Mi corazón se comprime con lo que ha dicho y me veo en la necesidad de aclarar lo que pasó hace algunas semanada para que no se haga ideas erróneas pero, apenas abro los labios para decirle cuando ella se para abruptamente de la silla dejándome descolocado.
—La cena se va a enfriar. —dice alarmada y se va corriendo hacía la cabaña, dejándome con la palabra en la boca.
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Después de que Beca trajo la comida, la cual consistió en una pasta acompañada de una deliciosa lasaña la cual, por cierto, me confesó que mi madre la había preparado, decidí no tocar el tema hasta el final de la cena, ya que no quería arruinar o volver incomoda la comida con el tema, por lo que en vez de hablar de eso, estuvimos charlando de cosas triviales y sin sentido y escuchando música, porque si, había estado tan embobado mirando a Beca como un pervertido que no había notado que había música proviniendo de una bocina que está cerca de los árboles.
Todo fluyó tan normal en la cena que parecía que nada había pasado entre nosotros. Todo se sentía tan cómodo y familiar que desee con todas mis fuerzas que esto se quedará así eternamente, pero por desgracia mis deseos no fueron escuchados y la cena estaba terminando, por lo que tuve que prepararme para hablar de ese tema del cual no tenía muchas ganas de hablar.
—Beca.
—¿Sí?—pregunta dando su último bocado a la cena.
—Necesitamos que sepas algo.
Por la expresión que pone, deduzco que ya sabe de qué tema voy a empezar a hablar.
—Te escucho.
—Primero, quiero disculparme contigo por lo que pasó en Atlantic City. Jamás quise que las cosas pasaran como pasaron y jamás quise lastimarte—sus ojos se tiñen con tristeza—; créeme que hubiese preferido arrancarme una parte de mi cuerpo que herirte.
Sonríe ligeramente por eso último.
—Es solo que estaba asustado, Beca. Cuando escuché que tus preciosos labios pronunciaron ese "te quiero" que tanto había anhelado escuchar, una enorme emoción me invadió todo el cuerpo, pero de inmediato esa emoción se transformó en miedo y dolor, porque entonces me di cuenta que no iba a poder estar el tiempo que a mí me gustaría contigo y que solamente te haría daño .
Esbozo una sonrisa triste y veo como sus preciosos ojos se cristaliza.
—Por eso para protegerte y alejarte del dolor que conlleva estar a mi lado, decidí alejarme de ti, porque no quiero ver a otra persona de mi entorno sufriendo.
—Si decido quedarme a tu lado va a ser mi decisión, no tuya, Dylan. —habla con voz firme.
—Lo sé, lo sé, Beca, pero —me paso la mano por el pelo frustrado— entiéndeme, para mí no es fácil ver como las personas que quiero sufren por mí. Me duele.
Abre la boca para hablar pero me adelanto.
—Si apenas soporto el hecho de ver a mi hermana y a mi madre sufriendo día tras día y a mi mejor amigo apagarse cada que me acompaña a mi tratamiento, como voy a vivir sabiendo que ahora la persona de la cual estoy enamorado también sufre por algo que ya no tiene reparación...
Tomo una bocanada de aire y trago saliva con el propósito de aligerar el nudo que se forma en mi garganta cuando veo una lágrima deslizarse de los ojos de Beca
—No puedo, Beca —digo en un hilo de voz—. No puedo verte sufrir a ti también. Ni tampoco puedo con la idea de estar contigo solamente algunos años porque eso no es lo que yo hubiera querido.
—¿Y qué es lo que tu hubieras querido?—pregunta en el mismo tono de voz que yo.
—Estar sano para poder pasar muchos años a tu lado. —respondo sin dudar.
Suelta un suspiro entrecortado visiblemente afectada por lo que le dije.
Sin apartar mi vista de ella, espero pacientemente a que me diga algo, pero me sorprende cuando en vez de hablar se levanta lentamente.
Se va a ir...
Aterrado y con ese pensamiento dando vueltas en mi cabeza, llevo mi vista hacía el suelo mientras inconsciente imploro al cielo que no se vaya. Aunque si lo hace no puedo juzgarla. ¿Quién querría estar con alguien que solo le va a causar sufrimiento...?
—Ven —su voz me saca de mis pensamientos y alzo la vista encontrándome con ella enfrente mío, estrechándome su mano—. Vamos a bailar.
—¿Qué?—pregunto cómo imbécil.
Sonríe.
—Esa canción es de mis favoritas, así que ven, vamos a bailar.
La voz de James Arthur con "Say You Won't Let Go" suena de fondo y sin poner más réplicas, me levanto tomando su mano. Una sensación de calidez me invade el cuerpo cuando nuestras manos se entrelazan y mi corazón brinca de felicidad por este mínimo contacto después de dos semanas sin tocarla.
Caminamos uno a lado del otro hasta detenernos cerca de la bocina y automáticamente llevo mis manos hacía su cintura mientras ella lleva las suyas hacía mis hombros, escondiendo su cabeza en el hueco de mi cuello.
Suelto un suspiro de felicidad y mi corazón grita de emoción al volver a sentir su cuerpo entre mis manos. La acerco más a mi para quitar cualquier espacio entre nosotros. Recargo mi mejilla en su cabeza y cierro los ojos dispuesto a disfrutar de su cercanía y de la música que nos hace movernos en trazos lentos.
Then you smiled over your shoulder
For a minute, I was stone-cold sober
I pulled you closer to my chest
And you asked me to stay over
I said, I already told ya
I think that you should get some rest
—Dylan... —habla tan bajito que apenas y logra escucharse sobre la música.
—¿Mhm?
—No quiero alejarme de ti.
Eso me hace abrir los ojos y echo un poco la cabeza para atrás para verla. Ella hace lo mismo para mirarme con seguridad a los ojos.
—Quiero estar contigo porque te quiero y estoy enamorada de ti. No me importa si solo tienes uno o diez años —niega con la cabeza—, eso no me interesa; lo único que me interesa es pasar ese tiempo a tu lado.
Trago saliva con dificultad y me aferro a su cintura sin quitarle los ojos de encima.
—Así que por favor, deja de intentar sacarme de tu vida porque no me voy a ir —habla con firmeza—. Aun así lo intentes mil veces, las mil veces voy a regresar, pero no podrás apartarte de mí.
Para cuando termina de hablar, mi corazón bombea con tanta rapidez que el pecho comienza a dolerme y la felicidad que invade mi cuerpo es tan grande que estoy más que seguro que jamás he experimentado algo igual.
Siguiendo mis impulsos subo mis manos a sus mejillas y sin poder aguantar un segundo más, pego mis labios a los suyos, formando un pequeño beso que apenas dura unos segundos, pero que es suficiente para mandar una corriente eléctrica por todo el cuerpo.
Me quedo mirando sus ojos pidiendo permiso para alargar el beso anterior, ya que no quiero incomodarla y al parecer el permiso es concedido cuando lanza sus brazos alrededor de mi cuello y tira de mi para juntar nuestros labios. Correspondo de inmediato y llevo una de mis manos a su nuca mientras que yo ladeo ligeramente mi cabeza para profundizar más el beso.
Permito que nuestros labios se saboreen un poco más antes de pedir el acceso a su boca rozando con mi lengua su labio inferior. Me permite el acceso a su boca y llevo mi lengua a la suya creando una danza lenta entre ambas.
La falta de aire comienza a hacerse presente y me veo obligado a separarme de ella, no sin antes dejar un leve mordisqueo en su labio.
Cierro los ojos con fuerza y pego mi frente a la suya mientras recupero el aire.
I'm so in love with you
And I hope you know
Darling, your love is more than worth its weight in gold
We've come so far, my dear
Look how we've grown
And I wanna stay with you until we're grey and old
Just say you won't let go
Just say you won't let go
—Gracias por no dejarme.
Me separo lentamente de ella y tomo ambos lados de su cara entre mis manos clavando mi vista en sus preciosos ojos.
—Te quiero, Beca. Mucho.
Una enorme y preciosa sonrisa ilumina su cara.
—Y yo a ti, Dylan.
Sonrío con el mismo entusiasmo que ella y vuelvo a besarla con las últimas letras de la canción tocando de fondo.
I'm gonna love you 'til
My lungs give out
I promise 'til death we part like in our vows
So I wrote this song for you, now everybody knows
That it's just you and me 'til we're grey and old
Just say you won't let go
Just say you won't let go
Just say you won't let go
Oh, just say you won't let go
€
Conforme pasaba la noche, el viento era cada vez más fuerte y el frío más denso, así que después de muchas risas, tragos y bailes después, Beca y yo decidimos que era hora de entrar a la cabaña, y eso fue lo que hicimos.
—¡Auch! Acabas de pisarme el pie. —se queja mi novia deteniéndose a mitad del camino.
—Lo siento, pero eso no habría pasado si alguien me hubiera dejado prender las luces. —le recrimino.
Su suave risa hace eco en las penumbras de la casa.
—Es que si no se pierde la magia de la noche. —se justifica divertida.
Hago mala cara y me apresuro a seguirla cuando veo que su silueta se mueve.
—Yo no le veo lo mágico a estarme pegando con los mue... —me corto cuando mi costado choca contra algo duro—...bles.
—¡Dylan! —veo a Beca moverse con rapidez hacía mi alarmada—. ¿Estás bien?
—No —toco mi costado—. Me duele mucho.
La siento posar sus pequeñas manos en mi costado y aprovecho su momento de distracción para tomarla de la cintura y plantarle un beso en los labios.
—Ya me siento mejor. —digo al separarme.
A pesar de no verla completamente, sé que se está sonrojando.
—Tonto. —susurra y yo esbozo una sonrisa.
Toma mi mano entre la suya y me lleva por la casa hasta llegar a las escaleras. Una vez en la planta de arriba, sin soltar mi mano, nos lleva a una habitación.
—Hay más habitaciones en la casa pero —suelta mi mano para ponerse frente mío—, pensé que podíamos pasar la noche juntos.
Me quedo callado, asombrado por lo que acaba de decir y no sé de qué manera interpretarlo.
—¿Y hacer que, estrellita?—murmuro por lo bajo acercándome peligrosamente a ella.
La siento removerse nerviosa.
—Ve-ver películas. —tartamudea nerviosa, provocándome una sonrisa.
Niego con la cabeza y cierro mis manos entorno a su cintura cuando veo que va a dar un paso atrás. La pego a mi cuerpo asegurándome que no quede espacio de por medio.
—¿Solo eso?—murmuro acercándome a sus labios.
—¿Tú qué tienes en mente?—pregunta afectada por la cercanía de nuestros cuerpos.
—Tengo un par de ideas.
Traga saliva.
—Enséñamelas.
Y entonces, me detengo.
Un momento. Acaba de decirme que...
—Enséñamelas —como si se diera cuenta de mi indecisión, vuelve a repetirme lo mismo—. Enséñame que ideas tienes en mente.
Mis manos cosquillean de anticipación y la excitación comienza a formarse en mi cuerpo.
—Será un placer.
Y sin más preámbulos me lanzo hacia su boca. Un jadeo de sorpresa sale de ella y se ve obligada a agarrarse de mis hombros para mantener el equilibrio.
Este beso a comparación de los otros es diferente. No es tierno, ni dulce; es mucho más fuerte, rápido e intenso. Y a pesar de que al principio a Beca le cuesta seguirme, no tarda en acoplarse al ritmo y regresarme el beso con la misma efusividad.
Abro sus labios con mi lengua y me encargo de explorar cada rincón de su boca con ella, arrancándole suspiros y jadeos que me ponen bastante duro.
La llevo hacía la cama con delicadeza y cuando por fin está recostada, me separo de ella y llevo mis manos a los tirantes de su vestido, pero antes de proceder, con la luz de la luna entrando por la ventana, dando de lleno en la preciosa cara de mi estrellita, le hago llegar una pregunta silenciosa a través de mis ojos.
Puede que la desee mucho, con cada parte de mi cuerpo para ser exactos, pero antes que mi deseo, está mi amor y respeto, y si ella no está lista para esto... No la obligaré a nada.
Sube una de sus manos hacía mi nuca y tira de mi hasta juntar nuestras bocas en un casto beso.
—Hazlo —dice firmemente—. Estoy lista.
Un suspiro entrecortado sale de mis labios y mi cuerpo entero comienza a cosquillear de nervios y emoción.
—Juro que seré gentil y haré de está la mejor noche de tu vida.
No dejo pasar más el tiempo y cierro la distancia con un beso.
€
¡Aquí el final!
Antes que nada quería disculparme por tardarme en actualizar pero entre el trabajo, los deberes y la uni apenas tengo tiempo para respirar:(
Espero que les haya gustado mucho el capítulo y lo hayan disfrutado como yo disfruté escribirlo. Y antes que me digan que porque no hubieron detalles, quiero decirles que no me siento muy preparada para escribirlos jeje:/, porque la verdad es que tengo nulo conocimiento sobre como escribirlos y no me gustaría traerles algo que no está bien. De igual forma, si con el tiempo empiezo a aprender cómo hacerlos prometo modificar este capítulo, mientras tanto no habrán detallitos jiji.
para concluir, he de decirles que nos encontramos a la mitad del libro así que disfrútenlo mucho.
Los quiere, Hanna.
ig:hannasvelez
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