Capítulo 24 - [Parte 2]
—¿Cuándo fue la primera vez que te rompieron el corazón?—pregunto tras estar un rato en silencio.
Dylan detiene sus caricias en mi espalda y se queda mirando un punto fijo en el cielo con el ceño fruncido, como si estuviera pensando.
—La primera vez que rompieron mi corazón, si no mal recuerdo fue cuando tenía 9 años.
—¿Y qué ocurrió?—pregunto levantándome sobre mis codos para verlo mejor.
Esboza una pequeña sonrisa burlona y posa su brazo con el que no está acariciándome la espalda, detrás de su cabeza.
—Me gustaba una niña de 11 —dice risueño y alzo mi cejas, incrédula por su respuesta, —; y bueno, claramente no era recíproco. Lo que sucedió fue es que yo intentaba tener su atención a toda costa, pero jamás me miró hasta que empecé a mandarle cartas y regalos. Lo gracioso es que la llenaba de todo eso, en busca de gustarle algún día y cuando por fin pensé que había empezado a gustarle, resulta que no; solamente fingía que le gustaba porque le encantaba que la llenara de regalos.
—¿Y cómo te enteraste de eso?
—Ella me lo dijo. Dijo que era un niño pequeño y que una mujer de su edad jamás andaría con alguien como yo y que solo me presto atención porque le encantaban los regalos.
Abro la boca impresionada por la maldad de sus palabras y por la gran estupidez de estas mismas.
—No me lo puedo creer.
—Ni yo. ¿Quién demonios lastimaría a un niño de 9 años de esa forma?—arruga la nariz—. Bueno, está claro que ella.
—No, no me refiero a eso. Bueno en parte sí —me incorporo hasta quedar sentada en mis talones—, pero me refiero a que no me creo que alguien te haya rechazado a ti. —menciono como si esa acción fuera lo más estúpido del mundo.
Bueno, claramente SI es lo más estúpido que alguien puede hacer...
Una pequeña y espontánea sonrisa se adueña de sus labios al tiempo en que un leve sonrojo se hace presente en sus mejillas.
Se incorpora sobre uno de sus antebrazos y lleva su mano libre detrás mi nuca, tirando de mi para acercarme peligrosamente a sus labios.
—Es que no todos tienen tan buen gusto como tú. —deja un pequeño beso en mis labios.
—Es difícil creerlo.
—¿Por qué?
—Hasta la pregunta es tonta —ruedo los ojos—. Dylan, eres el chico que a toda persona le gustaría tener a su lado.
Sonríe apenado.
—Eso lo dices porque me ves con ojos de amor. —bromea.
—Puede que eso afecte un poco mi razonamiento, pero es verdad—acerco mi mano a su mejilla—, eres dulce, amable, cariñoso, atento, guapo... ¿Quién no quisiera estar con alguien con todas esas cualidades?
Mi sonrisa se expande al ver como sus mejillas enrojecen y él parece notarlo, ya que inmediatamente baja la cabeza para que su sonrojo quede fuera de mi vista.
—Hey —tomo su barbilla entre mis dedos y subo su mirada—, no te ocultes.
Me sonríe con afecto, antes de tomar mi cintura con delicadeza y sentarme en sus piernas.
—Sigo sin entender como eres capaz de afectarme hasta el punto de sonrojarme con unas simples palabras. —dice mirándome con afecto.
Entrelazo mis manos detrás de su nuca y le planto un pequeño beso.
—Ya somos dos. —menciono, ya que de alguna forma él tiene el mismo poder de afectarme a mí con tan solo unas palabras.
Una enorme sonrisa aparece en sus labios y de un rápido movimiento me engancha de la cintura para después rodar conmigo hasta dejarme debajo de él.
Un grito de sorpresa me abandona y parpadeo varias veces para procesar lo que acaba de suceder.
—¿Pero qué te...?—mi reclamo se ve interrumpido cuando Dylan me planta un gran y sonoro beso que me deja atolondrada.
Abro los ojos en par en par y abro la boca para comentar algo, pero se ve nuevamente interrumpido cuando vuelve a plantarme un beso. Y después otro beso. Y otro beso. Y otro beso, hasta que de pronto ya está repartiendo un montón de besos por toda mi cara. Los cuales recibo encantada.
—Me encantas, Rebeca.
—Lo sé. Se te ve en toda la cara. —digo con sonora.
Niega con la cabeza junto con una sonrisa ladeada y me da otro pequeño beso.
—¿Y tú?
—¿Y yo que?—cuestiono extrañada.
—¿Cuándo fue la primera vez que te rompieron el corazón?—pregunta e inmediatamente los recuerdos de lo que paso hace tiempo llegan a mi mente como una ráfaga de viento.
Inevitablemente, hago una mueca de desagrado por estos mismos.
—Si no quieres contarme está bien...—habla apresuradamente al ver mi mueca.
—No, está bien. Solo que la historia no es muy agradable.
Tomo una gran bocanada de aire antes de comenzar.
—Fue en la preparatoria, en mi primer año. Recuerdo la emoción que sentí por entrar, por conocer mi nueva escuela, por conocer gente nueva, a mis maestros. Todo sonaba fabuloso y fue fabuloso, hasta que lo conocí a él.
»Él era el sueño de casi todas las chicas de la preparatoria. Era capitán del equipo de fútbol americano, atractivo, alto, inteligente, sus notas eran buenas y estaba en su último año. Él era la rencarnación de un cliché de película.
Suspiro.
—Comenzó a gustarme cuando lo vi ganar su primer partido de fútbol; cuando lo vi regalarle una sonrisa a toda la preparatoria. Ahí fue cuando comenzó a gustarme, pero como toda niña amante de los libros y películas de romance, sabía que un chico como él, jamás se fijaría en alguien como yo pero, ¡oh, sorpresa!—agito mis manos acompañando mi expresión—. Sí que lo hizo.
Una sonrisa amarga aparece en mis labios.
—No sé ni cómo él llegó a fijarse en mí, pero lo hizo—me encojo de hombros—. Al principio fue algo mágico, pero con el tiempo dejó de serlo.
» Me regalaba cosas, salíamos a pasear, me esperaba entre clases para acompañarme a la siguiente, al final de las clases me acompañaba hasta mi bus, me daba mimos... —suspiro—. Me trataba como una princesa. Unos meses después de frecuentarnos, me pidió ser su novia.
»Recuerdo la emoción que tuve cuando por fin me pidió —suspiro—. Pensé que por fin iba a vivir ese romance que aparecía en las películas y libros y que tanto anhelaba, pero al final todo era parte de una pesadilla.
»Las primeras citas, mi primer beso... todo estuvo maravilloso. Lo malo empezó cuando cumplimos nuestro tercer mes. En nuestra cita de aniversario me dejo plantada —miro hacia otro lado para no ver su reacción—, cosa que me destrozó el corazón y pensaba en reclamarle, pero no puede hacerlo cuando al día siguiente de clases llegó con su carita de perro a disculparse diciendo que tuvo un problema familiar, así que lo deje pasar.
»Después eso se empezó a hacerlo constante: me invitaba a salir, me dejaba plantada, me pedía disculpas, lo perdonaba y lo volvía a hacer. Dejó de prestarme atención, me dejaba de lado y cuando intentaba hacer algo normal con él en la escuela como tomar el desayuno juntos o dar una vuelta por ahí siempre me ponía excusas. Se desaparecía y cuando aparecía llegaba con los labios hinchados y el cabello revuelto, y a pesar de que muy en el fondo sabía que era, decidía ignorarlo, porque simplemente no me podía creer que alguien tan asombroso como él pudiera hacerme algo así.
»Algo raro que también pasaba es que una de mis "amigas" casualmente desaparecía cuando él lo hacía, para cualquiera era fácil deducir que pero yo no quería darme cuenta. Me negaba. Hasta que un día los vi cerca de los baños besándose.
Hago una mueca con el recuerdo.
—Creo que no me dolió tanto que haya sido él, si no que ella, mi supuesta amiga, la todo el tiempo me estaba diciendo lo lindos que nos veíamos juntos o lo feliz que él se veía a mi lado, se estaba viendo con él a mis espaldas. Sentí más dolor con su traición, no con la de él. Porque ella fue mi primera amiga en mi nuevo salón, ella era parte de mis mejores amigas, ella era la primera, sin contar a Criseida, de enterarse de los avances de nuestra relación. Ella llegó a ser la primera en varias cosas y que me hiciera eso, dolió.
»No hice escándalo, simplemente me di media vuelta y me marché. Lo enfrente al siguiente día, le dije lo que había visto y que no lo iba a permitir. Me pido miles de disculpas, pero esta vez no di mi brazo a torcer y ahí fue cuando el chico maravilloso se desvaneció. Me dijo que nunca jamás encontraría a alguien tan fabuloso como el que se fijara en mí, y yo con temor a que sus palabras fueran ciertas, lo perdoné.
Lo miro por el rabillo del ojo y a pesar de que está serio, sus ojos flamean con molestia.
—Después de eso volvió a ser "el mismo de siempre". Dejó de frecuentarse con ella y todo parecía ser como antes, pero a pesar de eso, no me sentía bien con él. Así que luego de un mes, con ayuda de mis padres y mi mejor amiga, terminé con él definitivamente. Y a pesar de sus súplicas y palabras hirientes, no volví con él, porque ya tenía el corazón cansado.
»Al final, reduje mi grupo de amigos a Criseida y solo ella por miedo de que si hacía más, me volverían a traicionar; igual nunca fui alguien muy sociable así que eso fue otro impedimento. Acabó el año y no volví a saber de él, hasta un año después cuando me enteré por algunos rumores que había regresado a la escuela y que estaba buscando a alguien. Muchos decían que era a mí, otros decían que era a ella —me encojo de hombros—. Solamente fueron rumores, así que jamás supe si era verdad.
Tomo una exhalación profunda antes de seguir.
»Cuando salía con él, pensé que me había enamorado, pero después entendí que me enamore de la idea de un romance de películas, así que de un modo u otro, eso hizo más fácil que lo superara. Y a pesar de que lo hice, me dejó muchas inseguridades que antes yo no tenía y que hasta el día de hoy, algunas de ellas me atormentan. Eso fue todo...
Suelto una risa nerviosa y subo lentamente mi mirada a sus ojos, temerosa de su reacción. Pero todo temor se congela cuando no veo pena en sus ojos, solamente furia.
De un lento movimiento, pasa uno de sus brazos por mi cintura, mientras que el otro lo recarga en la manta y me alza ligeramente hasta tenerme pegado a su cuerpo. Enredo mis manos en su cuello correspondiendo su abrazo con fuerza.
—Lamento tanto que te hayan lastimado, amor.
Me quedo callada sin saber muy bien que decir, simplemente me aferro más a él.
—También lamento si llegué a ser causante de alguna de revivir o hacer crecer alguna de tus inseguridades.
Inevitablemente el pensamiento de cuando me dejó plantada o cuando me dijo esas palabras hirientes después de que le pregunte como había salido de sus estudios, llega a mi mente, pero niego con la cabeza, incapaz de hacer que se sienta culpable.
Me separo un poco de el para verlo a los ojos y tomo sus mejillas con mis manos.
—No. Dylan, tú jamás...
—Estrellita, yo sé lo que hice —hace una mueca—. Y me arrepiento tanto.
—Dylan...
Niega con la cabeza y deja un beso en mi frente.
—Está bien, estrellita.
Trago saliva y me aferro nuevamente a él en un fuerte abrazo, que él corresponde.
Nos quedamos así unos minutos, hasta que de pronto siento como comienza a ponerse de pie conmigo aferrada a su cuello como changuito.
—¿Qué estás haciendo?—cuestiono confundida.
—Basta de momentos tristes —dice y me toma de las piernas, enredándolas en su cadera—. Vamos a refrescarnos.
—¿A refrescar...?
Apenas entiendo a lo que se refiere, me callo abruptamente y comienzo a negar con la cabeza.
—No, Dylan. No traje más ropa. —me muevo frenéticamente en busca de liberarme de su agarre, al ver que cada vez estamos más cerca del lago—. ¡Suéltame!
—¿Qué dices? El agua me tapa los oídos. —responde con sonora y de reojo veo como comienza a introducirse al agua.
—¡Imbécil!—aferro mis piernas con más fuerza a su cintura, cuando siento como el agua comienza a mojarme el borde de mi vestido.
—Eso me dolió.
—¡Dylan se me va a transparentar el vestido!—lloriqueo cuando el agua toca mi trasero.
—¿Y eso es algo malo por...?—sonríe malicioso.
Ríe con fuerza cuando le doy un golpe en el hombro y cuando se detiene, puedo ver que el agua le llega a la cintura, lo que significa que a mí me va a llegar un poco más arriba del ombligo.
Qué bueno que ya me había quitado los zapatos.
Lo miro con reproche y él me regala una sonrisa angelical.
—Te odio. —murmuro antes de soltarme de él.
Apenas mi cuerpo entra en contacto con el agua, un jadeo se escapa de mi boca al sentir lo fría que esta se encuentra y al bajar la vista para ver hasta donde me llega el agua, me encuentro con la visión de mi vestido adherido a mi como una segunda piel. Casi de inmediato alzo la vista hacia Dylan y lo atrapo con su vista clavada en donde mi vestido esta más pegado.
—¡Hey!—le lanzó agua a la cara, logrando que ponga su atención en mi—. Deja de mirarme, pervertido.
—Lo siento, amor, pero tienes un cuerpo precioso, me es inevitable no mirarlo. —se justifica.
—¿Ah sí?—enarco una ceja en su dirección.
Se limita a asentir con la cabeza con una sonrisita de niño bueno.
—Bueno pues... —no lo pienso dos veces antes de lanzarme hacía él.
Nuestros cuerpos colisionan con fuerza, desestabilizando a Dylan, ocasionando que este caiga hacía atrás conmigo encima de él.
Debajo del agua, lo siento moverse debajo de mí, buscando una forma de salir a la superficie, pero yo como buena novia, lo tomo de la camisa, impidiendo que salga, aunque no funciona de mucho porque él tiene más fuerza que yo, así que con gran facilidad, me toma de la cintura y sale conmigo a la superficie.
—¡¿Estás loca?!—exclama jadeando.
Una risita divertida sale de mi boca.
—Casi me asesinas.
—Que exagerado —blanqueo los ojos—. Solo fue un pequeño chapuzón.
—¿Pequeño? Casi me ahogo allí abajo.
—Fue venganza por meterme al agua contra mi voluntad y por estar de pervertido.
—Primero, apenas el agua te rozaba el ombligo y segundo, no estaba de pervertido. —contra argumenta.
—Sí, claro. —me cruzo de brazos.
Niega con la cabeza y me suelta, dejándome con suavidad en el piso. Ya con sus manos desocupadas, peina su cabello hacía atrás, logrando que en ese movimiento sus músculos se tensen.
Inmediatamente mis ojos traicioneros viaja hacía allí y mi boca se seca al ver su camisa pegada a su cuerpo. De un momento a otro me encuentro agradecido mentalmente al cielo, por haberlo empujado al agua, porque ahora tengo una mejor visibilidad del contraste de sus músculos.
—Y luego quien es el pervertido. —rápidamente, subo mi mirada a la suya con las mejillas sonrojadas.
Carraspeo.
—Sigues siendo tú. —miro a otro lado.
—Sí, claro. Aunque... —me toma de la cintura—el hecho de que casi me hayas ahogado no fue del todo malo. —alzo la ceja en su dirección y lo veo dar una ojeada a mi vestido.
—¿De qué ha...? —me callo cuando noto que, además de que mi vestido se ha pegado completamente a mi cuerpo, se ha transparentado.
Suelto un sonidito de indignación y le doy un manotazo casi al tiempo en el que intento cubrirme con mis brazos.
—Pervertido.
—Ya estamos a mano, amor. —me sonríe con perversión antes de besarme.
€
Pase todo el día con Dylan en ese pequeño, pero precioso lugar. Ni siquiera fui a trabajar.
Cuando después de estar un rato chapoteando en el claro, me acordé que tenía que ir a trabajar y me volví loca porque ya iba tarde, pero por suerte, Dylan me tranquilizó. Dijo que no me preocuparse, que había hablado con mi jefe para que me diera el día libre, porque quería estar todo el día conmigo, antes de volver a Atlantic City; obviamente yo no replique, ya que quería pasar todo el tiempo posible con él antes de que se marchará.
Así que después de estar un rato en el claro, salimos a recostarnos un rato sobre la manta, en donde estuvimos riendo y conversando. Un rato después, Dylan sacó algunos dulces de la canasta, los cuales devoramos casi de inmediato.
Unas horas más tarde, volvimos a entrar al claro, en donde no hicimos nada más que llenarnos de besos mientras el atardecer llegaba. Y un rato después, antes de que el sol se ocultase completamente, nos marchamos camino a casa.
—No quiero que te vayas. —menciono una vez ambos nos detenemos frente a mi pórtico.
Esboza una sonrisa triste.
—Yo tampoco quiero irme, amor —coloca su mano en mi mejilla—, me gustaría quedarme aquí, contigo.
—A mí también me gustaría que te quedaras—suspiro—. ¿Cuándo regresas?
—No lo sé, tal vez dentro de una semana —hace una mueca—. Después de los análisis debo quedarme con mi padre unos días. —dice y no pasó desapercibida el tono de voz que uso, como si no estuviera de acuerdo con eso.
—Oh, entonces, diviértete.
Bufa.
—Lo dudo.
Carraspeo sin saber muy bien que decir.
—Entonces, te veo en una semana—cambio de tema—. Te voy a extrañar muchísimo. —lo abrazo.
—Y yo a ti, estrellita. —dice, pasando sus brazos por mi cintura y pegándome con fuerzas hacía él.
Me separo de él y subo mis manos hasta su nuca, para plantar un tierno y cariñoso beso en sus labios.
Me separo de él y me quedo viendo a esos preciosos ojos celestes que hacen que mi mundo se me ponga de cabeza y de alguna manera, al ver todas estas emociones que me transmiten, me veo con la necesidad de soltarle esa palabra que expresa todos los sentimientos que tengo, pero mi cobardía, como siempre, me gana.
—Cuídate. —digo en cambio.
Al parecer, él también esperaba otra palabra porque el anhelo de sus ojos se ve opacado por una chispa de decepción.
—Tú también, estrellita. —sonríe y deja otro casto beso en mis labios.
Con una sonrisa en labios y con las ganas de rogarle que se quede me doy media vuelta y camino en dirección a mi puerta.
Antes de tocar la perilla, me detengo y como un arranque de adrenalina, me doy la vuelta y a paso veloz camino hacía Dylan, quien por suerte, apenas llegaba a su camioneta.
—¿Y si me voy contigo?—suelto de la nada, plantándome frente a él.
—¿Qué?—parpadea confuso.
—¿Y si me voy contigo a Atlantic City?
Sus ojos comienzan a chispear con emoción.
—¿Quieres irte conmigo?—pregunta, sorprendido.
—¡Si! —exclamo entusiasmada—. Si tu quieres que vaya, claro.
—Por supuesto que quiero que vayas. —sonríe, pero está dura poco—. Pero, ¿y tus papás? No me gustaría que te metieras en problemas con ellos.
—Yo hablaré con ellos y podría hablar con mi jefe para que me de unos días de vacaciones.
—Eso déjamelo a mí, tú jefe me ama. —sonríe con suficiencia.
Blanqueo los ojos.
—Presumido.
Sonríe ladino.
—Entonces te veo aquí en...
—Una hora.
—Excelente —deja otro casto beso en mis labios—. Te veo en un rato estrellita.
Asiento y sin más me marcho a mi casa.
Una hora después ya estoy en la esquina de mi calle, esperando a que llegue Dylan. Fui sumamente específica, al decirle que era necesario que me recogiera en esa esquina, no frente de mi casa, ya que mis papás no saben sobre el viaje que voy a emprender con Dylan.
Según lo que yo les dije, me quedaría unos días en casa de Criseida y me dejaron sin pedir más explicaciones, ya que cuando se trata de Criseida o de su familia mis papas acceden sin poner pegas, porque les tenían absoluta confianza. Así que prácticamente "me quedaré con Cris" hasta que volvamos.
Ahora espero que todo salga bien, porque si se enteran de mi pequeña escapadita, la que va a perder su confianza soy yo.
El sonido del claxon me saca de mis cavilaciones y una gran sonrisa aparece en mi cara cuando lo veo estacionarse delante de mí.
—¿Estas lista, estrellita?—me dice a través de la ventana, con una sonrisa.
—Estoy lista.
€
¡Aquí el final!
¡Hola, hola! Espero que les haya gustado muchísimo este capítulo y sé que posiblemente no sea mi mejor creación, pero no he tenido mucho tiempo de escribir:(, pero a penas me desocupe prometo que lo mejorare<3.
Igual quería confesarles que cada uno de mis personajes, ya sean femeninos o masculinos van a traer una pizca de mí (pues básicamente son mis hijos, claramente van a llevar algo mio jajaja), ya sea alguna de mis inseguridades, emociones, hobbies, aspiraciones, etc., en este caso, Beca trae mi historia/inseguridad, ya que yo empecé a escribir esta historia cuando tuve una decepción amorosa. Cuando me lastimaron al punto de desconfiar de mis amigos. Cuando yo quería que un Dylan Black apareciera en la puerta de mi casa para ayudarme a salir adelante jejeje. A pesar de que no me lastimaron tanto como Beca, es un pedacito de mí, así que espero que lo aprecien mucho <3.
Dejando eso de lado, en otras noticiaaassssss al parecer voy a estar actualizando cada 15 días:(, porque entre la escuela y la tareas casi no tengo tiempo para nada</3 . Claro que en caso de que termine de escribir antes, subir el cap;).
También quería recordarles que ¡TENEMOS GRUPO DE WHATSAPP! Así que quien se quiera unir está totalmente invitado. El link está en la descripción o pueden manarme mensaje privado aquí o por mi ig:hannasvelez
Por último, PREPARENSE y reposen estos días en los que no habrá actualización, porque con el siguiente capítulo entramos al drama/tristeza, así que ya están advertidos y sobre aviso no hay engaño *risa malvada*.
En fin eso es todo.
Los quiere muchísimo, Hanna. <3
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