Capítulo 23
¡LLEGAMOS 30K!
Muchas gracias a todas las personitas que se han dedicado a leer 'Para Siempre' y por supuesto, también muchas gracias a todas las lectoras que continúan aquí<3. Jamás imagine que mi libro llegaría a tanto, así que muchísimas gracias por todo el cariño. Los quiero un montón :').
—Te extraño mucho, estrellita.
—Dylan, te fuiste hace una hora. —me burlo.
—Bueno, con eso es suficiente para extrañarte.
Niego con la cabeza, divertida.
Dylan había partido a Atlantic City hace una hora. Pasó a verme antes de marcharse y me llenó de tantos besos como le fue posible. Obviamente, yo también lo bese hasta que mis labios se cansaron, porque si soy sincera, comencé a extrañarlo desde el momento en el que vi su jeep desaparecer por la calle, pero eso era algo que no estaba en mis planes admitir.
Me estoy volviendo toda una cursi.
—Estoy pensando seriamente en regresar y traerte conmigo.
—Sabes que mi trabajo no me lo permite. —le recuerdo.
—Lo se —suspira—. Aunque también esta la opción de quedarme contigo.
—No puedes, Dylan.
—¿Por qué no?
—Porque necesitas hacerte tus estudios. —menciono como si fuera obvio.
—Al carajo mis estudios, quiero estar con mi novia.
—Ya me verás cuando regreses, ahora debes hacerte esos estudios para verificar que no tengas una rara enfermedad que te convierta en vampiro. —bromeo.
—Esperemos que no sea el caso. —me sigue el juego.
—Sí, aunque si te transformaras en un vampiro no estaría mal. —admito.
—Dudo que me transforme en uno, así que tendrás que conformarte con este simple mortal.
—Pues ya ni modo. —finjo un suspiro lastimero.
Hace un sonidito de indignación.
—¿Estás tratando de decirme que prefieres a un novio vampiro?—pregunta con indignación.
—No, te prefiero mil veces a ti, pero si fueras un vampiro seria un pequeño plus.
—Bueno, pues tendré que conformarme sin tener ese plus. —menciona con resignación.
Suelto una pequeña risita, que se apaga cuando me doy cuenta de algo.
—Un momento —entrecierro los ojos—, ¿estas conduciendo mientras hablas conmigo?
—Sí. —responde como si nada.
—¡¿Qué?! Eso es algo irresponsable, Dylan Black, estas poniendo tu vida en riesgo y la de los demás —lo regaño—. Mejor hablamos luego.
—¡No! —exclama y me detengo antes de colgar—. No tengo el teléfono en la mano, estas en bluetooth.
—Ah. —suspiro, relajada.
—Pareces mi mamá en lugar de mi novia.
Pongo los ojos en blanco.
—Claro que no, simplemente soy una novia preocupada. —corrijo.
Lo escucho soltar aire con deje burlón.
—Además, no puedes quejarte porque tú también eres así —me defiendo—. ¿No recuerdas la semana que estuviste enfermo y mandaste a tu mamá y a Nolan para que fueran por mi al trabajo porque estabas preocupado?
—Pero eso es diferente. Era de noche y me daba miedo que de camino a tu casa te pasara algo. —trata de justificarse.
—Bueno, pues a mi me da miedo que choques mientras conduces. —replico.
Lo escucho soltar una suave risa.
—Bien, entonces en conclusión, somos una pareja que se preocupa mucho.
—Eso somos.
Alejo mi teléfono de mi para ver la hora y hago una mueca al ver que es tiempo de marcharme.
—Debo irme o llegaré tarde al trabajo —hablo cuando me acerco nuevamente al teléfono—. Te hablo luego.
Resopla con fingida tristeza, después de musitar un inconforme y suave "bien".
—Adiós. —me despido con una sonrisita.
—Adiós, estrellita.
Me despego del teléfono para colgar pero su voz de fondo me lo impide, así que vuelvo a acercarlo a mi oreja.
—¿Qué pasa?
—Te decía que ira Nolan a recogerte.
—Dylan...
—Nada de 'Dylan' —me frena—. Estaré más tranquilo si él va a dejarte sana y salva a tu casa, Beca.
—Pero...
—Nada de 'peros', señorita, no quiero que te pierdas por dormirte en el camión. —menciona, haciendo recordatorio de lo que paso hace un tiempo.
Siento mis mejillas tornarse carmesí.
—Solo paso una vez. —me defiendo.
—No me interesa, te iras con Nolan y punto final.
Bufo.
—Está bien, papá.
—Solo soy un novio preocupado. —hace uso de mis palabras.
Blanqueo los ojos con una sonrisa en labios.
—Nos vemos, Dylan.
—Adiós, estrellita.
€
Una carcajada brota de mi boca al escuchar las tonterías que está diciendo.
—Pero no te burles de mí, Beca. —reprocha.
Ignorado completamente lo que me dice, permito que mi risa continúe saliendo con total libertad.
—Dylan, quien en su sano juicio se pelea con un niño pequeño. —menciono una vez me tranquilizo.
—Me falto al respeto, no me iba a quedar callado. —se justifica.
Vuelvo a reírme como una loca de tan solo imaginarme una pelea entre un niño pequeño y un adulto.
Había salido del trabajo hace ya una hora y como lo dijo Dylan, Nolan estaba esperándome cuando salí.
El viaje fue bastante rápido y apenas revisé mi teléfono después de haber entrado a mi casa, ya habían varios mensajes de Dylan preguntándome que sí había llegado con bien y una vez recibió una respuesta por mi parte, no se hizo esperar para marcarme.
Me puso al corriente con todo lo que había pasado desde que había llegado a su casa —porque sí, tiene una casa en Atlantic—, en la cual ya estaban esperándolo sus padres; eso me llevó a pensar, ¿por qué aun no me habla de su padre? Obviamente no lo pregunté en el momento, pero esa duda se asentó en mi mente por algunos minutos.
También, me dijo que después de que llegara su hermana a casa, los cuatro fueron a cenar y que antes de si quiera pasar al restaurante, Dylan accidentalmente chocó con un niño pequeño, haciendo que esté casi resbalara hacía atrás por el golpe y que antes de que pudiera pedirle disculpas, el niño muy digno lo miro con mala cara, le dio un pisotón y lo llamó "viejo". Según él lo que menos le importo fue el pistón o su mala cara, si no lo que en realidad lo ofendió fue que lo llamó "viejo", y así fue como inició un pelea entre un niño y un adulto, en dónde mientras uno no paraba de decirle "viejo" y "anciano", él otro no paraba de decirle "niño mocoso". Incluso dijo que su hermana tuvo que llevárselo a rastras dentro del complejo porque estaban a punto de pasar a otro tipo de insultos.
Esa es la razón por la que no he podido parar de reír desde que me lo contó. Así que sin vergüenza alguna, permito que mi risa siga saliendo con total libertad.
—Beca, deja de burlarte de mi. —pide irritado.
—Lo siento, ya voy a detenerme. —inhalo y exhalo aire con fuerza para intentar apaciguar mi risa.
Muerdo mi labio con fuerza para no soltar alguna risita y cuando creo que ya estoy calmada, suelto mi labio.
—Listo. —menciono con una sonrisita burlona apareciendo en mi rostro.
—No te estoy viendo, pero hasta acá puedo percibir tu sonrisita burlona.
Y eso es todo lo que necesito para que un estallido de risa vuelva a salir de mi boca.
—Lo siento, lo siento —me disculpo cubriendo mi boca con mi mano—. Es que debes entender que la imagen mental que tengo de ti peleando con ese niño es muy divertida.
—A mi no me parece divertido —refunfuña—. Me llamo viejo y apenas tengo 21 años. —se indigna nuevamente.
—Era un niño, Dylan.
—¡Aún así! ¡Me faltó al respeto y tu estas burlándote!
Antes de que una risa vuelva a brotar de mi, me muerdo la lengua.
—Tienes razón, lo siento, no debí burlarme de ti, cariño. —digo con voz extremadamente melosa.
—Ese 'cariño' me hubiera gustado más si no me lo hubieras dicho con ese tono de voz. —refunfuña.
Sonrío negando con la cabeza.
—Como sea, ¿cómo te fue en el trabajo?—cambia de tema.
—Bastante bien. No tuve incidentes con niños. —digo socarrona.
Escucho un fuerte resoplido del otro lado.
—Ya basta, deja este tema por la paz.
—Lo siento, mi amor, pero tendrás que soportar mis burlas por un rato.
—¿Qué clase de novia er...? Un momento, ¿acabas de decirme 'mi amor'?
Abro los ojos de par en par.
—¿Eh?
—Acabas de decirme 'mi amor'. —afirma y a pesar de no verlo, sé que esta sonriendo.
—C-claro que no —niego con rapidez, sintiendo mi cara ponerse de todos los colores—. Son ideas tuyas.
—Yo creo que no.
—Qué si.
—Estoy seguro que no.
—Qué si. Cállate.
Una suave risa de su parte se escucha.
—Aunque no me quejo; me gustaría que me dijeras algún apelativo cariñoso. —admite con un pequeño tono de vergüenza.
Arrugo la nariz con ternura.
—¿Te gustaría un apodo cariñoso, Dyl?
—No, yo... —carraspea—. Quiero decir..., solo si tu quieres.
Sus nervios me hacen sonreír.
—Bueno, entonces creo que es hora de buscar un apodo para mi novio, ¿no lo crees?
Hace un sonido de aprobación.
—Y si se me permite opinar, me gustaría un apodo como 'mi guapo y grandioso novio' o 'gran amor de mi vida'.
—¿En serio?—enarco una ceja.
—Sí.
—No te gustaría algo mejor como ¿'mi guapo, perfecto y celestial novio'?—cuestiono divertida.
—¡Sí!—exclama entusiasmado—. ¿Cómo no se me ocurrió antes?
Una carcajada brota con fuerza de mi boca y niego con la cabeza.
—Era broma, Dylan. No voy a llamarte de esa forma.
—¿Por qué no?
—Es un poco exagerado, ¿no lo crees?
—No, describe todo lo que soy, así que si no me llamaras de esa forma mejor no me llames de ninguna. —dice encaprichado.
—Está bien, 'mi guapo y grandioso novio'.
—Eso suena bien. —declara satisfecho.
Una expresión de felicidad se adueña de mi rostro al escuchar su satisfacción.
—Debo marcharme, estrellita —habla segundos después—. Mañana son mis estudios y mi madre quiere que me duerma temprano porque si no, no voy a levantarme. No todos tienen tanto poder sobre mí como tú. —dice, insinuando la vez que se levantó temprano por el maratón de Harry Potter.
Mi sonrisa se expande por la mención de ese momento.
—Bueno, entonces es mejor que duermas.
—O podemos desvelarnos hablando. —sugiere.
Río.
—Por más que me guste la idea, te necesito descansado para mañana tus estudios.
Bufa, inconforme.
—Prometo recompensarlo.
—Espero que esa recompensa tenga muchos besos y algún que otro toqueteo en el carro. —dice, malicioso.
—¡Dylan!—me sonrojo escandalizo.
—Solo era una sugerencia.
Niego con la cabeza con el color rojo en todo mi rostro.
—Lo tomaré en cuenta, mientras tanto a dormir.
—Bien —resopla—. Descansa, estrellita.
—Descansa, 'mi guapo y precioso novio'.
Lo siento sonreír a través del teléfono.
—Adiós.
—Adiós.
€
Salgo de la cocina rápidamente al ver la cantidad de clientes que se han juntado en la cafetería y antes de ir a las mesas que me tocan a recoger los platos sucios, Claudia me detiene.
—Beca, ¿me puedes ayudar a atender la mesa cuatro?—me pide apresurada con su bandeja llena de platos.
—Sí, por supuesto.
Suspira aliviada y me dirijo hacia allá.
—¿Ya sabe que es lo que va a ordenar?—pregunto una vez llego a la mesa.
—¿Rebeca?
Alzo la vista confusa y me encuentro con un par de ojos castaños los cuales reconozco de inmediato.
—¿Victor?—pregunto con sorpresa, sin dejar de mirar al chico que, según Dylan, trató de coquetear conmigo en Barnes & Noble.
—¿Qué haces aquí?—cuestiona con la misma sorpresa.
—Trabajo aquí —apunto con obviedad hacia mi uniforme—. ¿Tú que haces aquí?
—Oh, mis abuelos viven aquí —me informa—. Bueno, no aquí en la cafetería, sí no aquí en Hoboken. —se corrige entre balbuceos.
Asiento con la cabeza y muerdo mi labio reprimiendo la risa que amenaza con salir de mi.
—Ya veo... Es lindo que los visites.
—Sí, ya llevaba dos meses sin verlos.
—Bueno, entonces espero que te diviertas mucho con tus abuelos y que tu estadía aquí sea agradable.
—Ya esta empezando a serlo. —confiesa en voz baja con un un poco de vergüenza.
Me quedo callada sin saber que decir y luego de unos segundos decido carraspear para acabar con el silencio.
—¿Ya sabes que vas a pedir?—cambio de tema.
—Oh si, emmm, quiero la hamburguesa con doble queso, por favor.
Anoto con rapidez la orden, antes de subir mi vista a el nuevamente.
—¿Y de tomar?
—Una Coca-Cola, por favor.
Asiento.
—Enseguida te lo traigo.
Me marcho con dirección a la cocina y una vez estoy adentro, paso a un post-it el pedido de la mesa 4 y lo pego a lado de las demás anotaciones.
Voy a salir de nuevo de la cocina, pero la voz de Claudia me frena.
—Ya empezó tu descanso.
Por fin, canturrea mi mente con alegría.
—Bien, iré a recoger mis mesas y salgo.
—No te preocupes, ya lo hice yo. —dice Emilia, entrando a la cocina con su charola llena de platos sucios.
Les doy una mirada de agradecimiento y salgo de la cafetería por la puerta trasera.
Una vez fuera, suelto una bocanada de aire cansada y me recargo contra la pared, cerrando los ojos. Todo el día la cafetería ha estado bastante llena y a pesar de que entré las tres nos intentamos ayudar, sigue siendo un poco cansado.
Suspiro con cansancio nuevamente, antes de abrir los ojos y sacar mi teléfono para marcarle a Dylan y preguntarle que tal le fue en sus estudios.
Desde que me dijo de los análisis, me tiene con una horrible ansiedad.
Apenas va en el segundo timbre cuando atiende el teléfono.
—¿Beca?
—Hola, Dyl.
—¿Por qué me marcas a esta hora? ¿Qué no estas en el trabajo?
—Gracias, cielo, yo estoy muy bien, gracias por preguntar. —respondo sarcástica.
—Es verdad, lo siento, cariño —se disculpa, apenado—. ¿Cómo estás? ¿Cómo va tu día?
—Estoy bien, gracias y mi día va excelente a pesar de todo el trabajo que hay en la cafetería.
—Me alegro, estrellita.
—¿Y tú como estas?
—Mal.
—¿Qué? ¿Por qué?—pregunto alarmada.
—Porque te extraño, cariño.
Sonrío.
—No se que tipo de ritual hiciste, pero me tienes todo el tiempo pensando en ti, Beca.
Una sonrisa se adhiere a mis labios y mi corazón comienza a bombear con rapidez, al tiempo en el que las mariposas comienzan a golpear con fuerza mi estómago.
—Desde que te vi me gustaste, así que decidí sacrificar una cabra y hacer un ritual satánico para amarrarte totalmente a mi. —bromeo.
—Con razón —resopla con diversión—. Pues debo felicitarte, tú plan malévolo para amarrarme te salió a la perfección.
Una pequeña risa brota de mis labios y por alguna razón extraña, me veo tentada a decirle que mis sentimientos por él han evolucionando, convirtiéndose en algo mucho más fuerte, pero mi cobardía me lo impide, así que decido dejar esos sentimientos amarrados en mi corazón.
—¿Y como te fue con los estudios?—pregunto cambiando de tema.
—Sobre eso...
—¿Qué?—me alarmo.
—Hubieron algunas complicaciones y...
—¿Todo está bien? ¿Tú estás bien?
—Beca...
—¿Salió algo malo con tus estudios o algo así?—lo ignoro y continuo cuestionándolo con la preocupación asentándose en mi—. ¿Estás enfermo? ¿Tienes algo o...?
—Rebeca podrías parar de ser tan malditamente intensa y guardar silencio —alza la voz, hoscoso—. Deja de preocuparte tanto por mí.
Inmediatamente me callo con el corazón hecho un puño y el silencio se hace presente en la línea.
—Joder, Beca, lo siento, yo no quise...
—No, tienes razón, debería no ser tan intensa y dejar de preocuparme por ti. —murmuro en un hilo de voz con la tristeza asentándose en mi.
—No, Beca, yo no quise decir eso, yo... —balbucea con un tono de dolor y arrepentimiento en su voz.
—Debo volver a trabajar. —lo corto.
—Cariño, espera, no fue mi intención, es solo que...
—Hablamos luego, Dylan.
—Beca, por favor, escúchame... —cuelgo antes de que continúe.
Me quedo un momento mirando el teléfono, antes de presionarlo contra mi pecho y cerrar los ojos para reprimir la tristeza.
Siento el teléfono vibrar y no hace falta que lo vea para saber quien es, así que decido guardarlo en mi bolsillo para luego entrar al complejo.
—Que tengas una linda noche, Beca. —se despide mi jefe de mi al verme caminar a la salida.
—Igual tú, Jaime. —murmuro y salgo.
Creo que esta demás decir que la llamada de Dylan me dejó un poco cabizbaja y aunque intenté distraerme con el trabajo, sus llamadas y constantes mensajes en mi teléfono no hacían de mucha ayuda para olvidar ese mal momento que pasamos.
Jamás fue mi intención abrumarlo con mis preguntas o algo así, simplemente estaba preocupada por sus estudios. Aunque pensándolo bien, tal vez si me propase un poco, pero no puede culparme porque estoy segura que si hubiera sido al revés, él estaría peor.
De todas maneras no era forma para contestarme de esa forma.
Inevitablemente, una mueca se adueña de mi rostro al recordar sus palabras hirientes.
Con mi corazón aun un poco dolido, me detengo en la parada esperando con paciencia mi camión.
—¿Rebeca?—miro sobre mi hombro y encuentro a Víctor mirándome con una pequeña sonrisa.
—¿Qué haces aquí?—pregunto un poco más agresiva de lo que pretendo.
Se me queda viendo con confusión por mi tono de voz y enseguida me arrepiento.
—Lo siento, no fue un buen día. —me disculpo.
—No te preocupes, yo también he tenido días malos —se acerca a pasos lentos— y respondiendo a tu pregunta, fui a comprar unos pingüinos. —dice y levanta el pequeño paquetito.
Asiento sin saber muy bien que decir.
—¿Quieres contarme que te pasa?—pregunta vacilante una vez llega a mi lado—. Sé que solo me has visto una vez, pero soy bueno escuchando.
Sonrío ligeramente.
—Problemas con mi novio. —resumo.
—Oh, ya veo —asiente lentamente y puedo notar una pizca de decepción en su voz—. ¿Tú novio es ese alto, pelinegro que estaba contigo en la librería?
—Sí, ese mismo.
—Ya veo —vuelve a asentir y se queda viendo un punto específico en la nada, antes de voltear a verme—. No sé con exactitud que pasó, pero el dialogo es fundamental en una relación. En especial cuando existen problemas. Así que cuando ambos estén tranqulos, podrían intentar hablar para resolver sus diferencias.
—Lo intentaré.
Por inercia prendo mi teléfono y veo la cantidad de mensajes y llamadas perdidas que hay en el, y de alguna manera el saber que ha estado intentando hablar conmigo y que yo no lo he permitido me pone mal. Sentimiento que se va enseguida al recordar la forma en la que me hizo sentir.
Vaya, alguien anda en su etapa rencorosa.
—¿Se me permite preguntar qué haces aquí?—la voz de Víctor me saca de mis pensamientos.
—Estoy esperando el camión para irme a casa.
—Oh. Tengo mi carro en la casa de mis abuelos. No queda muy lejos de aquí, si quieres voy por él y te llevo a tu casa. —se ofrece.
—Gracias, pero no me gustaría molestar.
—No es molestia, al contrario.
—Así está bien, gracias. —lo rechazo, educada.
Su expresión alegre cambia a una afligida.
—¿Me escuché muy intenso? Lo siento, no quería... —se disculpa.
—No. No te preocupes, todo bien —le sonrío de modo tranquilizante—, solo prefiero tomar el camión.
—Está bien, respeto tu —alza las manos en rendición—. Tampoco me gustaría que un desconocido me lleve a mi casa. Podría ser algún secuestrador o algo así. —acompaña sus palabras con una exagerada mueca de terror.
Al ver su mueca, por primera vez en el día después de la discusión con Dylan, una sonrisa brota en mis labios
—Tienes una bonita sonrisa. —me dice por lo bajo.
Inmediatamente, me veo borrando mi sonrisa y mirando hacía enfrente.
—Gracias. —es lo único que respondo.
Un gran y raro silencio se adueña del ambiente, y por el rabillo del ojo lo veo abrir la boca para decir algo más, pero en ese momento llega mi camión.
—Este es mi camión —informo—. Que tengas una bonita noche, Víctor.
—I-igual tú, Rebeca.
Asiento a modo de respuesta y le soy una sonrisa de boca cerrada, antes de subirme a mi transporte.
€
¡Aquí el final!
Espero que les haya gustado mucho el capítulo, y antes de seguir me gustaría pedirles disculpa por no actualizar, la escuela me tiene un poco ocupada y he estado teniendo algunos problemas con personas de mi entorno y pues no había tenido ganas de escribir, así que lo siento mucho</3.
Prometo no dejar que mis problemas interfieran con mi escritura para poder seguirles trayendo los capítulos semanales;).
Y ahora si aclarado eso, Dylan funado por hablarle hablado feo a Beca jahsha>:(.
Nuevamente muchísimas gracias por los 30k; hace apenas unos capítulos había llegado a los 10k y ahora ya somos 30, en serio muchas gracias por el amor<3 y prepárense porque se vienen capítulos intensos jejeee.
Les mano un beso y un abrazo.
Los quiere, Hanna <3.
ig:hannasvelez
psdt: Lamento si ven algún error ortográfico, no tuve mucho tiempo para revisarlo:(.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro